jueves, 11 de febrero de 2021

TRECENARIO A SANTA EULALIA DE BARCELONA


TRECENARIO EN HONOR DE LA GLORIOSA VIRGEN SANTA EULALIA

 

Puesto de rodillas ante el sepulcro o imagen de santa Eulalia, levantando tu corazón a Dios, y avivando tu fe y devoción, harás la señal del cristiano (lo que ejecutarás todos los días) y el siguiente u otro semejante.

 

ACTO DE CONTRICION

Señor Dios mío Jesucristo, Dios у hombre verdadero, en quien creo, en quien espero, y a quien amo sobre todas las cosas: me pesa en el alma de haberos ofendido, por vuestra infinita bondad. Propongo con todo mi corazón la enmienda de mi vida, y hacer penitencia de mis pecados. Perdonadme, Jesús, por vuestra santísima Pasión, y por los merecimientos de vuestra Madre purísima, y por la intercesión de vuestra estimada esposa santa Eulalia, mi venerada Patrona, a cuyo honor consagro este devoto Trecenario, a mayor gloria vuestra. Amen.

 

DIA PRIMERO

MEDITACION

Considera, cristiano, el esfuerzo de espíritu, con que la tierna virgen santa Eulalia se presentó al presidente Daciano, confesando públicamente la santa fe de nuestro señor Jesucristo, y afeándole la impiedad con que perseguía y atormentaba a los adoradores del verdadero Dios. ¡Oh! cuánto dista tu fe de la de esta esforzada doncella! ¡Piensa cuán muerta la tienes con tus obras contrarias a la misma fe que profesas! ¡En tantos años de bautizado, cuán pocos has vivido como cristiano! ¡Qué pocos, y cuán tibios han sido los actos de fe que has hecho! Mira cuán valerosamente sufre nuestra Santa los apretados cordeles, con que de orden del bárbaro presidente la atan en la cárcel los verdugos, é inhumanamente descargan sobre sus delicados miembros muchos y rigurosos azotes. ¡Cuánto padeció en este primer martirio! Pero como padecía por el nombre de Jesús y á ejemplo suyo, fueron para la Santa blandos los cordeles, y dulces los azotes. ¡Cuán al contrario te sucede a ti! Los lazos de los divinos mandamientos, que te ligan como cristiano, te parecen duros y pesados, porque tienes tu fe dividida del amor de Dios: por eso los rompes viviendo suelto a tus pasiones y apetitos. Avergüénzate de tu delicadeza, pues no sabes ni quieres sufrir por amor de Jesús el más leve azote, con que su Majestad, por lo que te ama, castiga en esta vida tus pecados: atiende con ternura y deseo de imitación al esfuerzo y serenidad con que santa Eulalia recibe tantos y tan crueles de la mano de un tirano, rubricando con su sangre virginal la fe de Jesucristo. Coteja su inocencia con tu malicia, y dile con humilde devoción:

 

ORACION

¡Oh animosa virgen santa Eulalia! ¡Cuán valiente fuisteis en la fe! Ella os impelió a salir en la oscuridad de la noche de la casa de vuestros padres, y entrar en esta ciudad acompañada únicamente de vuestro valor, у de vuestro ángel Custodio, para confesar ante el tirano, que no había otro Dios que Jesucristo, hijo del eterno Padre y de María virgen. La fe os dio esfuerzo para dejaros atar fuertemente, y azotar con bárbaro rigor, como si fueseis vil esclava, siendo realmente noble por vuestro linaje, y mucho más por Esposa de Jesús. ¡Bendita у alabada seáis una y mil veces, por vuestra heroica fe! Os ruego humildemente, me alcancéis de su Majestad una viva у animosa fe, para confesar no solo con palabras, sino también con las obras, la santa ley que profeso. Haced, Santa mía, que las tinieblas de mis pasiones no me arredren, ni impidan la confesión de mi fe; antes, saliendo de ellas, santifique con obras de cristiano el nombre de Dios, cuya fe por su misericordia profeso. Romped, con vuestra intercesión, las duras cuerdas de mis pecados, que me tienen atado en el camino del infierno, como vil esclavo del demonio. Alcanzadme valor para sufrir con santa resignación los azotes con que el Señor quisiere benignamente castigar mis culpas, o probar mi fe. Recíbalos de su santísima mano, como efectos de su misericordia, que antes quiere castigarme en esta vida, que en la otra. Rogad a vuestro dulce Esposo, me conceda ánimo y esfuerzo para aplicarme el azote de la penitencia, que merecen mis pecados. Hacedme, Virgen fidelísima, esta gracia, que os suplico, por el dolor que padecisteis en vuestras ataduras y martirio de los azotes; para que manteniendo siempre viva y animada la fe, por ella logre su premio, que es la vista clara de Dios en la eterna gloria. Amen.

 

Ahora se hará un poco de pausa, meditando lo que se ha leído, y rogando a santa Eulalia la merced particular que se desea conseguir en este Trecenario. Después, en reverencia de los martirios que padeció la Santa, especialmente del que padeció en el lance de hoy, se rezarán tres Ave Marías, las que se cerrarán con un Gloria Patri. (Y esto se hará todos los días). Luego se hará el ofrecimiento diciendo hoy:

 

 

OFRECIMIENTO

Gloriosa patrona santa Eulalia: fuerte columna de la fe, y protomártir de los españoles tarraconenses: os ofrezco estas Ave Marías, en memoria y honra de los martirios que padecisteis animosa en defensa de la fe de Jesucristo; especialmente del primero de los azotes, con el cual acreditasteis los esfuerzos de la misma fe, y glorificasteis a vuestro enamorado Esposo. Admitid este pequeño obsequio de mi devoción, y con él la confianza con que humillado a vuestras aras os ruego por mí y por todos los fieles de la santa Iglesia, con especialidad por vuestros devotos, que os veneran como Patrona. Seáis Abogada de los caminantes, que os tomaren por guía en sus viajes, dándoselos muy felices. Encaminadnos a todos a nuestra patria celestial, en donde amemos y alabemos eternamente a Dios. Amen.

 

Cántense, o récense (si se quiere) los gozos con el verso y oración de la Santa, que van al fin.

 

 

 

DIA SEGUNDO

MEDITACIÓN

Considera, alma cristiana, a la animosa virgen santa Eulalia, puesta en el ecúleo, que era uno de los más atroces tormentos, y fue el segundo martirio con que la mandó atormentar el inhumano presidente. En él está pendiente su tierno virginal cuerpo, rasgándole sus carnes, y despedazándolas el verdugo con agudas uñas de hierro. ¡O qué dolor fue este tan intenso é imponderable! Pero lo padece nuestra Santa con singular gozo, animándose ella misma con la esperanza de llegar por este medio gozar de su dulce esposo Jesucristo. A él atiende, por él suspira, y en él espera, pues por su amor y gloria padece. Procura, cristiano, excitar tu esperanza, atendiendo al infinito y eterno premio que Dios te tiene prometido, si tú peleares animosamente, y vencieres los enemigos de tu alma, mundo, demonio y carne. Con este premio a los ojos venció Eulalia el tormento del ecúleo, y con el mismo a los tuyos padecerás con alegría las enfermedades, los contratiempos y la misma muerte. ¡Mas, ah! que poco piensas en aquel inefable bien! ¡Qué tibiamente te espera! Tienes a tu alma sumergida en las delicias vanas, y en los bienes perecederos de este mundo: por eso se te hacen tan duros los trabajos, y no quieres padecer por Jesucristo, que tanto padeció por ti, la más leve pena. En vista de la esperanza con que santa Eulalia animosamente sufre el rigor del ecúleo, suspirando más por ver y gozar de Dios, que por el dolor de este tormento, anímate a no hacer caso de cuanto hay en este mundo, sino únicamente de los gozos verdaderos y eternos de la gloria. Con esta consideración y ánimo, dirás a nuestra gloriosa Santa .

