PIADOSO
EJERCICIO EN MEMORIA Y OBSEQUIO DE MARÍA SANTÍSIMA
POR
LAS SIETE VECES QUE HABLÓ, SEGÚN REFIEREN LOS SANTOS EVANGELIOS
Compuesto
por Fr. Pedro José Orcillez
México,
1840
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Muy
arrepentido estoy de haber pecado, benignísima María, alabo de Dios la singular
clemencia, y me confundo horrorizado de mis descarríos. He ofendido a un Pastor
cuidadoso por que no me extraviase de las sendas de la santidad y justicia: he
ofendido a un médico, tan solícito de mi salud, a un Esposo, tan amante de mi
alma, a un Padre, tan tierno para mí, en una palabra, e ofendido a todo un Dios.
Vos, María, que sois la gran medianera de los infelices pecadores, tened piedad
de mí. He aquí a vuestros pies, un miserable, que a vos acude y os pide
misericordia. Es verdad, que por mis ingratitudes a Dios y a vos, merecía que
ambos me condenaseis, más yo estoy persuadido de que nunca rehusáis ayudar al
que con la debida confianza se encomienda a vos. Pues ¡Oh criatura la más
excelente de las manos de la Omnipotencia! Supuesto que superior no hay más que
Jesucristo, y en vuestra comparación son pequeños los más agigantados astros
del Cielo, ¡Oh Santa de los Santos! ¡Oh María, abismo de gracia! Socorred a un
infeliz que la ha perdido, por su culpa, y solo por su grave culpa. Yo sé que
sois tan amada de la Beatísima Trinidad, que nada os niega, se también, que vos
gustáis de emplear vuestra magnificencia, en remediar a los desdichados
delincuentes. Ea pues, haced ver cuan galana es la recomendación que obtenéis
para con Dios, alcanzándome una luz y un incendio divino, que desasiéndome de
todo afecto terreno, me una solamente a Dios. Hacedlo, Señora, que vos lo
podéis conseguir, hacedlo por amor de aquel Dios que os ha constituido tan
Poderosa, tan Suprema, y tan Misericordiosa. Así lo espero. Amén.
DÍA
PRIMERO
PRIMERA
PALABRA
“¿Cómo
será esto, porque yo no conozco varón?” Lc. 1, 34
Se rezan tres Aves Marías
de la forma siguiente:
L/:
Glorifiquemos a María Santísima, Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del
Espíritu Santo.
R/:
Ensalzada sea la Beatísima Trinidad, por las ínclitas prerrogativas que
concedió a María Santísima
Ave
María.
Y
de la misma forma las dos siguientes.
ORACIÓN
Mi
Inmaculada Señora: Yo me alegro al vero enriquecida de tanta pureza. Doy
alabanzas, y procuraré darlas siempre al Universal Criador, por haberos preservado
de toda imperfección. Quisiera, que el mundo en general os conociese y os
confesase por aquella bella Aurora sin falta, adornada de los divinos
resplandores, por aquella Arca escogida de salud, libre del común naufragio del
pecador, por aquella inocente y tersa Paloma, cual os declaró vuestro celestial
Esposo, por aquel Huerto cerrado que fue la delicia de Dios, por aquella Fuente
sellada, en la cual jamás entró cosa alguna que la enturbiase, y en fin, por
aquella Rosa, que brotando entre las espinas de los descendientes de Adán, de
donde todos naces manchados por desgraciado origen, vos fuiste la Única, Pura y
toda digna de vuestro Criador. ¡Ah, agraciadísima María! Vos, que sois tan
apreciada en el acatamiento del Altísimo, no os desdeñéis de mirar con vuestros
piadosos ojos las miserias a que me han reducido mis propios desordenes. Aquel
Dios que os ha escogido para Hija, Madre y Esposa suya, y por eso os prefirió
en su estimación a todo cuanto ah criado y puede criar, ¿Qué favor os negará
jamás? Pues en mis presentes tribulaciones, os repetiré con San Buenaventura: ¡Oh
Salud de los que os invocan! Salvadme. Así sea.
Se concluye con las Letanías Lauretanas.
DÍA
SEGUNDO
SEGUNDA
PALABRA
“He
aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” Lc. 1, 38.
