Jesús:
¡qué nombre tan tierno!
Jesús: ¡qué bello qué hermoso!
Jesús:
¡qué galán esposo!
Jesús:
asombra al infierno.
Jesús:
hijo del Eterno,
Jesús:
hijo de María,
Jesús:
toda mi alegría,
Jesús:
toda mi dulzura,
Jesús:
¡qué bella hermosura!
Jesús:
¡qué gran melodía!
LAS
HUMILLACIONES Y EXALTACIONES DE JESÚS MEDITADAS EN ESTE OCTAVARIO EN HONOR DE
SU DULCISIMO NOMBRE
Dispuesto por el M. R. P. Fr. Domingo Comerma de la Orden de Predicadores.
TIEMPO
Y MODO DE HACER ESTE OCTAVARIO
El
tiempo más a propósito para hacer este devoto octavario es en los ocho días de
la octava de Pascua de Resurrección, en que la Iglesia nuestra madre acaba de
recordarnos las mayores humillaciones de nuestro Divino Salvador, y empieza a
celebrar sus más brillantes triunfos y exaltaciones. Pero podrá hacerse también
en otro cualquier tiempo del año, en la iglesia o en casa, delante de alguna
imagen de nuestro Divino Redentor, confesando y comulgando en alguno de los
días del octavario, y comenzando cada día el ejercicio, después de hecha la
señal De la cruz, con el siguiente:
ACTO
DE CONTRICIÓN
Soberano
Señor y Padre amantísimo de nuestras almas, dulcísimo Je sus, purificad mi corazón,
y enderezad mis pensamientos para meditar con fruto en este octavario vuestras humillaciones
y exaltaciones en honor de vuestro Santísimo Nombre. Y si mis culpas han de
impedir el buen efecto de esta meditación, ya postrado a vuestros píes,
creyendo en Vos y en cuanto cree y me propone creer la Iglesia católica,
apostólica, romana, esperando en Vos, en vuestra infinita misericordia vinculada
en vuestro amabilísimo nombre de Jesús, y amándoos sobre todas las cosas, me arrepiento
de todos mis pecados y desvíos, y me pesa de lo más íntimo de mi corazón de
haberos ofendido, por ser Vos quien sois bondad infinita, y el único y sumo
bien a quien debo amar; y propongo no ofenderos más, ayudado de vuestra gracia.
Por vuestro dulcísimo nombre, oh clementísimo Jesús, usad conmigo de piedad,
perdonadme mis pecados, avivad mi fé, fortaleced mi esperanza, y encendedme en
la caridad para amaros con todo mi corazón, con toda mi alma y con todo mi
entendimiento, a fin de que, sirviéndoos en todo, y alabándoos continuamente en
esta vida, merezca continuarlo después por toda la eternidad en la gloria. Amén.
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
Oh
amabilísimo Jesús, que para exaltar al hombre os abatisteis y humillasteis hasta
el extremo no solo de vestir su carne y naturaleza, sino también de cargar
sobre Vos sus miserias y enfermedades, y satisfacer por sus culpas; haced que
conozca yo la grandeza de este beneficio y el exceso de vuestra dignación y de vuestro
amor. Vuestro abatimiento es la viva fuente y el único fecundo principio de mi
verdadera grandeza. Vos os humillasteis a ser hombre, para que yo llegara a ser
hijo de Dios. Haced pues, o buen Jesús, que sepa yo apreciar la sublime dignidad
que me elevasteis con vuestra humillación; que con un corazón puro os ofrezca
las más rendidas gracias por tanta dignación y amor; que os reconozca y ame por
mi Salvador, y bendiga sin cesar vuestro dulcísimo nombre de Jesús; y que el
ejemplo de vuestro abatimiento y humillación destierre de mi corazón el espíritu
de soberbia y orgullo, para merecer así vuestra gracia en esta vida y la exaltación
después en vuestra gloria. Amen.
Ahora
se saludará cinco veces el dulcísimo nombre de Jesús según las cinco letras que
le componen, diciendo cada vez un Padre nuestro y Ave María, del modo siguiente:
Jesús,
que por obediente
tanto
sufristeis, y tanto,
haced
que derrita en llanto
mi
corazón penitente.
