TIERNA
Y AFECTUOSA DEVOCIÓN COTIDIANA
EN
OBSEQUIO
DEL ALMA DE MARÍA SANTÍSIMA, NUESTRA SEÑORA
Compuesto por D. José Mario Zelar e Hidalgo, clérigo presbítero del Arzobispado de México, y natural de la Ciudad de Querétaro.
Sacada
a la luz a devoción de una señora del Real Colegio de Santa Rosa de Viterbo, de
la Ciudad de Querétaro.
Reimpresa
en Guadalajara, en la oficina de la Viuda de Romiro.
Año de 1825
MODO
Puestos de rodillas
delante de alguna imagen de María Santísima, se hará lo siguiente:
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE
CONTRICIÓN
¡Oh Dios y Señor
Omnipotente! Criador y Redentor de mi alma, Padre y dueño de mi corazón, a quien
tanto eh ofendido sin disculpa, sin juicio y sin temor, ultrajando vuestra
augusta Majestad con mis culpas y pecados. ¡Oh Dios de Misericordia! Vedme aquí
postrado a vuestros divinos pies, y siempre te has mostrado Padre de las
Misericordias, nunca con mayor razón que ahora, que tenéis delante de ti a un
monstruo, el más horrible de maldad e ingratitud. Peque Señor contra vos, y me
pesa de haberos ofendido. Aparte de ti mi corazón, te volví las espaldas y
renové con mis culpas tus heridas, pero de esto me duelo en mi corazón, ¡Oh, si
tuviera arrepentimiento tan grande como mi maldad! ¡Oh si pudiera pagar con mis
lágrimas todas las ofensas que os he hecho!
Pero ya ves tu Señor, que nada puedo sin ti. Añade pues, a tus infinitas
misericordias la de darme un dolor verdadero de mis culpas. Añade pues, a tus
infinitas misericordias, la de darme un dolor verdadero de mis culpas. Aumentad
mi arrepentimiento. Dadme un odio eficaz de todos mis pecados, pues no quiero
pecar más, sino amarte y morir en tu amistad y en tu gracia. Amén.
ORACIÓN
PREPARATORIA
¡Oh Virgen admirable
y emperatriz de los cielos, trono de la Divina gracia y esperanza única de los
pecadores! A vos recurro, Reina Sacratísima y admirable, portento del Amor Divino,
para que hieras el pedernal duro de mi corazón, y hagas con tu patrocinio, que
de el broten centellas de fuego de amor de Dios, para que consuman la escoria
de mis culpas, destierren mis frialdades y me abrasen todo hasta la muerte,
para renacer fénix de amor de mi creador. Haced también, Señora mía, que mis oraciones
sean recibidas de vuestro Hijo Divino, de tal suerte, que se hagan agradables a
sus divinos ojos, para que, de este modo, alcance yo su amistad, su gracia y su
gloria. Amén.
Aquí se rezan tres
Aves Marías a nuestra Señora, y luego esta:
ORACIÓN
¡Oh Virgen
Inmaculada, estrella purísima y luna llena de gracia! cuya alma candidísima fue
colmada desde el instante primero de vuestra animación santísima de
innumerables dones, gracias y privilegios de que la llenó la Omnipotente
diestra del Altísimo, de suerte, que en vos se hallan recopiladas cuantas perfecciones
están distribuidas en todas las criaturas. Alégrome Virgen Purísima de vuestra
dicha, y le doy al Dios Todopoderoso, infinitas gracias por haber criado
vuestra alma santísima tan linda, tan hermosa, llena de gracia y de poder, para
servir de consuelo, amparo y protección a los miserables pecadores. Yo te
ofrezco, Madre mía, estas tres Aves Marías, pidiéndote, por estos incomparables
privilegios, me socorras en la vida con tu maternal amparo, y en la muerte, con
una gracia especial, para que, muriendo en ella, pueda bendecir tus
misericordias a la Celestial Jerusalén. Amén.
Aquí se reza una Salve.
ORACIÓN
¡Oh Virgen
Admirable! Salud firmísima de los cristianos y origen de todas las virtudes, a
quien el Dios de la Majestad crió toda llena de gracia. Por esta y por vuestra pureza
Inmaculada, te pido me libres de la mancha abominable de la culpa, que tan
aborrecible me hace a los ojos de mi Dios. Pídote también Señora, por la
suprema cabeza de la Iglesia, por la conversión de los infieles y herejes a
nuestra Santa Fe, por la paz y concordia entre los príncipes cristianos, por la
salud de los pueblos, por la justificación de los pecadores, por la
perseverancia de los justos, por el alivio de las benditas almas del purgatorio,
y por todas las demás necesidades de la Iglesia, nuestra Madre, y en particular
os pido, me asistáis en la última hora de mi vida, para conseguir una muerte
dichosa y una gloria sempiterna. Amén.
LAVS DEVS
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