domingo, 27 de diciembre de 2020

NOVENA AL SEÑOR DE LOS TRABAJOS

 


LAS FUENTES DEL SALVADOR

O

LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS

 

Veneradas, invocadas y devotamente contempladas para implorar las divinas misericordias, representadas en la devota Imagen del

 

SANTO CRISTO DE LOS TRABAJOS

 

Que se venera en la Iglesia de los Religiosos Carmelitas de Querétaro

Ejercicio de nueve días en que se distribuyen las siete palabras de vida que dijo Cristo nuestro Redentor desde la Cruz.

 

Dispuesto por un devoto

Querétaro, 1877

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Padre de misericordia, que quisiste morir en una Cruz con muerte tan ignominiosa y dolorosa, para que, a vista de tan sangriento y lamentable sacrificio, conociéramos lo hombres la gravedad del pecado que causó tal pasión y tal muerte, y al mismo tiempo, alentaremos nuestra confianza al mirar en tantas heridas lo inmenso de tu caridad y misericordia, confundido de mi maldad y poniendo en sola tu bondad toda mi esperanza, detesto todas mis culpas, y me arrepiento de haberos ofendido. Perdóname dulcísimo Jesús mis yerros, por tu pasión y sangre preciosísima, y por tus cinco llagas, fuentes de vida y salud. Creo en Dios, amo a Dios, espero en Dios. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, que, con suma sabiduría y misericordia, descendiste del seno de tu Padre amantísimo para llevarnos a él, por medio de tu santísima Pasión, padeciendo por nuestro remedio, predicando para nuestra instrucción, y obrando innumerables prodigios para nuestro consuelo y salud, confiando en las entrañas de tu misericordia con que atiendes a las criaturas que son hechuras de tus manos, clamo a tu piedad por medio de esta tu imagen, que con tantos prodigios quisiste se quedara en esta ciudad para socorro universal de sus necesidades espirituales y temporales: pidiéndoos Señor, por estas cinco fuentes de sangre que en ella se nos recuerdan, me socorras en esta presente necesidad, y fertilices nuestros campos, colmándolos de bendiciones, y a todos nos envíes los rocíos copiosos de la gracia, para no desmerecer tus misericordias. Amén.

 

 

SALUTACIÓN A LAS SANTÍSIMAS LLAGAS

 

A LA LLAGA DEL PIÉ IZQUIERDO

Por esta llaga preciosa

De piedad manantial,

Jesús clavado en la Cruz

Lava mi culpa mortal.

 

No mires mi indignidad

Para darme la salud,

Sana mi alma y corazón

Con tan celestial virtud.

 

Es bálsamo celestial

Esta llaga de tu pie,

Dulce Jesús, amor mío,

Renueva mi amor y fé.

 

Yo venero Señor, y pongo mis labios y corazón en tan sagrado refugio y asilo, y quisiera que, a tan copiosa fuente de sangre, que es fuente de misericordia, se mesclara una fuente de lágrimas salidas de mi corazón. Por esta señal de mi Redención, y por esta fuente de salud, te pido arrepentido mi verdadera conversión y santificación, y la de todos los pecadores. Amén.

Se rezan cinco Padres nuestros.

 

 

A LA LLAGA DEL PIE DERECHO

Fuente de vida y salud

Del sagrado pie derecho,

Cuyo torrente de sangre

Lava y enciende mi pecho.

 

Sellado mi corazón,

Y bañado en esta fuente,

Solo en virtudes renazca

Solo en afectos se aumente.

 

Tan divino manantial,

Dulce Jesús, me haga fuerte,

Que solo tema al pecado,

Y no a la temporal muerte.

 

Preciosa llaga del pie derecho de Jesús, amo y venero tan divina fuente de sangre, que es fuente de sabiduría. Por esta señal de tu bondad ¡Oh piadosísimo Salvador! Pido a tu Majestad Divina, que señales y selles con esta sangre la puerta de mi corazón y de mi alma, para que, como verdadero israelita, marcado con la sangre del Cordero, sea revestido de fortaleza para dejar el Egipto del mundo, y caminar a la tierra prometida, temeroso del pecado y solícito de hacer tu voluntad. Amén.

 

 

 

A LA LLAGA DE LA MANO IZQUIERDA

Dios te salve santa llaga,

Fuente de gracia y bondad,

Salve mano Omnipotente

Que manas luz y piedad.

 

En tan seguro refugio

Os pido Jesús Sagrado,

Me permitas esconderme

De tu ira y mi pecado.

 

En tan sagrado recinto,

No me arguyas con furor,

No me arrojes al abismo,

Apala tu ira, Señor.

 

Santísima Llaga de la mano izquierda de mi Soberano Redentor Crucificado, que clavada en la Cruz, es fuente de gracia para perdonar, y para justificar a los pecadores, en esta sagrada llaga, hendidura de la divina piedra angular, donde forman su nido las almas puras y amantes de la verdad, concédeme Señor, me esconda de tu furor tan justamente irritado con mis culpas, para que perdonadas y borradas con tu gracia, sea por tu misericordia libre del infierno. Amén.