Padre
nuestro y Ave María
Ea
pues, ya que, o mi Dios,
por
mí morís afrentado,
haced
que muera al pecado,
y
resucite con Vos.
Padre
nuestro y Ave María.
Si
Vos todo sois amor,
y
Dios todo os lo concede,
¡dulce
Jesús! ¿qué no puede
esperar
el pecador?
Padre
nuestro y Ave María.
Una
vez vuestra bondad
no
nos señala otro nombre
que
pueda salvar al hombre,
salvadnos
por piedad.
Padre
nuestro y Ave María.
Si
Jesús, en la memoria,
de
vuestro nombre esperamos
la
gracia mientras vivamos,
y
al morir la eterna gloria.
Padre
nuestro y Ave María.
Se
concluirá diciendo:
Por
siempre sea bendito el dulcísimo nombre de Jesús ahora y por los siglos de los
siglos. Amén.
Ahora
alentando cada uno su devoción y confianza, pedirá al Señor la gracia o favor
especial que desee y necesite. después se dirá la siguiente:
ORACIÓN
Omnipotente
y eterno Dios, que, a vuestro unigénito Hijo, por haberse humillado y
anonadado, y haberos obedecido hasta la muerte y muerte de cruz, le exaltasteis
con su resurrección triunfante y su ascensión gloriosa en el cielo, colocándole
allí a vuestra diestra; y queriendo que se distinguiese con el glorioso nombre de
Jesús, nombre sobre todo nombre, con el cual fuese conocido en el cielo y en la
tierra y en cuya reverencia doblasen la rodilla todas las criaturas del
universo; concedednos por vuestra infinita bondad, que imitando sus divinos
ejemplos, y honrando su santo Nombre en la tierra, merezcamos después
acompañarlo en sus triunfos, y gozar de su divina presencia en el cielo. Amén.
Aquí
podrá añadirse el siguiente coloquio y petición, y se concluirá con los gozos:
COLOQUIO
Y PETICIÓN
Jesús
nombre suavísimo de mi Redentor Jesucristo, á Vos clamo, porque de Jesús todo
mi bien espero. Jesús fuente de delicias, por Vos suspiro, porque en Jesús solo
me recreo. Jesús manantial de dulzuras, por Vos anhelo, porque sois Jesús mi
suavidad. Jesús me anime, porque mi vida es Jesús. Jesús me aliente, porque mi
alivio es Jesús. Jesús me alumbre, porque mi sol es Jesús. Jesús me defienda,
porque mi amparo es Jesús. Jesús me acompañe, porque mi amigo es Jesús. Jesús
me encamine, porque mi guía es Jesús. Jesús me favorezca porque mi valedor es Jesús.
Jesús en todo me valga, porque Jesús es mi bien en todo. Oh Jesús, ambrosia divina,
saciad mi corazón. Oh Jesús, néctar mirífico, inebriad mi alma. Oh Jesús, maná
celestial, alimentad mis afectos. Oh Jesús, armonía soberana, encantad a mis
sentidos Ilustradme, Jesús, portentoso lucero del empíreo. Enfervorizadme, Jesús,
lumbre de todo el universo. Abrasadme, Jesús, vivo incendio de los corazones.
Clarificad, Jesús, mi entendimiento con vuestro resplandor. Consolad, Jesús, mi
memoria con vuestra presencia. inflamad, Jesús, mi voluntad con los rayos de vuestro
amor. Oh Jesús pio, Jesús misericordioso, Jesús amante, Jesús clemente y Jesús
benigno, en vuestra suprema virtud solicito el perdón de mis pecados, la remisión
de mis culpas, el remedio para mis negligencias, la conservación y perseverancia
en la divina gracia para honra y gloria vuestra. Amén.
GOZOS
¡Oh
Jesús mi dulce amor!
Único
asilo del hombre: _
R/:
¡Oh Jesús! por vuestro nombre
Perdonad
al pecador.
