SIETE
VIERNES A LA MILAGROSA IMAGEN DE JESÚS DE LOS POBRES
Devoción
compuesta por una pobre devota
Con
licencia de la Autoridad Eclesiástica
Guatemala,
14 de diciembre de 1906
ORACIÓN
PARA TODOS LOS VIERNES
¡Adorable
Jesús mío! aquí postrados ante tu soberana presencia, venimos a pedirte perdón
de todos los extravíos de nuestra vida. Venimos arrepentidos a ofrecerte
nuestro tibio y pobre corazón para que lo enciendas y lo enriquezcas en tu
divino amor y lo apartes de todo lo que no sea conforme con tu santa Ley, que
es toda caridad para con Dios y con todos nuestros prójimos en Dios. Te pedimos
Señor, que nos conduzcas por tus Santos Caminos, dándonos luz, esa luz divina
que de tanto necesitamos para salir de las luctuosas sombras del pecado, que
son al mismo tiempo, duras cadenas que nos tienen sujetos en las prisiones de
la maldad. Dadnos, Señor, fuerza contra nuestra flaqueza, paciencia en la
desesperación, fé en la tibieza, calma en los arrebatos, resignación en las
enfermedades, conformidad en la pobreza, en la que tengamos presente que Vos,
Señor, naciste pobre, viviste pobre y moriste pobre, conformidad también en
todos los trabajos que seáis servido enviarnos. Apartad de nosotros todos los
ruines sentimientos de odio, de venganza, de envidia, y de mala voluntad contra
el prójimo, encaminad nuestros pasos por la senda de la perfección para ser del
número de tus escogidos. Yo te ofrezco Señor, en cuanto pueda y ayudado de
vuestra gracia divina, apartarme de las ocasiones del pecado, para solo
servirte obedeciendo tus santos mandamientos, y después de esta vida, ser digna
de llegar a los pies del trono de tu Augusta Majestad en el cielo. Así sea.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
PRIMER
VIERNES
LA
ORACIÓN DE JESÚS EN EL MONTE DE LOS OLIVOS
CANCIÓN
Aquí
estoy mi Jesús, aquí me tienes
Humillado
pidiéndote de hinojos
Una
mirada de tus dulces ojos
Que
inflame con tu amor mi corazón.
MEDITACIÓN
Divino
Jesús mío, con los ojos del alma te vemos humildemente arrodillado en tierra,
con las manos juntas y los ojos levantados al cielo elevando, elevando
fervorosa oración a tu Padre Celestial en el Huerto de los Olivos, ofreciendo
en sacrificio tu preciosa vida por nuestra salvación eterna. Allí, Jesús mío,
se presentaron a tus divinos ojos todos los horrorosos tormentos y amarguras de
tu cruelísima pasión, allí la Cruz, la Lanza, los clavos, los cordeles con que
habías de ser atado y preso, los clavos que iban a traspasar tus sagrados pies
y manos, la corona de espinas que había de taladrar tu Santa Cabeza, el desmayo
que por la fiereza de la flagelación había de rendirte al pie de la Columna, tu
Inmaculada Sangre derramada por el suelo y despreciada de todos, los groseros
ultrajes de tus implacables enemigos, de tus tiranos verdugos, la calle de la
amargura, tus repetidas caídas con la cruz a cuestas, el calvario, tu dolorosa
y larga agonía, en fin, tu afrentosa muerte. Este cuadro aterrador con todos sus
martirios, te obligó a sudar sangre y agua, haciéndote exclamar, agonizante y
rendido por el dolor: “Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz,
más no se haga mi voluntad sino la vuestra.” ¡Jesús mío! haz que yo
siga siempre y en todo, tan sublime ejemplo de humildad y de obediencia, y así
como el Ángel del Señor vino a confortar tu ánimo, así también dadnos fuerza,
valor y paciencia, para llevar con firme resignación todos los trabajos que
seáis servido enviarnos, y hacer en todo, tu santísima voluntad.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
CANCIÓN
Me
acerco a ti, cual infeliz mendigo
Que
una limosna pide humildemente
Doblego
al suelo mi abatida frente
Implorando
limosna de tu amor.
