EJERCICIO
A LOS SIETE ARCÁNGELES, EN LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN, REINA
Da a
luz el Pbro. Cap. Juan Agustín Matallana
Reimpresa
en la Imprenta de Zalamea
Bogotá, año de 1895
PRIMERO
Gloriosísimo San
Miguel, dadle en mi nombre el vítor a la Reina del Cielo, por la resignación
con que oyó las nuevas que le dio Simeón, de los que había de padecer su Hijo
Jesús.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
SEGUNDO
Nuncio de Dios,
San Gabriel, dadle a María los parabienes de la fortaleza con que sufrió la
persecución de Herodes, y la paciencia con que toleró las incomodidades de los
caminos de Egipto.
-Padre nuestro,
Ave María y Gloria.
TERCERO
Médico de la
salud, Rafael Santo, que por ventura acompañaste a María y a José, cuando
llenos de dolor buscabas al Niño Jesús: alcanzadme de los tres que yo no me
pierda en la peregrinación de esta vida.
-Padre nuestro,
Ave María y Gloria.
CUARTO
Santo Uriel, compañero
fogoso: yo deseo acompañar a la Virgen en el dolor con que vio castigar a su
Hijo inocentísimo, enciende mi tibio corazón, para que le acompañe con
grandísimo fervor no sea castigado de la Divina Justicia.
-Padre nuestro,
Ave María y Gloria.
QUINTO
Abogado mayor de
los hombres, Sealtiel, preséntale a la Virgen dolorida al pie de la Cruz una
petición mía que es, que me haga hijo suyo y perfecto.
-Padre nuestro,
Ave María y Gloria.
SEXTO
Panegirista de
Dios, Seudiel dichoso, alaba por mi el valor y constancia de la Virgen, viendo
morir a su Hijo en la Cruz, y pídele que muera yo con verdadera penitencia, que
como Madre me asista a la hora de mi muerte, y que me alcance la corona de la vida.
-Padre nuestro,
Ave María y Gloria.
SÉPTIMO
Baraquiel Santo,
ayúdame oportuno en las tribulaciones, favorécenos y ayúdame, para que debidamente
me compadezca y llore con María en la tribulación de ver sepultar el cuerpo
difunto de mi Redentor Jesús.
-Padre nuestro,
Ave María y Gloria.
ORACIÓN
Oh Virgen, la más dolorosa del mundo después de tu Hijo, a cuyos dolores estuviste perpetuamente asociada: te ruego que me alcances fortaleza para sufrir por mis pecados, como tú sufriste por los nuestros, a fin de que, crucificando mis pasiones y concupiscencias en la cruz de Cristo, llevando la cruz de mi deber por el camino de mi vida, caminando en pos de mi Señor y perseverando constantemente a tu lado, oh Madre mía, al pie de la cruz de tu Hijo, viva siempre y muera contigo, redimido y santificado por la sangre preciosísima de nuestro Redentor. También te pido, por tus dolores, que oigas mi petición en este ejercicio y, si conviene, me la concedas. Amén.
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