VISITA
A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
PARA
EL DÍA TRECE DE CADA MES EN MEMORIA DE SU ADMIRABLE TRÁNSITO, PARA QUE
FAVOREZCA A LOS QUE SE HALLAN EN EL ARTÍCULO DE LA MUERTE.
BOGOTÁ.
Impr.
de Espinosa por J. Ayarza.
1846
ORACIÓN
¡Oh
Virgen purísima Madre de Dios y Señora nuestra, consuelo de afligidos y socorro
de necesitados! Todos los que estamos presentes, postrados con el debido
rendimiento y humildad a vuestras sagradas plantas, y esforzados con la
confianza que nos ofrece vuestra gran liberalidad, y entrañas piadosísimas de
Madre; os pedimos ¡oh gran Reina! que por vuestro dichoso Tránsito acojáis debajo
de vuestro amparo, consoléis y defendáis a todos los que se hallaren en el
tránsito y agonía de su muerte: a todos los cuales, y a cada uno en particular,
humildemente os pedimos los recibáis por medio de vuestro Ángel de Guarda, y de
vuestro amado Esposo Señor San José: especialmente os presentamos a los que hubieren
de morir en este mes, a los que nos hallamos presentes, y a los que se hubieren
descuidado de prepararse para morir, y de granjear vuestra poderosa intercesión
para este horrendo trance; por el gozo, ¡oh compasiva Madre! Que tuvisteis
cuando os hallasteis en compañía de vuestro amado Hijo, libre ya de las
penalidades de esta mortal vida.
Volved,
Señora, hacia ellos, esos vuestros misericordiosos ojos, y mirad su pobreza,
necesidad, turbación y congoja en que se hallan: atended, piadosísima Madre,
que esta es la hora en que más necesitan de vuestro amparo y socorro: experimenten,
Señora, sus afligidas almas vuestra misericordia y crecida liberalidad:
distribuid les, Señora, vuestras piedades según la necesidad en que se hallan,
en tan peligroso tránsito, y favorecedlas en todo; y en honor y reverencia de las
tres divinas personas de la Santísima Trinidad, que tantos consuelos, favores y
gracias os concedieron en vuestro dichoso Tránsito, y gloriosa coronación, concededles,
o gran Reina y Madre, estos tres favores que humildemente os pedimos.
En
el primero, que por vuestro feliz Tránsito se vean libres sus almas de los infernales
enemigos, y de sus tentaciones, astucias y engaños con que en esta hora suelen
combatirlas. El segundo, que les alcancéis luz para conocer sus culpas y verdadero
dolor de todas ellas. El tercero, que les impetréis una especial confianza en
la bondad infinita de Dios, y para más inclinar vuestras piadosísimas entrañas
a conseguir los tres dichos favores, decimos de lo intimo de nuestro corazón,
que nos pesa en el alma de todos nuestros pecados, y que quisiéramos con el
mismo dolor borrar de sus almas los pecados que hubieren cometido los que se
hallaren en el tránsito de su muerte, y en desagravio de todos ellos ofrecemos,
Señora, los méritos de todos los bienaventurados del cielo y justos de la
tierra, juntos con vuestros méritos y los de la Pasión, vida y muerte de
vuestro amado Hijo, con aquellas agonías que padeció en las tres horas que
estuvo pendiente del Sagrado Árbol de la Cruz, Y con la agonía que sinti6 en la
última hora en que entreg6 su Espíritu a su Eterno Padre, a quien ofrecemos
tamo bien, o Señora, la ofrenda más agradable a sus Divinos ojos: su Hijo Unigénito,
y Señor nuestro sacrificado en las Aras del Altar, para qué. por ellos os dignéis,
o misericordiosa Madre, de recibir las dichas almas bajo de vuestra piedad y especial
amparo, y presentar las en el tribunal de la Divina misericordia, en donde por
vuestros piadosos y eficaces ruegos consigan la bendición de vuestro amado Hijo
con la sentencia de eterna vida. Amén.
Aquí
se rezan tres salves a nuestra Señora en reverencia de su dichoso Tránsito, y después
lo siguiente en favor de los agonizantes:
DEPRECACIÓN
Por
tu purísima Concepción R/: Oh Virgen María, ampara a los pecadores en su
última agonía.
Por
la Encarnación del Hijo de Dios en tus purísimas entrañas.
Por
los nueve meses que le tuviste en vuestro Vientre Sagrado.
