LAS
FUENTES DEL SALVADOR
O
LAS
CINCO LLAGAS DE JESÚS
Veneradas,
invocadas y devotamente contempladas para implorar las divinas misericordias,
representadas en la devota Imagen del
SANTO
CRISTO DE LOS TRABAJOS
Que
se venera en la Iglesia de los Religiosos Carmelitas de Querétaro
Ejercicio
de nueve días en que se distribuyen las siete palabras de vida que dijo Cristo
nuestro Redentor desde la Cruz.
Dispuesto
por un devoto
Querétaro,
1877
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Padre de misericordia, que quisiste morir en una Cruz con
muerte tan ignominiosa y dolorosa, para que, a vista de tan sangriento y
lamentable sacrificio, conociéramos lo hombres la gravedad del pecado que causó
tal pasión y tal muerte, y al mismo tiempo, alentaremos nuestra confianza al
mirar en tantas heridas lo inmenso de tu caridad y misericordia, confundido de
mi maldad y poniendo en sola tu bondad toda mi esperanza, detesto todas mis
culpas, y me arrepiento de haberos ofendido. Perdóname dulcísimo Jesús mis
yerros, por tu pasión y sangre preciosísima, y por tus cinco llagas, fuentes de
vida y salud. Creo en Dios, amo a Dios, espero en Dios. Amén.
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, que, con suma sabiduría y misericordia, descendiste del seno de
tu Padre amantísimo para llevarnos a él, por medio de tu santísima Pasión,
padeciendo por nuestro remedio, predicando para nuestra instrucción, y obrando
innumerables prodigios para nuestro consuelo y salud, confiando en las entrañas
de tu misericordia con que atiendes a las criaturas que son hechuras de tus
manos, clamo a tu piedad por medio de esta tu imagen, que con tantos prodigios
quisiste se quedara en esta ciudad para socorro universal de sus necesidades
espirituales y temporales: pidiéndoos Señor, por estas cinco fuentes de sangre
que en ella se nos recuerdan, me socorras en esta presente necesidad, y
fertilices nuestros campos, colmándolos de bendiciones, y a todos nos envíes
los rocíos copiosos de la gracia, para no desmerecer tus misericordias. Amén.
SALUTACIÓN
A LAS SANTÍSIMAS LLAGAS
A
LA LLAGA DEL PIÉ IZQUIERDO
Por
esta llaga preciosa
De
piedad manantial,
Jesús
clavado en la Cruz
Lava
mi culpa mortal.
No
mires mi indignidad
Para
darme la salud,
Sana
mi alma y corazón
Con
tan celestial virtud.
Es
bálsamo celestial
Esta
llaga de tu pie,
Dulce
Jesús, amor mío,
Renueva
mi amor y fé.
Yo
venero Señor, y pongo mis labios y corazón en tan sagrado refugio y asilo, y
quisiera que, a tan copiosa fuente de sangre, que es fuente de misericordia, se
mesclara una fuente de lágrimas salidas de mi corazón. Por esta señal de mi
Redención, y por esta fuente de salud, te pido arrepentido mi verdadera
conversión y santificación, y la de todos los pecadores. Amén.
Se
rezan cinco Padres nuestros.
A
LA LLAGA DEL PIE DERECHO
Fuente
de vida y salud
Del
sagrado pie derecho,
Cuyo
torrente de sangre
Lava
y enciende mi pecho.
Sellado
mi corazón,
Y
bañado en esta fuente,
Solo
en virtudes renazca
Solo
en afectos se aumente.
Tan
divino manantial,
Dulce
Jesús, me haga fuerte,
Que
solo tema al pecado,
Y
no a la temporal muerte.
Preciosa
llaga del pie derecho de Jesús, amo y venero tan divina fuente de sangre, que
es fuente de sabiduría. Por esta señal de tu bondad ¡Oh piadosísimo Salvador!
Pido a tu Majestad Divina, que señales y selles con esta sangre la puerta de mi
corazón y de mi alma, para que, como verdadero israelita, marcado con la sangre
del Cordero, sea revestido de fortaleza para dejar el Egipto del mundo, y
caminar a la tierra prometida, temeroso del pecado y solícito de hacer tu
voluntad. Amén.
A
LA LLAGA DE LA MANO IZQUIERDA
Dios
te salve santa llaga,
Fuente
de gracia y bondad,
Salve
mano Omnipotente
Que
manas luz y piedad.
En
tan seguro refugio
Os
pido Jesús Sagrado,
Me
permitas esconderme
De
tu ira y mi pecado.
En
tan sagrado recinto,
No
me arguyas con furor,
No
me arrojes al abismo,
Apala
tu ira, Señor.
Santísima
Llaga de la mano izquierda de mi Soberano Redentor Crucificado, que clavada en
la Cruz, es fuente de gracia para perdonar, y para justificar a los pecadores,
en esta sagrada llaga, hendidura de la divina piedra angular, donde forman su
nido las almas puras y amantes de la verdad, concédeme Señor, me esconda de tu
furor tan justamente irritado con mis culpas, para que perdonadas y borradas
con tu gracia, sea por tu misericordia libre del infierno. Amén.