ACCIÓN
DE GRACIAS
¡Oh
Jesús! Con el alma llena de unción, con mi pobre corazón lleno de amor y de
gratitud, estoy aquí a tus pies para darte gracias infinitas por los beneficios
que me habéis dispensado, y te ruego que, por tu Santa Misericordia, me sigáis
dispensando, concediéndome tus grandes favores, pero no te pido solo mí, te
pido también por mi familia toda y por cada uno en particular, te pido por
todos tus devotos, por los enfermos, por los ancianos, por los presos, por los
extraviados de tu Santísima Ley, y por toda clase de necesitados y desvalidos,
dándote por mi y en nombre de todos ellos, nuestros más rendidos
agradecimientos, y te ofrecemos de todo corazón, que de hoy en adelante,
quedamos rendidos y sumisos a tu santísima voluntad, obedeciendo en todo a tu
divina ley, con lo que deseamos agradarte, servirte y no ofenderte más en lo
que nos faltare de vida, mereciendo un día el premio que nos tienes prometido,
alcanzando la felicidad de adorarte en el Cielo por toda la eternidad. Así sea.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
CANCIÓN
Te
amo Jesús con toda el alma mía,
Tu
eres mi paz, mi dicha y mi consuelo
Amarte
a ti es poseer el cielo,
Es
gozar de la gloria desde aquí.
Eres
Jesús la vida de mi vida,
En
amarte no más encuentro calma
Ábreme
el corazón Jesús de mi alma,
Y
acógeme en tu amor hasta morir.
Y
allá Jesús en tu presencia bella,
Cuando
tiemble ante ti mi alma agitada
Dirígeme
dulcísima mirada
Y
déjame a tus pies cerca de ti.
Aquí
estoy mi Jesús, aquí me tienes
Humillado
pidiéndote de hinojos,
Una
mirada de tus dulces ojos
Que
inflame con tu amor mi corazón.
SEGUNDO
VIERNES
LA
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
CANCIÓN
Aquí estoy mi Jesús, aquí me tienes
Humillado, pidiéndote de hinojos,
Una mirada de tus dulces ojos,
Que inflame con tu amor mi corazón.
MEDITACIÓN
¡Oh
dulcísimo Jesús! Nuestro Padre, nuestro Criador y Redentor, aquí estamos a tus
divinas plantas, humillados, avergonzados y arrepentidos de nuestras
iniquidades, y venimos en este día consagrado a los recuerdos de tu Pasión
Santísima, a pedirte perdones los errores que nos han apartado de vos, y la
indiferencia de nuestros fríos y duros corazones en apreciar el mérito de tus
enormes y dolorosos sacrificios que te llevaron hasta entregar tu preciosa
vida, desgarrando a un tiempo el tierno corazón de tu Santísima e Inmaculada
Madre. ¡Si Jesús mío! somos nosotros en la persona de los judíos, los que te
hemos preso, azotado en la columna, burlado, coronado de espinas, abofeteado, escupido,
ultrajado, llevado al Calvario cargando con la cruz, a donde llegaste agonizante,
rendido, fatigado, para luego destrozar tu cuerpo, renovar tus llagas al ser
arrancadas tus vestiduras, clavado de pies de manos en el madero, levantando en
alto, y expuesto a la vista de tanto corazón frío e indolente que te contempla
sin conmoverse, sin derramar una sola lágrima de dolor ni compasión… ¡Tres
largas horas más de dolorosa agonía, pronunciando aquellas siete dulcísimas
palabras, dirigidas a tu Padre celestial, pidiéndole el perdón para los mismos
que lo han sacrificado! Haz Señor, que yo grave en mi duro corazón ese sublime
ejemplo de caridad, enseñándome a perdonar a los que me hagan mal,
devolviéndoles todo el bien que pueda, si de mi lo necesitan. Enséñanos a ser
sufridos y resignados, poniendo en nuestras almas, un grande amor a tu
Santísima Pasión, para que, siguiendo en esta vida tus santos caminos y
hermosos ejemplos, logremos la perfección que ha de conducirnos a tus divinas
plantas en la Jerusalén Celestial. Así sea.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
Me acerco a ti, cual infeliz mendigo
Que una limosna pide humildemente
Doblego al suelo mi abatida frente
Implorando limosna de tu amor.
