NOVENA
DEL ESCLARECIDO SAN HOMÓBONO TUCENGHI, CONFESOR
NATURAL
DE LA CIUDAD DE CREMONA, PROFESOR QUE FUE DEL ARTE DE LA SASTRERÍA
Dispuesta
por José Rodríguez Guzmán, maestro de sastres, Guardián de la muy Ilustre y
Antiquísima Archicofradía de la Santísima Trinidad, y Tesorero de la cofradía
del glorioso San Homóbono, la que esta agregada a dicha Archicofradía de esta
Ciudad de México
Con
licencia eclesiástica, año de 1765
ACTO DE
CONTRICIÓN
Augustísima e
inefable Trinidad, Soberano Dios, Trino y uno, en quien creo, en quien espero y
a quien amo sobre todos las cosas, que con tu inmenso poder, me criaste a tu
imagen y semejanza, haciéndome del más ínfimo polvo de la nada, y para que
pudiera gozarte, me recogiste por el bautismo a la grey de tu santa Iglesia,
pero yo atrevido, apartándome del conocimiento de estos grandes beneficios, y
olvidado de ellos me precipité a el ínfimo abismo de mis maldades, pero, Señor,
ser estas las que de ti me apartan, pues son ofensas contra vuestra soberana
grandeza, con todas las veras de mi alma me postro ante tu Majestad Divina, y
digo: una y mil veces me pesa el haber quebrantado tus divinos preceptos ¡Oh
Señor y quien nunca hubiera pecado! quisiera mil veces haber muerto por no
haber quebrantado tu Santa Ley, quisiera me dieras el dolor, como tu quieres
que me arrepienta, para que siendo a tu gusto mi pena, logre desenojarse con
perfección, que yo, Señor, te doy la palabra, fiado en tu Santísima Gracia, no
volver más a pecar y confesar enteramente todas mis culpas, apartándome de
todas las cosas que de ti me apartan, y espero, que por los méritos de mi Señor
Jesucristo, los de tu Santísima Madre, y los ruegos de el Bienaventurado San
Homóbono, que me has de perdonar, comunicándome tu santa gracia, para que ella
me conduzca a tu eterna gloria. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Amorosísimo Jesús,
dueño y regalo de mi vida, que, por librarme del espíritu del Demonio, bajaste
del cielo a la tierra a vestir el tosco sayal de la humana naturaleza,
encarnando en las purísimas entrañas de la más pura criatura, María Santísima,
Señora nuestra, y para nuestra enseñanza quisiste nacer en el des albergue de
un portal, queriendo ser comprendido en la ley de la circuncisión, comenzando
en ella a derramar tu preciosísima Sangre, y empleando los treinta y tres años
de tu vida, predicando entre una de las más peores gentes del mundo, ejecutando
maravillas y milagros, que al fin de ellos, nos enriquecisteis con el mayor
favor de los favores, instituyendo el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, en
el que liberal os distes tu Sacrosanto Cuerpo por comida, y tu preciosísima
Sangre por bebida, quedándote por nuestro amor sacramentado hasta el fin del
mundo, y pasando el mayor exceso tus finezas, para nuestro redención, orasteis
en el Huerto de Getsemaní, donde la congoja que afligió tu corazón, te hizo
brotar copioso sudor de sangre, que regó la tierra, y habiendo sido con ósculo
de paz entregado fuiste bien de mi amor, preso a la presencia de Anás y Caifás,
Pilatos y Herodes, donde fuiste inicuamente juzgado de tan impíos jueces, y
habiendo vuelto a Pilatos, mandó fueses atado a una Columna, donde recibisteis
innumerables azotes, siendo después coronado de espinas, y tenido por objeto de
burlas, fuisteis sacado a el balcón donde solo tus enemigos, dieron por libre a
Barrabás, y a tu pidieron se te quitase la vida en el patíbulo de la Cruz, cuya
sentencia oíste, y tomando la Cruz sobre tus hombros, caminaste hasta el
Calvario, aumentándole el dolor de ver a tu afligidísima Madre, que anegada en
un mar de penas, iba padeciendo en el alma, lo que tú, Señor mío, sentías en el
cuerpo, y habiendo llegado a el Calvario fuiste clavado en la Cruz, y
levantando en alto, donde pronunciaste aquellas siete misteriosas palabras, la
última fue entregado el espíritu en manos de tu Eterno Padre. Yo te suplico,
Señor mío, que imprimas en mi alma estas tiernas consideraciones de tu Sagrada
Vida, Pasión y Muerte, como se las imprimisteis al dichosísimo San Homóbono,
pues todo el más tiempo de la noche empleaba todos los días, en que vivió en
perpetua consideración de estos tormentos, delante de tu Imagen Crucificada,
concédeme que a imitación tuya, no aparte el corazón de estas tiernas memorias,
para que agradeciéndolas con ternura, no me deje vencer de mis pasiones, y
consiga su amistad y gracia. Y a ti, Señor mío, te pido me alcances de presente
necesidad el favor que pretendo, si este ha de ser para mayor honra y gloria de
Dios. Amén.