 

ORACION

Oh alentada virgen santa Eulalia: ¡qué dilatada fue la esperanza de vuestro corazón! ¡Cuánto suspirasteis por ver y gozar de aquel Señor, por cuyo amor os dejasteis suspender en el ecúleo! Dulce y suave cama fue para vos aquel duro y desapiadado instrumento, considerando que cuanto más os rasgaba vuestro cuerpo, tanto más abría camino à vuestra alma, para volar ligera a regalaros con vuestro querido esposo Jesucristo. Seáis, oh venerada Virgen, bendecida у alabada de todos por el ánimo generoso con que sufristeis este pesado martirio. Os ruego con toda mi alma, me alcancéis del Señor una viva y alentada esperanza, con la cual aspire siempre a la posesión del sumo bien. Dadme aliento para sufrir cuantos dolores y penas de carne quisiere enviarme la divina Majestad, teniendo siempre presente los gozos de la gloria, para los cuales abren paso los trabajos de esta vida. Trocad el gusto que tengo en los deleites y pasa tiempos de este mundo, en deseos vivos у eficaces de los eternos del cielo. A ellos atienda, y por ellos únicamente suspire, a imitación vuestra, para merecer acompañaros después en el goce del sumo Bien, que ahora poseéis, y eternamente poseeréis en la gloria. Amen.

 

Detente ahora un rato para meditar, como en el primer día, (y lo mismo los demás días) lo que has leído, rogando a Dios la gracia o favor particular que deseares conseguir por la intercesión de santa Eulalia. Después rezarás las tres Ave Marías el Gloria Patri, etc.

Y luego harás el siguiente 

 

 

OFRECIMIENTO

Amante patrona, santa Eulalia: magnánima en la esperanza, y por ella gozosa en los tormentos: os ofrezco estas Ave Marías, en memoria y honra de los martirios que padecisteis, acreditando la firme esperanza que teníais en vuestro esposo Jesucristo; especialmente por el segundo del ecúleo, en cuyo tormento le disteis tanta gloria, imitándole en padecerle animosa, como su Majestad padeció los trabajos de su pasión, por el gozo que su eterno Padre le propuso, No desechéis, Santa mía, esta corta ofrenda de mi devota voluntad; más antes aceptadla con la benignidad con que acostumbráis atender a los que con piadosa devoción se consagran a vuestras aras, venerándoos como Patrona. Rogad por todos los fieles; y dirigid en sus viajes a los caminantes, de quienes sois particular abogada. Logremos por vuestra intercesión la divina gracia, y por ella la eterna gloria. Amen.

 

 

DIA TERCERO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, que, estando la santa virgen Eulalia pendiente en el ecúleo, mandó el tirano aplicar a sus santos pies ardientes ascuas: sin duda, para vengarse de los pasos que habían dado para venir a Barcelona a confesar y predicar la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. ¡Oh virginales pies! dignos sois de ser honrados, y engastados en oro purísimo por los pasos que disteis para gloria de Dios, y honra de nuestra santa fe. Los míos son los que merecen ese fuego, que abrasa los vuestros pues no solo no han dado paso a honra del Señor, sino muchos para ofenderle, siendo así que su Majestad dio tantos para redimirme у salvarme. Ahora, abrasado fénix del divino amor, empezáis á mostrar los ardores de vuestra encendida caridad. Piensa, cristiano, que no siente nuestra Santa el fuego que le quema las plantas, porque es mayor la llama del amor de Dios, que le abrasa el corazón. Este fuego la sirve de luminaria, que festeja a la virgen Eulalia, por la belleza de los pasos que en la tierna edad de catorce años ha dado para lustre de la Religión cristiana. ¡Oh! como dice a Jesucristo: Gracias os doy, amado Esposo mío, porque me hacéis digna de padecer este tormento por vuestro amor; más bien sabéis vos, que más que mis pies con este fuego violento, arde y se abrasa mi alma en el suavísimo de la caridad. ¡Oh! arda el nuestro en la llama del divino amor! Para encender este fuego vino el Hijo de Dios al mundo; ¡y qué quiere de nosotros, sino que le encendamos y arda sin apagarse en nuestros pechos! Atiende bien, ¡oh cristiano!, a los sagrados pies de santa Eulalia; y del fuego que en ellos ves, saca para ti la útil lección de la caridad. No des paso en esta vida que no sea por amor de Dios: tus pensamientos, tus palabras, tus acciones vayan dirigidas por esta excelentísima virtud: ella encaminó a la virgen santa Eulalia en cuanto pensó, dijo, hizo y padeció hasta el último aliento de su vida. Tomemos ejemplo de nuestra Santa, y encendamos en amor de Dios a nuestras almas con el fuego de su caridad, que se manifiesta en el que quema sus tiernos y delicados pies. Y con esta consideración у deseo le dirás:

 

ORACION

¡Oh amantísima de Dios santa Eulalia! ¡Qué ardiente fue la caridad de vuestro pecho! ¡Con cuánta intensión у ardor amasteis a vuestro enamorado esposo Jesús! ¡Oh fogoso volcán del divino amo! Ardiendo en el fuego vuestros pies, dabais con el espíritu alentados pasos hacia Dios, multiplicando los actos de caridad, y deseando que a gloria suya ardiese todo vuestro virginal cuerpo. Os alabo y bendigo por la encendida caridad, con que padecisteis ese violento martirio; y por él os ruego me alcancéis del Señor, que antes se quemen y reduzcan a ceniza mis pies, que no den un paso en ofensa suya. Haced que ame al que me crió y me redimió, y me ha hecho innumerables beneficios, con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas. Merezca por vuestra intercesión los ardores de la caridad, que me dirijan y lleven a procurar el bien de las almas, por cuyo amor se fatigó nuestro redentor Jesucristo. No se me hagan pesados los pasos que diere por amor y honra de su divina Majestad. Haga todas mis obras en caridad, y sin ella ninguna. Si lograre este suavísimo amor, ¡qué fáciles y llevaderos se me harán todos los trabajos de esta vida! Por él y con él padecisteis vos el fuego de vuestros pies, como si fuese blando у fresco rocío que los regaba. Arda pues, amante Patrona mía, mi alma en este dulcísimo fuego: arda sin consumirse jamás, para que me suba a su propia esfera, que es la gloria, en donde con vos continúe y consume el amor de Dios por toda la eternidad. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

OFRECIMIENTO

Venerada patrona, santa Eulalia: abrasada mariposa en la llama de la caridad, y por ella bien hallada en los tormentos: Ofrézcoos estas Ave Marías en memoria у honra de los martirios que padecisteis por el amor en que os abrasabais, de vuestro amante y amado esposo Jesús; especialmente por este tercero del fuego de vuestros pies, asemejándose a los de su Majestad, que en señal del amor que nos tiene, los mostró a san Juan ardiendo en llamas de fuego. Admitid con esta ofrenda el corazón que os consagro, porque arda con el fuego de vuestra caridad. Aceptad asimismo el dé todos vuestros devotos, que os aplauden como patrona y tutelar. Rogad a Dios por todos los fieles de la santa Iglesia; y sed norte y guía de los caminantes, de quienes sois especial abogada. Guiadnos con las luces de vuestra caridad a la patria celestial, en donde veamos y amemos a nuestro Dios trino y uno por los siglos de los siglos. Amen.