ACCIÓN
DE GRACIAS
¡Oh
dulcísimo Jesús mío! recibe el homenaje de agradecimiento y sumisión que
venimos a rendirte por los innumerables favores que te debemos, por los
inmensos beneficios que a estas ingratas criaturas has dispensado, y por los
muchos beneficios que todavía esperamos de tu misericordioso corazón, dándonos
todos los días la limosna espiritual de tu divina gracia y de tu santo amor,
para que sepamos servirte y amarte, correspondiendo a tus grandes finezas, y la
limosna material en la que pedimos y esperamos el pan nuestro de cada día, para
todos tus hijos necesitados, especialmente los ancianos, las viudas, huérfanos,
y toda clase de pobres, dando a todos paciencia en sus trabajos, para tener
acierto en hallar el camino verdadero que nos dejaste regado con tu sangre
inmaculada, y hallarte en la tremenda hora de la muerte, lleno de misericordia,
para concedernos el perdón de nuestras culpas, y ocupar el cielo un lugar a los
pies de tu Divina Majestad. Así sea.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
CANCIÓN
Te amo Jesús con toda el alma mía,
Tu eres mi paz, mi dicha y mi
consuelo,
Amarte a ti es poseer el cielo
Es gozar de la gloria desde aquí.
TERCER
VIERNES
LA
ENSANGRENTADA CORONA DE ESPINAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Aquí estoy mi Jesús, aquí me tienes
Humillado, pidiéndote de hinojos,
Una mirada de tus dulces ojos,
Que inflame con tu amor mi corazón.
MEDITACIÓN
¡Humildísimo
Jesús! Mi Padre, mi Señor y mi Dios, yo te adoro con todo mi corazón, por el
hermoso ejemplo de sufrimiento, de paciencia y de bondad, por el silencio con
que sufres amado Jesús mío, que tus verdugos agoten los recursos de la crueldad,
inventando tejer una corona con ramas de agudas espinas, para colocarla sobre
tu cabeza, apretándola en tus divinas sienes, hasta hacer brotar la sangre que
corrió sobre tu rosto y tus cabellos, agregando un raído manto de púrpura sobre
tus hombros y una caña en la mano, como Rey de burlas, luego ponen sobre tus
ojos una venda, para que adivines quienes son los que golpean tu santísimo
Rostro con bofetadas e injurias, a ti, Señor de las misericordias, a ti,
rebosando el corazón de amor y caridad para con los mismos inhumanos verdugos,
y así enseñarnos a no tomar venganza, sino a perdonar a los que nos ofenden.
Arranca Jesús mío, de nuestro débil corazón, todas las malas pasiones, todo mal
sentimiento y toda mala voluntad para con el prójimo, encaminándonos por el
sendero de tu ley divina, que todo nuestro deseo sea amarte y servirte aquí en
la tierra, para lograr acompañarte después en el cielo. Así sea.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
CANCIÓN
Me acerco a ti, cual infeliz mendigo
Que una limosna pide humildemente
Doblego al suelo mi abatida frente
Implorando limosna de tu amor.
