CAMINATA
DE CUARENTA DÍAS DEDICADA AL VIRTUOSÍSIMO JOVEN SANTO TOBÍAS
México,
Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo,
Calle
Santa Teresa núm. 1. Año 1900.
VIRTUDES
DEL SANTO
Santo
Tobías, desde muy niño reveló en su inocente carácter, ser un modelo perfecto
de santidad, por sus admirables inclinaciones a la docilidad y a la obediencia.
Para sus padres fue el tesoro más querido, y para el cielo uno de sus
escogidos. Oraba con fervor y su pensamiento se ocupaba en los preceptos del
amor de Dios. Fue compañero inseparable del glorioso arcángel Señor San Rafael,
de quien recibió el maravilloso prodigio de volverle la vista a su padre con la
hiel de un pescado, pues ya estaba totalmente ciego; por cuyo motivo el joven
Tobías elevó un voto de gracia a su Divina Majestad, y así se hizo más digno
del reino celestial.
En
virtud de lo que llevo expuesto, procuremos imitar en todos nuestros actos las
preciosas inclinaciones del joven Tobías y de este modo hallaremos fácilmente
el camino que debemos seguir en nuestra larga peregrinación, para llegar a la
Corte Celestial. Observemos en esta CAMINATA DE CUARENTA DIAS, la piedad más
santa y religiosa que pueda concebir la imaginación.
RECOMENDACIÓN
Si
algunos fieles por sus muchas atenciones no tuvieren el tiempo suficiente para
ir aumentando el número de Pater Noster y un Ave María con la respectiva
invocación final, a fin de pedir a su Divina Majestad, por intercesión del
joven Tobías, la conversión de los jóvenes descarriados y niñas inexpertas, que
es el principal objeto de esta cuarentena, y al mismo tiempo por otras muchas
necesidades que nos afligen. Para los padres y madres de familia, es sumamente
necesaria esta exhortación, porque de ella resulta el bienestar social y religioso
de sus hijas.
ACTO DE
CONTRICIÓN
¡Dios
mío, Dios de bondad, Dios clemente, Dios de misericordia infinita! Vedme aquí
postrado ante vuestra Divina Majestad llorando arrepentido mis innumerables
errores. Mi firme y verdadero propósito es el de no volver a ofenderos,
mediante el poderoso auxilio de vuestra altísima gracia. Haced que en mi
espíritu y ruda imaginación se penetren los sublimes sentimientos de amor y de
santa veneración hacia Vos, para de este modo conseguir el perdón tan anhelado
de mi alma. Así lo espero de Vuestra Augusta Majestad, por los preciosísimos
méritos de mi Señor Jesucristo, por el copioso llanto de María Santísima y por
la eficaz intercesión del glorioso joven Santo Tobías. Amén.
ORACIÓN
A SANTO TOBÍAS
¡Oh
gloriosísimo joven Santo Tobías! Por la admirable docilidad y obediencia que
observaste con tus queridos padres, te ruego en esta cuarentena, que todos los
jóvenes que constantemente les dan en qué sentir a sus padres, se aparten del
sendero del mal y tomen el camino más positivo y seguro para alcanzar la eterna
bienaventuranza, que sin duda es lo que sus padres anhelan, y para el mayor
merecimiento ante los ojos de su Divina Majestad y regocijo de la Corte
Celestial. Mi última súplica, oh Santo mío, es que infundas en el corazón de mi
(hijo o hija) los sentimientos piadosos de moralidad y buen juicio, y de
hacerlo volver con verdadero arrepentimiento al hogar paterno, exponiéndote
para este prodigioso portento mis abundantes lágrimas, y en cuya petición tú
eres mi eficaz intercesor para con su Divina Majestad; así espero de tu sublime
virtud y santidad que darás oído a mi ruego, por los méritos de Nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
Desde el primer día se reza un Padre
Nuestro a Santo Tobías, con la siguiente:
INVOCACIÓN
Dichoso Santo
Tobías,
Por la Pasión del
Señor
Y sus horas de
agonías,
Sácame de esta
aflicción.
Cuarenta días te
dedico
De fervorosa
oración,
Y en ellos te
suplico
Escuches mi
petición.
Se rezará en el segundo día dos Pater
Noster, en el tercero tres y así se irá aumentando un Pater Noster en cada día
durante la cuarentena, diciendo al principio y al fin de toda la invocación
dedicada al Santo Tobías, y terminando con esta:
ORACIÓN
¡Oh
Divino Jesús! Fuente inagotable de bondades para el linaje humano, por tu
admirable sabiduría, sabes lo que existe de bueno y de malo en los mundanos
corazones; Tú ves la susceptibilidad en que incurren unos y de la manera con
que te aman otros. Tu divina clemencia la extiendes entre los buenos y los
malos, pues dices entre sí: “Todos son mis hijos y por ellos se ha verificado
mi Redención”. Así es que vemos palpablemente tu infinita misericordia y a ella
nos acogemos los que contritos imploramos tu divina gracia, pidiéndote a la vez
por aquellos desgraciados, que han visto con abandono y desprecio las
exhortaciones de tus apóstoles. Yo te suplico, ¡oh Dios mío!, dirijas una
mirada de compasión a esos pobrecitos seres que viven cubiertos con el obscuro
velo de la ignorancia y de la ingratitud. Por tu Preciosísima Sangre derramada
en el santo madero de la Cruz. Amén.
Tres Padre Nuestros y tres Ave Marías en
acción de gracias.
Colaboración de Carlos Villaman.
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