jueves, 18 de marzo de 2021

LAS SIETE PALABRAS DE MARÍA SANTÍSIMA


PIADOSO EJERCICIO EN MEMORIA Y OBSEQUIO DE MARÍA SANTÍSIMA

POR LAS SIETE VECES QUE HABLÓ, SEGÚN REFIEREN LOS SANTOS EVANGELIOS

 

Compuesto por Fr. Pedro José Orcillez

México, 1840

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Muy arrepentido estoy de haber pecado, benignísima María, alabo de Dios la singular clemencia, y me confundo horrorizado de mis descarríos. He ofendido a un Pastor cuidadoso por que no me extraviase de las sendas de la santidad y justicia: he ofendido a un médico, tan solícito de mi salud, a un Esposo, tan amante de mi alma, a un Padre, tan tierno para mí, en una palabra, e ofendido a todo un Dios. Vos, María, que sois la gran medianera de los infelices pecadores, tened piedad de mí. He aquí a vuestros pies, un miserable, que a vos acude y os pide misericordia. Es verdad, que por mis ingratitudes a Dios y a vos, merecía que ambos me condenaseis, más yo estoy persuadido de que nunca rehusáis ayudar al que con la debida confianza se encomienda a vos. Pues ¡Oh criatura la más excelente de las manos de la Omnipotencia! Supuesto que superior no hay más que Jesucristo, y en vuestra comparación son pequeños los más agigantados astros del Cielo, ¡Oh Santa de los Santos! ¡Oh María, abismo de gracia! Socorred a un infeliz que la ha perdido, por su culpa, y solo por su grave culpa. Yo sé que sois tan amada de la Beatísima Trinidad, que nada os niega, se también, que vos gustáis de emplear vuestra magnificencia, en remediar a los desdichados delincuentes. Ea pues, haced ver cuan galana es la recomendación que obtenéis para con Dios, alcanzándome una luz y un incendio divino, que desasiéndome de todo afecto terreno, me una solamente a Dios. Hacedlo, Señora, que vos lo podéis conseguir, hacedlo por amor de aquel Dios que os ha constituido tan Poderosa, tan Suprema, y tan Misericordiosa. Así lo espero. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

 

PRIMERA PALABRA

“¿Cómo será esto, porque yo no conozco varón?” Lc. 1, 34

 

Se rezan tres Aves Marías de la forma siguiente:

 

L/: Glorifiquemos a María Santísima, Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo.

 

R/: Ensalzada sea la Beatísima Trinidad, por las ínclitas prerrogativas que concedió a María Santísima

Ave María.

 

Y de la misma forma las dos siguientes.

 

ORACIÓN

Mi Inmaculada Señora: Yo me alegro al vero enriquecida de tanta pureza. Doy alabanzas, y procuraré darlas siempre al Universal Criador, por haberos preservado de toda imperfección. Quisiera, que el mundo en general os conociese y os confesase por aquella bella Aurora sin falta, adornada de los divinos resplandores, por aquella Arca escogida de salud, libre del común naufragio del pecador, por aquella inocente y tersa Paloma, cual os declaró vuestro celestial Esposo, por aquel Huerto cerrado que fue la delicia de Dios, por aquella Fuente sellada, en la cual jamás entró cosa alguna que la enturbiase, y en fin, por aquella Rosa, que brotando entre las espinas de los descendientes de Adán, de donde todos naces manchados por desgraciado origen, vos fuiste la Única, Pura y toda digna de vuestro Criador. ¡Ah, agraciadísima María! Vos, que sois tan apreciada en el acatamiento del Altísimo, no os desdeñéis de mirar con vuestros piadosos ojos las miserias a que me han reducido mis propios desordenes. Aquel Dios que os ha escogido para Hija, Madre y Esposa suya, y por eso os prefirió en su estimación a todo cuanto ah criado y puede criar, ¿Qué favor os negará jamás? Pues en mis presentes tribulaciones, os repetiré con San Buenaventura: ¡Oh Salud de los que os invocan! Salvadme. Así sea.

Se concluye con las Letanías Lauretanas.

 

 

 

DÍA SEGUNDO

 

SEGUNDA PALABRA

“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” Lc. 1, 38.

