CINCO
MINUTOS EN COMPAÑÍA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
Con
Licencia Eclesiástica
Mucho tiempo hace que te esperaba, porque conozco las necesidades en que te encuentras y cuyo socorro deseas obtener del Señor por mi intercesión. Estoy a punto de dispensártela, manifiéstame sinceramente lo que necesitas, franquéame tu corazón afligido, yo derramaré sobre él, una gota de bálsamo celestial, que cure todas las llagas y haga desaparecer sus dolores ¡Pobre amigo mío! ¡cuantas son tus adversidades, tribulaciones e indigencias, así del cuerpo como del alma! ¿no es verdad que deseas mi auxilio para llevar a feliz término aquel asunto?... ¿para salir airoso de aquel pleito?... ¿para encontrar aquella cosa perdida?... ¿para cobrar aquellos intereses? ¿para precaver aquel mal que te amenaza?... ¿para conseguir aquel bien que deseas?... ¿para restituir la paz en la familia… o en aquella otra donde sabes que ha echado raíces la cizaña de la discordia?... ¿para impetrar el dolor de los pecados para ti y para aquellas otras personas?... ¿para liberarte a ti y aquellos tus amigos del peligro del pecado?... ¿para aliviar tales o cuales almas, allegadas tuyas, de las penas del purgatorio?... Manifiéstame, manifiéstame, hijo mío, con entera confianza tus deseos, prontísimo estoy a escuchar tus súplicas, con tal que no sean contra tu bien espiritual.
Mas, en cambio de mi generosa protección, te voy a pedir una insignificante muestra de agradecimiento. Si me quieres hallar siempre propicio, se mas asiduo en la recepción de los Santos Sacramentos, mas devoto de la Pasión del Señor y de nuestra amantísima Madre María, más amante de los pobres y de las almas del purgatorio, pues has de saber que nada niego, cuanto se me pide mediante alguna ofrenda material para los primeros o espiritual para las segundas. Has de tener, en suma, una voluntad pronta y decidida, no solo para ser cristiano, sino aun para seguir la divina vocación si te llama a estado más perfecto.
Bien,
ahora ya te concedo la gracia que más ansiabas, recibe mi bendición, y vete en
paz a tus quehaceres, y jamás vuelvas a pecar.
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