ACCIÓN
DE GRACIAS
¡Padre
mío amantísimo de los pobres, Jesús mío! mi
lengua enmudece, mi boca no halla palabras para expresarte mi
agradecimiento por todas tus bondades, tanto espirituales como temporales, que
de tu dulce corazón he recibido en tanto tiempo en que he vivido descuidado de
mis sagrados deberes, despreciando tus amorosas inspiraciones para llamarme a
tu rebaño, como la oveja perdida entre los punzadores zarzales del mundo,
entregado a mi perdición, desoyendo tus tiernos llamamientos, sordo a las
cariñosas voces de tu amor, pero ya escucho, mi Jesús, tus dulces palabras,
oigo que me llamas y que tienes abiertos los brazos de tu misericordia para
recibirme, dándome el ósculo de bendición y yo, arrepentido de mi horrenda
ingratitud, me arrojo a tus divinas plantas, te entrego del todo mi pobre
corazón, mi alma, mi vida y todo cuanto soy y valgo como hechura tuya,
esperando que tu divina gracia me sostendrá para no volver a caer envuelto en
los espinosos zarzales del pecado. Llévame Señor a tu regazo, no quiero
separarme de ti, líbrame de todos los peligros que me rodean ya que siempre
estás dispuesto a levantarme cuando caigo. Acepta Señor, este corazón arrepentido,
que vivirá por ti y para ti mientras le dure la vida, en justo agradecimiento
de todas tus finezas y tu amor, de ese amor paternal tan tierno, tan dulce, el único
verdadero que no me dejará perecer, sino que por ese mismo amor me conduciré a
los pies del Trono de tu gloria, para alabarte y adorarte como a mi Dios por
siempre en la eternidad como el Padre y el Espíritu Santo. Así sea.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Te
amo Jesús con toda el alma mía,
Tu
eres mi paz, mi dicha y mi consuelo,
Amarte
a ti es poseer el cielo
Es
gozar de la gloria desde aquí.
CUARTO
VIERNES
LA
LANZA, ESPONJA Y CLAVOS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
CANCIÓN
Aquí
estoy mi Jesús, aquí me tienes
Humillado,
pidiéndote de hinojos,
Una
mirada de tus dulces ojos,
Que
inflame con tu amor mi corazón.
MEDITACIÓN
¡Pacientísimo
Jesús de mi corazón! Cuanto dolor padeciste al contemplar todas las insignias
que te habían de atormentar todas las insignias que te habían de atormentar en
tu dolorosa pasión, la lanza que abrió tu pecho, donde se anida, inmensa,
infinita tu misericordia, y quedó hermoseada con tu preciosa sangre. Santísima
Sangre que en el momento de brotar de la herida curó la vista al ciego
Longinos, y pudo verte y contemplarte, sacrificado por el y por todos nosotros.
Sangre purísima que nos lavó y purificó, que nos curó y nos volvió a la vida de
gracia y a las puertas de la gloria ¡Sangre Divina, bendita seas por todos los
hombres y en todos los siglos! Y para que no quedase ¡Oh Jesús mío! parte sana
de tu cuerpo, inventaron mortificar el paladar dándote a beber vinagre mezclado
con hiel, acercando a tus purísimos labios una esponja empapada para quitarte
la sed ¡Cuanta crueldad! No hay lengua ni palabras con que explicar tanta
dureza, tan negra ingratitud en corazones humanos. ¡Oh Jesús, con la misma
indolencia prepararon los verdugos, los gruesos clavos que debían traspasar tus
pies y manos santísimos! Yo bendigo Señor, todos los instrumentos del suplicio
que sirvieron para inmolarte, porque ellos son los instrumentos de nuestra
salvación, ellos nos han abierto el camino de la vida, ellos han servido para
abrirnos del par en par las puertas del cielo, pero falta que no vayamos a
encerrarlas con nuestra indiferencia, para que, sabiendo aprovechar esa
facilidad eterna, te acompañemos por todos los siglos con tus escogidos. Amén.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
CANCIÓN
Te
amo Jesús con toda el alma mía,
Tu
eres mi paz, mi dicha y mi consuelo,
Amarte
a ti es poseer el cielo
Es
gozar de la gloria desde aquí.