Se rezan tres
Padres nuestros, Aves Marías y Glorias en honra de la Santísima Trinidad y
luego lo siguiente:
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
Esclarecido
ejemplo de la obediencia, Señor San Homóbono, ejemplar admirable de los que
pretextamos el trabajo y comercio en que vivimos, y con este pretexto no
cumplimos con las obligaciones de los Divino Preceptos: ruega por nosotros,
gloriosísimo Santo, para que en toda ocasión no perdamos el tiempo, sino que,
unánimes en nuestro estado y en medio de nuestros tratos, cumplamos con
nuestras obligaciones, como tu lo hiciste, por lo que todos te aclamamos
perfectísimo dechado religioso en el culto, inviolable en la honra y observante
en la verdad, pues todo esto hicisteis siendo casado, siendo sastre y siendo
mercader, para que con tu ejemplo, imitando tus virtudes, logremos gozar a Dios
en tu compañía en las felicidades de la Gloria. Amén.
Ahora se pide la
gracia que se desea alcanzar, y luego se reza un Ave María y la siguiente:
SALUTACIÓN
Salúdote Purísima
Reina del cielo y de la tierra, María Santísima, Señora nuestra, por todos los
dones con que te adornó y llenó de gracia la Santísima Trinidad, por los que
mereciste llegar a la altísima dignidad de ser Madre de Dios, en cuya
consideración, muchas horas empleaba tu querido siervo, el bienaventurado San
Homóbono, pues se le observó, que siempre que oraba delante de alguna imagen
tuya, se derretía en fervorosas lágrimas, que en amorosos incendios le causaban
estas dulces consideraciones. Yo te suplico, Señora mía, interponiendo los
ruegos de tu querido siervo, me concedas, que en todo lo restante de mi vida,
no se aparte de mi atención un punto del ejercicio santo de la oración, para
que, derretido mi corazón en amargas lágrimas de dolor de mis culpas, con tu
patrocinio, consiga de mi Dios y Señor, el salir a la hora de mi muerte, libre
de todo recto tribunal a gozarle en tu compañía en el cielo, donde vives y
reinas para siempre. Amén.
GOZOS
Pues lleno de
resplandor,
brilláis en el
alto cielo:
Dadnos
amparo y consuelo
Homóbono
confesor.
En Cremona, gran
ciudad
a luz al mundo
saliste,
de honestos padres
naciste
llenos de fé y de
verdad,
de Dios el santo
temor
enseñándoos con
anhelo:
En el bautismo por
nombre
vuestros padres os
pusieron,
Homóbono, pues
previnieron
en Vos, bondad de
santo hombre,
que con raro
resplandor
ilustráis el
suelo:
Por seguir el
parecer
de vuestro padre
querido,
esposa habéis
escogido
a cierta honrada
mujer,
amándola en el
Señor
con muy cristiano
celo:
Por ganar mayor
suerte
a los pobres dais
por Dios
los bienes, al
saber Vos
de vuestro padre
la muerte
siguiendo así con
primor
la derecha senda
del cielo:
Vuestra mujer enojada
de veros tan
liberal,
empezó a trataros
mal
con injurias,
indignada,
más viendo Vos su
rigor
la aplacasteis con
desvelo:
A los pobres
entregasteis
mucho pan con
devoción,
cuando la misma
porción
entera después
hallasteis,
con más gustoso
sabor
y en más candor
que el hielo:
Agua en vino
habéis trocado
cual el Mesías
divino,
con un sabor sobre
fino
que todos han
mirado,
gracias dais vos
al Señor
por tan gran favor
del cielo:
De vuestro humilde
obrador
los vestidos
descolgáis,
a los pobres entregáis
con regocijo y
amor,
un Ángel os trae
del cielo
ropajes de gran
primor:
Vuestro rasgo a
Dios gustó
sorprendiéndoos
cierto día,
una angelical
compañía
que junto a vos
trabajó,
vestido, con que
en el cielo
se honra a Dios y
Señor:
Cuando de este mundo
os vais
a ver la divina
luz,
poneis los brazos
en cruz
siguiendo al que
tanto amáis,
que es del mundo
el Redentor
y Señor del alto
Cielo:
Pues reinas con el
Señor
en las alturas del
Cielo:
Danos
amparo y consuelo
Homóbono
confesor.
