TRIDUO
AL SANTISIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE
El Emmo.
señor Cardenal Cienfuegos, Arzobispo de Sevilla, concedió cien días de
indulgencia. El Excelentísimo e Ilmo. Señor D. Blas Joaquín Álvarez de la Palma,
Arzobispo de Granada, ochenta días, y el Excmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. Juan Maura
Gelabert, Obispo de la Diócesis de Orihuela, cuarenta días por cada vez que devotamente
se rezare esta, rogando a Dios Nuestro Señor por los fines santos de nuestra
Madre la Iglesia Católica Apostólica Romana.
Por la
señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE
CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, a vuestros pies postrado, vengo una vez más, a pediros perdón
de todas mis culpas y pecados; me arrepiento Señor y ya no quiero ofenderos
más. Cuando os veo clavado en la Cruz, coronado de espinas; cuando veo vuestro
cuerpo despedazado por los azotes, me avergüenzo de pensar que todos esos
padecimientos son causados por mis pecados, me pesa y confunde tanta
ingratitud, Perdonadme Jesús mío, según tu gran misericordia, de haberos
ofendido, no más pecar y arrepentido espero veros y gozaros en el Cielo. Amen.
ORACIÓN
PREPARATORIA
Adorable
Redentor mío crucificado que pendiente
del sagrado leño de la Cruz sufristeis
por redimirnos la muerte más cruel e
ignominiosa, precedida de amarguísima agonía en cuyo dolorosísimo trance de la
BUENA MUERTE, os contemplo y adoro en esa Venerada Imagen providencialmente
legada a los alicantinos, en esta
hermosa Colegiata de San Nicolás; no
permitas Señor malogre el fruto de un
sacrificio de valor infinito, y asistidnos con vuestra gracia, consiga por vuestra acerbísima muerte, alcanzar la gloria eterna
en el Cielo. Amén.
DÍA
PRIMERO
MEDITACIÓN
EI Hijo
de Dios hecho hombre aparece como un reo vilísimo que está sufriendo el fallo
de la humana justicia, y entre dos malhechores, que sufren la misma pena, como
si fuera el más culpable. ¡Que error el de la humana justicia! pero; ¡que amor tan
grande el de Jesús, al aceptar la sentencia que, merecida por nuestros pecados,
hizo descargar sobre si todo el rigor de la divina justicia, efectuando de esta
suerte la reconciliación de Dios con los hombres!
Si al
Santo de los Santos le juzgan de ese modo, ¿con qué derecho nos podremos quejar,
cuando se nos menosprecie y se realice en nosotros lo que para nuestra enseñanza
nos anunció el mismo divino Salvador?: «Si a mí me han calumniado, también a
vosotros os calumniarán». En semejantes casos miremos a Cristo lleno de
oprobios y consolémonos con él.
PUNTO
SEGUNDO
MEDITACIÓN
Almas
débiles y delicadas, las que con horror miráis cualquiera clase de mortificaciones,
levantado vuestros ojos a esa Cruz y ese es el lecho donde descansa el Rey de
la gloria. No descansa su delicado cuerpo sobre suaves plumas, no reclina su cabeza
sobre blanda almohada, no está envuelto su cuerpo en finísimas holandas, ni abriga
sus ateridos miembros la blanca lana de las ovejas de Galilea; la dura Cruz, las
penetrantes espinas de la corona y los clavos que agujerean sus manos y pies benditos,
todo eso se le ofrece al amorosísimo Salvador, al terminar su carrera entre los
hombres. Nuestras penas y dolores, ¿pueden compararse jamás con las del Crucificado?
La sin razón de nuestras quejas debe colorear nuestras mejillas por el carmín
de la vergüenza.
ORACION
¡Oh
Santísimo Cristo de la BUENA MUERTE que descendiste de los cielos a la tierra
desde el seno del Padre y derramaste tu preciosa Sangre para la remisión de
nuestros pecados: te rogamos humildemente que, en el día del juicio, colocados a
tu derecha, merezcamos oír aquellas palabras: Venid, benditos... Que vives y
reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
ADOREMOS
LAS CINCO LLAGAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
A la Llaga
del pie izquierdo. Salúdote, Oh Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Señor Jesucristo,
y os pido, Señor, por ella, me perdonéis cuanto os he ofendido con todos mis
pasos y movimientos.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria Patri.
A la Llaga
del pie derecho. Salúdote, Oh Santísima Llaga
del pie derecho de mi Señor Jesucristo, y os pido, Señor, por ella, me perdonéis
cuanto os he ofendido con todos mis pasos y movimientos.
Padre
Nuestro, Ave María y Gloria Patri.
A la Llaga
de la mano izquierda. Salúdote, Oh Santísima Llaga de la mano izquierda de mi
Señor Jesucristo y os pido, Señor, por ella, me perdonéis cuanto os he ofendido
con la vista y demás sentidos.
Padre
Nuestro, Ave María y Gloria Patri.