A
ocho días de nacido,
Jesús
su sangre derrama,
Y
entonces Jesús se llama,
Piedad
ofreciendo herido;
Su
sangre así lo ha pedido,
Como
la de Abel rigor:
El
infierno, tierra y cielo,
Siempre
que á Jesús se nombra,
Aquel
de temor se asombra,
Y
estos explican el consuelo,
De
rodillas por el suelo
Rinden
culto a vuestro honor:
Dios
nos convida benigno,
Que
este nombre pronunciemos,
Pues
que con él echaremos
Al
espíritu maligno;
Nombre
que solo fué digno
De
ser siempre vencedor:
Jesús
difunde mil gustos
A
potencias y sentidos,
Cuando
llega a los oídos
De
pecadores y justos:
A
unos les quita los sustos
Y
a otros infunde fervor:
Este
nombre justifica
Al
pecador obstinado,
Si
aborreciendo el pecado,
A
Dios todo se dedica;
Pues
que Jesús significa
Lo
mismo que Salvador:
¡Oh
Jesús, Pastor divino!
Es
vuestro nombre el cayado
Con
que guiais al errado,
Como
a Pablo, en el camino;
También
al grande Agustino
Le
ilustró vuestro favor:
Pablo,
al morir con firmeza,
Tres
veces Jesús clamó,
Y
en el tablado saltó
Otras
tantas su cabeza;
Prodigio
cuya extrañeza
Lleno
a todos de estupor:
A
Ignacio martirizado
El
pecho el tirano abrió,
Y
en él de Jesús halló
El
nombre impreso y dorado
¡O
mérito bien pagado
Con
este premio de amor!
Jesús,
por vuestra bondad
Concedednos,
que al morir
Logremos
el repetir,
Oh
Jesús, Jesús, piedad;
Y
que con tal suavidad
Espiremos
de dolor:
¡Oh
Jesús, mi dulce amor,
Único
asilo del hombre:
R/:
¡O Jesús! por vuestro nombre
Perdonad
al pecador.
ANTÍFONA: Al
nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo,
y toda lengua proclama: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
L/:
Alabaré tu nombre por siempre jamás.
R/:
Lo ensalzaré dándote gracias.
ORACIÓN: Al venerar el santísimo nombre de Jesús, te rogamos, Señor, que, después de gustar su dulzura en este mundo, recibamos en el cielo los gozos eternos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
DÍA
SEGUNDO
ORACIÓN
Oh
humildísimo Jesús, que, siendo la obediencia propia de la humildad,
manifestasteis cuan profunda fué la vuestra, pues a más de haber tomado la
forma de esclavo para reparar nuestra inobediencia, estuvisteis siempre tan
rendido a la voluntad de vuestro eterno Padre, que protestasteis que habíais
bajado del cielo, no para hacer vuestra voluntad sino la de vuestro Padre celestial;
haced que no viva yo sino para hacer vuestra divina voluntad, obedeciendo con
fidelidad vuestros divinos preceptos, y siguiendo con pronta exactitud vuestras
amorosas inspiraciones. Dadme, Señor, una verdadera docilidad de espíritu, y grabad
en mi corazón la más tierna devoción a vuestro Santísimo nombre de Jesús, que
me inspire aquella mansedumbre, humildad y obediencia que queréis aprendamos de
Vos. Llevadme, obedientísimo Jesús hacia Vos, para que os siga apresuradamente,
corriendo tras el olor de vuestros ejemplos, y merezca después tener parte en
vuestras recompensas acompañándoos en vuestras exaltaciones y en vuestra gloria.
Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
Obedientísimo
Jesús, que, para dar cumplimiento al decreto de vuestro Eterno Padre, y consumar
la obra que os había impuesto de nuestra redención, llevasteis vuestra obediencia
hasta el punto de aceptar por ella la muerte; haced que en adelante os adoro yo
con un corazón verdaderamente contrito y humillado; que acordándome de vuestra
muerte os ame con ternura y con ardor; que, por vuestra muerte, por la cual
vivo y espero vivir eternamente, muera para mí y solo viva para Vos. Esta fué
la causa de haber Vos muerto por nosotros, como lo expresasteis por medio de vuestro
siervo Pablo: Para que los que viven, no vivan para sí, sino para aquel que murió
por ellos. Concededme pues, amantísimo Jesús, el morir así para no morir. Sea
vuestra misma muerte mi consuelo, mi resignación y aliento en la hora de mi
muerte; sea entonces la invocación fervorosa de vuestro dulcísimo nombre de Jesús
la que cierre mis labios y me arrebate hacia Vos, para acompañaros después,
vivir con Vos y alabaros por toda la eternidad en la gloria. Amén.