Se
rezan las aves Marías como el primer día.
ORACIÓN
Santa
e Inmaculada Virgen María: criatura la más humilde para sí, y la más preferida
para Dios. Vos fuiste tan pequeña en vos misma, pero tan recomendada en la
estimación del Señor, que os exaltó hasta escogeros por Madre suya. Vos dijisteis,
que erais su esclava, y él os estableció Reina de los cielos y tierra. Quisiera
rendir dignas alabanzas a aquel Dios, que así os ha ennoblecido, y se ha
intimado con vos, de modo, que ya no se puede imaginar más. Digno es
ciertamente de Virtud, Divinidad, Sabiduría, Fortaleza, Honra y Gloria el
Cordero, por quien fuiste colmada de prerrogativas inmensas, como planta
benditísima que han dado al mundo Fruto tan primoroso y tan Santo. Sois la
verdadera Madre de Dios, hecho hombre, Jesucristo, y por eso, Madre de los pecadores.
¡Purísima Madre de nuestro Dios y Salvador! Rogad ahora, interceded
continuamente a vista de tantas amarguras y peligros que padecemos, e instad en
la hora de nuestra muerte, cuando estamos a punto de salir de este mundo, y ser
presentados al Tribunal de Dios justísimo, Remunerador, por los méritos de
Jesucristo, Redentor nuestro, y por vuestra valiosísima intercesión, lleguemos
al día, en que, sin sombra alguna, os alabemos perpetuamente. Así sea.
Se
concluye con las Letanías Lauretanas.
DÍA
TERCERO
TERCERA
PALABRA
“Y entrando María en casa
de Zacarías, María, saludó a Isabel…” Lc. 1, 45.
Se
rezan las aves Marías como el primer día.
ORACIÓN
María,
Virgen Inmaculada y Bendita, pues que vos sois el benignísimo universal conducto
de todos los favores divinos, y soy la Esperanza mía y la Esperanza de todos, doy
siempre gracias al Altísimo que os ha dado a conocer, y que me ha hecho saber
el medio de que eh de valerme, para alcanzar los dones celestiales, y
santificarme. Este medio sois vos, y por eso os apresurasteis en visitar y
purificar a la casa de Isabel, ea pues, visitad, y visitad luego a mi alma. No tardéis,
os ruego, clementísima Señora, vos sabéis mejor que yo, cuan necesitada esta
ella, y cuanto adolece de muchos males, afectos desordenados, pecados cometidos,
perversas costumbres, síntomas muy graves de una muerte eterna. Nunca os separasteis
de mí, y mis necesidades serán socorridas, y mi alma libre de todos sus males. Yo
no pretendo, no soy digno de que vos en este mundo me visitéis con vuestra
presencia visible, como lo habéis verificado con muchos siervos vuestros, pero
no ingratos como yo, quiero, si, deseo y pido, veros en vuestro Reino del
cielo, para amaros allí más y más, y rendiros gratitud eterna por los
muchísimos beneficios que de vos eh recibido, y mientras viva en este miserable
mundo espero recibir. Así sea.
Se
concluye con las Letanías Lauretanas.
DÍA
CUARTO
PALABRA
CUARTA
“Proclama
mi alma la grandeza del Señor…” Lc 1, 46-55
Se rezan las aves Marías como el primer
día.
ORACIÓN
Grande,
Excelsa y Gloriosísima María, postrados al calce u umbrales de vuestro Trono,
os adoramos desde este valle de lágrimas- nosotros nos complacemos de la
inmensa gloria con que os ha engrandecido la Trinidad Beatísima: todas las naciones
os proclamarán Bienaventurada. ¡María felicísima, no os olvidéis de nosotros!
cuanto más inmediata estáis al que ha obrado en vos grandes prodigios, tanto
más podéis contra nuestras calamidades. En vuestra misma elevación os encargáis
perfectamente de nuestras miserias, por lo cual es forzoso, que os compadezcáis,
y nos socorráis más. En tanta alegría vuestra, consoladnos a nosotros. sois
nuestra Madre ¡Madre dulcísima! ¡Madre amabilísima! Conseguidnos la pureza de
nuestras almas, alcanzadnos el santo amor de Dios, y buena muerte. Así sea.
Se
concluye con las Letanías Lauretanas.
