miércoles, 23 de diciembre de 2020

OCTAVARIO AL NIÑO DIOS

 


OCTAVARIO DEL NIÑO DIOS

Dispuesto por el Dr. Domingo Malegat, presbítero canónigo de la Iglesia Catedral de Lérida.

 

Lérida, España

Año de 1773

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, mi principio, mi fin, mi todo, os contemplo allá en la cueva de Belén, y con la humildad, sencillez y viva fé de aquellos pastores que vinieron presurosos a ella para adoraros, os reconozco, desde luego, por las señas que les dio el ángel, con solo veros envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. Vos, Jesús mío, Señor absoluto de todo, Omnipotente. Eterno, en una palabra infinitamente perfecto, tomáis nuestra carne mortal y con ella todas nuestras miserias menos el pecado, y esto ya poder padecer mil y mil tormentos hasta morir en una cruz por mí, infeliz gusano hediondo y despreciable que nada merecía y de quien podíais prescindir, como de todo lo que no sois Vos pues os bastáis Vos solo; y sois tan generoso, a padecer tan grande, al último que de queréis vuestra Vida mortal, sino que en instante de haber nacido queréis que vuestro sagrado e inocentísimo cuerpo sienta todas las inclemencias de la más cruda estación y las consecuencias de la mayor pobreza; virtud que estimáis tanto, que disponéis ser reconocido por ella, por unos pobrísimos. pañales y. une miserable, pesebre. ¡Cuán generoso sois, Jesús dulcísimo! ¡Cuán generoso para conmigo que sabíais había de corresponderos con la más culpable ingratitud! ¿y he podido desconoceros, y lo que, es más, ofenderos?... Perdón Jesús mío, perdón. Ya confuso y avergonzado, postrado a vuestras plantas, repito que os reconozco, os confieso y adoro por mi único Dios y Señor, creo en Vos muy de veras, espero en Vos con la más firme confianza y os amo con toda mi alma, más que a mí mismo y más que a todas las cosas, y de lo íntimo de mi corazón con toda sinceridad os digo, que por ser vos quien sois, me pesa… y me pesa que no me pese más de haber pecado. Propongo firmemente, ayudado de vuestra gracia, confesar debidamente todos mis pecados, no volver más a ofenderos, y arrepentido del todo de haberos servido tan mal, procurar en adelante fielmente serviros y cada día más y más en amaros hasta morir abrasado en vuestro santo amor. Ayudadme Jesús mío, para que así lo cumpla como humilde y fervorosamente os lo pido, por vuestro Santo Nacimiento, favor especial que anhelo saber agradeceros para gloria vuestra y aprovechamiento espiritual mío. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

¡Oh cuan agraciado sois, amado Niño! Yo os contemplo recién nacido en la más pobre y humilde choza del Mundo, pues era toda de unos peñascos naturales y toscos, sin género de curiosidad, ni artificio, que los hombres tenían solo para albergue de animales, pero, sin embargo, de tanta incomodidad, preordenada por vuestro Eterno Padre para abrigo y habitación vuestra. Ella fue el primer templo de la luz, y casa del verdadero Sol de Justicia, que había de nacer de la candidísima Aurora María, en medio de las tinieblas de la noche (símbolo de las del pecado) que ocupaban todo el mundo. Ella fue consagrada por el Eterno Padre con los adornos de desnudez, soledad y pobreza. Ella fue la más desacomodada, pero la más limpia, porque fue aseada lo mejor que se pudo por vuestra Madre Purísima y San José, acordándome con esta acción de limpieza que yo debo tener en mi alma, para que vos renazcáis en ella espiritualmente por gracia. Dádmela Jesús mío, por vuestro santo nacimiento. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Os adoro, amable Niño del pesebre, el más humilde y el más grande de los hijos de los hombres y el más pobre y el más rico, el más débil y el más poderoso. Os bendigo, porque os habéis dignado descender hasta mí, para ser mi modelo en la práctica de todas las virtudes, mi guía en las dificultades de la vida y mí, consuelo en los días de aflicción. Os amo, porque venís a mí con amor infinito; con amor generoso, al que no cansan mis ingratitudes; con amor obsequioso, que se anticipa a los tardíos impulsos de mi corazón; con amor paciente, que espera mi conversión para amarme más tiernamente aún. Por eso, con el corazón lleno de agradecimiento, de rodillas al pie de este lecho de paja, os adoro, bendigo y amo, con todo el fervor de mi alma, y me atrevo a levantar mis ojos hasta mi Dios, que se digna mirarme. Amén.

