TRECENARIO
EN HONOR DE LA GLORIOSA VIRGEN SANTA EULALIA
Puesto
de rodillas ante el sepulcro o imagen de santa Eulalia, levantando tu corazón a
Dios, y avivando tu fe y devoción, harás la señal del cristiano (lo que
ejecutarás todos los días) y el siguiente u otro semejante.
ACTO DE
CONTRICION
Señor
Dios mío Jesucristo, Dios у hombre verdadero, en quien creo, en quien espero, y
a quien amo sobre todas las cosas: me pesa en el alma de haberos ofendido, por
vuestra infinita bondad. Propongo con todo mi corazón la enmienda de mi vida, y
hacer penitencia de mis pecados. Perdonadme, Jesús, por vuestra santísima Pasión,
y por los merecimientos de vuestra Madre purísima, y por la intercesión de
vuestra estimada esposa santa Eulalia, mi venerada Patrona, a cuyo honor consagro
este devoto Trecenario, a mayor gloria vuestra. Amen.
DIA
PRIMERO
MEDITACION
Considera,
cristiano, el esfuerzo de espíritu, con que la tierna virgen santa Eulalia se
presentó al presidente Daciano, confesando públicamente la santa fe de nuestro
señor Jesucristo, y afeándole la impiedad con que perseguía y atormentaba a los
adoradores del verdadero Dios. ¡Oh! cuánto dista tu fe de la de esta esforzada
doncella! ¡Piensa cuán muerta la tienes con tus obras contrarias a la misma fe
que profesas! ¡En tantos años de bautizado, cuán pocos has vivido como
cristiano! ¡Qué pocos, y cuán tibios han sido los actos de fe que has hecho!
Mira cuán valerosamente sufre nuestra Santa los apretados cordeles, con que de
orden del bárbaro presidente la atan en la cárcel los verdugos, é inhumanamente
descargan sobre sus delicados miembros muchos y rigurosos azotes. ¡Cuánto
padeció en este primer martirio! Pero como padecía por el nombre de Jesús y á
ejemplo suyo, fueron para la Santa blandos los cordeles, y dulces los azotes. ¡Cuán
al contrario te sucede a ti! Los lazos de los divinos mandamientos, que te
ligan como cristiano, te parecen duros y pesados, porque tienes tu fe dividida
del amor de Dios: por eso los rompes viviendo suelto a tus pasiones y apetitos.
Avergüénzate de tu delicadeza, pues no sabes ni quieres sufrir por amor de Jesús
el más leve azote, con que su Majestad, por lo que te ama, castiga en esta vida
tus pecados: atiende con ternura y deseo de imitación al esfuerzo y serenidad
con que santa Eulalia recibe tantos y tan crueles de la mano de un tirano,
rubricando con su sangre virginal la fe de Jesucristo. Coteja su inocencia con
tu malicia, y dile con humilde devoción:
ORACION
¡Oh
animosa virgen santa Eulalia! ¡Cuán valiente fuisteis en la fe! Ella os impelió
a salir en la oscuridad de la noche de la casa de vuestros padres, y entrar en
esta ciudad acompañada únicamente de vuestro valor, у de vuestro ángel Custodio,
para confesar ante el tirano, que no había otro Dios que Jesucristo, hijo del
eterno Padre y de María virgen. La fe os dio esfuerzo para dejaros atar
fuertemente, y azotar con bárbaro rigor, como si fueseis vil esclava, siendo
realmente noble por vuestro linaje, y mucho más por Esposa de Jesús. ¡Bendita у
alabada seáis una y mil veces, por vuestra heroica fe! Os ruego humildemente,
me alcancéis de su Majestad una viva у animosa fe, para confesar no solo con
palabras, sino también con las obras, la santa ley que profeso. Haced, Santa mía,
que las tinieblas de mis pasiones no me arredren, ni impidan la confesión de mi
fe; antes, saliendo de ellas, santifique con obras de cristiano el nombre de
Dios, cuya fe por su misericordia profeso. Romped, con vuestra intercesión, las
duras cuerdas de mis pecados, que me tienen atado en el camino del infierno,
como vil esclavo del demonio. Alcanzadme valor para sufrir con santa resignación
los azotes con que el Señor quisiere benignamente castigar mis culpas, o probar
mi fe. Recíbalos de su santísima mano, como efectos de su misericordia, que
antes quiere castigarme en esta vida, que en la otra. Rogad a vuestro dulce
Esposo, me conceda ánimo y esfuerzo para aplicarme el azote de la penitencia,
que merecen mis pecados. Hacedme, Virgen fidelísima, esta gracia, que os
suplico, por el dolor que padecisteis en vuestras ataduras y martirio de los
azotes; para que manteniendo siempre viva y animada la fe, por ella logre su
premio, que es la vista clara de Dios en la eterna gloria. Amen.
Ahora
se hará un poco de pausa, meditando lo que se ha leído, y rogando a santa Eulalia
la merced particular que se desea conseguir en este Trecenario. Después, en
reverencia de los martirios que padeció la Santa, especialmente del que padeció
en el lance de hoy, se rezarán tres Ave Marías, las que se cerrarán con un
Gloria Patri. (Y esto se hará todos los días). Luego se hará el ofrecimiento
diciendo hoy:
OFRECIMIENTO
Gloriosa
patrona santa Eulalia: fuerte columna de la fe, y protomártir de los españoles
tarraconenses: os ofrezco estas Ave Marías, en memoria y honra de los martirios
que padecisteis animosa en defensa de la fe de Jesucristo; especialmente del
primero de los azotes, con el cual acreditasteis los esfuerzos de la misma fe,
y glorificasteis a vuestro enamorado Esposo. Admitid este pequeño obsequio de
mi devoción, y con él la confianza con que humillado a vuestras aras os ruego
por mí y por todos los fieles de la santa Iglesia, con especialidad por
vuestros devotos, que os veneran como Patrona. Seáis Abogada de los caminantes,
que os tomaren por guía en sus viajes, dándoselos muy felices. Encaminadnos a
todos a nuestra patria celestial, en donde amemos y alabemos eternamente a
Dios. Amen.
Cántense, o récense
(si se quiere) los gozos con el verso y oración de la Santa, que van al fin.
DIA
SEGUNDO
MEDITACIÓN
Considera,
alma cristiana, a la animosa virgen santa Eulalia, puesta en el ecúleo, que era
uno de los más atroces tormentos, y fue el segundo martirio con que la mandó
atormentar el inhumano presidente. En él está pendiente su tierno virginal
cuerpo, rasgándole sus carnes, y despedazándolas el verdugo con agudas uñas de
hierro. ¡O qué dolor fue este tan intenso é imponderable! Pero lo padece
nuestra Santa con singular gozo, animándose ella misma con la esperanza de
llegar por este medio gozar de su dulce esposo Jesucristo. A él atiende, por él
suspira, y en él espera, pues por su amor y gloria padece. Procura, cristiano,
excitar tu esperanza, atendiendo al infinito y eterno premio que Dios te tiene
prometido, si tú peleares animosamente, y vencieres los enemigos de tu alma,
mundo, demonio y carne. Con este premio a los ojos venció Eulalia el tormento
del ecúleo, y con el mismo a los tuyos padecerás con alegría las enfermedades,
los contratiempos y la misma muerte. ¡Mas, ah! que poco piensas en aquel
inefable bien! ¡Qué tibiamente te espera! Tienes a tu alma sumergida en las
delicias vanas, y en los bienes perecederos de este mundo: por eso se te hacen
tan duros los trabajos, y no quieres padecer por Jesucristo, que tanto padeció
por ti, la más leve pena. En vista de la esperanza con que santa Eulalia
animosamente sufre el rigor del ecúleo, suspirando más por ver y gozar de Dios,
que por el dolor de este tormento, anímate a no hacer caso de cuanto hay en
este mundo, sino únicamente de los gozos verdaderos y eternos de la gloria. Con
esta consideración y ánimo, dirás a nuestra gloriosa Santa .
