viernes, 12 de marzo de 2021

MES DE MARZO A SAN JOSÉ - DÍA DOCE


CONSIDERACION XII.

Dios, dice san Ambrosio, velaba con tan amorosa conducta sobre los intereses de su santa Madre, que expuso a las dudas de algunos el origen de su generación, por tal de que no se atribuyese a la pureza y brillantez de la honra de María alguna mancha: así sabemos que Jesús tenía ya como treinta años y era reputado hijo de José. Pues si Dios celaba tanto la honra de María que en cierto modo prescindía de la honra de su divino origen (porque aún no era tiempo de descubrir a todos el misterio,) prefiriendo pasar a los ojos del vulgo por hijo de un hombre, ¿será creíble que encaminase los sucesos de modo que José, el más interesado en honra de María, que era también honra propia suya, y encargado de custodiarla y conservarla incólume con los fueros de marido, dudase ni un momento de la integridad virginal de su santísima Esposa, solo por lo que sus ojos veían, a saber, la preñez de Ella? lejos de nosotros tan temerario pensamiento. José, como dotado de un entendimiento perfectísimo y lleno del conocimiento de las sagradas letras, conjeturaba casi con certeza, atentas las circunstancias bíblicas de los tiempos en que vivió y las virtudes y dones altísimos de María, que no podía tardar más la venida del Mesías prometido, y que ninguna mujer sino su virgen Esposa era digna de ser Madre del Verbo. De manera que, cuando observó la preñez misteriosa de María, se desató en el corazón del humildísimo Patriarca una terrible lucha entre el amor y el temor reverencial. Amaba a su Esposa, que tanto lo merecía, sin querer separarse de Ella; pero, conjeturando el misterio, se creía indigno de su amable consorcio, sobre todo habitando en Ella el Verbo, y pretendía con dolor ausentarse de su lado. Fatigado y rendido en esta lucha se quedó dormido, y entonces el ángel le acabó de certificar el misterio, y para que no concibiese, en consecuencia, mayor temor reverencial, que le obligara a alejarse de María, le ató con los vínculos de la obediencia, mandándole de parte de Dios, que permaneciera al lado de su virgen Esposa. De este modo la vivísima fé del Patriarca, poderosa para iluminarle aun entre sueños, queda vindicada de la nota de que flaqueó despierta a      la vista de la preñez de María. José, pues, volvió a tomar la Esposa que en sus pensamientos había intentado dejar, teniéndose por indigno de comparecer en presencia de aquel asombro de pureza y de aquella dignidad incomparable

 

ORACION

Oh inocentísimo José y peregrino recreo de tu purísima virgen Esposa, mi señora la bienaventurada María, por el singular afecto y veneración que tienes a esta Madre de la santa esperanza, te pedimos humildemente que te compadezcas de los que luchan con mal entendida vergüenza para no confesar sus culpas, y les alcances la gracia de reconciliarse con Aquella cuya misteriosa Encarnación te certificó el ángel. Amén.

 


 

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