jueves, 25 de febrero de 2021

TRIDUO AL CRISTO DE LA BUENA MUERTE

 


TRIDUO AL SANTISIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE

 

 El Emmo. señor Cardenal Cienfuegos, Arzobispo de Sevilla, concedió cien días de indulgencia. El Excelentísimo e Ilmo. Señor D. Blas Joaquín Álvarez de la Palma, Arzobispo de Granada, ochenta días, y el Excmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. Juan Maura Gelabert, Obispo de la Diócesis de Orihuela, cuarenta días por cada vez que devotamente se rezare esta, rogando a Dios Nuestro Señor por los fines santos de nuestra Madre la Iglesia Católica Apostólica Romana.

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, a vuestros pies postrado, vengo una vez más, a pediros perdón de todas mis culpas y pecados; me arrepiento Señor y ya no quiero ofenderos más. Cuando os veo clavado en la Cruz, coronado de espinas; cuando veo vuestro cuerpo despedazado por los azotes, me avergüenzo de pensar que todos esos padecimientos son causados por mis pecados, me pesa y confunde tanta ingratitud, Perdonadme Jesús mío, según tu gran misericordia, de haberos ofendido, no más pecar y arrepentido espero veros y gozaros en el Cielo. Amen.

 

ORACIÓN PREPARATORIA

Adorable Redentor mío crucificado que  pendiente del sagrado leño de la Cruz  sufristeis por redimirnos la muerte más  cruel e ignominiosa, precedida de amarguísima agonía en cuyo dolorosísimo trance de la BUENA MUERTE, os contemplo y adoro en esa Venerada Imagen providencialmente legada a los alicantinos, en  esta hermosa Colegiata de San Nicolás;  no permitas Señor malogre el fruto de un  sacrificio de valor infinito, y asistidnos  con vuestra gracia, consiga por vuestra  acerbísima muerte, alcanzar la gloria eterna en el Cielo. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

MEDITACIÓN

EI Hijo de Dios hecho hombre aparece como un reo vilísimo que está sufriendo el fallo de la humana justicia, y entre dos malhechores, que sufren la misma pena, como si fuera el más culpable. ¡Que error el de la humana justicia! pero; ¡que amor tan grande el de Jesús, al aceptar la sentencia que, merecida por nuestros pecados, hizo descargar sobre si todo el rigor de la divina justicia, efectuando de esta suerte la reconciliación de Dios con los hombres!

Si al Santo de los Santos le juzgan de ese modo, ¿con qué derecho nos podremos quejar, cuando se nos menosprecie y se realice en nosotros lo que para nuestra enseñanza nos anunció el mismo divino Salvador?: «Si a mí me han calumniado, también a vosotros os calumniarán». En semejantes casos miremos a Cristo lleno de oprobios y consolémonos con él.

 

 

PUNTO SEGUNDO

MEDITACIÓN

Almas débiles y delicadas, las que con horror miráis cualquiera clase de mortificaciones, levantado vuestros ojos a esa Cruz y ese es el lecho donde descansa el Rey de la gloria. No descansa su delicado cuerpo sobre suaves plumas, no reclina su cabeza sobre blanda almohada, no está envuelto su cuerpo en finísimas holandas, ni abriga sus ateridos miembros la blanca lana de las ovejas de Galilea; la dura Cruz, las penetrantes espinas de la corona y los clavos que agujerean sus manos y pies benditos, todo eso se le ofrece al amorosísimo Salvador, al terminar su carrera entre los hombres. Nuestras penas y dolores, ¿pueden compararse jamás con las del Crucificado? La sin razón de nuestras quejas debe colorear nuestras mejillas por el carmín de la vergüenza.

 

ORACION

¡Oh Santísimo Cristo de la BUENA MUERTE que descendiste de los cielos a la tierra desde el seno del Padre y derramaste tu preciosa Sangre para la remisión de nuestros pecados: te rogamos humildemente que, en el día del juicio, colocados a tu derecha, merezcamos oír aquellas palabras: Venid, benditos... Que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

ADOREMOS LAS CINCO LLAGAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

 

A la Llaga del pie izquierdo. Salúdote, Oh Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Señor Jesucristo, y os pido, Señor, por ella, me perdonéis cuanto os he ofendido con todos mis pasos y movimientos.  

Padre Nuestro, Ave María y Gloria Patri.

 

A la Llaga del pie derecho.  Salúdote, Oh Santísima Llaga del pie derecho de mi Señor Jesucristo, y os pido, Señor, por ella, me perdonéis cuanto os he ofendido con todos mis pasos y movimientos.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria Patri.

 

 

A la Llaga de la mano izquierda. Salúdote, Oh Santísima Llaga de la mano izquierda de mi Señor Jesucristo y os pido, Señor, por ella, me perdonéis cuanto os he ofendido con la vista y demás sentidos.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria Patri.