ACCIÓN
DE GRACIAS
¡Dulcísimo
Jesús mío! aceptad Señor, este corazón lleno de agradecimiento por todos tus
favores, que con amargos sufrimientos me has dispensado y sufriste con cada uno
de los instrumentos de tu dolorosa muerte, por mí y por toda humana criatura
para satisfacer a la Divina Justicia y salvarnos de la muerte eterna, dándonos
en cambio la vida de tu gloriosa resurrección celestial, que esperamos por tus
méritos infinitos y los de tu santísima Madre, que son los únicos tesoros que
pueden enriquecernos para merecer la felicidad que nos tienes prometida, pues
pobres como somos de merecimientos, no somos dignos tampoco de alcanzarla si
solos, y así lograremos la dicha de alabarte en el Cielo por siempre a los pies
de tu Soberana y Divina Majestad. Así sea.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
CANCIÓN
Te amo Jesús con toda el alma mía,
Tu eres mi paz, mi dicha y mi
consuelo,
Amarte a ti es poseer el cielo
Es gozar de la gloria desde aquí.
QUINTO
VIERNES
LA
SAGRADA SÁBANA Y LAS LLAGAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Aquí estoy mi Jesús, aquí me tienes
Humillado, pidiéndote de hinojos,
Una mirada de tus dulces ojos,
Que inflame con tu amor mi corazón.
MEDITACIÓN
¡Jesús
mío! Quisiera yo tener en mi pobre corazón los elevados sentimientos y la
piadosa inteligencia que anima a los celestiales espíritus para entrar en la
Santa contemplación de tu pasión dolorosa. ¡Ay Jesús mío! solo tu infinito amor
por la salvación de los pobres hombres, muy pobres de merecimientos, pudo
hacerte sufrir tan agudos tormentos. Yo contemplo con los ojos de mi pobre
alma, todas las llagas de Tu Santísimo Cuerpo, todos tus miembros desgarrados
por los golpes y la horrible flagelación, los tormentos de sangre derramada por
el suelo y el incomparable desmayo que te hizo sucumbir estando atado de las
manos en la columna, esa grandísima llaga que en tus espaldas formó la inaudita
crueldad de los verdugos, esa llaga y esa Sangre divina, quedó estampada en la
Sábana Sagrada, cuando fue envuelto en ella tu santísimo Cuerpo al ser bajado
de la Cruz por los piadosos varones. ¡Oh caridad de mi Dios! Yo te pido más y
todavía más, que graves en nuestros duros corazones los sentimientos de
verdadero amor a cada uno de los
tormentos, dolores y amarguras que en toda tu pasión padeciste, que nos enseñes
a seguirte por el camino de la Cruz, llevando con toda humildad, resignación y
paciencia en todos los trabajos, que sea tu voluntad enviarnos, para enriquecernos
en virtudes, dejando para siempre todas nuestras palabras, obras y acciones que
sean ofensas a tu Sacratísimo Corazón, llevando siempre una vida en gracia.
Sellad nuestros labios, sellad nuestro entendimiento y nuestra voluntad, para
no abrirlo sino para entonar tus alabanzas, que sean a tu mayor gloria, en
unión de toda la Augusta Majestad de los cielos, que es la Trinidad Beatísima,
con el Padre Omnipotente y el Espíritu Santo. Así sea.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
CANCIÓN
Me
acerco a ti, cual infeliz mendigo
Que
una limosna pide humildemente
Doblego
al suelo mi abatida frente
Implorando
limosna de tu amor.
ACCIÓN
DE GRACIAS
¡Jesús
de mi corazón! ¡Jesús de mi alma! Si desde el momento de venir yo al mundo,
hasta el día de hoy, hubiera empleado mi vida en amarte, servirte, adorarte y
reverenciarte, ni, aun así, habría podido ni sabido corresponder a tu dulcísimo
amor, ni a tus incomparables beneficios, ni a tus inmensos sacrificios, que por
todos nosotros has hecho desde el pesebre de Belén hasta el Calvario, empleando
toda tu preciosa vida en amarnos como nos has amado. Y nosotros ¿Cómo podremos
corresponder a las durezas de ese amor y a esos enormes sacrificios?... Solo,
Jesús mío, obedeciendo tu Santa Ley, dejando a un lado las grandezas humanas,
los honores del orgullo, las riquezas materiales, sino para ejercitar la
caridad con el prójimo, buscándote en la oración, en la humildad, en la
pobreza, en la mansedumbre, en la obediencia, en el recogimiento, perdonando y
olvidando ofensas, disculpando errores y procurando el bien posible a nuestros
semejantes. Servíos Señor, aceptar este sincero voto de nuestra gratitud y de
nuestro amor, que será lo más grato a tu Divino Corazón, pues siendo tan
perfecta tu caridad y tan grande tu misericordia, no vacilas en perdonarnos y
aceptar nuestros sinceros arrepentimientos, unidos a los tiernos y amorosos
actos de corazones fieles que te alaban y bendicen aquí en la tierra, para
alabarte y glorificarte después en el Cielo, en unión del Padre Omnipotente y
el Espíritu Divino por toda la eternidad. Así sea.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
CANCIÓN
Te
amo Jesús con toda el alma mía,
Tu
eres mi paz, mi dicha y mi consuelo,
Amarte
a ti es poseer el cielo
Es
gozar de la gloria desde aquí.
