martes, 6 de julio de 2021

OFRECIMIENTO DE LAS LÁGRIMAS DE MARÍA SANTÍSIMA

OFRECIMIENTO DE LAS LÁGRIMAS DE MARÍA SANTÍSIMA

Con licencia de la Impresa de la Viuda de Miguel de Ortega y Bonilla. Año de 1748

MODO

El tiempo en que se han de rezar las lágrimas que lloró María Santísima, Nuestra Señora, es desde el Sábado de la Septuagésima, hasta el Domingo In Albis, rezando en cada semana cien aves Marías, y el ofrecimiento que correspondiere. El que no pudiere hacerlo, de este modo, lo rezará como novena, distribuyendo los ofrecimientos y rezando en cada uno nueve Aves Marías, y el Himno “Stabat Mater Dolorosa”.

 

Puesto de rodillas delante de Nuestra Señora Adolorida, dirá:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre mía, pésame en el alma y de todo mi corazón, haber ofendido a tu Hijo Crucificado, Hijo de Dios vivo, yo propongo Señora, firmemente la enmienda con el poder de su Divina Gracia, y espero en su bondad y piedad, que me ha de perdonar y salvar. Amén.

 

 

SONETO

La tortolilla sola y desvalida,

siente la Soledad desamparada

O como que se queja lastimada,

O como se arrulla adolorida,

Así Señora, vos lloráis sentida,

Sola en vuestros llantos anegada,

El alma de dolor atravesada

E intercadente la dudosa vida,

Esta muerte, mil muertes os concierta,

Y esta punta, mil puntas os apuntan,

pues estas como viva estando yerta,

Porque tanto dolor se junta

es forzoso, que os ponga como muerta,

si vuestra propia vida esta difunta.

 

 

ORACIÓN INICIAL

¡Oh Serenísima Virgen María, concebida sin pecado original, Sagrario Sacratísimo de la Santísima Trinidad! ¡Oh Virgen la mas sola y desamparada, para ser consuelo de afligidos y tan desolada en tu Soledad! que vivías muriendo, morías viviendo, y no acababas de morir estando viva muerta, por aquellos tres días tristísimos y treinta y seis horas amarguísimas de tu Soledad, en que agonizaste cien veces, siendo tan dolorosos tus gemidos, sollozos, lamentos y suspiros, que te pusieron en términos de morir, y hubieras muerto, a no haberte confortado el Espíritu Santo, por estos inmensos dolores y penosas agonías, y las que padeció tu Dulcísimo Jesús y mi Señor en el Huerto, y las mortales agonías que padeció en los azotes, y en las tres horas, que colgado en el sangriento madero de la Cruz entregó su Espíritu en manos de su Eterno Padre, y por tu corazón herido a dolores, y tus entrañas purísimas traspasadas a penas, te pido, me acompañes en todas mis necesidades, y especialmente en la agonizada soledad de la hora de la muerte y tenebrosas penas del Purgatorio, librándome de unas y de otras, y llevándome a la Celestial Patria, donde te vea gloriosa por toda la eternidad. Amén.

 

 

Llorad, Señora, llorad,

sin que cese vuestro llanto

hasta que desecha en llanto,

No tengáis más que llorar.

 

Llorad Señora, por Dios,

Llorad por vos y por mí

Llorad por Madre de Dios,

y llorad a Dios por mí.

 

 

PRIMERA SEMANA

OFRECIMIENTO

Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, por las lágrimas que lloraste desde el instante que fuiste Madre de Dios, hasta que tu Santísimo Hijo se despidió de ti, te suplico que, al despedirse mi alma de mi cuerpo, no la desampares hasta ponerla en el Paraíso. Amén.

-Cien Aves Marías.

 

 

SEGUNDA SEMANA

OFRECIMIENTO

Oh Tiernísima Virgen María, Madre mía, por las tiernísimas lágrimas que lloraste la noche triste y amarga de la Pasión de tu Hijo Jesús, sintiendo los escarnios de sus enemigos, te pido que me libres de todos ellos en la hora de mi muerte. Amén.

-Cien Aves Marías.

 

 

TERCERA SEMANA

OFRECIMIENTO

Oh Tristísima María, Madre mía, por las tristísimas lágrimas que derramaste cuando, supiste que tu Dulce Jesús fue sentenciado a muerte de Cruz, y cuando con ella le encontraste en la calle de la amargura, te suplico por esta rigurosa sentencia, me alcances después de mi muerte, la dichosa y favorable sentencia de eterna vida. Amén.

-Cien Aves Marías.

 

 

CUARTA SEMANA

OFRECIMIENTO

Dolorosísima Virgen María, Madre mía, por las lágrimas que lloraste cuando clavaron a tu Hijo Jesús en la Cruz, te suplico, que, con el clavo del temor de Dios, me claves mis potencias para solo servir a su Majestad en esta vida. Amén.

-Cien Aves Marías.