 

Se rezan las aves Marías como el primer día.

 

ORACIÓN

Santa e Inmaculada Virgen María: criatura la más humilde para sí, y la más preferida para Dios. Vos fuiste tan pequeña en vos misma, pero tan recomendada en la estimación del Señor, que os exaltó hasta escogeros por Madre suya. Vos dijisteis, que erais su esclava, y él os estableció Reina de los cielos y tierra. Quisiera rendir dignas alabanzas a aquel Dios, que así os ha ennoblecido, y se ha intimado con vos, de modo, que ya no se puede imaginar más. Digno es ciertamente de Virtud, Divinidad, Sabiduría, Fortaleza, Honra y Gloria el Cordero, por quien fuiste colmada de prerrogativas inmensas, como planta benditísima que han dado al mundo Fruto tan primoroso y tan Santo. Sois la verdadera Madre de Dios, hecho hombre, Jesucristo, y por eso, Madre de los pecadores. ¡Purísima Madre de nuestro Dios y Salvador! Rogad ahora, interceded continuamente a vista de tantas amarguras y peligros que padecemos, e instad en la hora de nuestra muerte, cuando estamos a punto de salir de este mundo, y ser presentados al Tribunal de Dios justísimo, Remunerador, por los méritos de Jesucristo, Redentor nuestro, y por vuestra valiosísima intercesión, lleguemos al día, en que, sin sombra alguna, os alabemos perpetuamente. Así sea.

Se concluye con las Letanías Lauretanas.

 

 

 

 

DÍA TERCERO

 

TERCERA PALABRA

“Y entrando María en casa de Zacarías, María, saludó a Isabel…” Lc. 1, 45.

 

Se rezan las aves Marías como el primer día.

 

ORACIÓN

María, Virgen Inmaculada y Bendita, pues que vos sois el benignísimo universal conducto de todos los favores divinos, y soy la Esperanza mía y la Esperanza de todos, doy siempre gracias al Altísimo que os ha dado a conocer, y que me ha hecho saber el medio de que eh de valerme, para alcanzar los dones celestiales, y santificarme. Este medio sois vos, y por eso os apresurasteis en visitar y purificar a la casa de Isabel, ea pues, visitad, y visitad luego a mi alma. No tardéis, os ruego, clementísima Señora, vos sabéis mejor que yo, cuan necesitada esta ella, y cuanto adolece de muchos males, afectos desordenados, pecados cometidos, perversas costumbres, síntomas muy graves de una muerte eterna. Nunca os separasteis de mí, y mis necesidades serán socorridas, y mi alma libre de todos sus males. Yo no pretendo, no soy digno de que vos en este mundo me visitéis con vuestra presencia visible, como lo habéis verificado con muchos siervos vuestros, pero no ingratos como yo, quiero, si, deseo y pido, veros en vuestro Reino del cielo, para amaros allí más y más, y rendiros gratitud eterna por los muchísimos beneficios que de vos eh recibido, y mientras viva en este miserable mundo espero recibir. Así sea.

Se concluye con las Letanías Lauretanas.

 

 

 

 

DÍA CUARTO

 

PALABRA CUARTA

“Proclama mi alma la grandeza del Señor…” Lc 1, 46-55

 

Se rezan las aves Marías como el primer día.

 

ORACIÓN

Grande, Excelsa y Gloriosísima María, postrados al calce u umbrales de vuestro Trono, os adoramos desde este valle de lágrimas- nosotros nos complacemos de la inmensa gloria con que os ha engrandecido la Trinidad Beatísima: todas las naciones os proclamarán Bienaventurada. ¡María felicísima, no os olvidéis de nosotros! cuanto más inmediata estáis al que ha obrado en vos grandes prodigios, tanto más podéis contra nuestras calamidades. En vuestra misma elevación os encargáis perfectamente de nuestras miserias, por lo cual es forzoso, que os compadezcáis, y nos socorráis más. En tanta alegría vuestra, consoladnos a nosotros. sois nuestra Madre ¡Madre dulcísima! ¡Madre amabilísima! Conseguidnos la pureza de nuestras almas, alcanzadnos el santo amor de Dios, y buena muerte. Así sea.