ORACIÓN: Oh
glorioso San Homóbono, padre de los pobres, ejemplo de fe, oración y honestidad
en los negocios; por esa caridad que te hizo amar a Dios sobre todas las cosas,
y por ese amor generoso al prójimo que te llevó a ayudar a los pobres y a
convertir a los pecadores, intercede por nosotros ante Dios para que,
imitadores de tus virtudes y tu generosidad en la distribución de los frutos de
nuestro trabajo para los necesitados, podamos merecer estar en el futuro
contigo y con todos los santos, para alabar al Señor, en la gloria de la patria
celestial. Amén
DÍA SEGUNDO
ORACIÓN
Valerosísimo
mártir en el sufrimiento, bienaventurado San Homóbono, que tolerando las
mortificaciones que en tu casa padecías, aumentabas tu paciencia con el
conocimiento de ser disposición divina, y así nunca desmayabas, antes más, te
sublimabas en supremos coloquios, lo que te premió la divina misericordia,
haciendo a tu Ángel de la guardia oficial de tus misterios: con humilde
rendimiento te suplico, Santo mío, por este gran favor que te concedió la
Soberana Mano, me alcance de su soberanía, una firme tolerancia en las
adversidades de esta vida, y un continuo reconocimiento de la muerte, para que,
teniéndola siempre presente, se retire mi corazón de los afectos del mundo, y
que muriendo para él, a imitación tuya, solo aspire en el agrado de Dios para
gozarle eternamente. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
Singularísimo en
el desprecio de las vanidades del mundo, Señor San Homóbono, que desnudándote
de los modestos vestidos que usabas, los mejorasteis con vestirte de humilde
desprecio de una pobre túnica a imitación de Cristo, dando con tan nuevo,
aunque pobre vestido, a todos un maravilloso ejemplo y manteniendo tu juicio en
una santa sencillez, solo eran practico en las consideraciones de los
tormentos, que por nuestro amor padeció Jesús, en cuya viva representación te
desmayabas, rendidísimamente te suplico Santo mío, intercedas por mi ante la
Suprema Majestad, para que, auxiliado con su gracia, me desnude de todo
pecaminoso apetito, y solo adorne mi alma con las tiernas telas de las
consideraciones de la Pasión, para que, agradeciendo a mi Jesús esta fineza, no
me deje vencer de mis pasiones, y consiga eternamente su amistad y mi gracia.
Amén.
DÍA
CUARTO
ORACIÓN
Extremadísimo
fuego de caridad y caritativo padre de los pobres, amantísimo Homóbono, que
repartiéndoles generoso todos tus bienes, solo para ti mismo estrechabas el
sustento, y convirtiendo tus posesiones en casas de albergue para los
desvalidos enfermos y peregrinos, personalmente servías y consolabas en ellos a
los necesitados, por lo que te concedió Dios la gloria de que hasta los que
allí, por estipendio te ayudaban a servir a los pobres, fueran varones tan
justos, como que a tu Alberto lo veneramos en las aras: por estos favores con
que el Divino Consistorio te enriqueció, en premio de tu mucha caridad, te
suplico me alcances de su grandeza, el que inflamado mi corazón en fervorosas
llamas de amor suyo, siga ejercitando mis acciones en la caridad, para con mis
prójimos, y que imitándote, consiga en tu compañía, gozar de la hermosura en la
eterna bienaventuranza. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
Esforzadísimo
triunfador de las perfecciones del mundo, amantísimo Homóbono, que, con haber
dejado para mayor perfección, tus oficios, causaste a tu esposa tanto enojo, que
no contenta con mortificarse por sí sola, insinuaba a los de Cremona fuesen
verdugos tuyos, para apartaros de tu santa resolución, y conociendo tu ser esta
diabólica astucia, ocurriste amoroso a la oración, reiterando de nuevo tus
favores, por lo que mereciste de la inmensa bondad, se mitigase en parte la
furia de ella, y de los que contra ti murmuraban: Alcánzame de Dios nuestro
Señor, Santo mío, el que esforzando yo mis propósitos en la oración, con su
gracia, consiga el no desistir de mis buenas resoluciones, a imitación tuya,
para que manteniéndome siempre con firmeza en ellas, no me sean estorbosas las
adversidades de esta vida, y consiga el irte alabar eternamente en la Corte Celestial.