DÍA
CUARTO
ORACIÓN
Oh
humildísimo y obedientísimo Jesús, que no contento de habernos manifestado el
extremo de vuestra humillación y obediencia, muriendo por nuestro amor,
quisisteis aun con el modo y género de muerte dar nos un testimonio todavía
mayor, sujetándoos a la ignominia de la cruz, que según las leyes de los judíos
y romanos era el suplicio a que solo se condenaban los famosos ladrones y los
homicidas; desde ahora en adelante os miraré en la cruz como á mi Dios, como a
mi Salvador y como a mi Padre. Un Dios en la cruz me descubrirá el precio y el
mérito de las cruces, esto es, de las humillaciones, de los abatimientos y de
los trabajos, que sufriré con la más rendida obediencia y resignación. Un
Salvador en la cruz será un apoyo el más seguro de la esperanza de mi salvación.
Un Padre en la cruz será un objeto de la mayor ternura que arrebatará mi corazón.
Concededme, amabilísimo Jesús, que viva yo llevando vuestra cruz; que muera
invocando con fervor vuestro dulcísimo Nombre y abrazando vuestra cruz, sin
dejarla hasta que entregue mi alma en vuestras manos. En Vos espero, divino
Salvador, que con vuestra gracia me servirá la cruz en vida de regla para vivir,
en muerte de fundamento para confiar, y después de ella de motivo para
alegrarme con Vos por toda la eternidad en la gloria. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
¡O gloriosísimo Jesús, exaltado á grande gloria por el mismo medio con que pretendieron los judíos oscurecer vuestro Santísimo Nombre! Ellos creyeron que, poniéndoos en una cruz, instrumento de oprobio y de ignominia, lograrían el designio de acabaros y destruiros; pero por lo mismo, dice vuestro Apóstol, os exaltó vuestro Eterno Padre, haciendo que ostentaseis la gloria de vuestro Nombre desde el mismo teatro de vuestra confusión. Desde la misma cruz dispusisteis del reino de los cielos; por ella triunfasteis del príncipe de este mundo; y á. ella la colocasteis sobre las ruinas de la idolatría y de la infidelidad. Desde la cruz atrajisteis á Vos todas las cosas: desde ella llamasteis para formar vuestro nuevo reino a los gentiles de todo el universo; y ella fue el divino estandarte con que los reunisteis. Desde lo alto de esta señal divina vencisteis a todas las potestades enemigas, obligándolas a respetar vuestro. santísimo nombre de Jesús. Sea pues. amantísimo Redentor, mi divisa gloriosa vuestra cruz; sea vuestro dulcísimo nombre de Jesús el título que me honre, y la ofrenda de mi último triunfo en la hora de mi muerte, para triunfar después exaltado con Vos eternamente en la gloria. Amén.