A la
Llaga de la mano derecha. Salúdote, Oh Santísima Llaga de la mano derecha de mi
Señor Jesucristo, y os pido, por ella, me perdonéis cuanto os he ofendido con
el mal empleo de mi memoria, entendimiento y voluntad.
Padre
Nuestro, Ave María y Gloria Patri.
A la Llaga
del Santísimo Costado. Salúdote, Oh Santísima
Llaga del Costado de mi Señor Jesucristo, y os pido por ella, que, así como fue
herido vuestro corazón a hierro de lanza y el de vuestra Madre, Dolorosísima
con el cuchillo de dolor, así penetren en el mío vuestras soberanas luces para
siempre amaros y nunca más ofenderos, queriendo, antes morir que pecar.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri
Ahora pida cada uno la gracia que desee
conseguir
ORACION
FINAL PARA LOS TRES DIAS
Oh
SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE: Te rogamos Señor que eches tus miradas
sobre esta familia, por la cual Nuestro Señor Jesucristo no dudó entregarse en manos
de los malvados y sufrir el tormento de la Cruz. Que contigo y el Espíritu
Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. Ave María Purísima.
Se
rezará un credo con los Brazos abiertos y una Salve a María Santísima de Las
Angustias con la siguiente jaculatoria:
Madre llena de
dolor,
Haced que cuando espiremos
Nuestras almas
entreguemos
En las manos del
Señor;
DIA
SEGUNDO
MEDITACIÓN
PUNTO
PRIMERO
Señor,
pediste de beber un día a la Samaritana y no te dio; volviste a pedir lo mismo
en tu, agonía y no solamente te lo negaron, sino -que en su lugar te dieron hiel
y vinagre; no quisieron en ninguno de los dos casos mitigar la sed que te
devoraba ¿Que menos podías pedir Señor, a los hombres que un poco de agua? ¿No habían
sido ellos socorridos por Ti en todas sus necesidades? No digo agua, la sangre
de sus venas te habría dado aquella amantísima Madre que estaba al pie de la
Cruz. ¿Cuál sería su pena, al ver que nadie quería remediarte y que Ella misma
con todo su amor podía socorrerte? ¡Cuánta no es la solicitud de una cariñosa
madre para proporcionar a su hijo moribundo el más ligero alivio en sus
sufrimientos a costa de cualquier sacrificio!
¡Y esto que le es dado a cualquiera madre, no le es permitido a la Madre
del Hombre Dios!
PUNTO
SEGUNDO
Pero,
¿es la sed material la que produce tales angustias en el Redentor? Había El predicado en el sermón del Monte:
«Bienaventurados los que tienen sed de la justicia», y aunque es cierto que por
la pérdida de la sangre lo atormentaba
la sed material, era mucho más ardiente la sed de su corazón, que ansiaba la salvación de las almas, por las que vertía hasta la
última gota de su sangre. No le neguemos
las nuestras, ya si para entregárselas es necesario cualquier sacrificio, no
rehusemos, como la Samaritana, el aplacar su sed; y si seguimos pecando y si
contumaces en nuestros vicios multiplicamos las ofensas, ¿Qué otra cosa
hacemos, sino proporcionarle la amarga hiel y la acidez del vinagre? No, Señor,
que no sea así. Si Tú en el Sacramento del Amor refrescas nuestras almas con la
celestial bebida de tu sangre, con la que mitigas el ardor de nuestras
pasiones, ¿no será justo que mitiguemos también tu sed, según los deseos de tu corazón?
ORACION
DEL DIA
Amantísimo
Jesús, por el abandono que sufriste en de la Cruz que te hizo clamar al Padre,
te suplicamos, Señor, no permitas que te abandonemos por el pecado en esta
vida, para que en tu compañía seamos felices en la eterna. Por el mismo Señor Jesucristo
que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
DIA
TERCERO
MEDITACIÓN
PUNTO
PRIMERO
Estaban
al pie de la Cruz la Santísima, Virgen, el Evangelista San Juan, María Magdalena
y las otras Marías. Esta fue la fiel compañía de Cristo en su dolorosísima Pasión
y primera Guardia de Honor hasta que exhaló el último suspiro, como también fue
el fúnebre cortejo hasta que dejaron su sagrado cuerpo en el sepulcro. Juan y la Magdalena, la inocencia y la penitencia,
el virgen Juan y la arrepentida pecadora; no podían faltar al pie de la Cruz
los representantes de las dos clases de predestinados. Si por desgracia dejaste
el camino de Juan, preciso te ha de ser, si
quieres llegar a la eterna bienaventuranza, que sigas en pos de la Magdalena por el del arrepentimiento y penitencia; pero
inocentes y penitentes, justos y pecadores no
podrán caminar hacia el cielo, si no tiene fija su mirada en la Cruz de Cristo,
porque esta Cruz alentará a los justos a
perseverar en el bien obrar, los animará a mortificar sus pasiones, fijará el
santo temor de Dios en sus corazones y perseverarán hasta el fin. Esa misma Cruz bendita recordará
a los pecadores el perdón obtenido de la misericordia de Dios, trayéndoles a la
memoria las pasadas caídas, los hará más cautos y precavidos para no caer en adelante,
reconociendo siempre la bondad y misericordia del Crucificado que purificó sus
almas con su preciosa sangre.