DÍA
QUINTO
QUINTA
PALABRA
«Hijo,
¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos
buscando.» Lc. 2:41-52
Se rezan las aves Marías
como el primer día.
ORACIÓN
Madre
Inmaculada, Santísima María, después de que Jesucristo, mi única esperanza. No fue
infeliz Job, perdiendo cuanto tenía, haciendas, hijos, salud, honras, hasta
bajar desde la opulencia a un muladar, más tenia a Dios consigo, y por eso, aun
entonces, era verdaderamente dichoso. Vos buscabais a vuestro Niño en Jerusalén,
pero sabias, con la Mística Esposa, que se apacienta entre los lirios, y esos
vuestros pensamientos y afectos del todo humildes, puros y perfectísimos al
completo beneplácito de Dios, son azucenas, que tanto, tanto, han convidado, a
que habite en vos el Divino Esposo. Dejadme suspirar a mí por él, y a
innumerables pecadores que no le aman, y por nuestras ofensas le hemos perdido.
La piedad que vos tenéis de los miserables, y el valimiento que poseéis para
con la Trinidad Beatísima, superan, sin alguna duda, al número y a la malicia
de todos mis deméritos. El cielo y la tierra testifican, que no se pierde el que
de vos es protegido. Olvídense todos de mí, como no os olvidéis vos ¡Oh Madre
de amor! Decidle a Dios, que yo soy vuestro, interesaos por mí, y yo seré
salvo, con esta seguridad vivo, y en ella quiero morir. Así sea.
Se
concluye con las Letanías Lauretanas.
DÍA
SEXTO
SEXTA
PALABRA
"No
tienen vino" Jn 2, 1 - 3
Se
rezan las aves Marías como el primer día.
ORACIÓN
Madre
de Dios, María, mi Inmaculada Señora: de la misma suerte que se presentará a
una gran Reina un pobrecito despreciable, yo recurro a Vos. No quiero ocuparme,
poderosísima Abogada de los hombres, en pediros gracias puramente temporales,
que no me causarían alegría verdadera, ni prosperidades del mundo, que solo
servirían de satisfacer a mi amor propio. Os pido una fé viva, que me haga
obrar, y que me determine a su sufrido todo por la causa de Dios, una confianza
firme en él, que jamás sea confundida, un amor de Dios, que no puedan apagar
todas las aguas de las tribulaciones y adversidades de esta vida, y una caridad
para con el prójimo, que nos tenga a todos estrecha y santamente unidos en
Jesucristo. Os pido, por último, una victoria completa del mundo, un desapego
perfecto de mi mismo, un espíritu humilde y corazón puro. Así sea.
Se
concluye con las Letanías Lauretanas.
SÉPTIMO
DÍA
SÉPTIMA
PALABRA
"Todo
cuanto él os diga, hacedlo”. Jn 2, 4 - 5
Se rezan las aves Marías
como el primer día.
ORACIÓN
Bendita
eternamente seáis, Purísima Madre de Dios, a vos clamamos implorando tu protección,
solo para poder seguir vuestros pasos, imitando vuestros ejemplos, a vos
suspiramos gimiendo y llorando, y puestos a vuestro amparo, esperamos conseguir
la gracia de nuestra conversión, muy justamente os llamamos Madre de
Misericordia, principio de la vida, y consuelo de nuestras almas. Con estos
afectos nos acogemos a Vos, para pediros aquellas gracias que sabéis necesitamos:
derramadlas muy particulares sobre las sagradas personas del Sumo Pontífice y
demás prelados que gobiernan la Iglesia, sobre esta nación tan singularmente favorecida
de vos. Apagad el fuego de la guerra, que arde en tantas partes del mundo, y
que divide hasta a los jefes cristianos, pero ayudados más bien a apagar el
voraz incendio de nuestras pasiones, y el combate interior que ejercitan en lo
más secreto de nuestro corazón. Dadnos paz con los enemigos del Estado, pero
con preferencia a esta, auxiliadnos a recobrar la paz con Dios, si la hemos
perdido, o a mantenernos en ella, si somos tan dichosos que la tengamos, y merezcamos
aumentarla cada día más y más. Así sea.
Se
concluye con las Letanías Lauretanas.
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