jueves, 26 de noviembre de 2020

VEINTICUATRO DE MES A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

 


VISITA A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE MERCEDES

PARA EL DÍA VEINTICUATRO DE CADA MES

 

Compuesta por una devota

Con Licencia de la Autoridad Eclesiástica

Guatemala, 1914

 

 

PRÓLOGO

¿Qué cristiano habrá que no quiera agradar al Corazón Sagrado de Jesús? ¿Y quién es aquel que ignore que obsequiando a su divina Madre lo honra y agrada él? Movida por esta verdad, me propuse hacer esta visita a la Santísima Virgen de las Mercedes, con el fin de alabarla y de impetrar su valimiento para con el Corazón Sagrado de Jesús, para que nos alcance el remedio de todas nuestras necesidades.

Preparémonos con fervor para hacer esta visita a nuestra querida Madre, recibiendo si es posible en este día el Augusto Sacramento del Altar, que será nuestro mejor adorno para que lleguemos a la presencia de María.

Procuremos también propagar la devoción de esta Señora, bajo el título de la Merced, y vistamos su santo escapulario, que es un rico tesoro de indulgencias y no obliga a ningún rezo o practica determinada, basta ganar las indulgencias de la hermandad, llevar siempre el escapulario, que se habrá recibido de mano de sacerdote autorizado para imponerlo, el cual debe inscribir en el registro el nombre de cada hermano.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor y Dios mío Jesucristo, Hijo del Eterno Padre y de la hermosa Virgen de Nazaret, escuchad benigno la súplica de esta infeliz criatura que gime bajo el enorme peso de su iniquidad, y dignaos recibir el dolor con que ahora os manifiesta el arrepentimiento de sus pecados. Abrid, Dios mío, los brazos de vuestra misericordia y recibid a esta pobre alma, que cual otro hijo pródigo, ha hecho tan mal uso de los tesoros con que vuestra infinita bondad la había enriquecido. Dignaos ponerle la roja vestidura de vuestra preciosa Sangre, ya que no puede ostentar la blanca estola de la inocencia. Vos habéis dicho, Señor, que solo dos caminos hay para llegar a Vos, el de la inocencia y el de la penitencia. Ya que desgraciadamente esta alma ha dado rienda suelta al tropel de sus pasiones, compadeceos de ella y haced que tenga la dicha de oír como la feliz Magdalena, tus pecados te son perdonados. Amén.

 

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Amantísima Madre de Dios y Emperatriz soberana del Celestial Empíreo, Luna siempre llena que recibe la luz del hermoso Salo de Justicia, Jesucristo nuestro Salvador, por ese precioso Niño que tenéis en los brazos, os suplicamos derraméis sobre nosotros las gracias espirituales en este día que consagramos a vuestra portentosa revelación. Concedédnoslas Señora, por todas las que os infundió la Trinidad Beatísima, cuando hizo de Vos su digno tabernáculo y hacednos participes, Madre nuestra de Mercedes, de esas relevantes virtudes con que os dotó el altísimo, iluminando nuestra oscurecida fé, reanimando nuestra languidecida esperanza y haciendo un horno encendido de nuestra apagada caridad. Al mismo tiempo, Señora, danos la fuerza suficiente para que podamos ejercitar en alto grado las bellísimas virtudes de la humildad, obediencia, conformidad, pureza, castidad, paciencia y silencio, para que podamos cumplir con todas las obligaciones de nuestro estado, de suerte que, llegando a practicar así la verdadera virtud, seamos apóstoles celosos de vuestro divino hijo y alcancemos con nuestra dulzura y constancia, ganar millones de almas para la celestial Jerusalén. Así sea.

 

 

ORACIÓN

¡Madre nuestra de Mercedes, especial abogada de los náufragos! A vos recurrimos para que nos defiendas en el mar turbulento de la vida, ¡Libradnos Señora, de las tempestades que por doquiera nos amenazan! Sed nuestra estrella polar que nos indique la patria celestial y el faro luminoso que nos marque el puerto de la Ciudad de Dios. Allá es donde queremos ir y fijar nuestro eterno domicilio, en compañía vuestra y de vuestro precioso Hijo. Amén.

 

 

ORACIÓN

Volved a nosotros vuestros inocentes ojos, Virgen Santa, y mirad las necesidades que tenemos, tanto espirituales como temporales. De todo estamos muy necesitados, y Vos sois nuestra madre a quien venimos a pedir mercedes, en vuestras manos las tenéis, colmadnos de ellas, pues os las pedimos por el amor de Dios (se hace la petición) No dudamos Señora, que nos concederéis lo que os hemos pedido, porque estáis mirando las angustias que padecen nuestros corazones, pero si todavía no es tiempo del remedio, dadnos la fé, humildad y constancia de la Cananea, para que de esa manera, alcancemos que nos digáis lo que le dijo Jesús a ella: “Grande es tu fé, hágase como lo pides.”

 

 

Un Ave María por las necesidades de la Iglesia…

Acepta esta Ave María,

Del Eterno, hija querida,

Has que la Iglesia oprimida

La veamos resplandecer.

Acéptala, Madre Santa

¡Y alivia nuestro quebranto!