SEXTO
VIERNES
LA
SANTA CRUZ DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
CANCIÓN
Aquí
estoy mi Jesús, aquí me tienes
Humillado,
pidiéndote de hinojos,
Una
mirada de tus dulces ojos,
Que
inflame con tu amor mi corazón.
MEDITACIÓN
¡Santísima
Cruz! ¡Cruz divina! ¡Ancora de mi salvación, dulce esperanza en medio de las
amarguras de la vida! Símbolo de mi fé, apoyo fuerte en las debilidades de mi
espíritu, sombra protectora de caridad, lazo de unión entre el cielo y la
tierra, entre los hombres y Dios. Yo te adoro, yo te bendigo, yo te venero con
toda el alma, con todo el corazón. ¡Santísima Cruz, árbol fecundo fertilizado
con la Sangre de Dios! ¡Tu me santificaste al nacer, tú me acompañarás al
morir! Tu eres bendita y santa, porque tus brazos tocaron la carne divinizada
del Verbo, y en tu presencia huyen los malignos espíritus. Tu eres manantial de
gracia y por ti se abren las puertas del cielo. Santísima Cruz, instrumento
bendito de redención, tabla salvadora del desgraciado naufrago perdido en el
oleaje del mundo. Santísima Cruz, testigo elocuente del Santísimo Sacrificio de
Jesús y de los dolores de su dulcísima Madre, cuyo corazón fue taladrado con
las siete espadas de incomparables angustias, de espantosos dolores. Tu fuiste
testigo de sus lágrimas, de sus sollozos, de sus lamentos, de su conformidad
con la voluntad del Altísimo y de su obediencia, al ver cumplidas las profecías
en la humanidad de Jesús, en el Hijo adorado de su Corazón. Tu fuiste testigo
de la aguda contrición de Magdalena. ¡Bendita seas por toda la eternidad! Tu
recoges el último suspiro del moribundo cristiano, como señal de bendición celestial
y vives sobre el corazón de los que aman y los acompañan siempre. Tienes
abiertos los brazos para que los que te buscan y para los que te olvidan, si
alguna vez vuelven a tu lado. Bendita seas, herencia preciosa de nuestro
Redentor, por toda la eternidad.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
TRES
AVES MARÍAS A LA VIRGEN DOLOROSA
I.
¡Incomparablemente
Dolorosa, dulcísima Virgen María! ¡Corazón despedazado con la cruelísima pasión
de tu adorado Jesús! Por tus lágrimas divinas, bálsamo santo en nuestras
dolencias, intercede con tu adorado Hijo Jesús por el remedio de las
necesidades de la Santa Iglesia, perseguida y ultrajada por los incrédulos.
II.
Madre
Dolorosísima, tu, junto con Jesús, fuiste sacrificada, junto con Jesús fuiste
ultrajada, sufriste los atropellos, las caídas, burlas y bofetadas, las heridas
y los golpes y con Jesús fuiste clavada en la cruz, porque los clavos
atravesaron tu tierno corazón, las espinas penetraron en tu corazón, la lanza
atravesó tu corazón, las tres horas de agonía de Jesús, hicieron agonizar tu
corazón ¡Oh dulce y tierno corazón de la más amante y dolorosa de las Madres! Por
todas las amarguras que padeciste, oye nuestros ruegos e intercede con Jesús
por la conversión de los que se han separado de tu Santa Fé, y porque todos los
pecadores sean arrepentidos y vuelvan al rebaño de tu Hijo Santísimo.