 

 

 

DIA CUARTO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, que no satisfecha la tiranía con el acervo martirio que abrasó con fuego los pies de santa Eulalia, aplicó hachas encendidas a sus costados y pechos para que ardiera en sus llamas aquel cuerpo virginal. ¡O! ¡qué víctima tan agradable a los ojos del divino Esposo! Se abrasa toda en el fuego, para que aquella mansa cordera se le ofrezca como holocausto. Atiende en este martirio a la prudencia de santa Eulalia; pues en vez de prorrumpir en ayes de dolor, por la pena que le causan las voraces llamas, entonan sus labios suaves letras de alabanzas a su Esposo, dándole gracias por el beneficio de aquel tormento. Aprende de nuestra Santa la noble virtud de la prudencia en los lances de tribulación: déjate en las manos de Dios, con confianza y conformidad; y dale gracias de que te haga digno de padecer por su amor. ¡Cuánto distas de esta prudencia! Te quejas neciamente, apenas asoma el menor trabajo, y en vez de acudir a Dios, como a padre y provisor, pones tu confianza en las criaturas, en quienes no hay salud. No imitas a la virgen prudente santa Eulalia, sino a aquellas cinco necias, que hallándose atribuladas, en lugar de acudir para el remedio al Esposo, le buscaron vanamente en sus compañeras. Nuestra Santa le buscó en el Señor; y le halló tan pronto y eficaz, que no consumiendo el fuego su cuerpo virginal e inocente, se volvió contra los verdugos que la atizaban, abrasándolos dolorosamente como instrumento de la divina justicia. Con la consideración, pues, de este tormento, y de la sobrenatural prudencia de santa Eulalia, levanta tu corazón a Dios, y haz a su querida Esposa la siguiente

 

ORACION

¡Oh prudentísima virgen santa Eulalia! ¡Qué admirable fue vuestra prudencia, en los lances de tribulación! ¡Oh digna de entrar en las bodas del Esposo divino! Pues no solo arden las lámparas de vuestra fe y caridad, sino también todo vuestro cuerpo en sacrificio de la majestad de Dios. Arden vuestros costados, para que merezcan el de nuestro Redentor: arden vuestros pechos, para que sean hermosa custodia del Espíritu divino; y es tan racional el fuego, que, dejándoos a vos lucida para las eternas bodas, se ceba en los tiranos, para quemarlos como tizones destinados al infierno. ¡Qué alabanzas y cánticos no merecéis por la prudencia con que os pusisteis, como sabia virgen, en las manos de vuestro esposo Jesús! Os ensalzamos por el denuedo con que os dejasteis abrasar por su amor vuestros costados y pechos; y por este martirio os ruego me alcancéis del Señor esta virtud, que mande y gobierne las acciones de mi vida, como reina coronada de todas las virtudes morales. Hacedme, magnífica Virgen, circunspecto entre los muchos riesgos y precipicios de este mundo. Suplicad a vuestro Esposo, que cuando me hallare oprimido de la necesidad, sepa recurrir confiadamente a su divina Providencia, imitándoos a vos, que así lo practicasteis en medio de las llamas, que os abrasaban los pechos y costados. Si alguna vez me viere invadido del fuego violento de la tentación, vuélvase contra mi enemigo, y quede yo libre y exento de los tiznes de sus llamas. ¡Oh mi venerada Patrona! ¡Tened compasión de este miserable, cuyo pecho y costados se abrazan muchas veces con el fuego de la concupiscencia! Alcanzadme auxilios sobrenaturales, para que los apague con la divina gracia, y victorioso con ella, cante al Señor sus misericordias, y le haga gracias por sus beneficios. Así lo espero de vuestra benignidad; y así prudente en todas mis acciones, como vos lo fuisteis, mereceré llegar a las puertas del cielo, y entrar a los eternos desposorios de la gloria. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente:

 

OFRECIMIENTO

Benéfica patrona santa Eulalia: sabia y prudente virgen, que vencisteis el fuego con que quiso la malicia tirana atormentar vuestros pechos y costados: os ofrezco estas Ave Marías en memoria y reverencia de los martirios que por Jesucristo padecisteis, especialmente en este cuarto de las hachas encendidas. Admitid los respetos y veneración con que os las ofrezco; sean a gloria de vuestro esposo Jesús, y en honra y alabanza de vuestra insigne prudencia, superior a la edad que teníais, pero igual a la mucha gracia que os adornaba. Rogad al Señor por los miembros de su místico cuerpo, con especialidad por los que os tributan rendimientos y respetos particulares como a su patrona. Dad feliz viaje a los que se encomendaren a vos, como protectora de los caminantes. Y pues todos lo somos en esta vida, haced con vuestra intercesión, que lleguemos felices al término de nuestra peregrinación, en donde para siempre descansemos con la vista у fruición de la indivisible divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

 

 

 

DIA QUINTO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, cuánto brilló en la virgen santa Eulalia la virtud cardinal de la justicia, en el quinto martirio que padeció. Este fue, derramar sobre su virginal cuerpo, lastimado del fuego y por todas sus partes llagado, mucho aceite hirviendo, sirviéndola de nuevo y duro tormento aquel licor que suele ser para otros lenitivo y medicina. ¡Oh cómo le renovaron a nuestra Santa con este dolor los pasados dolores! Atiende asimismo cristiano, ¡cuál está nuestra santa Virgen en este pesado martirio! ¡Qué justa se presenta a los ojos de Dios у de los hombres! Se aparta del mal y hace bien, que son las dos partes de la justicia. Se aparta del mal, porque no le quiere, ni desea a los que tan injustamente la ofenden: hace bien, porque se sirve del aceite para considerar en él la divina misericordia, y solicitarla en su corazón para los mismos que con tanta impiedad la maltratan.  Oh justísima Virgen! ¡Cuánto se holgaría vuestro Esposo, viéndoos tan justa en medio de la mayor injusticia! ¡Y cuánto os consolasteis vos con aquel cruel aceite! Él sirvió de pábulo a la lámpara de vuestra justicia; porque al paso que sus hervores os martirizaban el cuerpo, se os aumentaba la virtud en el alma. Aceite que hierve у lástima son oh cristiano, las injusticias, las persecuciones, las graves calumnias: si le echaren sobre ti, no pierdas la justicia de tu espíritu; no te tires al mal, volviéndole a tu enemigo; mas antes hazle bien, y con el bien vence tu mal. Esto te enseña la santa virgen Eulalia; pues en el recio tormento del aceite con que le ungen sus llagas, tiene compasión de los verdugos, y ruega a su Esposo por ellos, doliéndose solamente del pecado que cometen. Considerándola, pues, en este martirio, la dirás:

 

ORACION

¡Oh virgen de heroica justicia, santa Eulalia! ¿Quién podrá dignamente celebrar la que practicasteis en este martirio? Vos en vez de tener un piadoso Samaritano que aplicase a vuestras abiertas llagas aceite de blandura y suavidad que os minorase el dolor, tuvisteis inhumanos verdugos, que os las ungieron con aceite de rigor y crueldad para acrecentar vuestro sentimiento. Por ese martirio seáis bendecida y alabada; y por él os ruego, me alcancéis de vuestro dulce Esposo la justicia, que me falta, para derramar sobre mis enemigos el aceite de la misericordia; es a saber, amor a sus personas, como prójimos, y perdón de las ofensas que me hubieren hecho. Haced, Patrona mía, que no prorrumpa mi corazón en deseo de hacerles mal o vengarme de ellos; antes bien os imite a vos, que herida у maltratada no les deseasteis mal alguno, sino que se convirtiesen a Dios. Inclinad mi voluntad a hacerles bien, y rogar por ellos al Señor, como vos lo ejecutasteis en medio de vuestros tormentos. Oíd ésta mi súplica, para que, manteniéndome en cristiana justicia, logre la bendición de los hijos de Dios, a quienes tiene prometido el Padre celestial la corona de justicia y de misericordia, en la gloria de la eterna bienaventuranza. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

OFRECIMIENTO

Dulce patrona mía, santa Eulalia: virgen justísima según el corazón de Dios: os ofrezco estas Ave Marías, en memoria у honra de los martirios que en la tierna edad de catorce años padecisteis por la justicia; y especialmente del quinto del aceite hirviendo, que tan acerbamente maltrató vuestro sagrado cuerpo. No desechéis esta ofrenda, que aunque corta a vuestro mérito, nace de un corazón dedicado a vuestros  cultos у veneración. Aceptad asimismo las ofrendas de vuestros devotos, singularmente las de aquellos que os aclaman patrona y protectora. Rogad al Señor por la santa Iglesia, y por la paz y concordia entre los Príncipes cristianos. Sed para los caminantes que os invocan, ángel tutelar, que los libre de todos los riesgos, y los lleve al término de sus, viajes con toda felicidad, y a todos alcanzadnos la divina gracia, para merecer con ella la eterna gloria. Amen.