ORACION
Oh
alentada virgen santa Eulalia: ¡qué dilatada fue la esperanza de vuestro
corazón! ¡Cuánto suspirasteis por ver y gozar de aquel Señor, por cuyo amor os
dejasteis suspender en el ecúleo! Dulce y suave cama fue para vos aquel duro y
desapiadado instrumento, considerando que cuanto más os rasgaba vuestro cuerpo,
tanto más abría camino à vuestra alma, para volar ligera a regalaros con vuestro
querido esposo Jesucristo. Seáis, oh venerada Virgen, bendecida у alabada de
todos por el ánimo generoso con que sufristeis este pesado martirio. Os ruego
con toda mi alma, me alcancéis del Señor una viva y alentada esperanza, con la
cual aspire siempre a la posesión del sumo bien. Dadme aliento para sufrir cuantos
dolores y penas de carne quisiere enviarme la divina Majestad, teniendo siempre
presente los gozos de la gloria, para los cuales abren paso los trabajos de
esta vida. Trocad el gusto que tengo en los deleites y pasa tiempos de este
mundo, en deseos vivos у eficaces de los eternos del cielo. A ellos atienda, y
por ellos únicamente suspire, a imitación vuestra, para merecer acompañaros después
en el goce del sumo Bien, que ahora poseéis, y eternamente poseeréis en la
gloria. Amen.
Detente
ahora un rato para meditar, como en el primer día, (y lo mismo los demás días)
lo que has leído, rogando a Dios la gracia o favor particular que deseares
conseguir por la intercesión de santa Eulalia. Después rezarás las tres Ave Marías
el Gloria Patri, etc.
Y luego harás el
siguiente
OFRECIMIENTO
Amante
patrona, santa Eulalia: magnánima en la esperanza, y por ella gozosa en los
tormentos: os ofrezco estas Ave Marías, en memoria y honra de los martirios que
padecisteis, acreditando la firme esperanza que teníais en vuestro esposo
Jesucristo; especialmente por el segundo del ecúleo, en cuyo tormento le
disteis tanta gloria, imitándole en padecerle animosa, como su Majestad padeció
los trabajos de su pasión, por el gozo que su eterno Padre le propuso, No desechéis,
Santa mía, esta corta ofrenda de mi devota voluntad; más antes aceptadla con la
benignidad con que acostumbráis atender a los que con piadosa devoción se consagran
a vuestras aras, venerándoos como Patrona. Rogad por todos los fieles; y
dirigid en sus viajes a los caminantes, de quienes sois particular abogada.
Logremos por vuestra intercesión la divina gracia, y por ella la eterna gloria.
Amen.
DIA
TERCERO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, que, estando la santa virgen Eulalia pendiente en el ecúleo, mandó
el tirano aplicar a sus santos pies ardientes ascuas: sin duda, para vengarse
de los pasos que habían dado para venir a Barcelona a confesar y predicar la
divinidad de nuestro Señor Jesucristo. ¡Oh virginales pies! dignos sois de ser
honrados, y engastados en oro purísimo por los pasos que disteis para gloria de
Dios, y honra de nuestra santa fe. Los míos son los que merecen ese fuego, que
abrasa los vuestros pues no solo no han dado paso a honra del Señor, sino
muchos para ofenderle, siendo así que su Majestad dio tantos para redimirme у
salvarme. Ahora, abrasado fénix del divino amor, empezáis á mostrar los ardores
de vuestra encendida caridad. Piensa, cristiano, que no siente nuestra Santa el
fuego que le quema las plantas, porque es mayor la llama del amor de Dios, que
le abrasa el corazón. Este fuego la sirve de luminaria, que festeja a la virgen
Eulalia, por la belleza de los pasos que en la tierna edad de catorce años ha
dado para lustre de la Religión cristiana. ¡Oh! como dice a Jesucristo: Gracias
os doy, amado Esposo mío, porque me hacéis digna de padecer este tormento por
vuestro amor; más bien sabéis vos, que más que mis pies con este fuego violento,
arde y se abrasa mi alma en el suavísimo de la caridad. ¡Oh! arda el nuestro en
la llama del divino amor! Para encender este fuego vino el Hijo de Dios al
mundo; ¡y qué quiere de nosotros, sino que le encendamos y arda sin apagarse en
nuestros pechos! Atiende bien, ¡oh cristiano!, a los sagrados pies de santa Eulalia;
y del fuego que en ellos ves, saca para ti la útil lección de la caridad. No
des paso en esta vida que no sea por amor de Dios: tus pensamientos, tus palabras,
tus acciones vayan dirigidas por esta excelentísima virtud: ella encaminó a la
virgen santa Eulalia en cuanto pensó, dijo, hizo y padeció hasta el último
aliento de su vida. Tomemos ejemplo de nuestra Santa, y encendamos en amor de
Dios a nuestras almas con el fuego de su caridad, que se manifiesta en el que
quema sus tiernos y delicados pies. Y con esta consideración у deseo le dirás:
ORACION
¡Oh amantísima de
Dios santa Eulalia! ¡Qué ardiente fue la caridad de vuestro pecho! ¡Con cuánta
intensión у ardor amasteis a vuestro enamorado esposo Jesús! ¡Oh fogoso volcán
del divino amo! Ardiendo en el fuego vuestros pies, dabais con el espíritu
alentados pasos hacia Dios, multiplicando los actos de caridad, y deseando que a
gloria suya ardiese todo vuestro virginal cuerpo. Os alabo y bendigo por la
encendida caridad, con que padecisteis ese violento martirio; y por él os ruego
me alcancéis del Señor, que antes se quemen y reduzcan a ceniza mis pies, que
no den un paso en ofensa suya. Haced que ame al que me crió y me redimió, y me
ha hecho innumerables beneficios, con todo mi corazón, con toda mi alma y con
todas mis fuerzas. Merezca por vuestra intercesión los ardores de la caridad,
que me dirijan y lleven a procurar el bien de las almas, por cuyo amor se fatigó
nuestro redentor Jesucristo. No se me hagan pesados los pasos que diere por amor
y honra de su divina Majestad. Haga todas mis obras en caridad, y sin ella
ninguna. Si lograre este suavísimo amor, ¡qué fáciles y llevaderos se me harán
todos los trabajos de esta vida! Por él y con él padecisteis vos el fuego de
vuestros pies, como si fuese blando у fresco rocío que los regaba. Arda pues,
amante Patrona mía, mi alma en este dulcísimo fuego: arda sin consumirse jamás,
para que me suba a su propia esfera, que es la gloria, en donde con vos
continúe y consume el amor de Dios por toda la eternidad. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave
Marías, etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Venerada
patrona, santa Eulalia: abrasada mariposa en la llama de la caridad, y por ella
bien hallada en los tormentos: Ofrézcoos estas Ave Marías en memoria у honra de
los martirios que padecisteis por el amor en que os abrasabais, de vuestro
amante y amado esposo Jesús; especialmente por este tercero del fuego de
vuestros pies, asemejándose a los de su Majestad, que en señal del amor que nos
tiene, los mostró a san Juan ardiendo en llamas de fuego. Admitid con esta ofrenda
el corazón que os consagro, porque arda con el fuego de vuestra caridad.
Aceptad asimismo el dé todos vuestros devotos, que os aplauden como patrona y
tutelar. Rogad a Dios por todos los fieles de la santa Iglesia; y sed norte y guía
de los caminantes, de quienes sois especial abogada. Guiadnos con las luces de
vuestra caridad a la patria celestial, en donde veamos y amemos a nuestro Dios
trino y uno por los siglos de los siglos. Amen.
DIA
CUARTO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, que no satisfecha la tiranía con el acervo martirio que abrasó con fuego
los pies de santa Eulalia, aplicó hachas encendidas a sus costados y pechos
para que ardiera en sus llamas aquel cuerpo virginal. ¡O! ¡qué víctima tan
agradable a los ojos del divino Esposo! Se abrasa toda en el fuego, para que
aquella mansa cordera se le ofrezca como holocausto. Atiende en este martirio a
la prudencia de santa Eulalia; pues en vez de prorrumpir en ayes de dolor, por
la pena que le causan las voraces llamas, entonan sus labios suaves letras de
alabanzas a su Esposo, dándole gracias por el beneficio de aquel tormento.
