CONSIDERACION XXVI.
Habiendo la Sagrada Familia después de cinco días de camino arribado a la ciudad de Jerusalén, adoró en su templo al Soberano Dios de Israel, ofreciéndole juntamente aquel donativo que tenía Dios señalado en un mandamiento escrito en el Éxodo. Pasados los días solemnes de la Pascua, salieron José y María .de Jerusalén para Nazaret; mas el Niño, o por examinar el amor de sus Padres, o por mostrar aquella independencia que por ser también Dios tenia de ellos, se quedó en el templo sin avisarles. José y María al principio no le buscaron, pensando que el Niño, de cuyo proceder estaban bien satisfechos, iría acompañado con algún pariente o ciudadano de Nazaret; pero al fin de la primera jornada ya echaron de menos al Niño y comenzaron a buscarle entre los parientes y conocidos de aquella comitiva, y, como no lo hallasen, quedaron sus corazones heridos de un extremo dolor, y negados con la pérdida de Jesús a los lenitivos de algún consuelo Luego traerían a la memoria aquella espada, que, según la profecía de Simeón, había de partir el alma de la Madre del Niño Dios, y dudarían si acaso ya comenzaba a cumplirse aquel funesto y doloroso vaticinio. En aquella noche, que se les haría larga como un siglo, esperarían al Niño por momentos. Pasada la noche en estas amarguras, y amaneciendo el día, retrocedieron para Jerusalén preguntando a los pasajeros si habían visto un Niño de tales señas; y no teniendo noticia alguna de su amado Jesús, entraron a buscarle en Jerusalén. Dirigieron sus pasos a la posada donde habían estado, allí preguntaron por el Niño, y, no dándoles respuesta de su gusto, al día siguiente se fueron al Templo Con ciertas esperanzas de hallarle; y, en efecto, con gran gozo de sus corazones le vieron sentado en medio de los maestros y doctores a quienes hacía varias preguntas. Acabado aquel respetable congreso, de doctores se fué Jesús con respeto de hijo hacia sus padres, y María luego le habló, diciéndole: «Hijo, ¿qué es lo que has hecho con nosotros? Tu Padre y Yo te hemos buscado con dolor.» Respondió Jesús, y dice el Evangelio que sus padres no entendieron por entonces la respuesta.
ORACION
Oh
diligentisimo José, que en alas del amor paterno volaste en busca del Niño
Jesús a quien sin culpa tuya habías perdido; yo te ruego que pongas en mi
corazón las alas de una verdadera contrición, y que con ellas vuele amante y puro
a los pies de mi señor Jesucristo, a quien sirva y alabe en tiempo y eternidad.
Amén.
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