domingo, 7 de marzo de 2021

MES DE MARZO A SAN JOSÉ - DÍA SIETE

CONSIDERACION VII.

Era José, hijo primogénito de Jacob, el pariente más inmediato de la hija heredera de san Joaquín, y el que, por consecuencia, estaba prevenido por el cielo y decretado por la ley para contraer con Ella su alianza. Era José también por las excelentes virtudes que desde su niñez le hicieron grande y distinguido entre los hebreos, acreedor a los desposorios con su prima; y á El, inspirados de lo alto, se la concedieron por Esposa los sacerdotes, a cuyo cuidado estaba después de la muerte de sus padres, que aconteció a los ocho años de la presentación en el Templo. Todo iba gobernado por el consejo de la Augustísima Trinidad, como que aquel enlace había de servir para que el misterio de la Encarnación del Verlo Eterno se ejecutará bajo la sombra de un matrimonio público, y con las precauciones de la más sabía providencia. Pasaba todo esto en la capital que era Jerusalén, y en aquel magnífico templo cuyas riquezas, que apenas se pueden numerar, estaban representando los designios de aquellos desposorios; sin que el sacerdocio entendiese que aquella resolución, que en el santuario parecía medirse por las reglas de una providencia común, había de decidir la suerte más feliz y ventajosa a las naciones, Analizando en el mayor de los prodigios. José tenía razón de lisonjearse de aquella alianza que el Dios de Abrahán había dispuesto a su hija, y aunque sus pensamientos no se extendían a las intenciones de la corte celestial en aquel enlace con la hija y heredera de Joaquín, verosímilmente percibía en los atractivos de la niña ciertos rasgos que le anunciaban felicidades y bendiciones. Mas no se le ofreció por entonces que sus desposorios podían ser el cumplimiento del oráculo de Isaías, cuando anunció que una Virgen concebiría y daría a luz un hijo cuyo nombre querría decir Dios con nosotros, y que un joven habitaría con una Virgen. Refieren los continuadores de Bolando, que el anillo que el señor san José dió en su matrimonio a la Virgen María, se conserva en Perusa, una de las ciudades de la Umbría, perteneciente a los dominios de la Iglesia, y que confina con los estados del gran ducado de Toscana.

 

ORACION

Oh soberano Patriarca, cuyo espíritu fué tierra bendita en que el divino Sembrador derramó la lluvia de tantas gracias y alzó cosecha de óptimos frutos; yo te suplico que, pues ves mi alma llena de espinas, me alcances del Señor una lluvia eficaz de su divina gracia, que la convierta en paraíso de virtudes, que sirva de recreo á Jesús, a María y á tí José mío. Amén.


 

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