 

 

 

A LA LLAGA DE LA MANO DERECHA

Salve diestra del excelso,

Mano creadora y real,

De cuyas venas divinas

Nos ofreces tu caudal.

 

Salve llaga generosa

Que el divino amor abrió,

Pues su mano el dulce esposo

Al duro clavo ofreció.

 

Haced Jesús soberano,

En la última hora contritos,

Por esa llaga preciosa

Seamos llamados benditos.

 

Sagrada llaga que hizo el duro clavo en la mano derecha del divino Criador y reparador del mundo, fuente y manantial perenne de amor y caridad, mano bienhechora, que, esmaltada con la púrpura de la sangre preciosa, bendices y recoges a ti el rebaño de tus escogidos: Jesús amorosísimo y Cordero de Dios, dignaos aplicar a las llagas de nuestras almas este sagrado bálsamo, que santifica y fortalece, y señala por tuyos a los que tan divina mano toca y defiende. Amén.

 

 

 

A LA LLAGA DEL SANTÍSIMO COSTADO

Arca sagrada y divina

Del pecho más generoso,

Abierta con una lanza,

Hierro cruel, pero piadoso.

 

Pues hizo patente al mundo

Que aquel corazón llagado

En sangre y agua, tesoros

Tesoros inmensos ha derramado.

 

Por esta fuente de vida

Que abriste Cordero muerte,

Amor pido y fin dichoso,

Y en el tu costado abierto.

 

Salve corazón herido del amor, abierto con el hierro de la lanza, depósito inmenso y riquísimo de todas las gracias y divinos dones, de donde salieron los Sacramentos para santificar al mundo, donde ardió el fuego más activo, que trajiste a la tierra para encender nuestros corazones, fuente que brota agua de vida eterna, río caudaloso de la sangre que borra nuestras culpas y el decreto de muerte, abertura de la piedra, Cristo, donde anidan las castas palomas que te aman, sobre todo amor y donde viven los que, muertos al mundo, solo aman la verdadera vida sea esta viva de tu costado, Jesús, vida nuestra, mi centro en la vida, mi refugio en la muerte, y por ella alcance entregarte mi espíritu en ele último instante de mi vida. Amén.

 

 

 

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, que abrazado del amor de los hombres, quisiste ser clavado en la Cruz y levantado en ella, para que a vista de tu doloroso sacrificio, aplacaras las iras de tu Eterno Padre, y se obrara la salud de los hombres, sanando en ellos las mortales heridas de las culpas, como se figuró en la serpiente de metal que levantó Moisés en el desierto: dignaos Señor, por la infinita misericordia con que así quisiste obligar a la dureza de nuestros corazones, para que confundidos de tanta piedad, y abrazados de tanto amor, haciendo memoria de este beneficio en la presencia de esta sagrada imagen, que tan tiernamente nos lo recuerda, y por cuyo medio ha socorrido muchas veces a esta ciudad, y a los que han ofrecido sus votos a tus aras, te recuerdes de tus antiguas misericordias, y des benignos oídos a nuestros ruegos en la necesidad que te expongo, y nos franquees a todos las saludables aguas de la gracia, que empapen nuestras almas en la continua memoria de tu sagrada pasión, por los méritos de tu preciosa sangre. Amén.

 