Aprende de nuestra Santa la noble virtud de la prudencia en los lances de tribulación:
déjate en las manos de Dios, con confianza y conformidad; y dale gracias de que
te haga digno de padecer por su amor. ¡Cuánto distas de esta prudencia! Te
quejas neciamente, apenas asoma el menor trabajo, y en vez de acudir a Dios,
como a padre y provisor, pones tu confianza en las criaturas, en quienes no hay
salud. No imitas a la virgen prudente santa Eulalia, sino a aquellas cinco
necias, que hallándose atribuladas, en lugar de acudir para el remedio al
Esposo, le buscaron vanamente en sus compañeras. Nuestra Santa le buscó en el
Señor; y le halló tan pronto y eficaz, que no consumiendo el fuego su cuerpo
virginal e inocente, se volvió contra los verdugos que la atizaban,
abrasándolos dolorosamente como instrumento de la divina justicia. Con la consideración,
pues, de este tormento, y de la sobrenatural prudencia de santa Eulalia,
levanta tu corazón a Dios, y haz a su querida Esposa la siguiente
ORACION
¡Oh prudentísima
virgen santa Eulalia! ¡Qué admirable fue vuestra prudencia, en los lances de
tribulación! ¡Oh digna de entrar en las bodas del Esposo divino! Pues no solo
arden las lámparas de vuestra fe y caridad, sino también todo vuestro cuerpo en
sacrificio de la majestad de Dios. Arden vuestros costados, para que merezcan
el de nuestro Redentor: arden vuestros pechos, para que sean hermosa custodia
del Espíritu divino; y es tan racional el fuego, que, dejándoos a vos lucida
para las eternas bodas, se ceba en los tiranos, para quemarlos como tizones
destinados al infierno. ¡Qué alabanzas y cánticos no merecéis por la prudencia
con que os pusisteis, como sabia virgen, en las manos de vuestro esposo Jesús!
Os ensalzamos por el denuedo con que os dejasteis abrasar por su amor vuestros
costados y pechos; y por este martirio os ruego me alcancéis del Señor esta
virtud, que mande y gobierne las acciones de mi vida, como reina coronada de
todas las virtudes morales. Hacedme, magnífica Virgen, circunspecto entre los
muchos riesgos y precipicios de este mundo. Suplicad a vuestro Esposo, que
cuando me hallare oprimido de la necesidad, sepa recurrir confiadamente a su
divina Providencia, imitándoos a vos, que así lo practicasteis en medio de las
llamas, que os abrasaban los pechos y costados. Si alguna vez me viere invadido
del fuego violento de la tentación, vuélvase contra mi enemigo, y quede yo
libre y exento de los tiznes de sus llamas. ¡Oh mi venerada Patrona! ¡Tened
compasión de este miserable, cuyo pecho y costados se abrazan muchas veces con
el fuego de la concupiscencia! Alcanzadme auxilios sobrenaturales, para que los
apague con la divina gracia, y victorioso con ella, cante al Señor sus
misericordias, y le haga gracias por sus beneficios. Así lo espero de vuestra
benignidad; y así prudente en todas mis acciones, como vos lo fuisteis,
mereceré llegar a las puertas del cielo, y entrar a los eternos desposorios de
la gloria. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave
Marías, etc. Y luego harás el siguiente:
OFRECIMIENTO
Benéfica
patrona santa Eulalia: sabia y prudente virgen, que vencisteis el fuego con que
quiso la malicia tirana atormentar vuestros pechos y costados: os ofrezco estas
Ave Marías en memoria y reverencia de los martirios que por Jesucristo
padecisteis, especialmente en este cuarto de las hachas encendidas. Admitid los
respetos y veneración con que os las ofrezco; sean a gloria de vuestro esposo Jesús,
y en honra y alabanza de vuestra insigne prudencia, superior a la edad que teníais,
pero igual a la mucha gracia que os adornaba. Rogad al Señor por los miembros
de su místico cuerpo, con especialidad por los que os tributan rendimientos y
respetos particulares como a su patrona. Dad feliz viaje a los que se
encomendaren a vos, como protectora de los caminantes. Y pues todos lo somos en
esta vida, haced con vuestra intercesión, que lleguemos felices al término de
nuestra peregrinación, en donde para siempre descansemos con la vista у fruición
de la indivisible divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
DIA
QUINTO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, cuánto brilló en la virgen santa Eulalia la virtud cardinal de la
justicia, en el quinto martirio que padeció. Este fue, derramar sobre su
virginal cuerpo, lastimado del fuego y por todas sus partes llagado, mucho aceite
hirviendo, sirviéndola de nuevo y duro tormento aquel licor que suele ser para
otros lenitivo y medicina. ¡Oh cómo le renovaron a nuestra Santa con este dolor
los pasados dolores! Atiende asimismo cristiano, ¡cuál está nuestra santa
Virgen en este pesado martirio! ¡Qué justa se presenta a los ojos de Dios у de
los hombres! Se aparta del mal y hace bien, que son las dos partes de la
justicia. Se aparta del mal, porque no le quiere, ni desea a los que tan
injustamente la ofenden: hace bien, porque se sirve del aceite para considerar
en él la divina misericordia, y solicitarla en su corazón para los mismos que con
tanta impiedad la maltratan. Oh
justísima Virgen! ¡Cuánto se holgaría vuestro Esposo, viéndoos tan justa en
medio de la mayor injusticia! ¡Y cuánto os consolasteis vos con aquel cruel
aceite! Él sirvió de pábulo a la lámpara de vuestra justicia; porque al paso
que sus hervores os martirizaban el cuerpo, se os aumentaba la virtud en el
alma. Aceite que hierve у lástima son oh cristiano, las injusticias, las
persecuciones, las graves calumnias: si le echaren sobre ti, no pierdas la
justicia de tu espíritu; no te tires al mal, volviéndole a tu enemigo; mas antes
hazle bien, y con el bien vence tu mal. Esto te enseña la santa virgen Eulalia;
pues en el recio tormento del aceite con que le ungen sus llagas, tiene compasión
de los verdugos, y ruega a su Esposo por ellos, doliéndose solamente del pecado
que cometen. Considerándola, pues, en este martirio, la dirás:
ORACION
¡Oh
virgen de heroica justicia, santa Eulalia! ¿Quién podrá dignamente celebrar la
que practicasteis en este martirio? Vos en vez de tener un piadoso Samaritano
que aplicase a vuestras abiertas llagas aceite de blandura y suavidad que os
minorase el dolor, tuvisteis inhumanos verdugos, que os las ungieron con aceite
de rigor y crueldad para acrecentar vuestro sentimiento. Por ese martirio seáis
bendecida y alabada; y por él os ruego, me alcancéis de vuestro dulce Esposo la
justicia, que me falta, para derramar sobre mis enemigos el aceite de la
misericordia; es a saber, amor a sus personas, como prójimos, y perdón de las
ofensas que me hubieren hecho. Haced, Patrona mía, que no prorrumpa mi corazón
en deseo de hacerles mal o vengarme de ellos; antes bien os imite a vos, que
herida у maltratada no les deseasteis mal alguno, sino que se convirtiesen a
Dios. Inclinad mi voluntad a hacerles bien, y rogar por ellos al Señor, como
vos lo ejecutasteis en medio de vuestros tormentos. Oíd ésta mi súplica, para
que, manteniéndome en cristiana justicia, logre la bendición de los hijos de
Dios, a quienes tiene prometido el Padre celestial la corona de justicia y de
misericordia, en la gloria de la eterna bienaventuranza. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave
Marías, etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Dulce
patrona mía, santa Eulalia: virgen justísima según el corazón de Dios: os
ofrezco estas Ave Marías, en memoria у honra de los martirios que en la tierna
edad de catorce años padecisteis por la justicia; y especialmente del quinto
del aceite hirviendo, que tan acerbamente maltrató vuestro sagrado cuerpo. No desechéis
esta ofrenda, que aunque corta a vuestro mérito, nace de un corazón dedicado a vuestros cultos у veneración. Aceptad asimismo las
ofrendas de vuestros devotos, singularmente las de aquellos que os aclaman
patrona y protectora. Rogad al Señor por la santa Iglesia, y por la paz y
concordia entre los Príncipes cristianos. Sed para los caminantes que os
invocan, ángel tutelar, que los libre de todos los riesgos, y los lleve al
término de sus, viajes con toda felicidad, y a todos alcanzadnos la divina
gracia, para merecer con ella la eterna gloria. Amen.