 

Se rezan tres Padres nuestros, Aves Marías y Glorias Patri.

 

ANTÍFONA

Hoy Cristo ha nacido; hoy el Salvador ha aparecido; hoy en la tierra cantan los ángeles; hoy se alegran los justos diciendo: Gloria a Dios en las alturas, Aleluya.

 

L/: Cristo a nacido

R/: Venid adoremos

 

ORACIÓN: Oh Dios, que has hecho resplandecer esta noche santísima con el resplandor de la luz verdadera, concédenos gozar también en el cielo a quienes hemos experimentado este misterio de luz en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

 

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

¡Oh Jesús mío, a quien mil veces amo y adoro! Yo os contemplo cuando luego de nacido, os recibió en sus brazos vuestra purísima Madre, que, mirándoos recíprocamente, os hirió ella el corazón, quedando juntamente transformada en Vos. Aquí os adoro con la más profunda humildad y reverencia, y os beso vuestros sagrados pies. Aquí os diría: ¡Oh dulcísimo amor mío, lumbre de mis ojos, y ser de mi alma! Venid en hora buena al mundo, Sol de Justicia, para desterrar las tinieblas del pecado y de la muerte. Redimid a vuestros siervos, y vea toda carne a quien le trae la salud. ¡Oh que ternura sentiría en su corazón, cuando os decía estas o semejantes palabras! ¡Que júbilo de alegría al mirar vuestra tan extraña hermosura! Dadme Señor, parte de sus divinos incendios, para que os ame con todo mi corazón con toda mi alma y con todas mis fuerzas. Concedédmela por vuestro Santo Nacimiento. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

¡Oh amado Niño por quien vive mi corazón! Yo os contemplo arrimado al sagrado rostro y pechos de vuestra Madre Santísima, en donde os adoro con profundísima humildad, y de lágrimas vuestro Padre putativo San José. Justo era Señor, que os adorase y reverenciase antes que otro alguno de los mortales, a excepción de su Esposa, vuestra Madre, pues era entre todos, escogido para despensero fiel de tan alto misterio. Allí os besó los pies con tanto júbilo y admiración, que le arrebatara y disolviera la vida, si no le conservara la virtud divina. ¡Oh que deseo tendría de administrar a la Virgen las fajas y pañales, que sin duda ya traerían prevenidos! ¡Que ansias de tener grandes brocados, con que serviros, haciéndoos preciosos pañales para esa ocasión! ¡Que cuidado en hacer el oficio de Padre de vuestra Majestad! Dadme Jesús mío, parte de su solicitud, para que yo ponga toda mi diligencia en serviros. Concedédmela por vuestro Santo Nacimiento. Amén.

 

 

 

DÍA CUARTO

ORACIÓN

¡Oh dulzura de mi corazón, Jesús, vida mía! Yo os contemplo, cuando vuestra amorosísima Madre os envolvió en los pañales, y os reclinó después en el Pesebre, aplicando algunas pajas y heno que en la tierra tuvisteis, fuera de sus castísimos brazos. Aquí os considero el más olvidado del mundo, pero el obsequio que os negaron los hombres, os lo dieron dos venturosos animales, que, arrodillándose ante vuestra Majestad, os adoraron con reverencia que pudieron. Aquí, estando vos tiritando de frío, os calentaron con su aliento, reconociéndoos por su Criador, y se cumplió milagrosamente la profecía de Isaías, que conoció el buey a su Dueño y el jumento al pesebre de su Señor, y no lo conoció Israel, ni su pueblo tuvo inteligencia. ¡Que confusión para mí, Jesús mío! ¿cómo no me asombro lleno de rubor y vergüenza, al ver que los mismos brutos acusan mi ingratitud, y me enseñan el honor, la reverencia y obsequio, que como a mi Criador os debo? Concededme Señor, su cumplimiento por vuestra Santa Navidad. Amén.

 

 

 

DÍA QUINTO

ORACIÓN

¡Oh Jesús, dulce bien de mi vida! Yo os contemplo en el pesebre, sin más cortejo que el de las bestias, pero adorado luego de la Corte Celestial, asistiendo allí con especial modo la Beatísima Trinidad. Allí sobrevino de improviso gran multitud de Celestial Milicia, que, en agradecimiento al Eterno Padre, cantaron: Gloria a Dios en la Alturas, y paz en la tierra al hombre de buena voluntad. Allí os adoraron millares de Ángeles, como a su Criador, repitiendo con dulcísima y sonora armonía, aquel mismo y nuevo cántico, admirados de las nuevas maravillas, que veían puestas en ejecución. Y así, con alegría, con júbilo y con regocijo, anunciaron al mundo la paz, que por medio de vuestro Nacimiento amanecía a los hombres. No permitáis pues, Jesús mío, que yo viva con guerra y desasosiego interior, habiendo venido al mundo en tiempo tan feliz. Dadme la verdadera paz de mi corazón, haciendo que aborrezca todo pecado, y mortifique mis pasiones vigorosamente. Concedédmela Señor, por vuestro Santo Nacimiento. Amén.