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, Crucificado por nuestro amor, que, en medio de tantos dolores y tormentos, que lastimaban tan atrozmente tus sacratísimas manos y pies con los clavos que rasgaban tu sagrada carne, con las espinas de la corona que taladraban tus sienes, y destrozado cruelmente todo tu santo cuerpo con los azotes y demás heridas: lleno de compasión y caridad hacia con los mismos que te crucificaron, clamaste con voz llena de ternura, pidiendo al Eterno Padre el perdón para tus enemigos, diciendo: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Por esta tan insigne y admirable caridad, lleno de confianza, clamo a tu piedad, detesto mis culpas y me arrojo a tus sagrados pies, implorando el socorro de mi presente necesidad, para que el fuego de tu caridad abrase mi corazón, que, obligado de tan piadosas bendiciones, alabe tu santo nombre, digno de toda gloria y honor por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, que, estando pendiente de la Cruz, y en medio de tan acervos tormentos, no solo sufriste con indecible paciencia y conformidad el dolor que te causaban los clavos y las espinas, sino que para ser atormentado en todos tus sentidos, sufriste que tus enemigos te mofaran y escarnecieran en el mismo patíbulo de la Cruz, dando prueba del infinito amor que abrazaba tu corazón, admitiendo al perdón, y prometiéndole el paraíso al buen ladrón que te pidió misericordia, confiado en tan inmensa bondad y misericordia, que nos recuerdan esa Cruz y esa tierna imagen, pido perdón de mis culpas, socorro en la presente necesidad, y todos los auxilios, para conseguir como el buen ladrón, el eterno reino y paraíso celestial. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, hijo muy amado del Eterno Padre y de la Inmaculada Virgen María, cuya alma y corazón estaban contigo crucificada, causando este martirio en tu purísima Madre, otro más cruel martirio en tu abrazado en tu corazón: por aquella  tan triste palabra con que la encomendaste a tu amado discípulo Juan, a este y a todos los hombres por hijos de tal madre, te pido Señor, por tu dolo a vista de tu purísima Madre y por aquel de aquella Virgen Pura en tanto mar de penas, que por los ruegos de tal Madre y medianera, nos alcancen el remedio en la presente necesidad y los socorros de la gracia, y a nuestro Santísimo Padre, fortaleza contra los insultos de los enemigos de nuestra religión, para que reine con acierto, paz y santidad. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, crucificado por nuestro amor, que siendo voluntad de tu Eterno Padre que padecieras el tormento de la Cruz, sin valerte para librarte de ella, de la Omnipotencia con que habías criado al mundo, y obrando tantos milagros, resucitando muertos, ahuyentando a los demonios, y arrojando en tierra a tus enemigos en el Huerto, y que padecieras como enfermo y necesitado, por lo que en tanta angustia y necesidad, exclamaste con voz lamentable, diciendo: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado? Por este desamparo y angustia, postrado a tus pies clamo y ruego confiado en tu piedad infinita, ampares mi debilidad, socorras mi presente necesidad, y las necesidades comunes de toda la Iglesia Santa, dirijas con mano poderosa y prodigiosa a los sagrados príncipes de la Iglesia, para que a su sombra reine la virtud, y se de gloria a tu santo nombre. Amén.

 

 

 

DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, crucificado por nuestro amor y remedio, que habiendo ya derramado copiosos raudales de sangre por todas las heridas y llagas de tu santo cuerpo, padeciste una sed tan grande, que una voz lamentable y dolorosa la significaste diciendo: Tengo sed, haced Señor, que, quebrantando nuestro corazón de dolor y compasión, agradezcamos y ponderemos tan grande tormento como sufriste por nuestro remedio. Y pues conozco Señor, que más te atormentó la sed y deseo de nuestra salud y remedio, que la que padecías en el cuerpo, y a la presencia de esta sagrada imagen, que tan tiernamente nos recuerda las finezas de tu amor, imploro el remedio de la presente necesidad, y los auxilios para ser fieles en tu servicio y en tu gracia, y que como hijos fieles de la Iglesia, nuestra madre, cooperemos y obedezcamos a las providencias santas de nuestra cabeza, el Sumo Pontífice, a quien te suplico llenes de sabiduría santa, celo contra la herejía, y de consuelo con el amor y obediencia de sus vasallos. Amén.

 

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, Redentor soberano del Mundo, que antes de expirar en los tormentos de la Cruz, testificaste desde aquel sangriento patíbulo, que ya se había obrado la redención de los hombres, que ya estaba puesto el remedio, que ya estaba consumado el sacrificio del Hijo de Dios, diciendo: ya esta consumado la redención, por este tan alto y soberano precio, que te dignaste ofrecer a tu Padre divino por la efusión de tu sangre preciosísima, cuyo valor y dignidad confieso a la presencia de esta sagrada imagen, que tan tiernamente nos recuerda tus tormentos, ruego y clamo a tu infinita piedad, derrames en mi alma los copiosos rocíos de tu gracia, con que reconocido a tu bondad, alabe tu santo nombre, y confiese tu poder y virtud, a quien sea dada toda la gloria, honor y alabanza por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, redentor piadosísimo, que habiendo estado por espacio de tres horas pendiente de duros clavos en la Cruz, sufriendo prolijos y acerbos tormentos, cuando por último quisiste deponer tu alma santísima  con una voz clara diciendo: en tus manos Padre mío, te encomiendo mi espíritu, e inclinando la cabeza, lo entregaste a tu Padre, por esta muerte preciosísima, muerte que nuestra verdadera muerte, lamentable muerte que lloraron hasta las peñas más insensibles, la tierra temblando, y el sol oscureciendo sus luces, a ti clamamos, Padre de misericordia, Cordero inocentísimo, no mires, Señor, nuestra indignidad, sino a esa Cruz, a esas llagas, a esas espinas, y a ese tesoro que nos diste en tu preciosa sangre, muévante dulcísimo Jesús, nuestros ruegos, y los clamores de toda tu Iglesia, para que sean confundidos todos los enemigos de ella, sean alumbrados los que están en las tinieblas del error, y los príncipes cristianos sean conducidos por tu mano poderosa, y unidos estrechamente a combatir con el Príncipe Supremo de la Iglesia, el error y el vicio, en todo lugar sea santificado tu nombre. Amén.

 

 


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