martes, 23 de febrero de 2021

NOVENA A JESUSITO DEL RESCATE


PIADOSA NOVENA AL DIVINO JESÚS DEL RESCATE

VENERADO EN SAN JOSÉ GUAYABAL, CUSCATLÁN, EL SALVADOR

 

Por el Rvd. P. Fernando Andrés Domínguez OFM

Año de 1958

 

ACTO DE CONTRICCIÓN

Señor y Dios mío, Jesús Crucificado, postrado a tus pies reconozco humildemente que eh pecado contra ti. Confuso y arrepentido estoy de haberte ofendido por ser quien eres, infinitamente bueno y amable, propongo nunca más pecar, confesarme y satisfacerte. Espero confiado en tu preciosa sangre, ha de purificar mi alma de sus culpas, y ah de llenar con tu gracia este mi atribulado corazón que anhela ser enteramente tuyo para siempre. Amén.

 

 

DIA PRIMERO

CONSIDERACIÓN

Contemplemos con los ojos del alma a nuestro bondadoso Redentor Jesús, abrumado de tanta tristeza en el Huerto de los Olivos: su divino Corazón está oprimido de angustia al considerar las injurias, ultrajes y tormentos que va a sufrir, como víctima inocente, para rescatarnos del pecado y abrirnos las puertas del cielo, su cuerpo santísimo, agotado por el copioso sudor de sangre que brota de sus poros, parece sucumbir al peso de tan grande sufrimiento, pero el inmenso amor que nos profesa, reanima el espíritu, y elevando sus ojos al cielo exclama: ¨Padre mío, no se haga mi voluntad, sino la tuya¨ y nosotros, hijos ingratos y despiadados, insensibles a su mortal agonía ¿volveríamos a renovársela con nuestras culpas?

 

ORACIÓN

¡Amabilísimo Jesús mío! Por la infinita bondad con que aceptasteis el terrible y largo martirio de tu Pasión y muerte, perdona mi rebeldía en cumplir tus divinos preceptos y darme fuerza para vencer a los enemigos de mi salvación, consolando por tu preciosísima Sangre a mi alma con la gracia que te pido. Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

 

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Dulcísimo Jesús! Que para redimirnos tuviste a bien nacer pobre, ser circuncidado, perseguido por los judíos, vendido por Judas, apresado y cargado de cadenas, conducido cual inocente cordero y arrastrado vergonzosamente de tribunal en tribunal, que fuisteis acusado por falsos testigos, despedazado por los azotes, cubierto de oprobios y salivas, coronado de espinas, abofeteado y herido con una caña, que quisiste ser contado entre ladrones, injustamente condenado a muerte, desnudado y clavado en la Cruz, abrevado con hiel y vinagre y atravesado por una lanza. Por los méritos de tu Pasión y Muerte, dígnate Señor, librarnos de las penas del infierno, y concedednos el perdón de nuestros pecados, la perseverancia final y la gracia especial que solicitamos (pida la gracia) si ha de ser para honra y gloria tuya y provecho de mi alma. Amén.

 

 

GOZOS

Dulce Jesús del Rescate

Muerto en la Cruz por mi amor:

Haz que venza en el combate

Contra el diablo tentador.

 

Oraste por mí en el Huerto

Y vertiste sangre pura,

Al pensar con amargura

Que mi pecho es un desierto

Do crece el vicio y error.

 

Atado a la roca dura,

Cual inocente cordero

Tormento de azotes fiero

Soportas con gran dulzura

Por salvar al pecador.

 

Traspasando tu cabeza

Las penetrantes espinas,

Brotan perlas purpurinas

Que oscurecen tu belleza

Y te causan gran dolor.

 

Cargando con tosco leño

Caminas hacia el Calvario,

Y grabas en el sudario

De Verónica el diseño,

De tu Rostro encantador.

 

Lloran las buenas mujeres

Al verte andar fatigado,

Bajo la Cruz encorvado

Más, todo consuelo eres,

Para infundirles valor.

 

Clavaron tus pies y manos,

En la cruz, fieros sayones,

Pero, nuestros corazones,

Son los verdugos insanos

Que afligen a su Hacedor.

 

Después de crucificarte

Te dieron amarga hiel,

E hirieron con lanza cruel

Tu pecho por destrozarte

Con satánico furor.

 

Moriste entre malhechores

Por curar mi hipocresía,

Y librar al alma mía

Del lugar de los ardores

Y gusano roedor.

 

Ya que tanto nos estimas

Que azotes y bofetadas,

Espinas, cruz, puntilladas

Y penas mil no escatimas

A Ti, nos damos Señor.

 

Dulce Jesús del Rescate

Muerto en la Cruz por mi amor:

Haz que venza en el combate

Contra el diablo tentador.