DIA
SEXTO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, la invencible fortaleza de la virgen santa Eulalia en el sufrimiento
del sexto martirio. Mandó el tirano revolverla y sepultarla en viva cal, para
que con su ardor y violencia le penetrase el dolor hasta las entrañas. ¡Oh
tierna Virgen! ¿Hubo en vuestro deli cado cuerpo fuerzas para sufrir tan atroz
tormento? Sí le hubo, porque era mayor la fortaleza de vuestra alma, que la
delicadeza у ternura de vuestro cuerpo: mayor era vuestro coraje para padecer
por Dios, que la crueldad del tirano para atormentaros. Al paso que éste os aplicaba
nuevas penas, crecía en vuestro ánimo el valor y la fortaleza. Esta virtud
debes procurar para no desmayar y desfallecer en las adversidades; y entiende,
que los más fuertes no son los que embisten a sus enemigos, sino los que sufren
con animosidad constante los trabajos de esta vida. Atiende cuan fuerte se
mostró santa Eulalia en este tormento; pues siendo tan activa la fuerza de la
cal, no pudo esta deshacer y desbaratar su cuerpo virginal. ¡Oh! quiera Dios,
que ninguna tribulación de este mundo te descomponga; más antes te conserves
con igualdad de ánimo, como fuerte soldado de Jesucristo. Pídelo con devoción a
la santa virgen Eulalia, considerando su insuperable esfuerzo, y diciéndole:
ORACION
¡Oh esforzada
virgen santa Eulalia: cuánto campeó en vuestra tierna edad la fortaleza de Dios!
¡Cuán superior fue vuestra soberana resistencia a los violentos ardores de la
viva cal! Os aplaudo y celebro como Virgen fuerte, hallada de vuestro Esposo,
para honra suya y de su Iglesia; у humildemente os ruego, me alcancéis de su
divina Majestad la virtud cardinal de la fortaleza, para que resista los
ímpetus de las tentaciones y adversidades de esta vida. Vos, oh valiente
macabea de la ley de gracia, vos fuisteis superior a vuestro sexo y a vuestra
edad, mostrando que todo lo podíais: en el Omnipotente que os confortaba. Haced
que fortalecido con la di vina gracia, no me amedrenten los trabajos de esta
vida, ni por ellos, ni por otra criatura deje el camino de la virtud. Alcanzadme
ánimo у valor para padecer, como vos, por amor de Jesucristo, y que, apoyado en
su divina Majestad, que es la fortaleza de los que confían en él, no
desfallezca mi espíritu en la peregrinación de esta vida; sino que camine
alentado у animoso, hasta llegar al término feliz de la eterna bienaventuranza.
Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave
Marías, etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Poderosa
patrona mía santa Eulalia: virgen fuerte y valerosa, que en la sangrienta
batalla de vuestros tormentos mostrasteis cuan superior erais en la fortaleza a
vuestros crueles enemigos: devotamente os ofrezco estas Ave Marías en memoria y
reverencia de los martirios que en vuestra tierna edad padecisteis
gloriosamente por Cristo, especialmente en honra del sexto de la viva cal que,
abrasándoos las entrañas, os alentó vuestro espíritu. Admitid esta ofrenda en
el sagrario de vuestra virginal benignidad, y con ella las de todos los fieles,
particularmente los que os honran y aplauden como su singular Patrona. Sed para
los caminantes, que a vos se encomiendan como a su abogada, el Ángel fuerte,
que con un pié en el mar los guieis seguros por sus ondas, y con otro en la
tierra los conduzcáis sin desgracia. A todos nos mantengáis firmes con vuestra
fortaleza para que lleguemos a ver y gozar de Dios con vos y demás
bienaventurados del cielo. Amen.
DIA
SÉPTIMO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, a la santa virgen Eulalia con nuevo y cruelísimo tormento martirizada;
porque viendo el tirano, que, en medio de sus exquisitas y atroces penas, se mantenía
plácida de rostro y en su ánimo templada, la acometió inhumanamente,
cauterizando sus llagas con plomo derretido, para que, a la vehemencia del
dolor, la santa Virgen se destemplase. ¡Válgame Dios! ¡Qué tormento! Nunca fue más
pesado el plomo que en esta ocasión: pero por más que pesase al virginal cuerpo,
fue muy ligero al espíritu de santa Eulalia. Mostró, como dice la Iglesia, la
misma gracia en su rostro, que en los antecedentes martirios. Oh! cuánta fue la
templanza de su alma! Cuando la violencia del plomo era capaz de turbar a un
insensible, nuestra Santa mostraba la mayor alegría y serenidad de ánimo, como
si no tuviese sentimiento. ¿Quién duda que le tenía? Pero llevaba siempre fijos
los ojos en su amado Esposo, por cuya causa padecía; y templaba con esta dulce memoria
los movimientos de la parte inferior, para que no descompusiesen la modestia y
mansedumbre de su alma. ¡Ah! ¡cristiano, cuánto te falta esta virtud de la
templanza! Piensa la necesidad que de ella tienes, para refrenar las pasiones y
movimiento de la parte concupiscible; para conservar y mostrar a tus prójimos
la mansedumbre y modestia, que tanto nos encargó nuestro divino Maestro.
Atiende a esa serena gracia y graciosa serenidad que ostenta en su rostro la
virgen santa Eulalia, agobiada con el peso ardiente del plomo derretido; y confúndele
de tus destemplanzas en las palabras de ira y en las obras de deleite.
Enamorado, pues, de su modestia y templada gracia, y avergonzado de tus
desenvolturas y destemplanza, le dirás:
ORACION
Oh
templadísima virgen Eulalia, mansa y graciosa en vuestros tormentos: me
regocijo en el alma de veros tan heroica en la virtud cardinal de la templanza,
y por ella os doy mil alabanzas. Ruégoos intercedáis con Dios para que me
conceda la templanza que debo tener en mis palabras y acciones. Confieso
humildemente, que, hasta ahora, he sido destemplado en el hablar y en el vivir;
desdiciendo de discípulo del manso y modestísimo maestro Jesucristo. Espero de
vuestra benignidad, me alcanzaréis de su Majestad el que sepa imitarle, e imitaros
en esta importantísima, virtud. Haced, venerada Patrona mía, que ni de mi boca
salga jamás palabra desconcertada y ofensiva de mi prójimo, ni el tratamiento
de mi vida ostente destemplanza, sino mansedumbre, modestia y edificación. Vos
en ese tormento, como en cátedra de magisterio, me enseñáis cual me debo portar
en los lances que me fueren pesados, como lo fue a vuestro delicado cuerpo el
plomo. Oh! sepa yo aprender esta utilísima lección, para que viviendo templado,
sobrio, justo y piadoso, espere la feliz venida de la gloria, por la gracia y
méritos de nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina en unidad de naturaleza
con el Padre y Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave
Marías, etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Benéfica
patrona mía, santa Eulalia: virgen templada, mansa y modesta, cuya gracia interior
reverberaba en la compostura y serenidad de vuestro bellísimo rostro, estando
anegada en los más crueles tormentos. ¡Alabada у bendecida seáis por vuestra
heroica templanza! Os ofrezco estas Ave Marías en memoria y honra de los
martirios que por Jesucristo padecisteis; en especial por el séptimo del plomo
derretido sobre vuestras abiertas y ensangrentadas llagas. Admitid esta ofrenda
de mi pobreza, y con ella el corazón que os presento, y el de todos vuestros devotos,
singularmente de los que os festejan y aplauden como patrona. Templad las fatigas
de los que van de camino debajo de vuestra protección: a todos los fieles favoreced
con vuestra intercesión, para que, viviendo con templanza, a imitación vuestra,
vayan después de su muerte a gozar de la vista bienaventurada de Dios en la
gloria. Amen.
DIA
OCTAVO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, que estando el virginal cuerpo de santa Eulalia hecho una llaga de
pies a cabeza, le añadió todavía la tirana crueldad otro género de tormento,
con que aumentó y redobló la pena y dolores a la tierna Virgen. Revolvió, pues,
su cuerpo sobre menudos y agudísimos fragmentos de teja, estregando y frotando
desapiadadamente con ellos las llagas. iOh tormento imponderable! En él se renovaron
los azotes, las brasas encendidas у las hachas, los ecúleos, los peines de
hierro, el aceite y plomo derretido y la cal; porque lastimaron y encrudecieron
más las llagas que habían abierto los siete primeros martirios. Mas nuestra
Santa, al paso que sumamente condolida de tan acerbo tormento, dio nuevas
gracias a Dios, porque en él se vio revolcada en tierra, pisada y abatida hasta
los frágiles y despreciables trozos de la más vil materia. Era Eulalia igualmente
humilde que magnánima; y si por su magnanimidad no la alteraban las más enormes
penas, por su humildad deseaba los desprecios y abatimientos. Ahora, sagrada Virgen,
los lográis, pues os revuelca la malicia, os sujeta y os oprime con el polvo y
lodo vil de la tierra. Atiende, cristiano, a este ejemplar, y aprende de él la
excelente virtud de la humildad, que es el fundamento de todas las virtudes. No
apetezcas ser honrado, aplaudido y ensalzado en esta vida, que todo es vanidad:
humíllate a Dios, conociendo y confesando que eres tierra, polvo y aún menos,
pues eres pecador, que es la mayor de las miserias. Abraza con gusto los desprecios,
y cuanto más abatido te vieres como sea por amor de Dios, tanto espera verte
des pues más exaltado. ¡Mira, que satisfecha está nuestra Santa en el tormento!