A
LA LLAGA DE LA MANO DERECHA
Salve
diestra del excelso,
Mano
creadora y real,
De
cuyas venas divinas
Nos
ofreces tu caudal.
Salve
llaga generosa
Que
el divino amor abrió,
Pues
su mano el dulce esposo
Al
duro clavo ofreció.
Haced
Jesús soberano,
En
la última hora contritos,
Por
esa llaga preciosa
Seamos
llamados benditos.
Sagrada
llaga que hizo el duro clavo en la mano derecha del divino Criador y reparador
del mundo, fuente y manantial perenne de amor y caridad, mano bienhechora, que,
esmaltada con la púrpura de la sangre preciosa, bendices y recoges a ti el
rebaño de tus escogidos: Jesús amorosísimo y Cordero de Dios, dignaos aplicar a
las llagas de nuestras almas este sagrado bálsamo, que santifica y fortalece, y
señala por tuyos a los que tan divina mano toca y defiende. Amén.
A
LA LLAGA DEL SANTÍSIMO COSTADO
Arca
sagrada y divina
Del
pecho más generoso,
Abierta
con una lanza,
Hierro
cruel, pero piadoso.
Pues
hizo patente al mundo
Que
aquel corazón llagado
En
sangre y agua, tesoros
Tesoros
inmensos ha derramado.
Por
esta fuente de vida
Que
abriste Cordero muerte,
Amor
pido y fin dichoso,
Y
en el tu costado abierto.
Salve
corazón herido del amor, abierto con el hierro de la lanza, depósito inmenso y
riquísimo de todas las gracias y divinos dones, de donde salieron los Sacramentos
para santificar al mundo, donde ardió el fuego más activo, que trajiste a la
tierra para encender nuestros corazones, fuente que brota agua de vida eterna,
río caudaloso de la sangre que borra nuestras culpas y el decreto de muerte,
abertura de la piedra, Cristo, donde anidan las castas palomas que te aman,
sobre todo amor y donde viven los que, muertos al mundo, solo aman la verdadera
vida sea esta viva de tu costado, Jesús, vida nuestra, mi centro en la vida, mi
refugio en la muerte, y por ella alcance entregarte mi espíritu en ele último
instante de mi vida. Amén.
DÍA
SEGUNDO
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, que abrazado del amor de los hombres, quisiste ser clavado en
la Cruz y levantado en ella, para que a vista de tu doloroso sacrificio, aplacaras
las iras de tu Eterno Padre, y se obrara la salud de los hombres, sanando en
ellos las mortales heridas de las culpas, como se figuró en la serpiente de
metal que levantó Moisés en el desierto: dignaos Señor, por la infinita
misericordia con que así quisiste obligar a la dureza de nuestros corazones,
para que confundidos de tanta piedad, y abrazados de tanto amor, haciendo
memoria de este beneficio en la presencia de esta sagrada imagen, que tan
tiernamente nos lo recuerda, y por cuyo medio ha socorrido muchas veces a esta
ciudad, y a los que han ofrecido sus votos a tus aras, te recuerdes de tus
antiguas misericordias, y des benignos oídos a nuestros ruegos en la necesidad
que te expongo, y nos franquees a todos las saludables aguas de la gracia, que
empapen nuestras almas en la continua memoria de tu sagrada pasión, por los
méritos de tu preciosa sangre. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, Crucificado por nuestro amor, que, en medio de tantos dolores y
tormentos, que lastimaban tan atrozmente tus sacratísimas manos y pies con los
clavos que rasgaban tu sagrada carne, con las espinas de la corona que
taladraban tus sienes, y destrozado cruelmente todo tu santo cuerpo con los
azotes y demás heridas: lleno de compasión y caridad hacia con los mismos que
te crucificaron, clamaste con voz llena de ternura, pidiendo al Eterno Padre el
perdón para tus enemigos, diciendo: Padre, perdónalos porque no saben lo
que hacen. Por esta tan insigne y admirable caridad, lleno de
confianza, clamo a tu piedad, detesto mis culpas y me arrojo a tus sagrados
pies, implorando el socorro de mi presente necesidad, para que el fuego de tu
caridad abrase mi corazón, que, obligado de tan piadosas bendiciones, alabe tu
santo nombre, digno de toda gloria y honor por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA
CUARTO
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, que, estando pendiente de la Cruz, y en medio de tan acervos
tormentos, no solo sufriste con indecible paciencia y conformidad el dolor que
te causaban los clavos y las espinas, sino que para ser atormentado en todos
tus sentidos, sufriste que tus enemigos te mofaran y escarnecieran en el mismo
patíbulo de la Cruz, dando prueba del infinito amor que abrazaba tu corazón,
admitiendo al perdón, y prometiéndole el paraíso al buen ladrón que te pidió
misericordia, confiado en tan inmensa bondad y misericordia, que nos recuerdan
esa Cruz y esa tierna imagen, pido perdón de mis culpas, socorro en la presente
necesidad, y todos los auxilios, para conseguir como el buen ladrón, el eterno
reino y paraíso celestial. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, hijo muy amado del Eterno Padre y de la Inmaculada Virgen
María, cuya alma y corazón estaban contigo crucificada, causando este martirio
en tu purísima Madre, otro más cruel martirio en tu abrazado en tu corazón: por
aquella tan triste palabra con que la
encomendaste a tu amado discípulo Juan, a este y a todos los hombres por hijos
de tal madre, te pido Señor, por tu dolo a vista de tu purísima Madre y por aquel
de aquella Virgen Pura en tanto mar de penas, que por los ruegos de tal Madre y
medianera, nos alcancen el remedio en la presente necesidad y los socorros de
la gracia, y a nuestro Santísimo Padre, fortaleza contra los insultos de los
enemigos de nuestra religión, para que reine con acierto, paz y santidad. Amén.
