martes, 19 de enero de 2021

TRIDUO A SAN JUAN GRANDE


TRIDUO EN HONOR DEL BIENAVENTURADO JUAN GRANDE, LLAMADO EL PECADOR, RELIGIOSO PROFESO DEL ORDEN DE SAN JUAN DE DIOS

 

Carmona. 1856

 

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN I.

Te rogamos, Bienaventurado Juan, por aquella purísima inocencia en que viviste desde tu edad más tierna hasta la muerte; que te hacia caro objeto de complacencia, no solo para el Cielo, sino también para los hombres, como así aparecía de tus palabras, de tus actos y hasta de tu semblante; nos concedas aquella pureza y limpieza de corazón y de intención, para que también seamos merecedores de contemplar en el Cielo la Bondad divina. Un padre nuestro y un ave María.

 

ORACION II.

Te rogamos, fervientísimo Juan, por aquel don particularísimo de fe y continua oración, que arrebataba continuamente y con inexplicable alegría hacia tu Bien Sacramentado, no solo tu corazón, sino hasta tu persona; nos alcances aquella viva fé, que hace tener a la oración y al Santísimo Sacramento como el único refugio y único consuelo contra las miserias y peligros de esta vida.

Un padre nuestro y un ave María.

 

ORACION III.

Te rogamos, tiernísimo Juan, por aquella carísima devoción con que consagrasteis desde los primeros años tu pureza y afectos a María Santísima y a Juan el discípulo predilecto; nos inspires también un amor muy sincero y constante a la Reina de las vírgenes y al Apóstol de la pureza, para que merezcamos la poderosa protección que te sostuvo toda la vida, contra los asaltos de la carne y del demonio.

Un padre nuestro y un ave María.

 

 

ANTÍFONA

Este Varón despreciando y triunfando del mundo y cosas terrenas, acumuló riquezas en el cielo.

 

L/: El Señor conduce al Justo por camino recto.

R/: Y le muestra el reino de Dios.

 

ORACIÓN: ¡Dios mío! por los merecimientos del Bienaventurado Juan, que sostenido por el ardor de tu caridad se inmoló a ti cual víctima, concédenos propicio que ayudados con su patrocinio y dirigidos constantemente por las obras de misericordia, merezcamos obtener también el premio prometido a los misericordiosos. Por nuestro Señor Jesucristo Amen.

 

 

 

DIA SEGUNDO

ORACION I.

Te rogamos, humildísimo Juan que, aunque rico de gracias extraordinarias y buenas acciones, no te creías digno que de padecimientos desprecios y humillaciones hasta el extremo de hacer que te llamaran el Pecador; nos concedas el amado don de santa humildad que, con sinceridad de corazón, nos haga cifrar nuestra gloria y delicia en las humillaciones de la Cruz.

Un padre nuestro y un ave María.

 

ORACION II.

Te rogamos, obedientísimo Juan, por aquella admirable obediencia que desde la infancia conservaste a tus padres y superiores, deseando en ello cumplir únicamente la voluntad de Dios; nos alcances aquel-espíritu de subordinación que arregla nuestros pensamientos y afectos en obsequio de las leyes de Dios y de quien le representa en la tierra, haciéndonos dignos de gozar en este mundo la verdadera libertad de los hijos de Dios y la paz de los justos.

Un padre nuestro y un ave María.

 

ORACION III.

Te rogamos, pacientísimo Juan, por aquella grandísima confianza con que te abandonabas entre los brazos de Dios en todas las tribulaciones tanto públicas como privadas, que abría los tesoros divinos para socorro tuyo y de otros; nos concedas igual confianza en la Divina bondad, para que no carezcamos de resignación cristiana para esperar la ayuda divina y los bienes eternos.

Un padre nuestro y un ave María.

 

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN I.

Te rogamos, Bienaventurado Juan, verdadero Serafín de amor, por aquella ardentísima caridad que tanto inflamaba tu corazón con el amor de Dios, y que se difundía exteriormente con destellos de refulgente luz; nos concedas el puro fuego de amor divino para llorar continuamente las ofensas hechas a nuestro sumo Bien y suspirar por la gloria y santificación de su santo nombre.

Un padre nuestro y un ave María.

 

ORACION II.

Te rogamos, misericordiosísimo Juan, que tanto trabajasteis con oraciones, con penitencias y con los más refinados medios para curar las miserias espirituales de tus semejantes, donde quiera que encontrabas necesidad; que nos alcances también aquel verdadero acto y compasión cristiana de nuestros prójimos, para que en vez de tratarlos con intolerancia y aspereza no procuremos más que su arrepentimiento y bien eterno.

Un padre nuestro y un ave María.

 

ORACIÓN III.

Te rogamos, en fin, verdadero mártir de caridad, Bienaventurado Juan, por aquel sacrificio continuo que hicisteis de todo para aliviar a tus prójimos en las cárceles y en los hospitales, entre los horrores del hambre y de la peste, hasta morir como precioso holocausto por su salud; nos formes un corazón todo misericordioso para las necesidades de nuestros semejantes, y aun de nuestros enemigos, con el fin de que en el juicio final podamos también merecer la divina invitación de: VENID BENDITOS DE MI PADRE: POSEED EL REINO QUE OS HA SIDO PREPARADO.

Un padre nuestro y un ave María.

 

 


 

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