¡Qué contenta de verse tan abatida y despreciada por amor de su dulce esposo
Jesús! Regocíjate en el alma de la humildad que ejercitó santa Eulalia en este
durísimo martirio; y humillándote en el espíritu, dile con la mayor devoción.
ORACION
Oh
humildísima virgen santa Eulalia: ¡qué espíritu fue el vuestro tan magnánimo y
tan humilde! Abatida y pisada sobre la tierra, y atormentada con pedazos
menudos de teja disteis gracias a Dios, no solo del tormento que por su amor
padecíais, sino también del abatimiento que en aquella pena lograbais, ¡Todo el
mundo engrandezca vuestra humildad, que fue tan profunda como sublime у
levantado vuestro espíritu! Ruégoos, venerada Patrona mía, que me alcancéis de
mi Dios, que tanto se humilló por mi amor, esta virtud de que me hallo tan
falto y necesitado. Si yo no soy humilde de corazón, ¿de qué me habrá servido
la sangre que por mi derramó Jesucristo tan humillado? ¡Ay de mi soberbia! ¡Ay
de mi vanidad y engreimiento! Haced, humilde Virgen, que pierda los humos de
este malignante vicio, que arrancó de la altura de sus sillas y del corazón de
Dios, a tantos hermosísimos ángeles, volviéndolos en feos demonios, y
abismándolos en el infierno. ¡Oh! cuántos cristianos arden en él y con ellos
por el mismo vicio! Desarraigádmele, Santa mía, del corazón, y haced que me
someta, sujete y abata hasta el polvo de la tierra, pues más merezco por haber
ofendido a Dios. ¡Cómo seré verdadero devoto vuestro, si no os imito en la
humildad, que es la basa de todo el edificio espiritual, y de la sólida devoción!
Rogad, pues, a Dios por esta soberbia y vana criatura, para que su Majestad se
digne de hacerla humilde, llevando siempre a los ojos la nada de mi ser, y la
miseria de mis pecados. ¡Oh! si lograse esta dicha! La mayor sea; porque la humildad
es el primer camino, el segundo, el tercero y todos los caminos para ir al
cielo. Interceded, pues, con el Señor, para que, humillándome de corazón, y sin
hipócrita fingimiento, sea digno discípulo del divino Maestro, que nos dijo:
aprended de mí, que soy humilde de corazón. Así lograré la suprema exaltación
en aquellas sillas del cielo, que solo puede llenar la humildad, en las alturas
de la gloria. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave
Marías, etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Gloriosa
patrona mía santa Eulalia: humilde virgen; que imitasteis a vuestro Esposo en
la estimada virtud de la humildad, alegrándoos y dándole gracias por veros despreciada
y abatida por su amor: os ofrezco estas Ave Marías en memoria y honor de los
martirios que padecisteis en defensa de la santa fe; especialmente del octavo
de las tejas, que tanto os maltrataron y humillaron. Admitid con agrado esta
pequeña ofrenda, que mi rendida voluntad pone en vuestras manos, e igualmente
la de todos vuestros devotos, con especialidad los que sirven a vuestro esposo Jesús
debajo de vuestro grande patrocinio. Interceded por los que van de camino, de
quienes sois abogada, llevándolos con salud, prosperidad y gracia, por la cual
ellos y todos merezcamos ver y alabar a Dios en vuestra compañía, por los siglos
de los siglos. Amen.
DIA
NONO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, la heroica y prolongada paciencia de la virgen santa Eulalia. Cuando
des pues de tantos y tan exorbitantes tormentos parece que no tenía más que
padecer, aun halló la tiranía como atormentarla más, pues aplicó a su olfato
una hedionda y pestilente mixtura de vinagre y mostaza, que la penetró hasta el
cerebro. Oh Eulalia! Con qué gusto aplicaríais ese brebaje a vuestros labios,
para brindar con él a vuestro amado Esposo, ¡que por vos y por todos le había
bebido en su dolorosa pasión! ¡Y con qué displicencia tomamos nosotros las
amarguras de los trabajos, que tanto merecemos por nuestros pecados! El olor de
las virtudes de la virgen santa Eulalia tenía enamorado a su Esposo, como lo
manifestó, cuando milagrosamente convirtió el pan que llevaba a los pobres, en frescas
y fragantes rosas; y sin embargo sufre con la más invicta paciencia el hedor insoportable
que le presenta la crueldad en el vinagre y mostaza: tú, siendo tu vida hedor
que corrompe y escandaliza a tus prójimos, buscas las delicias y regalos de la
carne, cebándote en su aparente hermosura y aparente bondad. Vuélvete a santa Eulalia,
y atiende a la paciencia con que se deja atormentar el olfato, para ser rosa
del más suave olor para Dios, su Redentor y Esposo. Sufre tú con paciencia el vinagre
y la mostaza de la mortificación, haciendo penitencia de los pésimos olores de
tu vida, para que seas nardo de suavidad a tus prójimos, en honra y gloria de
Dios. Considerando, pues, la paciencia inalterable de santa Eulalia en este
martirio, y deseando su imitación, le rogarás humildemente:
ORACION
Pacientísima
virgen santa Eulalia: ¡con cuanta paciencia sufristeis el ingratísimo olor del
vinagre mezclado con mostaza! Esas fueron las delicias con que quiso la tiranía
regalaros después de tantos y tan pesados tormentos: más para vuestra paciencia
lo fueron, porque lo recibisteis como regalo de vuestro Esposo, que os hizo
partícipe del vinagre que gustó en el cáliz de su pasión. Seáis bendecida y ensalzada
por vuestra heroica paciencia. Esta virtud os ruego que me alcancéis, dulce
Patrona mía, para sufrir con ánimo varonil todas las asperezas de esta vida. Si
la paciencia es necesaria, como dice el Apóstol, para alcanzar los premios que
el Señor nos tiene, prometidos, ¿cómo podré conseguirlo si soy impaciente y mal
sufrido en los trabajos y contratiempos? ¡Ay de aquellos que perdieron la
paciencia! Vos, gloriosa Virgen, la conservasteis entera en todos vuestros
gravísimos martirios; y en este, que fatigó vuestro olfato y cerebro, la
mostrasteis singular, aplicándoos con gusto por amor de nuestro Señor Jesucristo.
Haced, Santa mía, que no rehúse las amarguras de la penitencia: más antes me
las aplique, para dar satisfacción a mi Dios de las ofensas contra su Majestad
cometidas. Dadme sufrimiento en las adversidades, recibiéndolas como
instrumentos de mi purificación y purgatorio anticipado, tanto más suave que el
de la otra vida, cuánto va de lo verdadero a lo pintado. Imiteos á vos, que
sufristeis este tormento como venido de la mano de Dios, aunque aplicado por
las criaturas. Hacedme esta gracia, para que muy resignado y paciente aparezca a
los ojos de Dios digno de gozar los premios de la paciencia en el templo san lo
de la gloria. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave
Marías, etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Admirable
patrona mía santa Eulalia: mansa cordera en la paciencia, que con ella disteis
glorias y alabanza al pacientísimo cordero Jesucristo. Os doy loores y aplausos
por esta insigne virtud; y os ofrezco estas Ave Marías en memoria y honra de
los martirios que con tanta paciencia sufristeis por vuestro Esposo,
especialmente por este nono del vinagre y mostaza, con el cual acrisolasteis
vuestra incontrastable paciencia. Admitid con agrado mi corta ofrenda y las de
todos vuestros devotos, singularmente vuestros paisanos, que como patrona os
veneran. Recibid los humildes corazones que os presento, y rogad a Dios por
todos los cristianos justos y pecadores. Librad de toda desgracia a los
caminantes, que se apoyan con el báculo de vuestra protección, pues sois de
ellos singular abogada. Y logremos todos por vuestra intercesión la divina
gracia, con la cual lleguemos a veros, y haceros perpetua compañía en las eternas
moradas de la gloria. Amen.