Se concluye con las Letanías Lauretanas.

 

 

 

 

DÍA QUINTO

 

QUINTA PALABRA

«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» Lc. 2:41-52

 

Se rezan las aves Marías como el primer día.

 

ORACIÓN

Madre Inmaculada, Santísima María, después de que Jesucristo, mi única esperanza. No fue infeliz Job, perdiendo cuanto tenía, haciendas, hijos, salud, honras, hasta bajar desde la opulencia a un muladar, más tenia a Dios consigo, y por eso, aun entonces, era verdaderamente dichoso. Vos buscabais a vuestro Niño en Jerusalén, pero sabias, con la Mística Esposa, que se apacienta entre los lirios, y esos vuestros pensamientos y afectos del todo humildes, puros y perfectísimos al completo beneplácito de Dios, son azucenas, que tanto, tanto, han convidado, a que habite en vos el Divino Esposo. Dejadme suspirar a mí por él, y a innumerables pecadores que no le aman, y por nuestras ofensas le hemos perdido. La piedad que vos tenéis de los miserables, y el valimiento que poseéis para con la Trinidad Beatísima, superan, sin alguna duda, al número y a la malicia de todos mis deméritos. El cielo y la tierra testifican, que no se pierde el que de vos es protegido. Olvídense todos de mí, como no os olvidéis vos ¡Oh Madre de amor! Decidle a Dios, que yo soy vuestro, interesaos por mí, y yo seré salvo, con esta seguridad vivo, y en ella quiero morir. Así sea.

Se concluye con las Letanías Lauretanas.

 

 

 

 

DÍA SEXTO

 

SEXTA PALABRA

"No tienen vino" Jn 2, 1 - 3

 

Se rezan las aves Marías como el primer día.

 

ORACIÓN

Madre de Dios, María, mi Inmaculada Señora: de la misma suerte que se presentará a una gran Reina un pobrecito despreciable, yo recurro a Vos. No quiero ocuparme, poderosísima Abogada de los hombres, en pediros gracias puramente temporales, que no me causarían alegría verdadera, ni prosperidades del mundo, que solo servirían de satisfacer a mi amor propio. Os pido una fé viva, que me haga obrar, y que me determine a su sufrido todo por la causa de Dios, una confianza firme en él, que jamás sea confundida, un amor de Dios, que no puedan apagar todas las aguas de las tribulaciones y adversidades de esta vida, y una caridad para con el prójimo, que nos tenga a todos estrecha y santamente unidos en Jesucristo. Os pido, por último, una victoria completa del mundo, un desapego perfecto de mi mismo, un espíritu humilde y corazón puro. Así sea.

Se concluye con las Letanías Lauretanas.

 

 

 

 

SÉPTIMO DÍA

 

SÉPTIMA PALABRA

"Todo cuanto él os diga, hacedlo”. Jn 2, 4 - 5

 

Se rezan las aves Marías como el primer día.

 

ORACIÓN

Bendita eternamente seáis, Purísima Madre de Dios, a vos clamamos implorando tu protección, solo para poder seguir vuestros pasos, imitando vuestros ejemplos, a vos suspiramos gimiendo y llorando, y puestos a vuestro amparo, esperamos conseguir la gracia de nuestra conversión, muy justamente os llamamos Madre de Misericordia, principio de la vida, y consuelo de nuestras almas. Con estos afectos nos acogemos a Vos, para pediros aquellas gracias que sabéis necesitamos: derramadlas muy particulares sobre las sagradas personas del Sumo Pontífice y demás prelados que gobiernan la Iglesia, sobre esta nación tan singularmente favorecida de vos. Apagad el fuego de la guerra, que arde en tantas partes del mundo, y que divide hasta a los jefes cristianos, pero ayudados más bien a apagar el voraz incendio de nuestras pasiones, y el combate interior que ejercitan en lo más secreto de nuestro corazón. Dadnos paz con los enemigos del Estado, pero con preferencia a esta, auxiliadnos a recobrar la paz con Dios, si la hemos perdido, o a mantenernos en ella, si somos tan dichosos que la tengamos, y merezcamos aumentarla cada día más y más. Así sea.

Se concluye con las Letanías Lauretanas.

 

 


 

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