DEVOTOS
EJERCICIOS PARA TODOS LOS VIERNES DEL AÑO
EN
OBSEQUIO DE
NUESTRO
PADRE JESÚS NAZARENO
Por
D. Antonio Aragón Fernández, Pbro.
Misionero
Apostólico
Imprenta
Lucet, Calle de San Luis. 72. Barcelona, España.
ADVERTENCIAS
Los
días más propios para hacer estos Devotos Ejercicios, son los nueve viernes que
siguen después del primer domingo del mes de septiembre, en que se celebran las
fiestas de Jesús Nazareo. También pueden hacerse nueve días seguidos o tres, según
que las circunstancias aconsejen hacer una novena o un triduo. Y finalmente,
son días muy propias, todos los días del año. La primera diligencia para hacer
con frutos estos devotos ejercicios, es limpiar la conciencia de toda culpa
grave. Los enfermos o impedidos, que no puedan comulgar, lo harán espiritualmente,
y será provechoso, para excitar su devoción, poner delante alguna imagen de Nuestro
Padre Jesús Nazareno.
Por
la señal…
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor
y Dios de todo lo creado, me reconozco indigno de estar en vuestra presencia, y
me arrepiento de todos mis pecados. Enviadme, Señor, vuestro Espíritu y todo
será renovado. Derramad en mi un rayo de vuestra luz, para que me santifique. Vos
sois, Dios mío, río cristalino de agua viva que riega alegremente la Ciudad
Santa, venid a mi corazón para regar en él, todo lo que estuviese seco. Dadme templanza
en el ardor de las pasiones, descanso en la fatiga de las virtudes y consuelo
en mi amargo llanto. Me pesa, Señor, el haber pecado, quisiera nunca haberos
ofendido: propongo firmemente no volver a pecar y os suplico me deis gracia,
para hacer con fruto este santo Ejercicio. Amén.
CONSIDERACIÓN
PRIMERA
Admirado
el profeta Isaías del magnífico espectáculo del universo, convida a todos los
hombres a que reconozcan el imperio soberano de Dios. Venid, exclama, observad
y admirad toda todas las obras del Señor. Solo Él podrá sondear con su mano la
inmensidad de las aguas, equilibrar los montes, pesar los cielos, y sostener
como con tes dedos el globo de la tierra, según el salmista regio. Si ignoras ¡Oh
mortal! Este poder, no es necesario que preguntes a Jesús. Pregunta a los
jumentos, decía a Job, y te lo enseñarán, a los volátiles del cielo, y te lo
mostrará, habla con la tierra, y te responderá, con los peces del mar, y te
contestarán. Los cielos son en los que resplandece especialmente la magnificencia
de sus obras. Ellos son la más bella imagen de la gloria del Señor, y no cesan
de publicar su poder admirable. El Sol derramado sobre nosotros, torrentes de
luz y de fuego para producir las hermosas flores y las hojas de los árboles,
electriza nuestros corazones y los anima. El día anuncia el día, dijo el
profeta, y la magnificencia de este estandarte azulado, que la noche tremola en
los cielos, excita justamente el asombro y admiración. A vista de estos astros
innumerables con que la noche se corona, conmovida el alma, se recrea en
admirarlos. El entendimiento humano es incapaz de comprende tanta grandeza. Confesamos
y reconocemos que todo es efecto de la sabiduría y poder de Dios.
ORACIÓN
Humildísimo
Jesús Nazareno, que dominas con soberano imperio de los cielos, en la tierra,
en los abismos, en los ángeles, en los hombres en todo cuanto hay, cuanto hubo,
cuanto habrá, y cuanto puede haber, como Rey de reyes y Señor de Señores,
aceptad estos reverentes cultos, atended benigno nuestros humildes ruegos,
haced que todos reconozcan ahora y siempre, vuestras santísimas penas y
terribles dolores, aun cuando los libros santos testifican vuestra soberanía
infinita desde el principio, hasta el fin de los siglos. Amén.
Se
rezan tres Credos a la Santísima Trinidad y luego se pide la gracia que se
desea alcanzar.
SÚPLICA
Pacientísimo
Jesús Nazareno, que sufriste dolores, escarnios y tristeza por nuestra
redención, no permita que nuestros pecados vuelvan a renovar tus amarguras y
afrentas. Amén.