 

 

 

DÍA SEXTO

ORACIÓN

 ¡Oh amado Jesús, a quien deseo tener entre mis brazos! Yo os contemplo en el lugar más incomodo del mundo, cual es un establo, sufriendo frío, desnude, y la dureza del pesebre en que os reclinaron, pero adorado de los pastores de aquella región, que, postrados en tierra, os confesaron y engrandecieron por verdadero Dios y Hombre, y Reparador del linaje humano. No vinieron, no, con las manos vacías, antes bien, cada uno de ellos os llevaba un donecillo, que su pobreza les permitía, para demostración de su afecto. Ellos merecieron ser convidados por los Ángeles, como primicias de los Santos, por la pureza y sencillez de su corazón. ¡Oh que dichosos fueron, porque tenían mayor semejanza con vuestra Majestad! Autor de la vida, tanto cuanto eran más disimiles del fausto, vanidad, y ostentación mundana. Que felices, porque representaban con estas condiciones el oficio que Vos venias a ejercer, de Pastor bueno, esto es, a reconocer vuestras ovejas, y ser de ellas reconocido. Haced Señor, que os reconozca como a piadoso y verdadero Pastor de mi alma, buscándoos con la pureza y diligencias de los santos Pastores. Concedédmela por vuestro Santo Nacimiento. Amén.

 

 

 

DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN

¡Oh amoroso Jesús, a quien deseo amar de todo corazón! Yo os contemplo sobre las pajas del Pesebre, y todo bañado de aquellas lágrimas que ya empezabas a derramar por los hombres. Pero adorado de aquellos tres Santos Reyes, que solo por veros, vinieron con tanto afán de las partes del Oriente, y postrados en tierra os adoraron por verdadero Dios y hombres, Reparador del Universo. Aquí darían mil enhorabuenas a María Santísima, por ser Madre del Hijo del Eterno Padre, y también al Patriarca San José, por la dignidad grande de ser Esposo de la Madre del mismo Dios, y sintiendo la llama del divino incendio que abrasaba sus corazones, sin poderse contener dirían interiormente: Que eficacia la de este gran Rey, que nos mueve a tales deseos ¡Oh grandeza del Omnipotente, escondida en tanta pobreza! ¡Oh humildad nunca imaginada de los mortales! ¡Quien pudiera hacer, que todos os conocieran, para que ninguno se privara de tanta felicidad! Y abriendo seguidamente sus tesoros os ofrecieron oro como a Rey, incienso como a Dios, y mirra como a hombre mortal. Oh Jesús mío, y si yo los imitase, ofreciéndoos el oro purísimo de la observancia de vuestra Santa Ley, el incienso de odoríferas virtudes, y la mirra de una perfecta mortificación de todas mis pasiones. Concedédmelo Señor, por vuestro Santo Nacimiento. Amén.

 

 

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

¡Oh Jesús mío, a cuya violencia quisiera desfallecer! Yo os contemplo en el Portal de Belén, adorado de vuestra Madre y San José, de Ángeles y Pastores, y evangelizado por los mismos Ángeles a diversas partes del mundo, pero a los ocho días, entregado ya al cuchillo y dolor de la circuncisión, ofreciendo las primicias de vuestra Sangre en prendas de que toda la daríais para consumar la Redención. ¡Oh Princesa Divina! ¡Que gélido quedaría vuestro corazón y también el de vuestro Esposo en este lance! ¡Que lágrimas no saldrían de vuestros ojos, al ver las que derramaba vuestro tierno Hijo al golpe de este martirio! ¡Solo el dulcísimo Nombre de Jesús, con que, de orden del Cielo, empezasteis a llamarle en este día, podía suavizar vuestra pena! ¡Oh Nombre Santísimo!!Oh Nombre sobre todo nombre! ¡Que dicha Jesús mío, si yo pudiese estamparlo en mi corazón! Grabadlo Vos, Señor, en mi alma, de manera que nunca se borre, para que después merezca el mío, ser escrito en el libro de la vida en los Cielos. Hacedlo por vuestro Santo Nacimiento y Circuncisión. Amén.

 

 


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