 

SÚPLICA FINAL

¡Sagrada Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra! Por la parte que tuviste en los sufrimientos de vuestro Hijo, mereciendo los títulos de Corredentora del género humano y Reina de los mártires, haced que saquemos por fruto de este novenario, la resolución inquebrantable de aceptar y sufrir con paciencia, cuantos trabajos y cruces se digne enviarnos en este valle de lágrimas. Amén.

 

 

DÍA SEGUNDO

CONSIDERACIÓN

Contemplemos con los ojos del alma a nuestro bondadoso Redentor Jesús, que, preso y maniatado como facineroso, es conducido por sus crueles enemigos desde Getsemaní a los tribunales de Anás y Caifás, Pilatos y Herodes, en medio de atroces injurias, empujones y golpes. Los sacerdotes judíos, junto con los escribas y fariseos henchidos de odio, lanzan las más absurdas acusaciones contra el mansísimo Cordero. Poncio Pilatos reconoce y confiesa que Jesús es inocente, y, sin embargo, por temor a perder su puesto, condena al buen Jesús a la muerte ignominiosa de Cruz. Entre tanto, el inocentísimo Jesús, guarda silencio en presencia de sus enemigos, y solo abre su boca para rogar por los que le persiguen y calumnian, según el mismo había enseñado.

 

ORACIÓN

¡Oh mansísimo y pacientísimo Jesús! Que cual inocente Cordero, no abres tu boca para protestar contra los falsos crímenes que te imputan tus implacables enemigos. Concédeme que yo reprima mi orgullo y soberbia, y acepte con humildad las injurias y represiones, consolando mi afligida alma con la gracia que pido. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

CONSIDERACIÓN

Con los ojos del alma, contemplemos a nuestro amabilísimo Jesús, atado a una columna, desnudado su honestísimo cuerpo, estremecido por los azotes que con inhumana crueldad descargaron sobre él los fieros sayones, hasta dejar sus espaldas convertidas en un informe amasijo en el que las costillas y los tendones asoman nadando en sangre. Todo su cuerpo es una viva llaga, y aquellos cinco mil latigazos no le hacen proferir ni una sola queja, pues quiere con tan espantoso suplicio, satisfacer a Dios por el hombre y librarlo de los suplicios eternos.

 

ORACIÓN

¡Oh dulcísimo Redentor mío, que no perdonas sacrificios para salvarme, en tanto que yo rehúso el más leve castigo que por mis culpas me manda tu divina justicia! Haz que yo salga de mi error y acepte con resignación las penas y trabajos que quieras enviarme, y por tu sangre preciosísima, dígnate consolar mi apenado corazón, otorgándome la gracia que te pido. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

CONSIDERACIÓN

Contemplemos con los ojos del alma, a nuestro dulcísimo Jesús, amarrado nuevamente a la columna, cubierto con un viejo manto de púrpura, coronada su cabeza de agudas espinas, empuñando en sus manos una caña por cetro y desfigurado su bellísimo rostro, con hilos de sangre que lo cruzan. Mirémosle al mismo tiempo, burlado, escupido, maltratado y abofeteado por la soldadesca libertina, que iniciando delante de Él la rodilla, le saludan, con sarcasmo, diciéndole: “Dios te salve, rey de los judíos.”

 

ORACIÓN

¡Humildísimo y pacientísimo Redentor mío, que sufrís con tan admirable mansedumbre las injurias y tormentos que os ultrajan vuestras criaturas! Por las punzantes espinas que atravesaron vuestro sagrado cerebro, concededme que yo venza los malos pensamientos y mortifique la vana curiosidad que me arrastra al pecado, y consuela mi afligido corazón, otorgándome la gracia que te pido. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

CONSIDERACIÓN

Contemplemos con los ojos del alma, a nuestro buen Jesús, pálido, desangrado y desfallecido por la vigilia y los tormentos de la flagelación y coronación de espinas, aceptando ansiosos la muerte de cruz, a la que inicuamente es condenado. Se abraza con el santo madero en que ha de ser crucificado, y dirigiendo al cielo sus divinos ojos nublados por las lágrimas y sangre, ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por la salvación de todos los hombres.

 

ORACIÓN

¡Bondadosísimo Salvador del Mundo, que, por redimirlo y rescatarlo del poder del demonio, llevas, palpitando tu corazón de amor, el afrentoso madero de la Cruz! Haz que yo me abrace con ella como tu dilecto Apóstol San Andrés, aceptando gustosos las enfermedades, tribulaciones y trabajos que por mi bien te dignes enviarme, por tu preciosísima Sangre, concédeme el favor que te pido. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

CONSIDERACIÓN

Contemplemos al Divino Jesús, cual otro Isaac, caminando al monte Calvario, agobiado por el peso de la Cruz. El sol del medio día le abrasa con sus ardientes rayos, un sudor copioso baña su sagrado rostro y todos sus miembros, sus ojos, espejos en que desean mirarse los ángeles, están nublados por el polvo, la sangre y las lágrimas, flaquea y se desmaya su cuerpo hasta caer en tierra, intenta levantarse, pero la debilidad y fatiga le hacen caer de nuevo. Los soldados, unos tiran cruelmente de la soga que lleva atada a la cintura, mientras los otros le hieren con sus lanzas o le dan de puntapiés. El mansísimo Jesús, logra al fin, ponerse de pie, y mirando benignamente a sus verdugos, prosigue caminando con la ayuda de Simón Cirineo.