DÍA
SEXTO
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, crucificado por nuestro amor, que siendo voluntad de tu Eterno
Padre que padecieras el tormento de la Cruz, sin valerte para librarte de ella,
de la Omnipotencia con que habías criado al mundo, y obrando tantos milagros,
resucitando muertos, ahuyentando a los demonios, y arrojando en tierra a tus
enemigos en el Huerto, y que padecieras como enfermo y necesitado, por lo que
en tanta angustia y necesidad, exclamaste con voz lamentable, diciendo: Dios
mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado? Por este desamparo y angustia,
postrado a tus pies clamo y ruego confiado en tu piedad infinita, ampares mi
debilidad, socorras mi presente necesidad, y las necesidades comunes de toda la
Iglesia Santa, dirijas con mano poderosa y prodigiosa a los sagrados príncipes
de la Iglesia, para que a su sombra reine la virtud, y se de gloria a tu santo
nombre. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, crucificado por nuestro amor y remedio, que habiendo ya derramado
copiosos raudales de sangre por todas las heridas y llagas de tu santo cuerpo,
padeciste una sed tan grande, que una voz lamentable y dolorosa la significaste
diciendo: Tengo sed, haced Señor, que, quebrantando nuestro corazón de dolor y
compasión, agradezcamos y ponderemos tan grande tormento como sufriste por
nuestro remedio. Y pues conozco Señor, que más te atormentó la sed y deseo de
nuestra salud y remedio, que la que padecías en el cuerpo, y a la presencia de
esta sagrada imagen, que tan tiernamente nos recuerda las finezas de tu amor,
imploro el remedio de la presente necesidad, y los auxilios para ser fieles en
tu servicio y en tu gracia, y que como hijos fieles de la Iglesia, nuestra
madre, cooperemos y obedezcamos a las providencias santas de nuestra cabeza, el
Sumo Pontífice, a quien te suplico llenes de sabiduría santa, celo contra la
herejía, y de consuelo con el amor y obediencia de sus vasallos. Amén.
DÍA
OCTAVO
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, Redentor soberano del Mundo, que antes de expirar en los tormentos
de la Cruz, testificaste desde aquel sangriento patíbulo, que ya se había
obrado la redención de los hombres, que ya estaba puesto el remedio, que ya
estaba consumado el sacrificio del Hijo de Dios, diciendo: ya esta consumado la
redención, por este tan alto y soberano precio, que te dignaste ofrecer a tu
Padre divino por la efusión de tu sangre preciosísima, cuyo valor y dignidad
confieso a la presencia de esta sagrada imagen, que tan tiernamente nos
recuerda tus tormentos, ruego y clamo a tu infinita piedad, derrames en mi alma
los copiosos rocíos de tu gracia, con que reconocido a tu bondad, alabe tu
santo nombre, y confiese tu poder y virtud, a quien sea dada toda la gloria,
honor y alabanza por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA
NOVENO
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, redentor piadosísimo, que habiendo estado por espacio de tres horas
pendiente de duros clavos en la Cruz, sufriendo prolijos y acerbos tormentos,
cuando por último quisiste deponer tu alma santísima con una voz clara diciendo: en tus manos Padre
mío, te encomiendo mi espíritu, e inclinando la cabeza, lo entregaste a tu
Padre, por esta muerte preciosísima, muerte que nuestra verdadera muerte,
lamentable muerte que lloraron hasta las peñas más insensibles, la tierra
temblando, y el sol oscureciendo sus luces, a ti clamamos, Padre de
misericordia, Cordero inocentísimo, no mires, Señor, nuestra indignidad, sino a
esa Cruz, a esas llagas, a esas espinas, y a ese tesoro que nos diste en tu
preciosa sangre, muévante dulcísimo Jesús, nuestros ruegos, y los clamores de toda
tu Iglesia, para que sean confundidos todos los enemigos de ella, sean
alumbrados los que están en las tinieblas del error, y los príncipes cristianos
sean conducidos por tu mano poderosa, y unidos estrechamente a combatir con el
Príncipe Supremo de la Iglesia, el error y el vicio, en todo lugar sea santificado
tu nombre. Amén.
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