Ave
María.
III.
¡María
Dolorosísima! Cuando viste moribundo a Jesús, exhalando su último suspiro, se
dividió también tu corazón de dolor, porque era tu vida, era todo tu amor, era
tu corazón, era tu Dios, quedando sumida en el vació inmenso de tu tristísima
soledad, que era la luz de tus ojos, derramando lágrimas a mares, pero
santamente resignada con la voluntad del Padre Celestial. Desconsolada Virgen
María, por tu tristísima soledad, dadnos valor en los trabajos y en nuestros
pesares conformidad perfecta, para hacer en toda la voluntad de Dios.
Ave
María.
ACCIÓN
DE GRACIAS
¡Santísimos
y doloridos corazones de Jesús y de María! Como podremos pagar y agradecer los
amargos y crueles sufrimientos que los padecieron por lograr nuestra eterna
salvación. Es pequeño y frío nuestro pobre corazón, para ofrecértelo en
holocausto de tu infinita caridad, pero pequeño y miserable, ingrato, frío y
desconocido como soy, te lo ofrezco, junto con mi pobre alma, mi vida, mis
trabajos, mis pobrezas, mis pesares. Enfermedades y todas las amarguras que me
atormenten y como consuelos a tu triste soledad, te ofrezco acompañarte siempre
con la meditación de tus padecimientos que sufriste desde la Encarnación de
Jesús en tu seno purísimo, hasta dejarlo sepultado, tus dolores con mis
dolores, mis pobrezas con tus pobrezas, y hacer en toda la voluntad de Dios,
para así, poder esperar su gracia, santificando hasta el postrer momento de mi
vida y poder acompañarte en la Gloria. Amén.
Stabat
Mater.
SÉPTIMO
VIERNES
(Viernes
Santo)
En
este día, solo se hará el ejercicio del Vía Crucis, con mucho recogimiento y
devoción, meditando detenidamente todos los pasos que contiene y acompañando a
la Santísima Virgen en su dolores y soledad.
SÁBADO
DE GLORIA
PÉSAME
A LA SANTÍSIMA VIRGEN
ORACIÓN
¡Corazón
dulcísimo y afligido! Corazón hecho pedazos de dolor, corazón de María
atormentado por mí, destrozado por mí, lágrimas de María, derramadas por mi
causa, sollozos de María, arrancados de lo profundo de su alma por este
criminal. Si, inconsolable Madre de Jesús, yo soy la causa de todos tus
tormentos, amarguras y lágrimas, yo soy la culpable de tus lamentos, de tu
triste soledad ¡Sola, sola sin tu Jesús, sin tu Dios! Lo buscas por todas
partes y no lo encuentras, lo llamas y no te responde ¿Quién es capaz de
aliviarte en tu desconsuelo? ¿Quién llevará a tu corazón de Madre dolorida por
la muerte de tu Hijo, la dulzura de su amor? ¿Quién puede ocupar ese vacío que
dejó a tu lado el Cordero sin mancha, el adorado de tu corazón?...
Canto
apropiado
OFRECIMIENTO
¡Oh
sola y tristísima Virgen María! ¡Yo me compadezco de tu dolor que es tan
grande! Me compadezco de tu soledad, y quiero acompañaros todo el resto de mi
vida con la meditación de tus padecimientos a ti consagrada, esperando aceptes
estos actos de amor, de contricción y de arrepentimiento, por todo lo que os
debo y ya que no soy capaz de saber corresponderos como es debido, al menos so
ofrezco lo que puedo en obsequio de tu destrozado corazón, de tus inmensos
dolores y de tu inconsolable soledad. Recíbelos Señora, porque estos
sentimientos nacen de un corazón arrepentido de ser la causa de vuestras penas,
y os ofrece evitar las ocasiones de ofender más a tu Santísimo Hijo Jesús,
alcanzando por tu medio el perdón, la absolución y la gracia que necesito para
no sepárame nunca de Jesús y de María. Así sea.