 

 

 

DIA SEXTO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, la invencible fortaleza de la virgen santa Eulalia en el sufrimiento del sexto martirio. Mandó el tirano revolverla y sepultarla en viva cal, para que con su ardor y violencia le penetrase el dolor hasta las entrañas. ¡Oh tierna Virgen! ¿Hubo en vuestro deli cado cuerpo fuerzas para sufrir tan atroz tormento? Sí le hubo, porque era mayor la fortaleza de vuestra alma, que la delicadeza у ternura de vuestro cuerpo: mayor era vuestro coraje para padecer por Dios, que la crueldad del tirano para atormentaros. Al paso que éste os aplicaba nuevas penas, crecía en vuestro ánimo el valor y la fortaleza. Esta virtud debes procurar para no desmayar y desfallecer en las adversidades; y entiende, que los más fuertes no son los que embisten a sus enemigos, sino los que sufren con animosidad constante los trabajos de esta vida. Atiende cuan fuerte se mostró santa Eulalia en este tormento; pues siendo tan activa la fuerza de la cal, no pudo esta deshacer y desbaratar su cuerpo virginal. ¡Oh! quiera Dios, que ninguna tribulación de este mundo te descomponga; más antes te conserves con igualdad de ánimo, como fuerte soldado de Jesucristo. Pídelo con devoción a la santa virgen Eulalia, considerando su insuperable esfuerzo, y diciéndole:

 

ORACION

¡Oh esforzada virgen santa Eulalia: cuánto campeó en vuestra tierna edad la fortaleza de Dios! ¡Cuán superior fue vuestra soberana resistencia a los violentos ardores de la viva cal! Os aplaudo y celebro como Virgen fuerte, hallada de vuestro Esposo, para honra suya y de su Iglesia; у humildemente os ruego, me alcancéis de su divina Majestad la virtud cardinal de la fortaleza, para que resista los ímpetus de las tentaciones y adversidades de esta vida. Vos, oh valiente macabea de la ley de gracia, vos fuisteis superior a vuestro sexo y a vuestra edad, mostrando que todo lo podíais: en el Omnipotente que os confortaba. Haced que fortalecido con la di vina gracia, no me amedrenten los trabajos de esta vida, ni por ellos, ni por otra criatura deje el camino de la virtud. Alcanzadme ánimo у valor para padecer, como vos, por amor de Jesucristo, y que, apoyado en su divina Majestad, que es la fortaleza de los que confían en él, no desfallezca mi espíritu en la peregrinación de esta vida; sino que camine alentado у animoso, hasta llegar al término feliz de la eterna bienaventuranza. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

OFRECIMIENTO

Poderosa patrona mía santa Eulalia: virgen fuerte y valerosa, que en la sangrienta batalla de vuestros tormentos mostrasteis cuan superior erais en la fortaleza a vuestros crueles enemigos: devotamente os ofrezco estas Ave Marías en memoria y reverencia de los martirios que en vuestra tierna edad padecisteis gloriosamente por Cristo, especialmente en honra del sexto de la viva cal que, abrasándoos las entrañas, os alentó vuestro espíritu. Admitid esta ofrenda en el sagrario de vuestra virginal benignidad, y con ella las de todos los fieles, particularmente los que os honran y aplauden como su singular Patrona. Sed para los caminantes, que a vos se encomiendan como a su abogada, el Ángel fuerte, que con un pié en el mar los guieis seguros por sus ondas, y con otro en la tierra los conduzcáis sin desgracia. A todos nos mantengáis firmes con vuestra fortaleza para que lleguemos a ver y gozar de Dios con vos y demás bienaventurados del cielo. Amen.

 

 

DIA SÉPTIMO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, a la santa virgen Eulalia con nuevo y cruelísimo tormento martirizada; porque viendo el tirano, que, en medio de sus exquisitas y atroces penas, se mantenía plácida de rostro y en su ánimo templada, la acometió inhumanamente, cauterizando sus llagas con plomo derretido, para que, a la vehemencia del dolor, la santa Virgen se destemplase. ¡Válgame Dios! ¡Qué tormento! Nunca fue más pesado el plomo que en esta ocasión: pero por más que pesase al virginal cuerpo, fue muy ligero al espíritu de santa Eulalia. Mostró, como dice la Iglesia, la misma gracia en su rostro, que en los antecedentes martirios. Oh! cuánta fue la templanza de su alma! Cuando la violencia del plomo era capaz de turbar a un insensible, nuestra Santa mostraba la mayor alegría y serenidad de ánimo, como si no tuviese sentimiento. ¿Quién duda que le tenía? Pero llevaba siempre fijos los ojos en su amado Esposo, por cuya causa padecía; y templaba con esta dulce memoria los movimientos de la parte inferior, para que no descompusiesen la modestia y mansedumbre de su alma. ¡Ah! ¡cristiano, cuánto te falta esta virtud de la templanza! Piensa la necesidad que de ella tienes, para refrenar las pasiones y movimiento de la parte concupiscible; para conservar y mostrar a tus prójimos la mansedumbre y modestia, que tanto nos encargó nuestro divino Maestro. Atiende a esa serena gracia y graciosa serenidad que ostenta en su rostro la virgen santa Eulalia, agobiada con el peso ardiente del plomo derretido; y confúndele de tus destemplanzas en las palabras de ira y en las obras de deleite. Enamorado, pues, de su modestia y templada gracia, y avergonzado de tus desenvolturas y destemplanza, le dirás:

 

ORACION

Oh templadísima virgen Eulalia, mansa y graciosa en vuestros tormentos: me regocijo en el alma de veros tan heroica en la virtud cardinal de la templanza, y por ella os doy mil alabanzas. Ruégoos intercedáis con Dios para que me conceda la templanza que debo tener en mis palabras y acciones. Confieso humildemente, que, hasta ahora, he sido destemplado en el hablar y en el vivir; desdiciendo de discípulo del manso y modestísimo maestro Jesucristo. Espero de vuestra benignidad, me alcanzaréis de su Majestad el que sepa imitarle, e imitaros en esta importantísima, virtud. Haced, venerada Patrona mía, que ni de mi boca salga jamás palabra desconcertada y ofensiva de mi prójimo, ni el tratamiento de mi vida ostente destemplanza, sino mansedumbre, modestia y edificación. Vos en ese tormento, como en cátedra de magisterio, me enseñáis cual me debo portar en los lances que me fueren pesados, como lo fue a vuestro delicado cuerpo el plomo. Oh! sepa yo aprender esta utilísima lección, para que viviendo templado, sobrio, justo y piadoso, espere la feliz venida de la gloria, por la gracia y méritos de nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina en unidad de naturaleza con el Padre y Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

OFRECIMIENTO

Benéfica patrona mía, santa Eulalia: virgen templada, mansa y modesta, cuya gracia interior reverberaba en la compostura y serenidad de vuestro bellísimo rostro, estando anegada en los más crueles tormentos. ¡Alabada у bendecida seáis por vuestra heroica templanza! Os ofrezco estas Ave Marías en memoria y honra de los martirios que por Jesucristo padecisteis; en especial por el séptimo del plomo derretido sobre vuestras abiertas y ensangrentadas llagas. Admitid esta ofrenda de mi pobreza, y con ella el corazón que os presento, y el de todos vuestros devotos, singularmente de los que os festejan y aplauden como patrona. Templad las fatigas de los que van de camino debajo de vuestra protección: a todos los fieles favoreced con vuestra intercesión, para que, viviendo con templanza, a imitación vuestra, vayan después de su muerte a gozar de la vista bienaventurada de Dios en la gloria. Amen.

 

 

 

DIA OCTAVO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, que estando el virginal cuerpo de santa Eulalia hecho una llaga de pies a cabeza, le añadió todavía la tirana crueldad otro género de tormento, con que aumentó y redobló la pena y dolores a la tierna Virgen. Revolvió, pues, su cuerpo sobre menudos y agudísimos fragmentos de teja, estregando y frotando desapiadadamente con ellos las llagas. iOh tormento imponderable! En él se renovaron los azotes, las brasas encendidas у las hachas, los ecúleos, los peines de hierro, el aceite y plomo derretido y la cal; porque lastimaron y encrudecieron más las llagas que habían abierto los siete primeros martirios. Mas nuestra Santa, al paso que sumamente condolida de tan acerbo tormento, dio nuevas gracias a Dios, porque en él se vio revolcada en tierra, pisada y abatida hasta los frágiles y despreciables trozos de la más vil materia. Era Eulalia igualmente humilde que magnánima; y si por su magnanimidad no la alteraban las más enormes penas, por su humildad deseaba los desprecios y abatimientos. Ahora, sagrada Virgen, los lográis, pues os revuelca la malicia, os sujeta y os oprime con el polvo y lodo vil de la tierra. Atiende, cristiano, a este ejemplar, y aprende de él la excelente virtud de la humildad, que es el fundamento de todas las virtudes. No apetezcas ser honrado, aplaudido y ensalzado en esta vida, que todo es vanidad: humíllate a Dios, conociendo y confesando que eres tierra, polvo y aún menos, pues eres pecador, que es la mayor de las miserias. Abraza con gusto los desprecios, y cuanto más abatido te vieres como sea por amor de Dios, tanto espera verte des pues más exaltado. ¡Mira, que satisfecha está nuestra Santa en el tormento! ¡Qué contenta de verse tan abatida y despreciada por amor de su dulce esposo Jesús! Regocíjate en el alma de la humildad que ejercitó santa Eulalia en este durísimo martirio; y humillándote en el espíritu, dile con la mayor devoción.

