domingo, 16 de mayo de 2021

NOVENA A SAN HOMÓBONO

 


NOVENA DEL ESCLARECIDO SAN HOMÓBONO TUCENGHI, CONFESOR

NATURAL DE LA CIUDAD DE CREMONA, PROFESOR QUE FUE DEL ARTE DE LA SASTRERÍA

 

Dispuesta por José Rodríguez Guzmán, maestro de sastres, Guardián de la muy Ilustre y Antiquísima Archicofradía de la Santísima Trinidad, y Tesorero de la cofradía del glorioso San Homóbono, la que esta agregada a dicha Archicofradía de esta Ciudad de México

 

Con licencia eclesiástica, año de 1765

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Augustísima e inefable Trinidad, Soberano Dios, Trino y uno, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todos las cosas, que con tu inmenso poder, me criaste a tu imagen y semejanza, haciéndome del más ínfimo polvo de la nada, y para que pudiera gozarte, me recogiste por el bautismo a la grey de tu santa Iglesia, pero yo atrevido, apartándome del conocimiento de estos grandes beneficios, y olvidado de ellos me precipité a el ínfimo abismo de mis maldades, pero, Señor, ser estas las que de ti me apartan, pues son ofensas contra vuestra soberana grandeza, con todas las veras de mi alma me postro ante tu Majestad Divina, y digo: una y mil veces me pesa el haber quebrantado tus divinos preceptos ¡Oh Señor y quien nunca hubiera pecado! quisiera mil veces haber muerto por no haber quebrantado tu Santa Ley, quisiera me dieras el dolor, como tu quieres que me arrepienta, para que siendo a tu gusto mi pena, logre desenojarse con perfección, que yo, Señor, te doy la palabra, fiado en tu Santísima Gracia, no volver más a pecar y confesar enteramente todas mis culpas, apartándome de todas las cosas que de ti me apartan, y espero, que por los méritos de mi Señor Jesucristo, los de tu Santísima Madre, y los ruegos de el Bienaventurado San Homóbono, que me has de perdonar, comunicándome tu santa gracia, para que ella me conduzca a tu eterna gloria. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Amorosísimo Jesús, dueño y regalo de mi vida, que, por librarme del espíritu del Demonio, bajaste del cielo a la tierra a vestir el tosco sayal de la humana naturaleza, encarnando en las purísimas entrañas de la más pura criatura, María Santísima, Señora nuestra, y para nuestra enseñanza quisiste nacer en el des albergue de un portal, queriendo ser comprendido en la ley de la circuncisión, comenzando en ella a derramar tu preciosísima Sangre, y empleando los treinta y tres años de tu vida, predicando entre una de las más peores gentes del mundo, ejecutando maravillas y milagros, que al fin de ellos, nos enriquecisteis con el mayor favor de los favores, instituyendo el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, en el que liberal os distes tu Sacrosanto Cuerpo por comida, y tu preciosísima Sangre por bebida, quedándote por nuestro amor sacramentado hasta el fin del mundo, y pasando el mayor exceso tus finezas, para nuestro redención, orasteis en el Huerto de Getsemaní, donde la congoja que afligió tu corazón, te hizo brotar copioso sudor de sangre, que regó la tierra, y habiendo sido con ósculo de paz entregado fuiste bien de mi amor, preso a la presencia de Anás y Caifás, Pilatos y Herodes, donde fuiste inicuamente juzgado de tan impíos jueces, y habiendo vuelto a Pilatos, mandó fueses atado a una Columna, donde recibisteis innumerables azotes, siendo después coronado de espinas, y tenido por objeto de burlas, fuisteis sacado a el balcón donde solo tus enemigos, dieron por libre a Barrabás, y a tu pidieron se te quitase la vida en el patíbulo de la Cruz, cuya sentencia oíste, y tomando la Cruz sobre tus hombros, caminaste hasta el Calvario, aumentándole el dolor de ver a tu afligidísima Madre, que anegada en un mar de penas, iba padeciendo en el alma, lo que tú, Señor mío, sentías en el cuerpo, y habiendo llegado a el Calvario fuiste clavado en la Cruz, y levantando en alto, donde pronunciaste aquellas siete misteriosas palabras, la última fue entregado el espíritu en manos de tu Eterno Padre. Yo te suplico, Señor mío, que imprimas en mi alma estas tiernas consideraciones de tu Sagrada Vida, Pasión y Muerte, como se las imprimisteis al dichosísimo San Homóbono, pues todo el más tiempo de la noche empleaba todos los días, en que vivió en perpetua consideración de estos tormentos, delante de tu Imagen Crucificada, concédeme que a imitación tuya, no aparte el corazón de estas tiernas memorias, para que agradeciéndolas con ternura, no me deje vencer de mis pasiones, y consiga su amistad y gracia. Y a ti, Señor mío, te pido me alcances de presente necesidad el favor que pretendo, si este ha de ser para mayor honra y gloria de Dios. Amén.