Amén.
DÍA
SEXTO
ORACIÓN
Reluciente asombro
de prodigios y aumentada cumbre de portentos, Homóbono dulcísimo, que
acongojado tu corazón de ver que llegaba la hora de que te cerrasen las puertas
del templo donde regalabas tus conceptos, mereciste de Dios, que por el
ministerio de los Ángeles, te fuesen abiertas todas las veces, aquellas puestas
que estaban cerradas, y así mismo conseguiste, fuese tan eficaz tu corrección,
que con ella todo género de vicios desterrabas, por lo que eras tan aclamado
por Protector y Padre de todos, y así cuando tu patria contagiada con la herejía,
celoso la desterraste, por cuyos merecimientos te suplico Santo mío, me
alcances del Señor, gracia para emplear mis afectos en su Presencia Sacramental,
y que aprovechando siempre la corrección, y adoctrinar de sus escogidos, se
destierre de mi el contagio del pecado, para que viviendo en gracia por tu
intercesión, consiga de mi Dios y Señor, alabarle eternamente. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
ORACIÓN
Clarísimo Espejo
de Santidad y profundísimo imitador de Cristo hasta en sus milagros, San
Homóbono excelentísimo, que no pudiendo contener en repartir a los pobres el
vino, que tu noble gratitud había destinado para el regalo de tus domésticos, caritativo
se los franqueasteis, porque merecisteis, el que convirtiendo Dios por tu mano
el agua que ocupaste en vasijas, en sabrosísimo vino, cumplisteis el intento
que deseabas, y queriendo regalarte a ti la Divina Omnipotencia, te permitiste
multiplicar el con visible milagro, y aunque te mortificaba que se supiesen tus
prodigios, los manifiesta la Divina Misericordia, en continuo aplauso tuyos,
por estos privilegios con que fuisteis adornado de su altísima providencia, te suplico
rendido, que intercedas por mí, a su Soberana Grandeza, para que me conceda una
total confianza en sus misericordias, y que poniendo yo de mi parte los esfuerzos
posibles, consiga por sus méritos y tu intercesión, gozarle eternamente. Amén.
DÍA
OCTAVO
ORACIÓN
Con rendidísimos
afectos, te doy los parabienes, dichosísimo Homóbono, por el galardón tan grande
de la gloria que has conseguido, y muchas enhorabuenas te repito, del premio
que mereciste en tu portentoso tránsito, pues habiendo comenzado fervoroso tu
asistencia en los divinos oficios, pasaste a concluirlos a la eterna
bienaventuranza, y siendo tu cuerpo venerado de toda la nobleza y estados de
gente, como merecía, pues solo con tu contacto hasta después de muerto,
comunicas a todos grandes beneficios, a mí, aunque soy el menor, me beneficies te
pido, nombrándome en el número de tus pobres, para que así lo sea totalmente de
espíritu, y alcánzame de quien a ti te llevó al Cielo, no se olvide de mí,
teniendo presente mi miseria, comunicándome su santa gracia, para observar sus
Divinos Preceptos, con cuya observancia y misericordia, consiga alabarle en tu
compañía en su reino. Amén.
DÍA
NOVENO
ORACIÓN
Santísimo Homóbono, yo humildemente te reverencio y alabo, dándole infinitas gracias a la Santísima Trinidad, por los sublimados Tesoros con que te adornó, para que te veneremos en las aras, pues nos dio su Omnipotencia a entender, que eras Santo, y así lo manifiesta con los milagros que obra por sus manos, ilustrándoselo al Pontífice en sueños, y hallándose escrito tu nombre con letras de ora en el catálogo de los santos: por estas supremas prerrogativas con que fuiste canonizado, te ruego humildemente, pidas a este inefable misterio, encamine nuestros pasos a tu santo servicio, llene de felicidades a nuestra Madre, la Iglesia, que comunique su misericordia a nuestros gobernantes, dándole acierto a su gobierno, que atraiga a la fé a los que se encuentran fuera de ella, que inflame en verdadero dolor a los pecadores, dándonos a todos su santa bendición, para que en paz pasemos a vernos juntos en el Paraíso de la Gloria. Amén.
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