 

ORACION

Oh humildísima virgen santa Eulalia: ¡qué espíritu fue el vuestro tan magnánimo y tan humilde! Abatida y pisada sobre la tierra, y atormentada con pedazos menudos de teja disteis gracias a Dios, no solo del tormento que por su amor padecíais, sino también del abatimiento que en aquella pena lograbais, ¡Todo el mundo engrandezca vuestra humildad, que fue tan profunda como sublime у levantado vuestro espíritu! Ruégoos, venerada Patrona mía, que me alcancéis de mi Dios, que tanto se humilló por mi amor, esta virtud de que me hallo tan falto y necesitado. Si yo no soy humilde de corazón, ¿de qué me habrá servido la sangre que por mi derramó Jesucristo tan humillado? ¡Ay de mi soberbia! ¡Ay de mi vanidad y engreimiento! Haced, humilde Virgen, que pierda los humos de este malignante vicio, que arrancó de la altura de sus sillas y del corazón de Dios, a tantos hermosísimos ángeles, volviéndolos en feos demonios, y abismándolos en el infierno. ¡Oh! cuántos cristianos arden en él y con ellos por el mismo vicio! Desarraigádmele, Santa mía, del corazón, y haced que me someta, sujete y abata hasta el polvo de la tierra, pues más merezco por haber ofendido a Dios. ¡Cómo seré verdadero devoto vuestro, si no os imito en la humildad, que es la basa de todo el edificio espiritual, y de la sólida devoción! Rogad, pues, a Dios por esta soberbia y vana criatura, para que su Majestad se digne de hacerla humilde, llevando siempre a los ojos la nada de mi ser, y la miseria de mis pecados. ¡Oh! si lograse esta dicha! La mayor sea; porque la humildad es el primer camino, el segundo, el tercero y todos los caminos para ir al cielo. Interceded, pues, con el Señor, para que, humillándome de corazón, y sin hipócrita fingimiento, sea digno discípulo del divino Maestro, que nos dijo: aprended de mí, que soy humilde de corazón. Así lograré la suprema exaltación en aquellas sillas del cielo, que solo puede llenar la humildad, en las alturas de la gloria. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

 

OFRECIMIENTO

Gloriosa patrona mía santa Eulalia: humilde virgen; que imitasteis a vuestro Esposo en la estimada virtud de la humildad, alegrándoos y dándole gracias por veros despreciada y abatida por su amor: os ofrezco estas Ave Marías en memoria y honor de los martirios que padecisteis en defensa de la santa fe; especialmente del octavo de las tejas, que tanto os maltrataron y humillaron. Admitid con agrado esta pequeña ofrenda, que mi rendida voluntad pone en vuestras manos, e igualmente la de todos vuestros devotos, con especialidad los que sirven a vuestro esposo Jesús debajo de vuestro grande patrocinio. Interceded por los que van de camino, de quienes sois abogada, llevándolos con salud, prosperidad y gracia, por la cual ellos y todos merezcamos ver y alabar a Dios en vuestra compañía, por los siglos de los siglos. Amen.

 

 

 

 

DIA NONO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, la heroica y prolongada paciencia de la virgen santa Eulalia. Cuando des pues de tantos y tan exorbitantes tormentos parece que no tenía más que padecer, aun halló la tiranía como atormentarla más, pues aplicó a su olfato una hedionda y pestilente mixtura de vinagre y mostaza, que la penetró hasta el cerebro. Oh Eulalia! Con qué gusto aplicaríais ese brebaje a vuestros labios, para brindar con él a vuestro amado Esposo, ¡que por vos y por todos le había bebido en su dolorosa pasión! ¡Y con qué displicencia tomamos nosotros las amarguras de los trabajos, que tanto merecemos por nuestros pecados! El olor de las virtudes de la virgen santa Eulalia tenía enamorado a su Esposo, como lo manifestó, cuando milagrosamente convirtió el pan que llevaba a los pobres, en frescas y fragantes rosas; y sin embargo sufre con la más invicta paciencia el hedor insoportable que le presenta la crueldad en el vinagre y mostaza: tú, siendo tu vida hedor que corrompe y escandaliza a tus prójimos, buscas las delicias y regalos de la carne, cebándote en su aparente hermosura y aparente bondad. Vuélvete a santa Eulalia, y atiende a la paciencia con que se deja atormentar el olfato, para ser rosa del más suave olor para Dios, su Redentor y Esposo. Sufre tú con paciencia el vinagre y la mostaza de la mortificación, haciendo penitencia de los pésimos olores de tu vida, para que seas nardo de suavidad a tus prójimos, en honra y gloria de Dios. Considerando, pues, la paciencia inalterable de santa Eulalia en este martirio, y deseando su imitación, le rogarás humildemente:

 

ORACION

Pacientísima virgen santa Eulalia: ¡con cuanta paciencia sufristeis el ingratísimo olor del vinagre mezclado con mostaza! Esas fueron las delicias con que quiso la tiranía regalaros después de tantos y tan pesados tormentos: más para vuestra paciencia lo fueron, porque lo recibisteis como regalo de vuestro Esposo, que os hizo partícipe del vinagre que gustó en el cáliz de su pasión. Seáis bendecida y ensalzada por vuestra heroica paciencia. Esta virtud os ruego que me alcancéis, dulce Patrona mía, para sufrir con ánimo varonil todas las asperezas de esta vida. Si la paciencia es necesaria, como dice el Apóstol, para alcanzar los premios que el Señor nos tiene, prometidos, ¿cómo podré conseguirlo si soy impaciente y mal sufrido en los trabajos y contratiempos? ¡Ay de aquellos que perdieron la paciencia! Vos, gloriosa Virgen, la conservasteis entera en todos vuestros gravísimos martirios; y en este, que fatigó vuestro olfato y cerebro, la mostrasteis singular, aplicándoos con gusto por amor de nuestro Señor Jesucristo. Haced, Santa mía, que no rehúse las amarguras de la penitencia: más antes me las aplique, para dar satisfacción a mi Dios de las ofensas contra su Majestad cometidas. Dadme sufrimiento en las adversidades, recibiéndolas como instrumentos de mi purificación y purgatorio anticipado, tanto más suave que el de la otra vida, cuánto va de lo verdadero a lo pintado. Imiteos á vos, que sufristeis este tormento como venido de la mano de Dios, aunque aplicado por las criaturas. Hacedme esta gracia, para que muy resignado y paciente aparezca a los ojos de Dios digno de gozar los premios de la paciencia en el templo san lo de la gloria. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

OFRECIMIENTO

Admirable patrona mía santa Eulalia: mansa cordera en la paciencia, que con ella disteis glorias y alabanza al pacientísimo cordero Jesucristo. Os doy loores y aplausos por esta insigne virtud; y os ofrezco estas Ave Marías en memoria y honra de los martirios que con tanta paciencia sufristeis por vuestro Esposo, especialmente por este nono del vinagre y mostaza, con el cual acrisolasteis vuestra incontrastable paciencia. Admitid con agrado mi corta ofrenda y las de todos vuestros devotos, singularmente vuestros paisanos, que como patrona os veneran. Recibid los humildes corazones que os presento, y rogad a Dios por todos los cristianos justos y pecadores. Librad de toda desgracia a los caminantes, que se apoyan con el báculo de vuestra protección, pues sois de ellos singular abogada. Y logremos todos por vuestra intercesión la divina gracia, con la cual lleguemos a veros, y haceros perpetua compañía en las eternas moradas de la gloria. Amen.