DIA
DÉCIMO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, la fiereza del tormento que padeció la virgen santa Eulalia, cuando
el tirano quemó con candelas encendidas los hermosos у delicados ojos de
aquella sencilla у cándida paloma. ¿En qué habían pecado vuestros ojos, gloriosa
Virgen, ¿para que fuesen atormentados? Los tuyos, sí que merecen esa pena, pues
sus altaneras y lascivas vistas han ofendido muchas veces al Señor: pero a los
de nuestra santa Virgen, que siempre miraron con modestia, y nunca lo que no es
lícito desear; ¿cómo permite su Esposo que sean castigados con fuego? Mas en la
paciencia y alegría con que sufrió tan exquisito у recio tormento, manifestó
cuan constante era en el amor de Dios y demás virtudes: en ellas perseveró
inmoble y sin decadencia hasta el último instante de su vida. ¡Oh! cuán al
contrario lo haces tú! Empiezas a veces una vida cristiana, o el ejercicio de algunas
virtudes, pero fluctuando como caña movediza a todo viento, no perseveras en el
bien obrar, cansándote luego, y volviendo luego a tus antiguos vicios y
vanidades. Imita, cristiano la inalterable constancia en el padecer por amor de
Dios, que manifestó santa Eulalia cuyos ojos dolorosamente quemados, no
perdieron de vista al suave objeto y fin de sus acciones, que era Jesucristo.
Así perseveró constante en el ejercicio de tantas virtudes, como practicó en el
prolongado curso de sus martirios. Con deseos, pues, de seguir tan noble
ejemplo, humilde le dirás:
ORACION
Oh constante
virgen santa Eulalia: ¡qué heroica fue vuestra perseverancia! Peña incontrastable
fuiste, cuya firmeza no desquiciaron todos los embates de Ja tiranía,
manteniéndoos inmutable en el amor y servicio de vuestro enamorado Esposo, a pesar
de las alborotadas olas de gravísimos tormentos. Seáis bendecida y glorificada
por vuestra perseverancia, la que os ruego me alcancéis de nuestro Señor
Jesucristo, para que le sean agradables mis ejercicios, pues el valor y la
eficacia de las buenas obras es la virtud de la perseverancia. Haced, dulce
Patrona mía, que persevere en el bien obrar hasta la muerte, para merecer la
corona de la gloria, pues solo el que perseverare hasta el fin, será coronado.
Quemad mis ojos con el fuego del divino amor, para que no vean objeto que sea
del desagrado de su Majestad. Aplicadles las candelas de la modestia y de la
santa simplicidad, con las cuales ni sean altivos en el mirar, ni impuros en el
ver. Tales fueron vuestros ojos; y nunca más lúcidos y claros que cuando
quemados, pues entonces recibisteis de vuestro Esposo mayores luces para verle
y contemplarle con los interiores de vuestra alma. Haced que con estos le mire
sin pestañear, ni perderle un instante de vista, perseverando en su santo
servicio hasta el último instante de mi vida; a cuya vista obscuramente
contemplativa, sucede la clara e intuitiva que hace a las almas bienaventuradas
entrar en la región feliz de la eterna gloria. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave
Marías, etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Benigna
patrona mía santa Eulalia: virgen constante en la virtud; virgen en el amor de
Dios perseverante, rendidamente os ofrezco estas Ave Marías en memoria y
reverencia de los martirios, que en vuestra tierna edad padecisteis por amor y
en honra de Jesucristo, especialmente en el sensible de las candelas encendidas
que os martirizaron los ojos, para que a los de vuestro Esposo fuesen más
limpios, más puros y hermosos. Admitid, Santa mía, esta pequeña ofrenda que os
tributa mi devoción, y las que os rinden vuestros devotos, particularmente los
que festivos os proclaman gran Patrona. Rogad a Dios por todos los fieles de la
santa Iglesia, y bendecid los viajes de los caminantes, que a vuestra protección
se encomiendan. Libradnos de los riesgos de esta vida, y mantenednos firmes en
las buenas obras, hasta que llegue la última hora de nuestra vida temporal, en
la cual entremos a la eternidad de la bienaventuranza. Amen.
DIA
UNDÉCIMO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, la mayor y más sentida de las penas que padeció la virgen santa
Eulalia; cuando el infame tirano mandó desnudar su cuerpo virginal, y llevarlo
con esta afrenta por las calles y plazas públicas de Barcelona. ¿Quién podrá
dignamente ponderar el dolor y aflicción de nuestra Santa en este inhumano
martirio? Este fue el que, sin atormentar su virginal cuerpo, le llegó hasta lo
más íntimo de su alma. Ajado mira santa Eulalia su pudor y recato angelical:
afrentada su purísima castidad: expuesta a los ojos de la publicidad su
delicada pureza. ¡Oh espectáculo el más cruel que inventó jamás la tiranía! ¡Mas,
oh providencia amorosa de su castísimo Esposo! Salvadme, le dice Eulalia,
porque las aguas de los tormentos me han penetrado el alma. Atiende pues,
cristiano, a otro espectáculo que el cielo ofrece a tu vista, para confundir el
que fabricó la deshonesta malicia. Mira, como de repente le corta el cielo a
Eulalia de los candores de la nieve la más preciosa gala. Así que ella es la esposa
más parecida al divino Esposo; pues se ostenta a los ojos de todos, cándida y
colorada como su Majestad: cándida, con la nieve que la cubre у adorna:
colorada, con la sangre que por su amor ha derramado. De esta suerte aprecia Jesús
la virginal castidad de su esposa Eulalia, vistiéndola con aquel corte con que
han de lucir en el cielo las vírgenes de inmaculada castidad. Paseaos ahora, castísima
Virgen, por Barcelona, mostrando a vuestros paisanos la belleza y los triunfos
de la castidad; y decidles, que en los dos colores de vuestro celestial vestido
aprendan los que han de traer en su alma: el blanco, con la pureza de la gracia;
y el colorado, con el rubor de la castidad. Siguiendo tú, cristiano, con el espíritu
el glorioso triunfo de nuestra Santa, le dirás con humildad y devoción:
ORACION
Castísima
virgen santa Eulalia, blanco del divino amor por la pureza de vuestra alma; ¡qué
magnifica y hermosa parecéis á los ojos de Barcelona! Blanca azucena sois de
castidad: nevado jazmín de pureza: vestida con la misma tela, que fue
prodigiosa gala de vuestro Esposo en el Tabor de sus glorias. ¡Oh! con qué gozo
y afecto os canto los vivas de vuestra victoria! Os ruego, Patrona mía, me alcancéis
de vuestro dulce Esposo, la angélica virtud de la castidad: cubrid mi alma de
pura nieve, que apague totalmente los impuros ardores de la lujuria. Interceded
por los vecinos de vuestra ciudad, para que vayan modestos у moderados en sus
vestidos, no ostentando en los trajes, ni encendiendo con ellos el fuego de la
lascivia. Abridles los ojos, para que vean, o se acuerden de que vos
santificasteis y honrasteis sus calles, vestida del cielo con la gala de la
castidad, no permitiendo Jesucristo que se afrentasen con la desnudez de vuestro
cuerpo virginal. Y será bien, ¿que las avergüencen con las suyas las que se
precian de paisanas y devotas vuestras? Haced que vivamos con tanta pureza, que
no manchemos la blanca estola que nos vistió vuestro Esposo en el santo bautismo:
más antes, como nos avisó su sagrado ministro, la mantengamos siempre cándida,
hasta presentarla a los ojos de Jesucristo, que la blanqueó con su sangre,
pura, limpia y sin tizne. Así sea por vuestra intercesión, para que castos en
el cuerpo y en el alma, subamos a revestirnos el corte riquísimo de luz y
candor, con que se adornan los Santos en la gloria. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave
Marías, etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Dignísima
patrona mía, santa Eulalia: virgen de singular pureza y castidad, distinguida
por ella con el blanco vellón del inmaculado Cordero: os ofrezco estas Ave Marías
en memoria y aplauso de los martirios que padecisteis por vuestro esposo Jesús;
particularmente por el undécimo, el más sensible a vuestra pureza, de la
pública desnudez, y que amante acudió con la rica tela, que de los campos de la
nieve tejieron los ángeles de la gloria. Aceptad esta mi corta ofrenda, y las
de todos vuestros devotos, especialmente los barceloneses, que se precian de
veneraros por patrona. Aplicad vuestras virginales oraciones por todos los
católicos; y cubrid con el manto de vuestra protección a los caminantes que se
os encomendaron, como a su especial abogada, haciendo que ni los abrase el sol,
ni los destemplen las nieves, ni padezcan en sus viajes desgracia. Alcanzadnos
á todos los candores de la gracia con cuya rica gala entremos a bordarlos con
el oro y piedras preciosas de la gloria. Amen.