CONSIDERACIÓN
SEGUNDA
Elevemos sobre todo lo que el Rey sabio llama vanidad de vanidades, y fijémonos solamente nuestra consideración en los infinitos prodigios que nos acreditan la misericordia del Señor… Todos los tiempos, lugares, todas las criaturas nos presentan monumentos auténticos de la divina misericordia. Aquella sublime gracia en que fueron criados los ángeles, y con que fueron preservados los buenos del escándalo y ruina de los malos: la justicia original, dones y virtudes, con que en su primer fueron enriquecidos nuestros primeros padres Adán y Eva, la bondad con que les fue después perdonada su culpa y ofrecido el remedio de su pecado, la penitencia que de este hicieron, los grandes beneficios y eterna felicidad que para ellos y su posteridad se les aseguraron, pruebas son muy convincentes de la gran misericordia de nuestro Redentor. La ilustración de los profetas, la sucesión de los patriarcas y la maravillosa conservación del pueblo escogido, con lo que nos refieren las Sagradas Escrituras en el Antiguo Testamento, son otras tantas alegorías que nos descifran la misericordia divina, por el único medianero entre Dios y los hombres, Jesús y los misterios de su Cruz. Si algo en la ley es memorable, si algo en los sacrificios a Dios es agradable, si algo entre todos los espíritus celestiales es santo, glorioso, ilustre, todo esto con más excelente razón y más breve compendio lo tenemos en ese divino Nazareno, cuya misericordia es eterna.
ORACIÓN
Dulcísimo
Jesús Nazareno, que, por redimir a los hombres, sufriste los mayores tormentos
y afrentas, concédenos verdadero espíritu de amor para meditar tu sacratísima
Pasión y aprender en ella, la humildad y paciencia que necesitamos si hemos de
seguir el camino que conduce a la gloria. Amén.
Se
rezan tres Padres Nuestros con Gloria Patri, luego se pide la gracia que se desea
alcanzar y se prosigue con la siguiente:
SÚPLICA
Divino
Nazareno, concédenos por tu misericordia, espíritu de humildad y desprendimiento
de las cosas del mundo, para poder mejor salvar nuestra alma. Amén.
CONSIDERACIÓN
TERCERA
Meditemos
sobre este gran prodigio de bondad y misericordia. Consideremos atentamente
este admirable espectáculo, que llena de pasmo a los cielos, de asombro a la
tierra y de espanto al infierno. Jesucristo vino a comunicarnos la vida el alma
para abundásemos en ella, como dice el Apóstol. La santidad del Bautista, la
consumada perfección de los Apóstoles, la fortaleza de los mártires, la heróica
virtud de los confesores, la pureza de las vírgenes, la inocencia de los
justos, la redención de los infieles, la conversión de los pecadores, el bien
que obramos, el mal que no incurrimos, la práctica de las virtudes, la victoria
de las tentaciones y cualquiera otro bien sobrenatural que en nosotros pueda
hallarse, todo se debe a este fontal eficacísimo principio. Hablen los
Longinos, los Centuriones, los Pedros, los Pablos, los Marcelinos y los
Agustinos. Hablen y digan todos y publiquen sin cesar con el Real Profeta que
ese divino Nazareno nos rescató de nuestros enemigos, porque su misericordia es
eterna.
ORACIÓN
¡Oh
bondad inmensa! ¡Oh misericordia incomprensible! ¡Oh Padre de Piedad! Recibe,
como una oblación pura y santa, nuestros corazones y nuestras lenguas encendidas.
Si, divino Nazareno, danos tu dignación y clemencia, y derrama, benigno, sobre
nosotros, bendiciones dulcísimas de misericordia. Amén.
Se
rezan tres Padres Nuestros con Gloria Patri, luego se pide la gracia que se desea
alcanzar y se prosigue con la siguiente:
SÚPLICA
Clementísimo Jesús Nazareno, inflama nuestro corazón en tu amor, para que podamos cantar con David: Alabad al Señor, que nos rescató de nuestros enemigos, porque su misericordia es eterna.
ORACIÓN
FINAL
Señor
Dios de todo lo creado. Dadnos dolor para llorar nuestras culpas con lágrimas de
contrición: concédenos que, por la penitencia, tomemos parte en los
sufrimientos, dolores y Pasión Santa de nuestro amantísimo Jesús Nazareno, para
que sus trabajos y humillaciones, hagan en nuestra alma una impresión tan
profunda que nada sea capaz de borrarla. De este modo, crucificados con Jesús en
la tierra, haced, Dios misericordioso, que algún día participemos en la
celestial Sión, del precio infinito de su tristeza en Getsemaní, de sus
humillaciones en Jerusalén, de sus tormentos y de su muerte en el Calvario. Amén.
GOZOS
A JESÚS NAZARENO
Que
cantaban los Padres Trinitarios Descalzos, en su convento de Barcelona, durante
el s. XVIII
Pues
todo el orbe te aclama
Jesús,
por Salvador:
R/:
Libranos de nuestras culpas
Dulcísimo
Redentor.
Tus
piedades son ya tantas
Que
siempre encuentra el cristiano
Sus
remedios en tu mano
Si
fiel se postra a tus plantas
De
su delito levantas
Al
que pide con fervor.
Eres
ojos para el ciego,
Manos,
pies, para el tullido,
Consuelo
del afligido,
Y
de amor divino fuego,
No
cese, no, nuestro ruego
A
tan benigno Dador.
NIHIL
OBSTAT
El
Censor
Agustín
Mas Folch, C. O.
Barcelona,
11 de marzo 1936
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