 

 

 

DIA DÉCIMO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, la fiereza del tormento que padeció la virgen santa Eulalia, cuando el tirano quemó con candelas encendidas los hermosos у delicados ojos de aquella sencilla у cándida paloma. ¿En qué habían pecado vuestros ojos, gloriosa Virgen, ¿para que fuesen atormentados? Los tuyos, sí que merecen esa pena, pues sus altaneras y lascivas vistas han ofendido muchas veces al Señor: pero a los de nuestra santa Virgen, que siempre miraron con modestia, y nunca lo que no es lícito desear; ¿cómo permite su Esposo que sean castigados con fuego? Mas en la paciencia y alegría con que sufrió tan exquisito у recio tormento, manifestó cuan constante era en el amor de Dios y demás virtudes: en ellas perseveró inmoble y sin decadencia hasta el último instante de su vida. ¡Oh! cuán al contrario lo haces tú! Empiezas a veces una vida cristiana, o el ejercicio de algunas virtudes, pero fluctuando como caña movediza a todo viento, no perseveras en el bien obrar, cansándote luego, y volviendo luego a tus antiguos vicios y vanidades. Imita, cristiano la inalterable constancia en el padecer por amor de Dios, que manifestó santa Eulalia cuyos ojos dolorosamente quemados, no perdieron de vista al suave objeto y fin de sus acciones, que era Jesucristo. Así perseveró constante en el ejercicio de tantas virtudes, como practicó en el prolongado curso de sus martirios. Con deseos, pues, de seguir tan noble ejemplo, humilde le dirás:

 

ORACION

Oh constante virgen santa Eulalia: ¡qué heroica fue vuestra perseverancia! Peña incontrastable fuiste, cuya firmeza no desquiciaron todos los embates de Ja tiranía, manteniéndoos inmutable en el amor y servicio de vuestro enamorado Esposo, a pesar de las alborotadas olas de gravísimos tormentos. Seáis bendecida y glorificada por vuestra perseverancia, la que os ruego me alcancéis de nuestro Señor Jesucristo, para que le sean agradables mis ejercicios, pues el valor y la eficacia de las buenas obras es la virtud de la perseverancia. Haced, dulce Patrona mía, que persevere en el bien obrar hasta la muerte, para merecer la corona de la gloria, pues solo el que perseverare hasta el fin, será coronado. Quemad mis ojos con el fuego del divino amor, para que no vean objeto que sea del desagrado de su Majestad. Aplicadles las candelas de la modestia y de la santa simplicidad, con las cuales ni sean altivos en el mirar, ni impuros en el ver. Tales fueron vuestros ojos; y nunca más lúcidos y claros que cuando quemados, pues entonces recibisteis de vuestro Esposo mayores luces para verle y contemplarle con los interiores de vuestra alma. Haced que con estos le mire sin pestañear, ni perderle un instante de vista, perseverando en su santo servicio hasta el último instante de mi vida; a cuya vista obscuramente contemplativa, sucede la clara e intuitiva que hace a las almas bienaventuradas entrar en la región feliz de la eterna gloria. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

OFRECIMIENTO

Benigna patrona mía santa Eulalia: virgen constante en la virtud; virgen en el amor de Dios perseverante, rendidamente os ofrezco estas Ave Marías en memoria y reverencia de los martirios, que en vuestra tierna edad padecisteis por amor y en honra de Jesucristo, especialmente en el sensible de las candelas encendidas que os martirizaron los ojos, para que a los de vuestro Esposo fuesen más limpios, más puros y hermosos. Admitid, Santa mía, esta pequeña ofrenda que os tributa mi devoción, y las que os rinden vuestros devotos, particularmente los que festivos os proclaman gran Patrona. Rogad a Dios por todos los fieles de la santa Iglesia, y bendecid los viajes de los caminantes, que a vuestra protección se encomiendan. Libradnos de los riesgos de esta vida, y mantenednos firmes en las buenas obras, hasta que llegue la última hora de nuestra vida temporal, en la cual entremos a la eternidad de la bienaventuranza. Amen.

 

 

 

DIA UNDÉCIMO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, la mayor y más sentida de las penas que padeció la virgen santa Eulalia; cuando el infame tirano mandó desnudar su cuerpo virginal, y llevarlo con esta afrenta por las calles y plazas públicas de Barcelona. ¿Quién podrá dignamente ponderar el dolor y aflicción de nuestra Santa en este inhumano martirio? Este fue el que, sin atormentar su virginal cuerpo, le llegó hasta lo más íntimo de su alma. Ajado mira santa Eulalia su pudor y recato angelical: afrentada su purísima castidad: expuesta a los ojos de la publicidad su delicada pureza. ¡Oh espectáculo el más cruel que inventó jamás la tiranía! ¡Mas, oh providencia amorosa de su castísimo Esposo! Salvadme, le dice Eulalia, porque las aguas de los tormentos me han penetrado el alma. Atiende pues, cristiano, a otro espectáculo que el cielo ofrece a tu vista, para confundir el que fabricó la deshonesta malicia. Mira, como de repente le corta el cielo a Eulalia de los candores de la nieve la más preciosa gala. Así que ella es la esposa más parecida al divino Esposo; pues se ostenta a los ojos de todos, cándida y colorada como su Majestad: cándida, con la nieve que la cubre у adorna: colorada, con la sangre que por su amor ha derramado. De esta suerte aprecia Jesús la virginal castidad de su esposa Eulalia, vistiéndola con aquel corte con que han de lucir en el cielo las vírgenes de inmaculada castidad. Paseaos ahora, castísima Virgen, por Barcelona, mostrando a vuestros paisanos la belleza y los triunfos de la castidad; y decidles, que en los dos colores de vuestro celestial vestido aprendan los que han de traer en su alma: el blanco, con la pureza de la gracia; y el colorado, con el rubor de la castidad. Siguiendo tú, cristiano, con el espíritu el glorioso triunfo de nuestra Santa, le dirás con humildad y devoción:

 

ORACION

Castísima virgen santa Eulalia, blanco del divino amor por la pureza de vuestra alma; ¡qué magnifica y hermosa parecéis á los ojos de Barcelona! Blanca azucena sois de castidad: nevado jazmín de pureza: vestida con la misma tela, que fue prodigiosa gala de vuestro Esposo en el Tabor de sus glorias. ¡Oh! con qué gozo y afecto os canto los vivas de vuestra victoria! Os ruego, Patrona mía, me alcancéis de vuestro dulce Esposo, la angélica virtud de la castidad: cubrid mi alma de pura nieve, que apague totalmente los impuros ardores de la lujuria. Interceded por los vecinos de vuestra ciudad, para que vayan modestos у moderados en sus vestidos, no ostentando en los trajes, ni encendiendo con ellos el fuego de la lascivia. Abridles los ojos, para que vean, o se acuerden de que vos santificasteis y honrasteis sus calles, vestida del cielo con la gala de la castidad, no permitiendo Jesucristo que se afrentasen con la desnudez de vuestro cuerpo virginal. Y será bien, ¿que las avergüencen con las suyas las que se precian de paisanas y devotas vuestras? Haced que vivamos con tanta pureza, que no manchemos la blanca estola que nos vistió vuestro Esposo en el santo bautismo: más antes, como nos avisó su sagrado ministro, la mantengamos siempre cándida, hasta presentarla a los ojos de Jesucristo, que la blanqueó con su sangre, pura, limpia y sin tizne. Así sea por vuestra intercesión, para que castos en el cuerpo y en el alma, subamos a revestirnos el corte riquísimo de luz y candor, con que se adornan los Santos en la gloria. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

OFRECIMIENTO

Dignísima patrona mía, santa Eulalia: virgen de singular pureza y castidad, distinguida por ella con el blanco vellón del inmaculado Cordero: os ofrezco estas Ave Marías en memoria y aplauso de los martirios que padecisteis por vuestro esposo Jesús; particularmente por el undécimo, el más sensible a vuestra pureza, de la pública desnudez, y que amante acudió con la rica tela, que de los campos de la nieve tejieron los ángeles de la gloria. Aceptad esta mi corta ofrenda, y las de todos vuestros devotos, especialmente los barceloneses, que se precian de veneraros por patrona. Aplicad vuestras virginales oraciones por todos los católicos; y cubrid con el manto de vuestra protección a los caminantes que se os encomendaron, como a su especial abogada, haciendo que ni los abrase el sol, ni los destemplen las nieves, ni padezcan en sus viajes desgracia. Alcanzadnos á todos los candores de la gracia con cuya rica gala entremos a bordarlos con el oro y piedras preciosas de la gloria. Amen.