Se
rezan tres salves a Nuestra Señora.
ACTO DE AMOR A LOS DULCÍSIMOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA
¡Cuánto amor! ¡Cuán ardiente caridad encierra para el hombre ingrato los dulcísimos corazones de Jesús y de María! ¡Cuantos dolores, cuantas amarguras y sufrimientos incomparables han pasado por ellos para satisfacer la Divina Justicia ultrajada! Como grandes fueron las ofensas y la infamia de los hombres con la Majestad Divina, grandes también tuvieron que ser los sacrificios para la reparación y como la grandeza de un Dios Eterno y Soberano, Creador del Mundo y Padre Universal de género humano, exigía otra grandez igual para que la reparación correspondiera y la ofensa hecha, hubo de sacrificarse una Víctima divino humana y sufrir dos corazones inmaculados, puros e inocentes: sacrificio y sufrimientos que habían de ver con indiferencia muchos ingratos y culpables. El corazón del hombre, colmado de todas las miserias es inhábil para corresponder a tanto amor, a tan ardiente caridad de vuestros amantes corazones. ¡Oh dulcísimos y amantísimo Corazones de Jesús y de María! Ni el amor de todos los hombres juntos rendidos y aniquilados por vosotros, serian capaces de corresponder siquiera en una parte al amor que os inflama y enciende por nosotros. ¡Pero nosotros, monstruos de ingratitud y de maldad, todos los días, a toda hora y cada minuto os pagamos finezas con el desprecio, con el insulto, con la indiferencia, a todas horas te flagelamos Jesús mío! Te coronamos de espinas, te llevamos al Calvario con la cruz a cuestas, te vemos caer bajo el peso abrumador de nuestras ofensas, te levantamos a empellones y con insultos, vemos con frialdad las lágrimas de tu Dolorosa Madre y allá en la cumbre del Gólgota te desnudamos, renovando tus llagas al arrancar las vestiduras de tu lastimado cuerpo, te crucificamos con la mayor crueldad, rompiendo tus santísimas manos y destrozados tus pies con los gruesos clavos de nuestra ingratitud, te damos la amarga bebida de la hiel para calmar tu sed, te abrimos el pecho con una lanza, te vemos agonizar y oímos que aun sí pides perdón a tu Eterno Padre para nosotros. Pero, ¡Ay Jesús mío, ni tu incomparable paciencia, ni tu mansedumbre, ni tu perdón, despiertan la dormida conciencia, ni mueven la fiereza de nuestros empedernidos corazones, y todos los días, ejecutamos los mismos negros oficios con la murmuración, con la mentira, con la calumnia, con la venganza, con el odio, con la envidia, con el rencor y todos los actos que ejecutamos contra la caridad, fomentando en el fondo de nuestras almas, ese hervidero de borrascosas pasiones! Pero, Jesús mío, no es solo tu clementísimo corazón el que crucificamos con tanta ingratitud, llegando nuestra crueldad a destrozar también el inocente e inmaculado como dulce y tierno corazón de tu desolada Madre. ¡Oh piadosísima Virgen María! Aquí tienes a tus pies a los más ingratos verdugos que despedazaron tu compasivo y misericordioso Corazón, haciendo sufrir la dolorosa pasión de tu adorado Jesús. Aquí venimos a declararnos culpables de tanta maldad, reos de tanto crimen. Pero no invocamos el tribunal severo de tu Soberana Justicia, sino que, acudimos arrepentidos y humillados al raudal de tus misericordias, implorando clemencia y perdón, esperando de tu inmensa piedad, quedar purificados, limpios y adornados con la aureola de tu divina gracia, para no separarnos más de tu lado, ¡Oh divinos corazones de Jesús y de María! Entregándonos para siempre como fieles esclavos de tu santo amor, logrando la felicidad de acompañarlos en la Mansión Celestial por toda la eternidad, cantando tus alabanzas en unión de los coros angélicos. Así sea.
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