jueves, 8 de abril de 2021

CORONA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL


CORONA POÉTICA AL PRÍNCIPE DE LOS ARCÁNGELES

SEÑOR SAN MIGUEL 

México

Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo


PRÓLOGO

Sabido es que Señor San Miguel es el primer campeón en defensa de nuestra Santa Iglesia, el santo más milagroso entre todos los demás, especialísimo destructor de las tentaciones del demonio. Su espada brilla en el cielo, y en el mundo como una antorcha inextinguible. Es amantísimo de la castidad y protector eficaz de los que la estiman. Es protector del que con vera de su corazón ama la santa fe de Nuestro Señor Jesucristo. El Señor San Miguel, en una palabra, atiende a todos sus creyentes, concediéndoles lo que solicitan y, sobre todo, especialmente para la hora de la muerte. El que sea devoto de Señor San Miguel y rezare esta corona, alcanzará de su Divina Majestad, las gracias siguientes: Una perfecta comunión en la que nueve ángeles del coro celestial les acompañarán. Tendrán también una muerte feliz y llegarán al reino de la bienaventuranza.

 

ORACIÓN

Gloriosísimo Señor San Miguel, príncipe majestuoso del Trono del Señor, a tu recurro con toda la contrición de mi alma, para que me libres de las tentaciones del demonio, quebrantes con tu sagrada planta la cabeza de la serpiente: que no llegue jamás a penetrar mi corazón y corromperme en los vicios. Te suplico, excelentísimo príncipe, no desoigas mi ruego. Hazlo por la pureza Inmaculada de la Santísima Virgen María y Madre nuestra, por el valor ardentísimo con que combatiste en defensa de la Santa Iglesia, así te lo ruego, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Tres Padres nuestros, y tres Aves Marías.

 

ALABANZAS

Alabado sea en el cielo

El príncipe San Miguel

Porque libró nuestro suelo

De las garras de Luzbel.

 

Que sea como patrimonio

Nuestro mejor defensor

Para ahuyentar con valor

De nosotros al demonio.

 

Alabado y bendecido

Sea nuestro glorioso Santo

Que nos libra del quebranto

De ese dragón maldecido.

 

Alabado sea en el cielo

Y por todos los de este mundo

Quien con eficaz anhelo

Nos libra del caos profundo.

 

Oh príncipe celestial,

Amante de la virtud

Liberta a la juventud

Y haz que no caiga en el mal.

 

Danos esfuerzo y poder

Para huir de las tentaciones

Y que nuestros corazones

No se vayan a perder.

 

Alabado sea Miguel

En todo el orbe bendito

Y que el corazón contrito

Siempre esté pensando en él.

 

Por su admirable victoria

Y por su inmenso poder

Nos libre de Lucifer

Llevándonos a la gloria.

 

Alabado Santo mío

Yo jamás te olvidaré

Por siempre te adoraré

Pues en tu bondad confío.

 

OFRECIMIENTO

¡Oh Señor San Miguel! Incito príncipe del trono celestial y campeón invencible contra las tentaciones del feroz dragón. Celosísimo defensor de las almas que aspiran a convertirse. A ti, gloriosísimo arcángel, te dedico esta pequeña corona, en honra y gloria de la pasión y vida de Nuestro Señor Jesucristo, y por los dolores de Nuestra Madre Santísima la Virgen María. Desde hoy te ofrezco mi corazón con todas las virtudes apetecibles para el reino de Dios. Yo, que soy un miserable pecador y que he reconocido, aunque demasiado tarde mis pésimos errores a ti recurro, para que, con tu eficaz auxilio, pueda entrar en el verdadero sendero por donde caminan las almas bienaventuradas, hasta llegar a la eterna gloria. Para alabar y bendecir por tu Santa Intercesión a su Divina Majestad, que con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


El Ilmo. Sr. Dr. D. Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, dignísimo Arzobispo de México, concedió 800 días de indulgencia por cada vez que devotamente rezaren esta corona.

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