DIA
DUODÉCIMO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, que rabioso el presidente Daciano de ver la constancia de la virgen
santa Eulalia, y desesperando ya de triunfar de su fe, mandó que la escarpiasen
en una cruz. Albricias os mando, Esposa de Jesús, ¡por esta feliz nueva! Después
de tantos tormentos, que os hicieron merecedora del cáliz de su pasión, solo os
faltaba la gloria de veros participe de aquel sagrado madero, que fue trono
real de su divina Majestad. Qué alegre, ¡qué festiva, que tiernamente devota
sube santa Eulalia a la levantada palma del paraíso, para coger los dulces
sazonados frutos del divino Redentor! Clavada está en la cruz Eulalia, no tanto
con los clavos y cordeles de la tiranía, como con los blandos y suaves de su ardiente
caridad. Pendiente en ella da gracias y gloria al que la santificó y hermoseó
con sus preciosos miembros. ¡Qué actos de religión no hace la virgen Eulalia
crucificada! ¡En qué ternuras de devoción no prorrumpe! La adora como
instrumento principal de nuestra redención: la saluda, la ruega; la engrandece como
imagen del Redentor divino: la introduce y fija en su alma, como sagradas arras
del desposorio, que luego ha de celebrar con el que en ella se desposó con la santa
Iglesia. Oye, cristiano, con atención a la santa virgen Eulalia, para aprender cómo
has de venerar y honrar a la santa Cruz, que es tu divisa, tu blasón, tus armas
y el pasaporte para el cielo, escrito con la sangre de Dios, y firmado con su mismo
nombre Jesús. Adora, cristiano, con Eulalia, la cruz de Cristo, y salúdala,
diciendo: Dios te salve, Cruz preciosa; recíbeme en tus brazos, en cuyos descansó
el que en ti me redimió. Ruégale, y dile: Oh Cruz, ¡única esperanza de los
pecadores! aumenta la gracia a los justos, y perdona a los malos las culpas.
Engrandécela devotamente con la Iglesia: ¡Oh dulces clavos de salud! ¡O dulce
peso de redención! Imprímela en tu alma, más que en tu frente, boca y pechos, y
crucifica con sus clavos todos tus vicios y concupiscencias, muriendo en ella
para el mundo, y vivido únicamente para Dios. Y considerando a nuestra Santa pendiente
de este sagrado árbol, como fruto de sus virtudes, le dirás:
ORACION
¡Oh virgen
dulcemente crucificada santa Eulalia! Qué satisfecha os considero, ¡qué
santamente ufana y graciosa en ese tálamo de vuestra virginidad! Bien podéis decirle
a vuestro amante Esposo, como esposa suya: Nuestra cama está florida: porque
una es la que os recibe; es a saber, la santa Cruz: árbol florido, de quien
vuestro esposo Jesús fue la primera flor matizada con su sangre, y vos la
segunda, purpureada también con la vuestra. Os doy mil plácemes, de que sea el
término de vuestra carrera tan semejante al de nuestro divino Redentor. Os
alabo y engrandezco por la gloria que os cabe en estar crucificada por Jesús,
así como él lo estuvo por vos. Ruégoos humildemente, intercedáis con su Majestad,
para que la virtud de la religión sea en mi alma ferverosa y brillante: sepa
adorar у honrar la santa Cruz, como vos lo ejecutasteis cuando la visteis, y en
ella os hallasteis. Use de ella con la mayor devoción, persignándome y
santiguándome perfectamente. Haced que sepa considerar sus sagrados misterios,
para agradecerlos y amar como debo al que se dignó de morir en ella para
salvarme. Alcanzadme, Patrona mía amor a la mística cruz del Señor, que
consiste en la penitencia de mis pecados, y en la mortificación de mis sentidos,
vicios y concupiscencias. Vos, inocente Virgen, no tuvisteis que crucificar en
la vuestra sino vuestro virginal cuerpo por martirio, y vuestra alma por
holocausto: más yo, que soy tan vil pecador, ¡cuánto tengo que crucificar!
Haced pues, mi dulce tutelar, que desde ahora elevé en la Cruz de mi Redentor
todo mi cuerpo, toda mi alma, y al mundo con sus pompas y vanidades, cuales prometí
solemnemente en el santo bautismo renunciar para siempre. Así crucificado con
mi Señor Jesucristo, suba a gozar de los frutos de tan sagrado árbol, con vos y
los demás Santos, en el paraíso de la gloria. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías,
etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Ilustre
patrona mía santa Eulalia; virgen enaltecida con el sagrado toisón de oro, que
en vuestro Esposo fue su más estimado trofeo; devotísima adoradora de la santa cruz,
en cuyos brazos descansasteis después de la fatigosa batalla de vuestra pasión:
os ofrezco estas Ave Marías en memoria y reverencia de los martirios, que en
vuestra tierna edad padecisteis por la fe; especialmente por el duodécimo de la
cruz, por quien amante y enamorada con tantas ansias suspirasteis. Admitid esta
ofrenda, que llevan o la tierna memoria de la cruz, no puede menos que ser de
vuestro agrado y estimación. Aceptad asimismo las de todos vuestros devotos,
particularmente las de aquellos que en esa cruz os veneran como patrona. Tened
en memoria a todos los fieles de la santa Iglesia; y sea vuestra cruz el
sagrado caduceo, que muestre y prospere los viajes de los caminantes, cuya
especial abogada sois. Rogad a Jesús se digne de comunicarnos un entrañable
amor y devoción a su divina cruz, para que, sellados con ella, merezcamos verle
y gozarle con vos en el cie lo, por los siglos de los siglos. Amen.
DIA
DECIMOTERCIO
MEDITACIÓN
Considera,
cristiano, como la gloriosa virgen santa Eulalia después de pender en la cruz
dos días, predicando animosamente la fe de Dios crucificado, y glorificándole
con repetidos fervorosos actos de amor, de gracias, de religión, y de otras virtudes,
fue depuesta de ella, y mandándola el verdugo inclinar su cuello virginal, le
cortó con fiereza bárbara la cabeza. Consumó nuestra santa su vida, ejercitando
humildemente la santa virtud de la obediencia; pues, aunque le era sensible
dejar la estimada cruz, se rindió al precepto, (aunque inhumano) del tirano; y
aunque era repugnante a la naturaleza entregar la cabeza al cuchillo, obedeció
pronta y alegre, sujetándose a la última crueldad de la tiranía. ¡Oh, qué
agradable fue a su Esposo este sacrificio de la obediencia! Es el que más
quiere de nosotros, pues él mismo dice: Obediencia quiero y no sacrificio.