Se rezan tres Padres nuestros, Aves Marías y Glorias en honra de la Santísima Trinidad y luego lo siguiente:

 

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

Esclarecido ejemplo de la obediencia, Señor San Homóbono, ejemplar admirable de los que pretextamos el trabajo y comercio en que vivimos, y con este pretexto no cumplimos con las obligaciones de los Divino Preceptos: ruega por nosotros, gloriosísimo Santo, para que en toda ocasión no perdamos el tiempo, sino que, unánimes en nuestro estado y en medio de nuestros tratos, cumplamos con nuestras obligaciones, como tu lo hiciste, por lo que todos te aclamamos perfectísimo dechado religioso en el culto, inviolable en la honra y observante en la verdad, pues todo esto hicisteis siendo casado, siendo sastre y siendo mercader, para que con tu ejemplo, imitando tus virtudes, logremos gozar a Dios en tu compañía en las felicidades de la Gloria. Amén.

 

Ahora se pide la gracia que se desea alcanzar, y luego se reza un Ave María y la siguiente:

 

 

SALUTACIÓN

Salúdote Purísima Reina del cielo y de la tierra, María Santísima, Señora nuestra, por todos los dones con que te adornó y llenó de gracia la Santísima Trinidad, por los que mereciste llegar a la altísima dignidad de ser Madre de Dios, en cuya consideración, muchas horas empleaba tu querido siervo, el bienaventurado San Homóbono, pues se le observó, que siempre que oraba delante de alguna imagen tuya, se derretía en fervorosas lágrimas, que en amorosos incendios le causaban estas dulces consideraciones. Yo te suplico, Señora mía, interponiendo los ruegos de tu querido siervo, me concedas, que en todo lo restante de mi vida, no se aparte de mi atención un punto del ejercicio santo de la oración, para que, derretido mi corazón en amargas lágrimas de dolor de mis culpas, con tu patrocinio, consiga de mi Dios y Señor, el salir a la hora de mi muerte, libre de todo recto tribunal a gozarle en tu compañía en el cielo, donde vives y reinas para siempre. Amén.

 

 

GOZOS

Pues lleno de resplandor,

brilláis en el alto cielo:

Dadnos amparo y consuelo

Homóbono confesor.

 

En Cremona, gran ciudad

a luz al mundo saliste,

de honestos padres naciste

llenos de fé y de verdad,

de Dios el santo temor

enseñándoos con anhelo:

 

En el bautismo por nombre

vuestros padres os pusieron,

Homóbono, pues previnieron

en Vos, bondad de santo hombre,

que con raro resplandor

ilustráis el suelo:

 

Por seguir el parecer

de vuestro padre querido,

esposa habéis escogido

a cierta honrada mujer,

amándola en el Señor

con muy cristiano celo:

 

Por ganar mayor suerte

a los pobres dais por Dios

los bienes, al saber Vos

de vuestro padre la muerte

siguiendo así con primor

la derecha senda del cielo:

 

Vuestra mujer enojada

de veros tan liberal,

empezó a trataros mal

con injurias, indignada,

más viendo Vos su rigor

la aplacasteis con desvelo:

 

A los pobres entregasteis

mucho pan con devoción,

cuando la misma porción

entera después hallasteis,

con más gustoso sabor

y en más candor que el hielo:

 

Agua en vino habéis trocado

cual el Mesías divino,

con un sabor sobre fino

que todos han mirado,

gracias dais vos al Señor

por tan gran favor del cielo:

 

De vuestro humilde obrador

los vestidos descolgáis,

a los pobres entregáis

con regocijo y amor,

un Ángel os trae del cielo

ropajes de gran primor:

 

Vuestro rasgo a Dios gustó

sorprendiéndoos cierto día,

una angelical compañía

que junto a vos trabajó,

vestido, con que en el cielo

se honra a Dios y Señor:

 

Cuando de este mundo os vais

a ver la divina luz,

poneis los brazos en cruz

siguiendo al que tanto amáis,

que es del mundo el Redentor

y Señor del alto Cielo:

 

Pues reinas con el Señor

en las alturas del Cielo:

Danos amparo y consuelo

Homóbono confesor.