DÍA
SEXTO
ORACIÓN
¡Oh divino Salvador! por lo mucho que os humillasteis, os dio vuestro Padre celestial un nombre superior o todo nombre, queriendo que os llamaseis Jesús, nombre el más bello, más grande y más precioso de todos los nombres, fuera del cual no hay otro debajo del cielo en cuya virtud podamos salvarnos. Toda vuestra vida, amabilísimo Jesús, quisisteis llevar este santo nombre: en vuestra muerte quisisteis que públicamente se fijase sobre vuestra divina cabeza; y sentado en el cielo a la diestra de vuestro Eterno Padre, os gloriáis de llamaros con este nombre, y de decir, como dijisteis a vuestro Apóstol: Yo soy Jesús. Elevad, pues, Vos mismo, Jesús mío, y animad las potencias de mi alma, para penetrar el misterio de este grande Nombre: haced que yo guste su dulzura; que le pronuncie con frecuencia, sustituyéndole, según el fin de esta santa Cofradía, a las blasfemias con que muchos os ofenden; que nunca le pronuncie sin amor; que siempre le pronuncie con confianza y respeto, y que reciba siempre los efectos de la gracia, que puede y debe producir en mí. Y ya que tanto os apreciáis de ser mi Salvador, que esto significa vuestro dulce nombre de Jesús, haced que tanto como deseáis Vos ser efectivamente mi salvador, desee yo ardientemente salvarme; que tanto como deseáis Vos verme y coronarme en el cielo, desee con ansia yo veros y amaros allí por toda una eternidad de gloria. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
ORACIÓN
¡O amabilísimo Jesús! A vuestro santísimo Nombre doblan la rodilla todas cuantas criaturas hay en el cielo, en la tierra y en los abismos. ¡Qué reverencia, pues, qué respeto y devoción deberé profesar yo a este divino Nombre! Nombre impuesto por vuestro Eterno Padre, traído por ministerio de un ángel, y tan merecido por Vos con vuestras humillaciones, con vuestra obediencia, con vuestra muerte y con la ignominia de la cruz. Nombre poderoso, en cuya virtud se han obrado los mayores y más auténticos milagros. Nombre insigne, conducido por el celo de los Apóstoles a los gentiles y a todos los Reyes de la tierra. Nombre augusto, a quien todos los santos profesaron la más tierna devoción, y por cuya confesión se gloriaron y complacieron los mártires en sufrir los más crueles tormentos. Nombre, en fin, poderoso y propicio, por cuyo respeto son oídas y bien despachadas nuestras oraciones, y se consiguen los favores y bendiciones que necesitamos. De hoy en adelante, pues, amable Jesús mío, profesaré la más tierna devoción a vuestro dulcísimo Nombre, le tendré grabado en mi corazón, le invocare y proferiré de continuo con la más rendida y profunda reverencia, esperando me concederéis la gracia de que sea todo mi consuelo y todo mi refugio en la hora de mi muerte, para ben decirle después con vuestra Madre santísima, con los ángeles y bienaventurados por toda la eternidad en la gloria. Amén.
DÍA
OCTAVO
ORACIÓN
¡Oh
divino y soberano Redentor! justo era que vuestro Eterno Padre, después de
haber manifestado Vos su nombre a los hombres, y haber consumado la obra que os
había encargado, satisfecha con la efusión de vuestra sangre su justicia, y cumplida
en todo por Vos su divina voluntad, os glorificará y elevará a un estado
proporcionado a la grandeza de sus obras, dándoos una recompensa que
correspondiese a la profundidad de vuestras humillaciones y al mérito de
vuestra obediencia, distinguiéndoos con una gloria ‘que compensara vuestra
ignominia, colocándoos a su diestra, y poniéndoos en posesión de todos los derechos
que os da este Nombre divino, incomparable y superior a todo otro nombre, con
que el mismo os distinguió, y haciendo no solamente que a vuestro augusto
nombre de Jesús doblen la rodilla todas las criaturas del cielo, de la tierra y
del infierno; sino también que todas las lenguas de los hombres y de los ángeles
confiesen y publiquen que estáis en la gloria de vuestro Eterno Padre, que
vuestra gloria es igual a la suya, que con todo de haberos tan humillado y
haberle obedecido hasta la muerte, y muerte de cruz, sois el resplandor de su
gloria, infinito como él, eterno como él, inmenso como él, inmortal como él, todopoderoso
como él, Dios como él y un solo Dios con él. Solo resta, dulcísimo Jesús mío,
que al lado de vuestro Eterno Padre ejerzáis para con él a favor nuestro las
funciones de abogado; que por vuestra misericordia ninguno de vuestros hijos se
pierda, singularmente de los devotos y cofrades de vuestro santísimo Nombre, en
honor del cual han meditado vuestras humillaciones y exaltaciones en este octavario;
que todos os obedezcamos, imitemos, amemos y alabemos en esta vida, y
merezcamos después veros, gozaros y bendeciros por toda la eternidad en la
gloria. Amén.
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