Por
el gozo que sentisteis cuando le viste nacido para bien del mundo.
Por
el dolor que sentisteis cuando estuvo tres días perdido.
Por
el dolor que sentisteis cuando yendo a padecer se despidió de Vos.
Por
la sangre que en el Huerto sudó vuestro Hijo Santísimo.
Por
el dolor que sentisteis cuando supisteis estaba preso.
Por
el dolor que sentisteis en los tormentos que vuestro Hijo padeció en la noche
de su prisión.
Por
la vestidura que por escarnio le pusieron a vuestro Hijo.
Por
los azotes que le dieron atado a una columna.
Por
la corona de espinas que en su cabeza le pusieron.
Por
las bofetadas y salivas que con tanta mansedumbre recibió.
Por
los lastimosos pasos que dio vuestro Hijo cuando lo llevaron de casa en casa
aquellos ministros.
Por
las voces que dieron pidiendo le crucificasen.
Por
la inicua sentencia de muerte que le dieron a vuestro Hijo.
Por
la pesada Cruz que en sus delicados hombros pusieron.
Por
la tropelía y mofa con que lo llevaron al Calvario.
Por
el dolor que sintió vuestro corazón cuando lo encontrasteis en la calle de la
amargura.
Por
el dolor con que le acompañasteis hasta el Calvario.
Por
la confusión y vergüenza que sintió vuestro Hijo cuando le desnudaron.
Por
la congoja y aflicción que sintió cuando le mandaron tender sobre la Cruz.
Por
el dolor que traspasó vuestro corazón cuando le visteis enclavar.
Por
el dolor que sentisteis cuando ya enclavado le levantaron en alto.
Por
el dolor que sentisteis cuando dejaron caer la Cruz en el hoyo.
Por
el dolor que sentisteis cuando dieron a beber a vuestro Hijo la hiel y vinagre.
Por
el dolor que sentisteis en aquellas tres horas que estuviste al pie de la Cruz.
Por
la recomendación que os hizo de nosotros en cabeza del Apóstol San Juan.
Por
la muerte santísima de vuestro Inocente Hijo.
Por
el dolor que sentisteis cuando con la lanza atravesaron su Santo Costado.
Por
aquel tan grande dolor que sintió vuestro corazón, cuando le bajaron de la Cruz
y fue puesto en vuestros purísimos brazos.
Por
el dolor que sentisteis cuando le sepultaron.
Por
tu santísima y tristísima soledad.
Por
la Resurrección gloriosa de vuestro amantísimo Hijo.
Por
su admirable Ascensión.
Por
tu glorioso Tránsito.
Por
el dichoso tránsito de vuestro amado esposo Señor San José.
Por
aquel dolor que tuvo de apartarse de tu dulce compañía.
Aquí
se rezan tres Aves Marías con Gloria Patri, en reverencia del Glorioso Tránsito
del Patriarca Señor San José.
ORACIÓN
Santifica
¡Oh Padre piadosísimo! a tu Iglesia; quita de ella todos los escándalos y cismas,
a fin de que sea un solo rebaño, y un solo pastor, derrama tus misericordias
sobre las gentes que no te conocen, é ilumina sus corazones para que te
conozcan y amen; disipa los consejos de los impíos, a fin de que no se opongan a
tu reino y a la propagación de tu gloria; concede al Sumo Pontífice, a los
prelados, a las órdenes religiosas, y a todos los eclesiásticos tu amor, y, que
cumplan exactamente con sus deberes; a todos los gobernantes y magistrados la
sabiduría, para que administre con fidelidad la justicia, y procuren la paz; y a
tu pueblo bendición. Da a los agonizantes verdadera contrición y tu amor; a los
pecadores perdón y verdadera enmienda; a mis enemigos tu caridad y dulzura; a los
amigos, bienhechores y consanguíneos tu dilección; a la reunión de tus fieles
bienes espirituales y temporales; dirige a nosotros nuestras cosas de modo que
tu culto siempre esté aquí en vigor y perseverancia; a las almas del
Purgatorio, a aquellas particularmente que necesiten de nuestros sufragios, y con
las que estamos más obligados, descanso sempiterno y el gozo de la
bienaventuranza. Amén.
-El
Reverendísimo Sr. Arzobispo de esta Arquidiócesis de Bogotá, Dr. Manuel José Mosquera,
concede ochenta días de indulgencia por cada vez que se rece esta oración, y cien
días por Monseñor Nicolás Silbo.
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