 

 

Un Ave María por la conversión de los pecadores…

Acepta esta Ave María,

Madre del Verbo encarnado,

Porque salga del pecado

El infeliz pecador.

Tiéndele tu augusta mano,

Guíale por el camino

Que conduce al Ser divino

E inflámalo con tu amor.

 

 

Un Ave María para la hora de la muerte…

Acepta esta Ave María,

Del Santo Espíritu Esposa

Y asístenos amorosa

En el instante final,

Cuando nuestra alma angustiada

Agonice lentamente

Has que veamos claramente

Tu semblante virginal.

 

 

ORACIÓN

¡Virgen Santísima de Mercedes! Lirio brillante del pensil divino, blanca rosa salpicada con la sangre del Salvador, olorosa violeta con cuya esencia se perfuma el universo entero, Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo. Corredentora del linaje humano. Por aquellas tres horas que estuvisteis en la cumbre del Gólgota, con los ojos fijos en el ensangrentado cuerpo del Divino Verbo, por la agonía que vuestro maternal corazón sufrió en aquellos terribles momentos y especialmente en aquel supremo instante, en  que visteis arrancarse el alma de vuestro hijo de su santísimo cuerpo, que llevasteis en vuestras purísimas entrañas, os suplicamos nos acompañéis en nuestra postrera enfermedad y que tengamos la dicha de veros cuando estemos en el último paroxismo, dándonos el valor necesario para pasar sin angustias esa tremenda transición de la vida a la muerte, y cuando entremos a la honda eternidad donde no se cuentan las horas, no podremos hacer nada por nosotros mismos, entonces Virgen Santísima, tomad en vuestras manos inmaculadas nuestra alma y cubridla con el nítido manto de vuestra revelación, para presentarla así al Juez Supremo ¡Oh Madre nuestra! Para ese inapelable juicio os rogamos con toda la efusión de nuestros corazones le digáis a vuestro hijo: Recuerda todo lo que sufrí por ti desde la encarnación divina hasta tu gloriosa resurrección, y de todas las gracias de que me has hecho depositaria, y de las cuales soy dispensadora, aquí te presento esta alma en quien las derramo, porque en la tierra me invocaba bajo el título de la Merced y me visitó todos los meses en memoria de mi revelación, llevando en su pecho mi santo escapulario. Júzgala, Hijo mío, como Padre o como Juez. Mas para que así podáis abogar por nosotros, Reina poderosa, es preciso que en vida nos consagremos a Vos y nos alistemos en la bandera de Jesús, peleando varonilmente contra las tentaciones de nuestros enemigos. Desde ahora, pues, Señora, nos entregamos a Vos, aceptadnos por vuestros esclavos e infundidnos el valor que necesitamos. Amén.

 

 

ORACIÓN AL ETERNO PADRE

Gracias infinitas os doy ¡Oh Dios Todopoderoso! Porque me habéis librado de cometer pecados horrendos, ¿a quién Dios mío, debo esta dicha, sino a Vos que permitisteis naciera en tierra de cristianos y que fuera educado en la divina piedad? A quien si no a Vos, y mi Señora la Virgen María, que me inspiró una tierna devoción hacia ella y a los ángeles y santos, en especial a aquellos que son mis protectores y abogados. ¡Bendito seáis, Clementísimo Dios! Gracias infinitas os doy Señor y Padre mío misericordioso, por haberme librado de cometer esos pecados que hasta la sociedad rechaza. ¡Ay! Pero cuantos y cuantos eh cometido, que tal vez han sido ofensas gravísimas ante tu divina presencia, y que al mundo parecen insignificantes o que hasta han llegado a obtener sus alabanzas. Pero Vos, Señor, debéis haberle dado todo el valor que merece mi ingratitud, por eso me pesa en el alma el haberos ofendido, pues habiéndome visto con ojos de misericordia, y habiendo derramado tantas gracias sobre mí, no he sabido aprovecharme, y he pasado la vida sin fijarme en el fin para que fui creado. Pero desde ahora ¡Oh Divino Padre de mi alma! Que he despertado del letargo en que yacía, os ofrezco con todas las veras no volver a ser desleal a vuestros beneficios y procurar ganarme el cielo con la mayor diligencia y esmerado cuidado. Amén.

 

 

DESPEDIDA

Hemos concluido nuestra visita, Madre nuestra, nos retiramos a cumplir con nuestros deberes, echadnos vuestra santísima bendición, para que todo lo que hagamos sea a mayor honra y gloria de Dios. Perdonadnos todas las faltas que hayamos cometido en el mes pasado, y aceptad el propósito firme que hacemos de perfeccionarnos en este nuevo mes, y si durante este tiempo su Divina Majestad fuere servido llamarnos a juicio, os suplicamos Señora, nos concedáis ir con todos los auxilios espirituales para tener buena muerte, y que los recibamos con el conocimiento de que nuestro fin esta cercano, y con alegría porque vamos a ver a Dios y a Vos ¡Oh querida Madre! Amén.

 

¡A mayor honra y Gloria de Dios!

 

 

(Se suplica a las personas que hagan esta visita, recen un Ave María, por la intención o el alma de la persona que escribió este ejercicio)

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