 

ORACIÓN

¡Amantísimo Redentor nuestro, que sacando fuerzas del amor inmenso que nos tienes, te levantas y prosigues caminando al monte del sacrificio! Concédeme, que dejando las comodidades y placeres que me arrastran al pecado, me levante de mi postración y me abrace con la cruz de tu santa ley, siguiendo fielmente tus huellas, y por tu preciosísima sangre, consuela mi atribulado corazón, otorgándome la gracia que te pido. Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO

CONSIDERACIÓN

Contempla hoy a nuestro amorosísimo Redentor, en el monte Calvario, al que ha llegado cargando sobre sus hombros el santo leño en que debe redimir al mundo y rescatando del poder infernal. Los verdugos, transformados en rabiosos tigres, le arrancan tan apresuradamente sus vestiduras, que, estando la túnica pegada al llagado cuerpo, se llevan con ella pedazos de piel y carne, corriendo de nuevo la sangre del Inocentísimo Cordero, que despojado y desnudo, queda expuesto a las miradas del insolente populacho, siempre dispuesto a burlarse de la inocencia y escarnecer el pudor.

 

ORACIÓN

¡Benignísimo Redentor nuestro, que anhelando dar tu vida para redimirnos y rescatarnos de la tiranía del demonio, sufres la afrentosa desnudez y vergüenza que aflige más los tormentos! Perdona mi sensualidad e inmodestia, e infunde en mi alma y cuerpo, la santa virtud de la pureza, y concédeme por tu preciosa sangre, la gracia que te pido. Amén.

 

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

Contemplemos hoy al buen Jesús, extendido sobre el afrentoso madero para ser crucificado, un clavo puntiagudo, penetra la carne de su mano derecha y a los golpes del martillo, rasga sus venas y nervios, como la mano izquierda contraída no llega al agujero señalado, átanla con cordeles, y tirando del brazo con tal fiereza, que le descoyuntan los huesos, horadan con gruesos clavos, los divinos pies que tanto se afanaron en buscar a la oveja perdida, y levantando la cruz en alto, la dejan caer de golpe en el hoyo abierto de una peña. Estremécese todo el cuerpo del soberano Rey, y la sangre brota a raudales, bañando el sacro madero y la roca.

 

ORACIÓN

  ¡Divino Mártir del Gólgota, que voluntariamente te has entregado a la muerte por mi salvación! Perdona la ceguedad y negra ingratitud de esta vil criatura, que tantas veces te ha entregado a los más execrables delitos, y conviérteme de fiera cruel en manso cordero, obediente a tu divina ley, y por tu preciosísima Sangre, tan pródigamente derramada, concédeme la gracia que te pido. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

CONSIDERACIÓN

Contemplemos en este último día a nuestro amado Redentor, clavado en la cruz entre dos ladrones, el cuerpo desfigurado y convulso, coronada de espinas su cabeza, hundidas sus mejillas, amoratado su rostro, paralizada su lengua, eclipsados sus ojos, entreabiertos sus labios, atravesados sus pies, taladradas sus manos, descoyuntado en fin y agonizando el más hermoso de los hijos de los hombres. La Víctima Santa, el Eterno Sacerdote según el orden de Melquisedec, el Rey del Universo, que rebosa de amor las almas, se vuelve a su Padre, pidiendo perdón por los verdugos: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” Después de tres horas de mortal agonía, mirando al cielo y alzando la voz, exclama: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” e inclinando la cabeza, expira el Salvador de la humanidad. La naturaleza toda se estremece ante el horrible deicidio, solo el corazón del hombre permanece impasible. Un soldado atraviesa con su lanza el costado de Cristo, y de esa herida, brota un raudal de sangre y agua, que cura la ceguera de Longinos y lava los pecados de las almas.

 

ORACIÓN

¡Oh Redentor amabilísimo, que mueres en medio de malhechores y entre indecibles tormentos, rogando al Eterno Padre por los verdugos, y dejando tu costado abierto a la humanidad, cual fuente de vida y puerta del cielo! Dígnate perdonar a este pecador arrepentido, que, postrado al pie de la Cruz, deplora sus pecados e implora tu clemencia. Lávame y purifícame con tu preciosísima Sangre, y concédeme por tu Pasión y Muerte, la gracia que te pido. Amén.

 

 

Su Excia. Mons. Dr. Francisco F. Castro y Ramírez, Obispo de Santiago de María, concede 100 días de indulgencias, a quien devotamente rezare este novenario.

 



 

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