 

 

QUINTA SEMANA

OFRECIMIENTO

Angustiadísima Virgen María y Madre mía, por aquellas copiosas lágrimas que lloraste al pie de la Cruz, cuando el Señor te dijo: “Mujer, vea ahí a tu Hijo” te suplico me admitas como a hijo, que no merezco, sino como a huérfano expuesto a tus umbrales. Amén.

-Cien Aves Marías.

 

 

SEXTA SEMANA

OFRECIMIENTO

Traspasadísima Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, por aquellas preciosas lágrimas que lloraste al pie de la Cruz, cuando tu Santísimo Hijo dijo a su Eterno Padre: “En tus manos encomiendo mi espíritu” y expiró, te suplico, me alcances que, al salir mi alma de mi cuerpo, entregue mi espíritu en manos de tu Santísimo Hijo. Amén.

-Cien Aves Marías.

 

 

SÉPTIMA SEMANA

ORACIÓN

Lastimadísima Virgen María, Madre mía, por aquellas sacratísimas lágrimas que lloraste al pie de la Cruz, cuando viste abrir con una lanza el costado de tu Hijo, y correr sangre y agua de su pecho, te suplico, que al morir se me abra la llaga de su Costado, donde sea mi espíritu sepultado. Amén.

-Cien Aves Marías.

 

 

OCTAVA SEMANA

OFRECIMIENTO

Funestísima Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, por aquella infinidad de lágrimas de sangre que derramaste al pie de la Cruz, teniendo en tus brazos el destrozado cuerpo de tu Hijo, te suplico, me alcances de su Majestad, no me dejes de su mano en la vida y en la terrible y espantosa hora de mi muerte, me conceda una verdadera fe, una esperanza ordenada y una caridad perfecta. Amén.

-Cien Aves Marías.

 

 

NOVENA SEMANA

OFRECIMIENTO

Delicadísima Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, por aquella multitud de lágrimas que lloraste en tu Soledad, en que agonizaste cien veces, dejando a Cristo, único tesoro de tu corazón, sepultado, sintiendo tanto apartarse del Sepulcro de tu amado, que dejasteis estampadas tus lágrimas en el mármol, y quebrados en tu Soledad tus ojos a dolores y tu corazón a penas, destilaron gota a gota toda el Alma, hilo a hilo todo el aliento, grano a grano todo el corazón, por este llanto y dolor te suplico, se parta mi corazón de dolor de la Pasión de tu Hijo, y de la causa de la Pasión, que son mis culpas. Amén.

-Cien Aves Marías.

 

 

OFRECIMIENTO

Inconsolable Virgen María, Madre de Dios y Señora mía, por aquellas tiernísimas y continuas lágrimas que derramaste, en aquellos veinte y cuatro años, después de la muerte de tu Preciosísimo Hijo, pensando y recorriendo la Sagrada Vida, Muerte y Pasión dolorosa de tu Unigénito, te suplico, que en toda la mía, tenga estampada en mi corazón su Pasión y Muerte, e impresas en mi alma tus lágrimas, para llorar amargamente mis culpas y tus dolores. Amén. Jesús.

 

 

STABAT MATER DOLOROSA

De pie la Madre dolorosa

junto a la Cruz, llorosa,

mientras pendía el Hijo.

Cuya ánima gimiente,

contristada y doliente

atravesó la espada.

 

¡Oh cuán triste y afligida

estuvo aquella bendita

Madre del Unigénito!.

Languidecía y se dolía

la piadosa Madre que veía

las penas de su excelso Hijo.

 

¿Qué hombre no lloraría

si a la Madre de Cristo viera

en tanto suplicio?

¿Quién no se entristecería

a la Madre contemplando

con su doliente Hijo?

 

Por los pecados de su gente

vio a Jesús en los tormentos

y doblegado por los azotes.

Vio a su dulce Hijo

muriendo desolado

al entregar su espíritu.

 

Oh, Madre, fuente de amor,

hazme sentir tu dolor,

contigo quiero llorar.

Haz que mi corazón arda

en el amor de mi Dios

y en cumplir su voluntad.

 

Santa Madre, yo te ruego

que me traspases las llagas

del Crucificado en el corazón.

De tu Hijo malherido

que por mí tanto sufrió

reparte conmigo las penas.

 

Déjame llorar contigo

condolerme por tu Hijo

mientras yo esté vivo.

Junto a la Cruz contigo estar

y contigo asociarme

en el llanto es mi deseo.

 

Virgen de Vírgenes preclara

no te amargues ya conmigo,

déjame llorar contigo.

Haz que llore la muerte de Cristo,

hazme socio de su pasión,

haz que me quede con sus llagas.

 

Haz que me hieran sus llagas,

haz que con la Cruz me embriague,

y con la Sangre de tu Hijo.

Para que no me queme en las llamas,

defiéndeme tú, Virgen santa,

en el día del juicio.

 

Cuando, Cristo, haya de irme,

concédeme que tu Madre me guíe

a la palma de la victoria.

Cuando el cuerpo sea muerto,

haz que al ánima sea dada

del Paraíso la gloria.

Amén.

LAVS DEVS


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