lunes, 30 de noviembre de 2020

VISITA DOMICILIARIA DE LA MEDALLA MILAGROSA

 


VISITA DOMICILIARIA DE LA MEDALLA MILAGROSA

 

 

RECIBIMIENTO DE LA IMAGEN

Ha llegado para nosotros ¡Oh dulce y tierna Madre! El momento feliz de veros en nuestra casa. Ya tenemos la suerte de contaros entre los miembros de nuestra familia. Nuestro corazón salta de regocijo al recibir vuestra visita, ¡Oh Madre del Amor Hermoso y de la Santa Esperanza! ¿De dónde a nosotros tanto fervor? ¿Quién os ha movido, celestial Señora a conceder esta gracia a una familia tan pobre, miserable y pecadora como esta? ¡Ah! lo sabemos vuestra gran bondad el deseo que tenéis de bendecidnos y de caldear nuestros pechos con esos rayos de amor que brotan de vuestras manos. Venís con los brazos abiertos para recibir en ellos a estos vuestros ingratos hijos. Venís para endulzar nuestros pesares y compartir nuestras tristezas. Venís para vivir entre nosotros como en otro tiempo al lado de vuestra prima Isabel y colmarnos de celestiales favores. Gracias Virgen Milagrosa por tanta bondad. Esta familia no acierta a manifestaros su agradecimiento, pero os da su bienvenida y os recibe llena de filial cariño. De este momento Vos seréis la Señora de la casa y todos nos juzgaremos dichosos a vuestro lado. Miradnos como cosa vuestra, y no permitáis que nos separemos de vuestra obediencia y de vuestro amor.

 

¡Oh María, sin pecado concebidaRogad por nosotros, que recurrimos a Vos.

 

 

DESPEDIDA DE LA IMAGEN

¡Oh cariñosa Madre! Ha llegado la hora de vuestra marcha, y nuestros corazones se ven precisados a daros la despedida llenos de pena y sentimiento, ¡Que feliz día hemos pasado a vuestro lado! Que tristeza para nosotros veros salir de nuestra casa, que vacío dejáis en esta pobre familia. Adiós querida Madre, pero no os retiréis sin bendecidnos, no os olvidéis de que os amamos mucho y esperamos impacientes el momento de hospedaros otra vez. Mientras tanto, os acompañarán nuestros corazones. Gracias por la dignación que habéis tenido en visitarnos y por los beneficios que inmerecidamente nos dispensa vuestro amor. Tened el velo de vuestra misericordia sobre las desatenciones que con Vos hemos tenido, las cuales no provienen, bien lo sabéis, de mala voluntad, sino de nuestra fragilidad y de nuestra ignorancia. Caiga de vuestros ojos una mirada de compasiva bondad sobre nuestras almas, mientras los nuestros se alzan a Vos en actitud suplicante, implorando vuestro favor para amaros en el tiempo y veros en la eternidad. Amen.

 

 

¡Oh María, sin pecado concebida! Rogad por nosotros, que recurrimos a Vos.

 

 


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