 

A la Llaga de la mano derecha. Salúdote, Oh Santísima Llaga de la mano derecha de mi Señor Jesucristo, y os pido, por ella, me perdonéis cuanto os he ofendido con el mal empleo de mi memoria, entendimiento y voluntad. 

Padre Nuestro, Ave María y Gloria Patri.

 

A la Llaga del Santísimo Costado.  Salúdote, Oh Santísima Llaga del Costado de mi Señor Jesucristo, y os pido por ella, que, así como fue herido vuestro corazón a hierro de lanza y el de vuestra Madre, Dolorosísima con el cuchillo de dolor, así penetren en el mío vuestras soberanas luces para siempre amaros y nunca más ofenderos, queriendo, antes morir que pecar.

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri

 

Ahora pida cada uno la gracia que desee conseguir

 

ORACION FINAL PARA LOS TRES DIAS

Oh SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE: Te rogamos Señor que eches tus miradas sobre esta familia, por la cual Nuestro Señor Jesucristo no dudó entregarse en manos de los malvados y sufrir el tormento de la Cruz. Que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. Ave María Purísima.

 

Se rezará un credo con los Brazos abiertos y una Salve a María Santísima de Las Angustias con la siguiente jaculatoria:

 

Madre llena de dolor,

Haced que cuando espiremos

Nuestras almas entreguemos

En las manos del Señor;

 

 

 

DIA SEGUNDO

 

MEDITACIÓN

PUNTO PRIMERO

Señor, pediste de beber un día a la Samaritana y no te dio; volviste a pedir lo mismo en tu, agonía y no solamente te lo negaron, sino -que en su lugar te dieron hiel y vinagre; no quisieron en ninguno de los dos casos mitigar la sed que te devoraba ¿Que menos podías pedir Señor, a los hombres que un poco de agua? ¿No habían sido ellos socorridos por Ti en todas sus necesidades? No digo agua, la sangre de sus venas te habría dado aquella amantísima Madre que estaba al pie de la Cruz. ¿Cuál sería su pena, al ver que nadie quería remediarte y que Ella misma con todo su amor podía socorrerte? ¡Cuánta no es la solicitud de una cariñosa madre para proporcionar a su hijo moribundo el más ligero alivio en sus sufrimientos a costa de cualquier sacrificio!  ¡Y esto que le es dado a cualquiera madre, no le es permitido a la Madre del Hombre Dios!

 

PUNTO SEGUNDO

Pero, ¿es la sed material la que produce tales angustias en el Redentor? Había El  predicado en el sermón del Monte: «Bienaventurados los que tienen sed de la justicia», y aunque es cierto que por la pérdida  de la sangre lo atormentaba la sed material, era mucho más ardiente la sed de su  corazón, que ansiaba la salvación de las  almas, por las que vertía hasta la última  gota de su sangre. No le neguemos las nuestras, ya si para entregárselas es necesario cualquier sacrificio, no rehusemos, como la Samaritana, el aplacar su sed; y si seguimos pecando y si contumaces en nuestros vicios multiplicamos las ofensas, ¿Qué otra cosa hacemos, sino proporcionarle la amarga hiel y la acidez del vinagre? No, Señor, que no sea así. Si Tú en el Sacramento del Amor refrescas nuestras almas con la celestial bebida de tu sangre, con la que mitigas el ardor de nuestras pasiones, ¿no será justo que mitiguemos también tu sed, según los deseos de tu corazón?

 

ORACION DEL DIA

Amantísimo Jesús, por el abandono que sufriste en de la Cruz que te hizo clamar al Padre, te suplicamos, Señor, no permitas que te abandonemos por el pecado en esta vida, para que en tu compañía seamos felices en la eterna. Por el mismo Señor Jesucristo que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DIA TERCERO

 

MEDITACIÓN

PUNTO PRIMERO

Estaban al pie de la Cruz la Santísima, Virgen, el Evangelista San Juan, María Magdalena y las otras Marías. Esta fue la fiel compañía de Cristo en su dolorosísima Pasión y primera Guardia de Honor hasta que exhaló el último suspiro, como también fue el fúnebre cortejo hasta que dejaron su sagrado cuerpo en el sepulcro.  Juan y la Magdalena, la inocencia y la penitencia, el virgen Juan y la arrepentida pecadora; no podían faltar al pie de la Cruz los representantes de las dos clases de predestinados. Si por desgracia dejaste el camino de Juan, preciso te ha de ser, si  quieres llegar a la eterna bienaventuranza,  que sigas en pos de la Magdalena por el  del arrepentimiento y penitencia; pero inocentes y penitentes, justos y pecadores no  podrán caminar hacia el cielo, si no tiene  fija su mirada en la Cruz de Cristo, porque  esta Cruz alentará a los justos a perseverar en el bien obrar, los animará a mortificar sus pasiones, fijará el santo temor  de Dios en sus corazones y perseverarán  hasta el fin. Esa misma Cruz bendita recordará a los pecadores el perdón obtenido de la misericordia de Dios, trayéndoles a la memoria las pasadas caídas, los hará más cautos y precavidos para no caer en adelante, reconociendo siempre la bondad y misericordia del Crucificado que purificó sus almas con su preciosa sangre.

