jueves, 10 de junio de 2021

EJERCICIO A LA VIRGEN DE LOS DOLORES

EJERCICIO

A LOS SIETE ARCÁNGELES, EN LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN, REINA


Da a luz el Pbro. Cap. Juan Agustín Matallana

Reimpresa en la Imprenta de Zalamea

Bogotá, año de 1895


PRIMERO

Gloriosísimo San Miguel, dadle en mi nombre el vítor a la Reina del Cielo, por la resignación con que oyó las nuevas que le dio Simeón, de los que había de padecer su Hijo Jesús.

-Padre nuestro, Ave María y Gloria.

 

SEGUNDO

Nuncio de Dios, San Gabriel, dadle a María los parabienes de la fortaleza con que sufrió la persecución de Herodes, y la paciencia con que toleró las incomodidades de los caminos de Egipto.

-Padre nuestro, Ave María y Gloria.

 

TERCERO

Médico de la salud, Rafael Santo, que por ventura acompañaste a María y a José, cuando llenos de dolor buscabas al Niño Jesús: alcanzadme de los tres que yo no me pierda en la peregrinación de esta vida.

-Padre nuestro, Ave María y Gloria.

 

CUARTO

Santo Uriel, compañero fogoso: yo deseo acompañar a la Virgen en el dolor con que vio castigar a su Hijo inocentísimo, enciende mi tibio corazón, para que le acompañe con grandísimo fervor no sea castigado de la Divina Justicia.

-Padre nuestro, Ave María y Gloria.

 

QUINTO

Abogado mayor de los hombres, Sealtiel, preséntale a la Virgen dolorida al pie de la Cruz una petición mía que es, que me haga hijo suyo y perfecto.

-Padre nuestro, Ave María y Gloria.

 

SEXTO

Panegirista de Dios, Seudiel dichoso, alaba por mi el valor y constancia de la Virgen, viendo morir a su Hijo en la Cruz, y pídele que muera yo con verdadera penitencia, que como Madre me asista a la hora de mi muerte, y que me alcance la corona de la vida.

-Padre nuestro, Ave María y Gloria.

 

SÉPTIMO

Baraquiel Santo, ayúdame oportuno en las tribulaciones, favorécenos y ayúdame, para que debidamente me compadezca y llore con María en la tribulación de ver sepultar el cuerpo difunto de mi Redentor Jesús.

-Padre nuestro, Ave María y Gloria.

 

ORACIÓN

Oh Virgen, la más dolorosa del mundo después de tu Hijo, a cuyos dolores estuviste perpetuamente asociada: te ruego que me alcances fortaleza para sufrir por mis pecados, como tú sufriste por los nuestros, a fin de que, crucificando mis pasiones y concupiscencias en la cruz de Cristo, llevando la cruz de mi deber por el camino de mi vida, caminando en pos de mi Señor y perseverando constantemente a tu lado, oh Madre mía, al pie de la cruz de tu Hijo, viva siempre y muera contigo, redimido y santificado por la sangre preciosísima de nuestro Redentor. También te pido, por tus dolores, que oigas mi petición en este ejercicio y, si conviene, me la concedas. Amén.

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