PUNTO
SEGUNDO
Bendita
seas tú, Señora, que, como firmísima roca, combatida por todas partes por el
furioso oleaje de tantas tribulaciones y angustias permaneciste al pie de la Cruz
de tu divino Hijo. No aparecías al lado
de tu Hijo, cuando le cantaban «Hosanna, hijo de David», ni cuando
quisieron hacerle Rey, ni cuando obraba
alguno de aquellos portentosos
prodigios; pero, cuando las muchedumbres
maldicen y blasfeman a tu querido Jesús,
cuando como en reo e insigne malhechor, caminando ya al suplicio con el pesado madero y cuando, finalmente, agoniza en la Cruz; ¡ahí entonces, Madre mía, entonces no le abandonas; quieres ser compañera en sus
dolores; es que quieres beber con El el
cáliz dela amargura, tener parte con El
en la redención de los hombres y que su
sangre y tus lágrimas constituyan el tesoro que han de aprovechar tus hijos
en los siglos venideros. Y como por tu
mano se han de repartir esos tesoros; tenme siempre a tu lado, que yo también
soy tu hijo y quiero honrarte en la tierra para después alabarte y bendecirte
con el dulcísimo fruto de tu vientre en las eternales mansiones. Amén.
ORACIÓN
¡Benignísimo Jesús
de la BUENA MUERTE! Concédenos Señor, por las penas y dolores que padecisteis
en aquellas tres horas de vuestra agonía en la Cruz, el sentirlas compasivo,
escuchar atentamente vuestras palabras y perseverar junto a esa Cruz con
vuestra Madre y el Discípulo Amado, hasta que dejemos nuestras almas en
vuestras santísimas manos, al exhalar el último suspiro, como Vos, Señor, lo
hicisteis en las del Padre Celestial.
Amén.
HIMNO
AL
SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE
CORO
Cantemos
de Jesús su Buena Muerte
Himnos
de Compasión
Cantemos
y en su dulce Compañía
Resuene
una Oración,
Que de
su Eterno Padre.
Mitigue
la justa indignación
ESTROFA
¡Oh Señor de los
que imploran;
¡Oh mi buen Jesús
Amante;
En tu Oración
Constante
por Alicante no
ceses de pedir;
Por el triunfo de
la Iglesia
Por la paz de las
Naciones.
Por tus fieles
Corazones
hasta nuestro
último latir.
GOZOS A
LA PRECIOSA SANGRE DE NUESTRO BUEN JESÚS
Pues morir Padre y
Señor
En una Cruz
afrentosa
Por
vuestra Sangre Preciosa:
Dadnos
Jesús vuestro-amor,
Esposo de Sangre
hermoso
Que en vuestra
Circuncisión
Con ternura y
compasión
La derramáis
cariñoso
Y pues tierno y
amoroso
Pagáis por vuestro
deudor
En el huerto de las
penas
Entre angustias y
agonías
Dais amante por
mil vías
La sangre de
vuestras venas:
Y pues con dulces
cadenas
Rendís nuestro
desamor
Ríos de Sangre
corrieron
De vuestro cuerpo Sagrado
Cuando a golpes
maltratado
Con tanto azote le
hirieron
Todo una llaga os
hicieron
Siendo el hombre
el ofensor
Vos de espinas
coronado
Tanta. Sangre
derramáis
Que casi, mi bien,
cegáis
Todo el rostro
ensangrentado
Y pues tierno y
lastimado
Pagáis por vuestro
deudor.
Al llegar
desfallecido
Y sin aliento al
Calvario
Un aleve y
temerario
Os arrebata el
Vestido
Piel y Sangre mal
herido
Nos dais en este
rigor,
Claros son
nuestros delitos
Que en una Cruz os
fijaron
Y pies y manos
rasgaron
Con dolores
exquisitos
La sangre de Abel
dá gritos
En favor de su agresor
Difunta vuestra
hermosura
Un ciego, el más
atrevido
El dulce pecho os
ha herido
Derramando con ternura
Raudales de gran
dulzura
La fuente del
Salvador.
V. Redimiesti
nos, Domine in Sanguine tuo
R. Et
fecísti nos Deo nostro regnum.
OREMUS Omnipotens
Sempíterne Deus, qui Unigenitum Filium tuum mundi Redemptorem constituisti, ac
ejus Sanguine placari voluisti; concede nóbis,
quaesumus; salutis nostres pretium ita venerari, atque a praesentis vitae
malis ejus virtute defendi in terris, ut
fructu perpetuo Iaetemur in coelis. Qui tecum vivit et regnat in únitate, etc. Amen.
Tomado del Libro “Visita y Triduo al Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Prodigiosa Imagen Venerada en la Colegiata de San Nicolás de Alicante”. Por Manuel Galbis Belda, canónigo de la misma, y peregrino de Tierra Santa. Año de la Virgen del Pilar, 1940. Alicante, España. Antonio Illán, impresor