 

PUNTO SEGUNDO

Bendita seas tú, Señora, que, como firmísima roca, combatida por todas partes por el furioso oleaje de tantas tribulaciones y angustias permaneciste al pie de la Cruz de tu divino Hijo. No aparecías al  lado de tu Hijo, cuando le cantaban «Hosanna, hijo de David», ni cuando quisieron  hacerle Rey, ni cuando obraba alguno de  aquellos portentosos prodigios; pero,  cuando las muchedumbres maldicen y  blasfeman a tu querido Jesús, cuando como en reo e insigne malhechor, caminando  ya al suplicio con el pesado madero y  cuando, finalmente, agoniza en la Cruz;  ¡ahí entonces, Madre mía, entonces no le  abandonas; quieres ser compañera en sus dolores; es que quieres beber con El el  cáliz dela amargura, tener parte con El  en la redención de los hombres y que su  sangre y tus lágrimas constituyan el tesoro que han de aprovechar tus hijos en los  siglos venideros. Y como por tu mano se han de repartir esos tesoros; tenme siempre a tu lado, que yo también soy tu hijo y quiero honrarte en la tierra para después alabarte y bendecirte con el dulcísimo fruto de tu vientre en las eternales mansiones. Amén.

 

ORACIÓN

¡Benignísimo Jesús de la BUENA MUERTE! Concédenos Señor, por las penas y dolores que padecisteis en aquellas tres horas de vuestra agonía en la Cruz, el sentirlas compasivo, escuchar atentamente vuestras palabras y perseverar junto a esa Cruz con vuestra Madre y el Discípulo Amado, hasta que dejemos nuestras almas en vuestras santísimas manos, al exhalar el último suspiro, como Vos, Señor, lo hicisteis en las del Padre Celestial.  Amén.  

 

 

HIMNO

AL SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE

CORO

Cantemos de Jesús su Buena Muerte

Himnos de Compasión

Cantemos y en su dulce Compañía

Resuene una Oración,

Que de su Eterno Padre.

Mitigue la justa indignación

 

ESTROFA

¡Oh Señor de los que imploran;

¡Oh mi buen Jesús Amante;

En tu Oración Constante

por Alicante no ceses de pedir;

Por el triunfo de la Iglesia

Por la paz de las Naciones.

Por tus fieles Corazones

hasta nuestro último latir.

 

 

 

GOZOS A LA PRECIOSA SANGRE DE NUESTRO BUEN JESÚS

Pues morir Padre y Señor

En una Cruz afrentosa

Por vuestra Sangre Preciosa:

Dadnos Jesús vuestro-amor,

 

Esposo de Sangre hermoso

Que en vuestra Circuncisión

Con ternura y compasión

La derramáis cariñoso

Y pues tierno y amoroso

Pagáis por vuestro deudor

 

En el huerto de las penas

Entre angustias y agonías

Dais amante por mil vías

La sangre de vuestras venas:

Y pues con dulces cadenas

Rendís nuestro desamor

 

Ríos de Sangre corrieron

De vuestro cuerpo Sagrado

Cuando a golpes maltratado

Con tanto azote le hirieron

Todo una llaga os hicieron

Siendo el hombre el ofensor

 

Vos de espinas coronado

Tanta. Sangre derramáis

Que casi, mi bien, cegáis

Todo el rostro ensangrentado

Y pues tierno y lastimado

Pagáis por vuestro deudor.

 

Al llegar desfallecido

Y sin aliento al Calvario

Un aleve y temerario

Os arrebata el Vestido

Piel y Sangre mal herido

Nos dais en este rigor,

 

Claros son nuestros delitos

Que en una Cruz os fijaron

Y pies y manos rasgaron

Con dolores exquisitos

La sangre de Abel dá gritos

En favor de su agresor

 

Difunta vuestra hermosura

Un ciego, el más atrevido

El dulce pecho os ha herido

Derramando con ternura

Raudales de gran dulzura

La fuente del Salvador.

 

V. Redimiesti nos, Domine in Sanguine tuo

R. Et fecísti nos Deo nostro regnum.

 

OREMUS Omnipotens Sempíterne Deus, qui Unigenitum Filium tuum mundi Redemptorem constituisti, ac ejus Sanguine placari voluisti; concede nóbis,  quaesumus; salutis nostres pretium ita venerari, atque a praesentis vitae malis  ejus virtute defendi in terris, ut fructu perpetuo Iaetemur in coelis. Qui tecum vivit et regnat in únitate, etc. Amen.

 

Tomado del Libro “Visita y Triduo al Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Prodigiosa Imagen Venerada en la Colegiata de San Nicolás de Alicante”. Por Manuel Galbis Belda, canónigo de la misma, y peregrino de Tierra Santa. Año de la Virgen del Pilar, 1940. Alicante, España. Antonio Illán, impresor

Colaboración de Carlos Villaman






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