 

 

 

DIA DUODÉCIMO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, que rabioso el presidente Daciano de ver la constancia de la virgen santa Eulalia, y desesperando ya de triunfar de su fe, mandó que la escarpiasen en una cruz. Albricias os mando, Esposa de Jesús, ¡por esta feliz nueva! Después de tantos tormentos, que os hicieron merecedora del cáliz de su pasión, solo os faltaba la gloria de veros participe de aquel sagrado madero, que fue trono real de su divina Majestad. Qué alegre, ¡qué festiva, que tiernamente devota sube santa Eulalia a la levantada palma del paraíso, para coger los dulces sazonados frutos del divino Redentor! Clavada está en la cruz Eulalia, no tanto con los clavos y cordeles de la tiranía, como con los blandos y suaves de su ardiente caridad. Pendiente en ella da gracias y gloria al que la santificó y hermoseó con sus preciosos miembros. ¡Qué actos de religión no hace la virgen Eulalia crucificada! ¡En qué ternuras de devoción no prorrumpe! La adora como instrumento principal de nuestra redención: la saluda, la ruega; la engrandece como imagen del Redentor divino: la introduce y fija en su alma, como sagradas arras del desposorio, que luego ha de celebrar con el que en ella se desposó con la santa Iglesia. Oye, cristiano, con atención a la santa virgen Eulalia, para aprender cómo has de venerar y honrar a la santa Cruz, que es tu divisa, tu blasón, tus armas y el pasaporte para el cielo, escrito con la sangre de Dios, y firmado con su mismo nombre Jesús. Adora, cristiano, con Eulalia, la cruz de Cristo, y salúdala, diciendo: Dios te salve, Cruz preciosa; recíbeme en tus brazos, en cuyos descansó el que en ti me redimió. Ruégale, y dile: Oh Cruz, ¡única esperanza de los pecadores! aumenta la gracia a los justos, y perdona a los malos las culpas. Engrandécela devotamente con la Iglesia: ¡Oh dulces clavos de salud! ¡O dulce peso de redención! Imprímela en tu alma, más que en tu frente, boca y pechos, y crucifica con sus clavos todos tus vicios y concupiscencias, muriendo en ella para el mundo, y vivido únicamente para Dios. Y considerando a nuestra Santa pendiente de este sagrado árbol, como fruto de sus virtudes, le dirás:

 

ORACION

¡Oh virgen dulcemente crucificada santa Eulalia! Qué satisfecha os considero, ¡qué santamente ufana y graciosa en ese tálamo de vuestra virginidad! Bien podéis decirle a vuestro amante Esposo, como esposa suya: Nuestra cama está florida: porque una es la que os recibe; es a saber, la santa Cruz: árbol florido, de quien vuestro esposo Jesús fue la primera flor matizada con su sangre, y vos la segunda, purpureada también con la vuestra. Os doy mil plácemes, de que sea el término de vuestra carrera tan semejante al de nuestro divino Redentor. Os alabo y engrandezco por la gloria que os cabe en estar crucificada por Jesús, así como él lo estuvo por vos. Ruégoos humildemente, intercedáis con su Majestad, para que la virtud de la religión sea en mi alma ferverosa y brillante: sepa adorar у honrar la santa Cruz, como vos lo ejecutasteis cuando la visteis, y en ella os hallasteis. Use de ella con la mayor devoción, persignándome y santiguándome perfectamente. Haced que sepa considerar sus sagrados misterios, para agradecerlos y amar como debo al que se dignó de morir en ella para salvarme. Alcanzadme, Patrona mía amor a la mística cruz del Señor, que consiste en la penitencia de mis pecados, y en la mortificación de mis sentidos, vicios y concupiscencias. Vos, inocente Virgen, no tuvisteis que crucificar en la vuestra sino vuestro virginal cuerpo por martirio, y vuestra alma por holocausto: más yo, que soy tan vil pecador, ¡cuánto tengo que crucificar! Haced pues, mi dulce tutelar, que desde ahora elevé en la Cruz de mi Redentor todo mi cuerpo, toda mi alma, y al mundo con sus pompas y vanidades, cuales prometí solemnemente en el santo bautismo renunciar para siempre. Así crucificado con mi Señor Jesucristo, suba a gozar de los frutos de tan sagrado árbol, con vos y los demás Santos, en el paraíso de la gloria. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

OFRECIMIENTO

Ilustre patrona mía santa Eulalia; virgen enaltecida con el sagrado toisón de oro, que en vuestro Esposo fue su más estimado trofeo; devotísima adoradora de la santa cruz, en cuyos brazos descansasteis después de la fatigosa batalla de vuestra pasión: os ofrezco estas Ave Marías en memoria y reverencia de los martirios, que en vuestra tierna edad padecisteis por la fe; especialmente por el duodécimo de la cruz, por quien amante y enamorada con tantas ansias suspirasteis. Admitid esta ofrenda, que llevan o la tierna memoria de la cruz, no puede menos que ser de vuestro agrado y estimación. Aceptad asimismo las de todos vuestros devotos, particularmente las de aquellos que en esa cruz os veneran como patrona. Tened en memoria a todos los fieles de la santa Iglesia; y sea vuestra cruz el sagrado caduceo, que muestre y prospere los viajes de los caminantes, cuya especial abogada sois. Rogad a Jesús se digne de comunicarnos un entrañable amor y devoción a su divina cruz, para que, sellados con ella, merezcamos verle y gozarle con vos en el cie lo, por los siglos de los siglos. Amen.

 

 

 

 

DIA DECIMOTERCIO

MEDITACIÓN

Considera, cristiano, como la gloriosa virgen santa Eulalia después de pender en la cruz dos días, predicando animosamente la fe de Dios crucificado, y glorificándole con repetidos fervorosos actos de amor, de gracias, de religión, y de otras virtudes, fue depuesta de ella, y mandándola el verdugo inclinar su cuello virginal, le cortó con fiereza bárbara la cabeza. Consumó nuestra santa su vida, ejercitando humildemente la santa virtud de la obediencia; pues, aunque le era sensible dejar la estimada cruz, se rindió al precepto, (aunque inhumano) del tirano; y aunque era repugnante a la naturaleza entregar la cabeza al cuchillo, obedeció pronta y alegre, sujetándose a la última crueldad de la tiranía. ¡Oh, qué agradable fue a su Esposo este sacrificio de la obediencia! Es el que más quiere de nosotros, pues él mismo dice: Obediencia quiero y no sacrificio. Aprende de la santa virgen Eulalia esta virtud: sujétale por amor de Dios a tus superiores, y cumple pronta y alegremente lo que te mandaren, aunque sea contra tu gusto, y por más que se te represente arduo y duro de ejecutar. Atiende como santa Eulalia, a imitación de Jesucristo, fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz y de cuchillo: tú no sabrás o no querrás obedecer a Dios, ¿que no te manda cosas tan ásperas ni difíciles? ¿Siempre querrás hacer tu voluntad, no sujetándola a tus mayores, más antes viviendo libremente a tu antojo, como si para ti no hubiese ley, ni mandamientos? Esta obediencia de nuestra santa Virgen consumo el mérito de sus martirios: tan preciosos a los ojos de Dios, que quiso dar testimonio de cuan complacido estaba en aquella pura doncella, haciendo que su santa alma saliese de su cuerpo visiblemente, en aquella misma especie en que había aparecido el Espíritu Santo sobre Cristo en el Jordán. Voló el espíritu de la virgen y mártir Eulalia a la gloria en figura de cándida paloma, diciéndole su Esposo: Ven, paloma mía, ven, y serás coronada. Lo fue con dos coronas; con la blanca como castísima virgen, y con la colorada como esforzada mártir. En esta consideración le dirás:

