domingo, 28 de marzo de 2021

CAMINATA DE SAN TOBÍAS

 


CAMINATA DE CUARENTA DÍAS DEDICADA AL VIRTUOSÍSIMO JOVEN SANTO TOBÍAS

 

México, Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo,

Calle Santa Teresa núm. 1. Año 1900.

 

VIRTUDES DEL SANTO

Santo Tobías, desde muy niño reveló en su inocente carácter, ser un modelo perfecto de santidad, por sus admirables inclinaciones a la docilidad y a la obediencia. Para sus padres fue el tesoro más querido, y para el cielo uno de sus escogidos. Oraba con fervor y su pensamiento se ocupaba en los preceptos del amor de Dios. Fue compañero inseparable del glorioso arcángel Señor San Rafael, de quien recibió el maravilloso prodigio de volverle la vista a su padre con la hiel de un pescado, pues ya estaba totalmente ciego; por cuyo motivo el joven Tobías elevó un voto de gracia a su Divina Majestad, y así se hizo más digno del reino celestial.

 

En virtud de lo que llevo expuesto, procuremos imitar en todos nuestros actos las preciosas inclinaciones del joven Tobías y de este modo hallaremos fácilmente el camino que debemos seguir en nuestra larga peregrinación, para llegar a la Corte Celestial. Observemos en esta CAMINATA DE CUARENTA DIAS, la piedad más santa y religiosa que pueda concebir la imaginación.

 

RECOMENDACIÓN

Si algunos fieles por sus muchas atenciones no tuvieren el tiempo suficiente para ir aumentando el número de Pater Noster y un Ave María con la respectiva invocación final, a fin de pedir a su Divina Majestad, por intercesión del joven Tobías, la conversión de los jóvenes descarriados y niñas inexpertas, que es el principal objeto de esta cuarentena, y al mismo tiempo por otras muchas necesidades que nos afligen. Para los padres y madres de familia, es sumamente necesaria esta exhortación, porque de ella resulta el bienestar social y religioso de sus hijas.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Dios mío, Dios de bondad, Dios clemente, Dios de misericordia infinita! Vedme aquí postrado ante vuestra Divina Majestad llorando arrepentido mis innumerables errores. Mi firme y verdadero propósito es el de no volver a ofenderos, mediante el poderoso auxilio de vuestra altísima gracia. Haced que en mi espíritu y ruda imaginación se penetren los sublimes sentimientos de amor y de santa veneración hacia Vos, para de este modo conseguir el perdón tan anhelado de mi alma. Así lo espero de Vuestra Augusta Majestad, por los preciosísimos méritos de mi Señor Jesucristo, por el copioso llanto de María Santísima y por la eficaz intercesión del glorioso joven Santo Tobías. Amén.

 

 

ORACIÓN A SANTO TOBÍAS

¡Oh gloriosísimo joven Santo Tobías! Por la admirable docilidad y obediencia que observaste con tus queridos padres, te ruego en esta cuarentena, que todos los jóvenes que constantemente les dan en qué sentir a sus padres, se aparten del sendero del mal y tomen el camino más positivo y seguro para alcanzar la eterna bienaventuranza, que sin duda es lo que sus padres anhelan, y para el mayor merecimiento ante los ojos de su Divina Majestad y regocijo de la Corte Celestial. Mi última súplica, oh Santo mío, es que infundas en el corazón de mi (hijo o hija) los sentimientos piadosos de moralidad y buen juicio, y de hacerlo volver con verdadero arrepentimiento al hogar paterno, exponiéndote para este prodigioso portento mis abundantes lágrimas, y en cuya petición tú eres mi eficaz intercesor para con su Divina Majestad; así espero de tu sublime virtud y santidad que darás oído a mi ruego, por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

Desde el primer día se reza un Padre Nuestro a Santo Tobías, con la siguiente:

 

INVOCACIÓN

Dichoso Santo Tobías,

Por la Pasión del Señor

Y sus horas de agonías,

Sácame de esta aflicción.

Cuarenta días te dedico

De fervorosa oración,

Y en ellos te suplico

Escuches mi petición.

 

Se rezará en el segundo día dos Pater Noster, en el tercero tres y así se irá aumentando un Pater Noster en cada día durante la cuarentena, diciendo al principio y al fin de toda la invocación dedicada al Santo Tobías, y terminando con esta:

 

ORACIÓN

¡Oh Divino Jesús! Fuente inagotable de bondades para el linaje humano, por tu admirable sabiduría, sabes lo que existe de bueno y de malo en los mundanos corazones; Tú ves la susceptibilidad en que incurren unos y de la manera con que te aman otros. Tu divina clemencia la extiendes entre los buenos y los malos, pues dices entre sí: “Todos son mis hijos y por ellos se ha verificado mi Redención”. Así es que vemos palpablemente tu infinita misericordia y a ella nos acogemos los que contritos imploramos tu divina gracia, pidiéndote a la vez por aquellos desgraciados, que han visto con abandono y desprecio las exhortaciones de tus apóstoles. Yo te suplico, ¡oh Dios mío!, dirijas una mirada de compasión a esos pobrecitos seres que viven cubiertos con el obscuro velo de la ignorancia y de la ingratitud. Por tu Preciosísima Sangre derramada en el santo madero de la Cruz. Amén.

 

Tres Padre Nuestros y tres Ave Marías en acción de gracias. 

Colaboración de Carlos Villaman.

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