 

ORACIÓN: Oh glorioso San Homóbono, padre de los pobres, ejemplo de fe, oración y honestidad en los negocios; por esa caridad que te hizo amar a Dios sobre todas las cosas, y por ese amor generoso al prójimo que te llevó a ayudar a los pobres y a convertir a los pecadores, intercede por nosotros ante Dios para que, imitadores de tus virtudes y tu generosidad en la distribución de los frutos de nuestro trabajo para los necesitados, podamos merecer estar en el futuro contigo y con todos los santos, para alabar al Señor, en la gloria de la patria celestial. Amén

 

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

Valerosísimo mártir en el sufrimiento, bienaventurado San Homóbono, que tolerando las mortificaciones que en tu casa padecías, aumentabas tu paciencia con el conocimiento de ser disposición divina, y así nunca desmayabas, antes más, te sublimabas en supremos coloquios, lo que te premió la divina misericordia, haciendo a tu Ángel de la guardia oficial de tus misterios: con humilde rendimiento te suplico, Santo mío, por este gran favor que te concedió la Soberana Mano, me alcance de su soberanía, una firme tolerancia en las adversidades de esta vida, y un continuo reconocimiento de la muerte, para que, teniéndola siempre presente, se retire mi corazón de los afectos del mundo, y que muriendo para él, a imitación tuya, solo aspire en el agrado de Dios para gozarle eternamente. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

Singularísimo en el desprecio de las vanidades del mundo, Señor San Homóbono, que desnudándote de los modestos vestidos que usabas, los mejorasteis con vestirte de humilde desprecio de una pobre túnica a imitación de Cristo, dando con tan nuevo, aunque pobre vestido, a todos un maravilloso ejemplo y manteniendo tu juicio en una santa sencillez, solo eran practico en las consideraciones de los tormentos, que por nuestro amor padeció Jesús, en cuya viva representación te desmayabas, rendidísimamente te suplico Santo mío, intercedas por mi ante la Suprema Majestad, para que, auxiliado con su gracia, me desnude de todo pecaminoso apetito, y solo adorne mi alma con las tiernas telas de las consideraciones de la Pasión, para que, agradeciendo a mi Jesús esta fineza, no me deje vencer de mis pasiones, y consiga eternamente su amistad y mi gracia. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

ORACIÓN

Extremadísimo fuego de caridad y caritativo padre de los pobres, amantísimo Homóbono, que repartiéndoles generoso todos tus bienes, solo para ti mismo estrechabas el sustento, y convirtiendo tus posesiones en casas de albergue para los desvalidos enfermos y peregrinos, personalmente servías y consolabas en ellos a los necesitados, por lo que te concedió Dios la gloria de que hasta los que allí, por estipendio te ayudaban a servir a los pobres, fueran varones tan justos, como que a tu Alberto lo veneramos en las aras: por estos favores con que el Divino Consistorio te enriqueció, en premio de tu mucha caridad, te suplico me alcances de su grandeza, el que inflamado mi corazón en fervorosas llamas de amor suyo, siga ejercitando mis acciones en la caridad, para con mis prójimos, y que imitándote, consiga en tu compañía, gozar de la hermosura en la eterna bienaventuranza. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

ORACIÓN

Esforzadísimo triunfador de las perfecciones del mundo, amantísimo Homóbono, que, con haber dejado para mayor perfección, tus oficios, causaste a tu esposa tanto enojo, que no contenta con mortificarse por sí sola, insinuaba a los de Cremona fuesen verdugos tuyos, para apartaros de tu santa resolución, y conociendo tu ser esta diabólica astucia, ocurriste amoroso a la oración, reiterando de nuevo tus favores, por lo que mereciste de la inmensa bondad, se mitigase en parte la furia de ella, y de los que contra ti murmuraban: Alcánzame de Dios nuestro Señor, Santo mío, el que esforzando yo mis propósitos en la oración, con su gracia, consiga el no desistir de mis buenas resoluciones, a imitación tuya, para que manteniéndome siempre con firmeza en ellas, no me sean estorbosas las adversidades de esta vida, y consiga el irte alabar eternamente en la Corte Celestial. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

