DEVOTO
EJERCICIO PARA IMPLORAR CADA MIÉRCOLES O TODOS LOS DÍAS EL PATROCINIO LA MADRE
SANTÍSIMA DE LA LUZ
ARREGLAD
O POR SU HUMILDE SIERVO
PEDRO
DE M. SEGURA.
PRESBÍTERO.
Año de
1883
Hincado delante de
una imagen de la Santísima Virgen, hecha la señal de la cruz y el acto de contrición,
se dirá la siguiente:
ORACION
Amabilísima
Señora, Santísima Madre de la Luz y Madre del puro y santo amor, yo os adoro y
venero como Luz la más resplandeciente de caridad Al contemplar lo excesivo de
vuestro amor doy repetidas gracias al Señor, porque de tal manera encendió
vuestro corazón con el celestial fuego del a mor divino, que parecía viva llama
del Espíritu Santo. ¡Que vil y asqueroso seré yo a vuestros purísimos ojos pues
no he amado otra cosa que el lodo vilísimo de las cosas terrenas y de tantos
objetos pecaminosos! ¿En qué cosa Soberana Señora y Madre mía podía yo colocar
mi amor, que, en la suma bondad de mi Dios, centro único de nuestras almas?
¡Ah! Y con todo, yo he despreciado este bien tan amable, por seguir los muy
miserables y asquerosos deleites del mundo. Así lo confieso y repito Yo he sido
hasta aquí un ingrato, un pecador. Yo he abusado de las misericordias del
Señor. Mas ahora, alumbrado con las luces de vuestra caridad, y postrado a
vuestros santísimos pies, detesto y aborrezco con todo mi corazón mi mala y
escandalosa vida, y el haber pospuesto a mi Dios á tan indignas criaturas:
Propongo, Santísima Reina y Madre mía, amar á El solo, y compensar así mi
pasada y deplorable ingratitud. Recibid mi pobre corazón para que lo consagréis
a vuestro Santísimo Hijo. Recibidlo y seré dichoso; bendecidlo, y seré
justificado. Porque, Señora, acordaos que sois Madre de misericordia y de
refugio para el pecador contrito y humillado. No hay que dudarlo. Es honor
vuestro amparar a un desvalido: muevaos á piedad la oscuridad en que me hallo;
alumbradme, y seré salvo; extended vuestra mano protectora, y yo alcanzaré los
eficaces auxilios de la gracia, y gemiré y lloraré hasta la muerte mis pasadas
ingratitudes. Todo cuanto miro en vos me alienta y conforta: la dulzura de
vuestro nombre, ese semblante agradable y risueño. Todo, todo me hace esperar
mi felicidad. Permitid, que un desgraciado os llame Madre. Sí, yo os llamaré Madre
Santísima, Madre de la Luz, Madre mía, Madre de piedad, Madre de misericordia.
Aceptad, pues, mis tiernas y humildes alabanzas, y derramad sobre mí el raudal
de vuestras divinas y dulces gracias. Amen.
-Luego se rezará
una o tres salves, y en seguida la oración siguiente, en la cual pedirá cada
uno a la Madre Santísima el remedio de sus necesidades más urgentes:
ORACION
¡Santísima Madre
de la Luz! Yo te reconozco y confieso dignísima Madre de Dios, Soberana Reina
de todo el universo y Madre nuestra amorosísima. Con profunda reverencia y
afecto, humillado en el abismo de mi nada te venero y alabo; y con sumo júbilo
de mi corazón me alegro de ser tu esclavo e hijo, aunque indignísimo, por ser tú,
Señora de todas las criaturas, y Madre común de todos los hombres. Pero no
estoy contento de serlo solamente por esta universal razón: quiero serlo
también por afectuosa especialidad de mi libre y sincera elección. Postrado,
pues, a tus pies delante de la Santísima Trinidad, y de toda la corte
celestial, con deliberado y plenísimo afecto de mi corazón te elijo por mi
Señora y Madre. Con irrevocable voluntad, me doy, me dedico y me entrego todo
ahora y siempre por tu esclavo e hijo. Dígnate tú ahora, benignísima Reina, de
admitirme, aunque no lo merezco, en la ínclita familia de tus especiales
esclavos y amantísimos hijos; y con las amables cadenas de tu amor, aprisiona
mi corazón, y, con la esclarecida marca de tu dominio sobre mí, ennoblece mi
frente, para que los ángeles, los hombres, los demonios y las criaturas todas
conozcan que este pecador, aunque el más vil y despreciable, todo, todo es de
María. Conozco ser yo muy indigno de tan excelso favor, por mis muchas culpas,
Ahora te pido perdón de tantas faltas que he cometido en tu servicio y con
intimo dolor de mi corazón abomino mi ingratitud, mi tibieza é inconstancia en
tus obsequios. Perdóname, Señora y Madre mía, y protégeme sin cesar porque yo
me consagro á vos. En señal de mi sincera resolución protesto que te amo y
venero, después de Dios, sobre mí y sobre todas las cosas; y me alegro y
regocijo de tu grandeza y gloria. Yo te amo más que a mí mismo. Tus inmensos
bienes y felicidades me colman el corazón de contento, porque tú los posees en
un grado, únicamente inferior al de Dios. Remedia mis miserias. Socórreme en
esta necesidad… Quítame este vicio… Dame esta virtud… Bendice a la Santa
Iglesia Católica. Alcánzale del Altísimo celosos y santos ministros… Escucha mi
humilde oración… ¡Ojalá y todas las criaturas te conozcan, amen y veneren,
dignísima Madre de Dios! Este es mi ardentísimo deseo; y este ha de ser el más
solícito cuidado de mi alma: atraer, cuanto me sea posible a tu devoción y amor
todas las almas. Haz Madre Santísima que este mi deseo se manifieste en las
obras. Concédeme que imite tus virtudes, que procure tu gloria, y que me ocupe
siempre en obsequios de tu agrado. Y si, mirándome con benignos ojos, quieres
por tu liberal munificencia premiarme, sea el único galardón, y para mí el más
agradable, el que más y más te ame y venere ahora, siempre y por toda la
eternidad. Amen.
-Para concluir se
rezan tres Ave Marías, del modo siguiente:
Dios te salve
María Santísima, Hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto.
Dios te salve
María Santísima, Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto.
-Ave María.
Dios te salve
María Santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen castísima después del
parto.
-Ave María.
Dios te salve
María Santísima, Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen concebida
sin la culpa original.
-Gloria al Padre,
y al Hijo y al Espíritu Santo…
ANTIFONA: Y o
hice que naciera en los cielos la luz indeficiente. Yo soy la Madre del amor
hermoso, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza.
L/:
Ilumina mis ojos, Madre Santísima de la Luz.
R/: Para
que no vean la sombra de la muerte eterna.
ORACIÓN: ¡Oh Dios, Padre de las luces, que quisiste que la Virgen María, figurada en la iluminación de la columna de nube en el tránsito del Mar Rojo, fuese llamada Madre de la Luz: Suplicámoste humildemente que, así como con tan excelso nombre la veneramos los hijos de Eva, como Madre tuya y nuestra, nos concedas también por su invocación, que logremos alcanzar la luz de la divina gracia en este destierro, y la eterna Luz en la patria celestial. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.
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