Aprende de la santa virgen Eulalia esta virtud: sujétale por amor de Dios a tus
superiores, y cumple pronta y alegremente lo que te mandaren, aunque sea contra
tu gusto, y por más que se te represente arduo y duro de ejecutar. Atiende como
santa Eulalia, a imitación de Jesucristo, fue obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz y de cuchillo: tú no sabrás o no querrás obedecer a Dios, ¿que
no te manda cosas tan ásperas ni difíciles? ¿Siempre querrás hacer tu voluntad,
no sujetándola a tus mayores, más antes viviendo libremente a tu antojo, como
si para ti no hubiese ley, ni mandamientos? Esta obediencia de nuestra santa Virgen
consumo el mérito de sus martirios: tan preciosos a los ojos de Dios, que quiso
dar testimonio de cuan complacido estaba en aquella pura doncella, haciendo que
su santa alma saliese de su cuerpo visiblemente, en aquella misma especie en
que había aparecido el Espíritu Santo sobre Cristo en el Jordán. Voló el
espíritu de la virgen y mártir Eulalia a la gloria en figura de cándida paloma,
diciéndole su Esposo: Ven, paloma mía, ven, y serás coronada. Lo fue con dos
coronas; con la blanca como castísima virgen, y con la colorada como esforzada
mártir. En esta consideración le dirás:
ORACION
¡Oh
eximia virgen santa Eulalia: qué obediente fuisteis en vuestra muerte,
inclinando vuestra cabeza, ¡y rindiéndola al alfanje del tirano! ¡Con cuánto
gusto disteis la vida para testificar la fe de vuestro dulce Esposo! ¡Con qué
fervor entregasteis en sus manos vuestro purísimo espíritu! ¡Oh! si nosotros
nos diésemos y resignásemos enteramente a su divina Majestad! Bendita seáis,
gloriosa Virgen, ¡por vuestra preciosa muerte! Os ruego me alcancéis del Señor
una pronta y pronta y rendida obediencia a sus santos mandamientos, y a todos
mis superiores. Haced que siempre guste más de hacer la voluntad de mis
mayores, que la propia; y que no solo me sujete a estos, sino también a los
iguales y a los menores que yo, a imitación de nuestro Señor Jesucristo, que
siendo Dios se sujetó a las criaturas, a quien imitasteis vos, rindiéndoos a la
voluntad de los mismos tiranos. Haced que viva tan ajustado a la ley de Dios,
que mi alma en la hora de la muerte salga de ni cuerpo como pura y blanca
paloma, que vuele ligera a donde voló la vuestra, para ver y gozar de mi divino
Redentor que, con el Padre, y Espíritu Santo vive y reina, Dios verdadero, por los
siglos de los siglos. Amen.
Medita
lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías,
etc. Y luego harás el siguiente
OFRECIMIENTO
Amante
patrona mía santa Eulalia: virgen de heroica obediencia, que por amor de vuestro esposo Jesús, os
rendisteis gustosa al cruel mandamiento de vuestros tiranos, dando la vida a la
violencia del acero: Oh gloriosa Protomártir española, gloria y honra de
Cataluña, lustre singular de Barcelona, y lucidísimo astro de la Iglesia
católica: os ofrezco estas Ave Marías en dulce memoria y rendida veneración de
los martirios que en vuestra tierna edad padecisteis por amor de Jesucristo,
especialmente por el último, que os traslado de esta vida a la gloria, laureada
con mil palmas y festejada de los santos Ángeles. Admitid este mi corto
obsequio y el de todos vuestros devotos, particularmente de los que, como
paisanos vuestros, se glorían de veneraros por su gran Patrona. Rogad a Dios
por todos los fieles de la santa Iglesia, y a los caminantes, cuya Abogada
especial sois, alcanzadles prosperidad en los viajes. Haced que, pues os veneramos
en vuestros martirios, imitemos las virtudes que en ellos ejercitasteis, para
que caminando de virtud en virtud, subamos al monte santo de la gloria, en
donde nos veamos todos con Vos у glorifiquemos eternamente al Padre, al Hijo y
Espíritu santo, tres Personas y un solo Dios, que vive y reina por todos los siglos
de los siglos. Amen.
TRADUCCION
LITERAL EN CASTELLANO de las Coplas,
que en catalán
le cantan à la gloriosa Virgen y Mártir Santa Eulalia,
Patrona
de Barcelona, en su Capilla de la Iglesia Catedral de la misma ciudad.
Digna sois de Barcelona
gran Patrona,
donde vuestro loor se canta,
Eulalia Virgen muy Santa.
Vuestra caridad
Serrana
Soberana,
mayor siendo cada día,
si vuestro Padre
os espía
más que humana,
pan en flores convertía,
con que el mérito
corona:
Viendo de Daciano
la ira
con que aspira
À acabar la Fe Cristiana,
vuestra juventud
lozana
no retira,
si que en su presencia,
ufana,
de profesarla blasona
:
Admira à su tiranía
la osadía,
y reputando
injuriada
su autoridad
profanada,
con porfía
en carne tan
delicada
pena à penas
amontona:
Penas de muchas
maneras,
como Fieras,
sus Sayones
imaginan
en fuego, con cuanto
atinan;
mas de veras
de Fénix os
examinan
para la inmortal
corona:
Vuestra constancia
espantosa
bella Rosa,
con la sangre
derramada
más hermosa,
y encarnada Mariposa
de la luz
enamorada
solo al Cielo se
aficiona:
No bastando tanta
pena
como estrena,
viendo vuestra gran
pureza,
desnudar tanta
belleza
quiere, ordena
con impensada
fiereza,
infamar vuestra
Persona:
Viendo el Cielo en
tal martirio,
tal delirio,
celoso amante
procura
vestiros de más
blancura
que no al lirio;
de nieve cándida y
pura
forma gala que os
abona :
En Cruz fue de vuestra
vida
Homicida,
con muerte la más
penosa;
cuando en Paloma
vistosa
convertida
volasteis al Cielo
airosa;
la Historia así lo
pregona:
La piedad os asegura
sepultura
que fue gran
tiempo ignorada,
pero por milagro
hallada,
con ternura
fuisteis luego trasladada
al centro de
Barcelona:
Vuestra entereza se
empeña
en dar seña
de una Reliquia
robada,
quedando inmoble
en la entrada
como peña ,
hasta ser
recuperada;
como un Ángel nos
lo abona:
Sois Barcelonesa
bella
clara estrella,
de nuestra salud celadora,
en guerra y paz cuidadosa;
sois aquella
Amazona
victoriosa,
y Catalana Belona:.
Con rendimiento,
os adora
Protectora
esta Ciudad, que
os suplica;
su grandeza os sacrifica,
y atesora
las gracias que
multiplica,
la excelencia que
blasona:
Guardad siempre à
Barcelona
gran Patrona,
donde vuestro loor
se canta,
Rogad al que así
os corona,
gran Patrona,
por quien vuestra
gloria canta, Eulalia Virgen muy Santa.
L/:
Ruega por nosotros Santa Eulalia.
R/: Para
que nuestros pecados sean perdonados.
OREMOS: Dios y
Señor nuestro, por la celebración de la solemnidad de Santa Eulalia virgen y
mártir, te pedimos nos concedas propicio, por sus gloriosísimos méritos, la
provisión de los bienes materiales y espirituales que necesitamos. Por Cristo
nuestro Señor. Amén.
GOZOS
EN HONOR A SANTA EULALIA VIRGEN Y MARTIR, PATRONA DE BARCELONA.
Eulalia, santa corona
Del martirio has ganado.
Patrona de Barcelona
Libéranos del pecado.
Jesucristo os ha
tomado
Y viviendo de su
amor
Sois celosa del
tesoro
De virginal
entereza
Por eso vuestra
pureza
Guardas con mucho
cuidado.
La sangre das
generosa
Por Jesús, vuestro
deseo
Y la fe que
profesaste
Confiesas bien
valerosa
Que diga eres y
hermosa
Ante el tirano
malvado.
La amenaza no te
espanta
Ni del mundo sus tesoros
No te llaman, y
sus honores
Pisaste con firme
planta
Contemplando
firmeza tanta
El tirano queda
asombrado.
Del martirio hizo
estreno
Con cruel
flagelación
Y un chorro de
sangre inocente
Salió de tus puras
venas
Te ponen dura
cadena
Y en prisión te
han encerrado.
Viendo que fue
tarea vana
El cruel primer
tormento
Cayó sobre vos el
poder
De la gran maldad
pagana.
Atizados de rabia
insana
Vuestro cuerpo han
castigado.
Es vuestra fe tan
fuerte
Que vence
cualquier tormento
Y para burla de la
gente
El verdugo te
desnuda
Y vuestro amor os
conforta
Cuando la ciudad
has cruzado
De vuestra carne
tan pura
Se muestra Jesús
cuidadoso
Pues cayó del
cielo piadoso
La más blanca
vestidura
La nieve con su
fina albura
Tu desnudez ha
tapado.
Su más excelsa Patrona
En vos Barcelona
tiene
Que en su magnífica
sede
Digno sepulcro os
dona.
Vuestros milagros
abonan
Prueba de gran
santidad.
L/: Tus
labios han sido colmados de gracia.
R/: Porque
Dios los ha bendecido eternamente.
OREMOS. Dios y
Señor nuestro, por la celebración de la solemnidad de Santa Eulalia virgen y
mártir, te pedimos nos concedas propicio, por sus gloriosísimos méritos, la
provisión de los bienes materiales y espirituales que necesitamos. Por Cristo
nuestro Señor. Amén.
Colaboración de Carlos Villaman
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