ORACIÓN

Reluciente asombro de prodigios y aumentada cumbre de portentos, Homóbono dulcísimo, que acongojado tu corazón de ver que llegaba la hora de que te cerrasen las puertas del templo donde regalabas tus conceptos, mereciste de Dios, que por el ministerio de los Ángeles, te fuesen abiertas todas las veces, aquellas puestas que estaban cerradas, y así mismo conseguiste, fuese tan eficaz tu corrección, que con ella todo género de vicios desterrabas, por lo que eras tan aclamado por Protector y Padre de todos, y así cuando tu patria contagiada con la herejía, celoso la desterraste, por cuyos merecimientos te suplico Santo mío, me alcances del Señor, gracia para emplear mis afectos en su Presencia Sacramental, y que aprovechando siempre la corrección, y adoctrinar de sus escogidos, se destierre de mi el contagio del pecado, para que viviendo en gracia por tu intercesión, consiga de mi Dios y Señor, alabarle eternamente. Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN

Clarísimo Espejo de Santidad y profundísimo imitador de Cristo hasta en sus milagros, San Homóbono excelentísimo, que no pudiendo contener en repartir a los pobres el vino, que tu noble gratitud había destinado para el regalo de tus domésticos, caritativo se los franqueasteis, porque merecisteis, el que convirtiendo Dios por tu mano el agua que ocupaste en vasijas, en sabrosísimo vino, cumplisteis el intento que deseabas, y queriendo regalarte a ti la Divina Omnipotencia, te permitiste multiplicar el con visible milagro, y aunque te mortificaba que se supiesen tus prodigios, los manifiesta la Divina Misericordia, en continuo aplauso tuyos, por estos privilegios con que fuisteis adornado de su altísima providencia, te suplico rendido, que intercedas por mí, a su Soberana Grandeza, para que me conceda una total confianza en sus misericordias, y que poniendo yo de mi parte los esfuerzos posibles, consiga por sus méritos y tu intercesión, gozarle eternamente. Amén.

 

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

Con rendidísimos afectos, te doy los parabienes, dichosísimo Homóbono, por el galardón tan grande de la gloria que has conseguido, y muchas enhorabuenas te repito, del premio que mereciste en tu portentoso tránsito, pues habiendo comenzado fervoroso tu asistencia en los divinos oficios, pasaste a concluirlos a la eterna bienaventuranza, y siendo tu cuerpo venerado de toda la nobleza y estados de gente, como merecía, pues solo con tu contacto hasta después de muerto, comunicas a todos grandes beneficios, a mí, aunque soy el menor, me beneficies te pido, nombrándome en el número de tus pobres, para que así lo sea totalmente de espíritu, y alcánzame de quien a ti te llevó al Cielo, no se olvide de mí, teniendo presente mi miseria, comunicándome su santa gracia, para observar sus Divinos Preceptos, con cuya observancia y misericordia, consiga alabarle en tu compañía en su reino. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

ORACIÓN

Santísimo Homóbono, yo humildemente te reverencio y alabo, dándole infinitas gracias a la Santísima Trinidad, por los sublimados Tesoros con que te adornó, para que te veneremos en las aras, pues nos dio su Omnipotencia a entender, que eras Santo, y así lo manifiesta con los milagros que obra por sus manos, ilustrándoselo al Pontífice en sueños, y hallándose escrito tu nombre con letras de ora en el catálogo de los santos: por estas supremas prerrogativas con que fuiste canonizado, te ruego humildemente, pidas a este inefable misterio, encamine nuestros pasos a tu santo servicio, llene de felicidades a nuestra Madre, la Iglesia, que comunique su misericordia a nuestros gobernantes, dándole acierto a su gobierno, que atraiga a la fé a los que se encuentran fuera de ella, que inflame en verdadero dolor a los pecadores, dándonos a todos su santa bendición, para que en paz pasemos a vernos juntos en el Paraíso de la Gloria. Amén. 

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