 

ORACION

¡Oh eximia virgen santa Eulalia: qué obediente fuisteis en vuestra muerte, inclinando vuestra cabeza, ¡y rindiéndola al alfanje del tirano! ¡Con cuánto gusto disteis la vida para testificar la fe de vuestro dulce Esposo! ¡Con qué fervor entregasteis en sus manos vuestro purísimo espíritu! ¡Oh! si nosotros nos diésemos y resignásemos enteramente a su divina Majestad! Bendita seáis, gloriosa Virgen, ¡por vuestra preciosa muerte! Os ruego me alcancéis del Señor una pronta y pronta y rendida obediencia a sus santos mandamientos, y a todos mis superiores. Haced que siempre guste más de hacer la voluntad de mis mayores, que la propia; y que no solo me sujete a estos, sino también a los iguales y a los menores que yo, a imitación de nuestro Señor Jesucristo, que siendo Dios se sujetó a las criaturas, a quien imitasteis vos, rindiéndoos a la voluntad de los mismos tiranos. Haced que viva tan ajustado a la ley de Dios, que mi alma en la hora de la muerte salga de ni cuerpo como pura y blanca paloma, que vuele ligera a donde voló la vuestra, para ver y gozar de mi divino Redentor que, con el Padre, y Espíritu Santo vive y reina, Dios verdadero, por los siglos de los siglos. Amen.

 

Medita lo leído, y pide la gracia particular que deseares, etc., rezarás las tres Ave Marías, etc. Y luego harás el siguiente

 

OFRECIMIENTO

Amante patrona mía santa Eulalia: virgen de heroica obediencia,  que por amor de vuestro esposo Jesús, os rendisteis gustosa al cruel mandamiento de vuestros tiranos, dando la vida a la violencia del acero: Oh gloriosa Protomártir española, gloria y honra de Cataluña, lustre singular de Barcelona, y lucidísimo astro de la Iglesia católica: os ofrezco estas Ave Marías en dulce memoria y rendida veneración de los martirios que en vuestra tierna edad padecisteis por amor de Jesucristo, especialmente por el último, que os traslado de esta vida a la gloria, laureada con mil palmas y festejada de los santos Ángeles. Admitid este mi corto obsequio y el de todos vuestros devotos, particularmente de los que, como paisanos vuestros, se glorían de veneraros por su gran Patrona. Rogad a Dios por todos los fieles de la santa Iglesia, y a los caminantes, cuya Abogada especial sois, alcanzadles prosperidad en los viajes. Haced que, pues os veneramos en vuestros martirios, imitemos las virtudes que en ellos ejercitasteis, para que caminando de virtud en virtud, subamos al monte santo de la gloria, en donde nos veamos todos con Vos у glorifiquemos eternamente al Padre, al Hijo y Espíritu santo, tres Personas y un solo Dios, que vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amen.

 

 

 

TRADUCCION LITERAL EN CASTELLANO de las Coplas,

que en catalán le cantan à la gloriosa Virgen y Mártir Santa Eulalia,

Patrona de Barcelona, en su Capilla de la Iglesia Catedral de la misma ciudad.

 

 

Digna sois de Barcelona

gran Patrona,

donde vuestro loor se canta,

Eulalia Virgen muy Santa.

 

Vuestra caridad Serrana

Soberana,

mayor siendo cada día,

si vuestro Padre os espía

más que humana,

pan en flores convertía,

con que el mérito corona:

 

Viendo de Daciano la ira

con que aspira

À acabar la Fe Cristiana,

vuestra juventud lozana

no retira,

si que en su presencia, ufana,

de profesarla blasona :

 

Admira à su tiranía

la osadía,

y reputando injuriada

su autoridad profanada,

con porfía

en carne tan delicada

pena à penas amontona:

 

Penas de muchas maneras,

como Fieras,

sus Sayones imaginan

en fuego, con cuanto atinan;

mas de veras

de Fénix os examinan

para la inmortal corona:

 

Vuestra constancia espantosa

bella Rosa,

con la sangre derramada

más hermosa,

y encarnada Mariposa

de la luz enamorada

solo al Cielo se aficiona:

 

No bastando tanta pena

como estrena,

viendo vuestra gran pureza,

desnudar tanta belleza

quiere, ordena

con impensada fiereza,

infamar vuestra Persona:

 

Viendo el Cielo en tal martirio,

tal delirio,

celoso amante procura

vestiros de más blancura

que no al lirio;

de nieve cándida y pura

forma gala que os abona :

 

En Cruz fue de vuestra vida

Homicida,

con muerte la más penosa;

cuando en Paloma vistosa

convertida

volasteis al Cielo airosa;

la Historia así lo pregona:

 

La piedad os asegura

sepultura

que fue gran tiempo ignorada,

pero por milagro hallada,

con ternura

fuisteis luego trasladada

al centro de Barcelona:

 

Vuestra entereza se empeña

en dar seña

de una Reliquia robada,

quedando inmoble en la entrada

como peña ,

hasta ser recuperada;

como un Ángel nos lo abona:

 

Sois Barcelonesa bella

clara estrella,

de nuestra salud celadora,

en guerra y paz cuidadosa;

sois aquella Amazona

victoriosa,

y Catalana Belona:.

 

Con rendimiento, os adora

Protectora

esta Ciudad, que os suplica;

su grandeza os sacrifica,

y atesora

las gracias que multiplica,

la excelencia que blasona:

 

Guardad siempre à Barcelona

gran Patrona,

donde vuestro loor se canta,

Rogad al que así os corona,

gran Patrona,

por quien vuestra gloria canta, Eulalia Virgen muy Santa.

 

L/: Ruega por nosotros Santa Eulalia.

R/: Para que nuestros pecados sean perdonados.

 

OREMOS: Dios y Señor nuestro, por la celebración de la solemnidad de Santa Eulalia virgen y mártir, te pedimos nos concedas propicio, por sus gloriosísimos méritos, la provisión de los bienes materiales y espirituales que necesitamos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

 

 

GOZOS EN HONOR A SANTA EULALIA VIRGEN Y MARTIR, PATRONA DE BARCELONA.

Eulalia, santa corona

Del martirio has ganado.

Patrona de Barcelona

Libéranos del pecado.

 

Jesucristo os ha tomado

Y viviendo de su amor

Sois celosa del tesoro

De virginal entereza

Por eso vuestra pureza

Guardas con mucho cuidado.

 

La sangre das generosa

Por Jesús, vuestro deseo

Y la fe que profesaste

Confiesas bien valerosa

Que diga eres y hermosa

Ante el tirano malvado.

 

La amenaza no te espanta

Ni del mundo sus tesoros

No te llaman, y sus honores

Pisaste con firme planta

Contemplando firmeza tanta

El tirano queda asombrado.

 

Del martirio hizo estreno

Con cruel flagelación

Y un chorro de sangre inocente

Salió de tus puras venas

Te ponen dura cadena

Y en prisión te han encerrado.

 

Viendo que fue tarea vana

El cruel primer tormento

Cayó sobre vos el poder

De la gran maldad pagana.

Atizados de rabia insana

Vuestro cuerpo han castigado.

 

Es vuestra fe tan fuerte

Que vence cualquier tormento

Y para burla de la gente

El verdugo te desnuda

Y vuestro amor os conforta

Cuando la ciudad has cruzado

 

De vuestra carne tan pura

Se muestra Jesús cuidadoso

Pues cayó del cielo piadoso

La más blanca vestidura

La nieve con su fina albura

Tu desnudez ha tapado.

 

Su más excelsa Patrona

En vos Barcelona tiene

Que en su magnífica sede

Digno sepulcro os dona.

Vuestros milagros abonan

Prueba de gran santidad.

 

L/: Tus labios han sido colmados de gracia.

R/: Porque Dios los ha bendecido eternamente.

 

OREMOS. Dios y Señor nuestro, por la celebración de la solemnidad de Santa Eulalia virgen y mártir, te pedimos nos concedas propicio, por sus gloriosísimos méritos, la provisión de los bienes materiales y espirituales que necesitamos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

 Colaboración de Carlos Villaman


 

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