ORACIONES Y ALABANZAS A SAN LORENZO MÁRTIR
Imprenta de Don Antonio Vanegas Arroyo. Calle Santa Teresa Núm. 1. México. Año 1902.
INTRODUCCCION
San Lorenzo Mártir, tuvo inclinaciones de santidad desde sus
primeros años. Después de cursar en el colegio la enseñanza más precisa,
concibió la feliz idea de ir a Roma tanto por practicar sus estudios
religiosos, que era lo que anhelaba, cuanto, por huir de las pompas e ilusiones
del mundo, pues a pesar de guardar una posición regular para disfrutarla, por
el contrario, quiso despojarse por completo de las caricias que le brindaban
los placeres. Ya estando en Roma, el Pontífice San Sixto, al ver sus adelantos,
lo preparó para ser ministro de Jesucristo, como en efecto lo fue, siendo la
admiración de los demás religiosos y de cuantos observaban sus buenas
costumbres. Desde aquí comenzaron los martirios de nuestro santo, por estar en
contra oposición con las ideas del Emperador de aquella época, quien lo
persiguió con tal tenacidad, hasta que por último lo hizo sufrir el martirio de
que expirara en una ardiente parrilla tan sólo por ostentar la fe de
Jesucristo.
ACTO DE
CONTRICION
Señor
mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío: aquí tienes
postrado de rodillas a un miserable pecador que implora tu misericordia
infinita. Os confieso, Dios mío, que me he entregado por completo a un absoluto
libertinaje. Siento que mi alma se abrasa entre las llamas devoradoras del
pecado, que me conducirán al abismo, si no procuro desagraviarte. Pues bien,
Señor, desde hoy deseo que mi alma arda entre las llamas de la gracia, de la
pureza y de la virtud. Dame valor, Señor, como se lo diste a San Lorenzo, para morir
mártir como él en honra y gloria de tu preciosísima sangre. Me pesa, Señor, me
pesa de todo corazón el haberte ofendido por ser quien eres; perdón te pido
lleno del más contrito arrepentimiento, perdón, Señor, tened piedad de mí.
Amén.
ORACIÓN
¡Oh!
Gloriosísimo héroe entre los mártires, Señor San Lorenzo, que, abandonando las
grandes comodidades de tu casa, marchaste a Roma para consagrarte a los
estudios de la Religión, para más agradar a Dios, pues desde que naciste
tuviste bellas inclinaciones. Yo te ruego, oh Santo mío, que, así como tú no
quisiste ofender a Dios, con una vida mundana y corrompida, así te ruego que
infundas en mi alma los santos y puros sentimientos de que tú estabas poseído y
que de tanto agrado fueron ante los ojos de Su Divina Majestad. Te lo ruego por
el glorioso martirio que sufriste, cuando el tirano dispuso que se te tendiera
en una parrilla para que expiraras en medio de inextinguibles llamas de fuego;
tan sólo porque adorabas la fe de Jesucristo. Ese fue todo tu delito, y por eso
fuiste inquisitorialmente castigado. Por ese cruel tormento, te ruego, pidas a
Dios Nuestro Señor, por el deseo que tengo de arderme en las llamas de su
divino amor, que alumbre mi entendimiento para hacer obras meritorias que me
hagan acreedor al reino de los cielos, donde vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amén.
-Tres Padrenuestros y tres Avemarías, en honor del martirio del Santo.
ORACIÓN
A MARÍA SANTÍSIMA
Purísima
María, reina de los Ángeles; bellísima azucena, tierno lirio, la más mimada del
excelso trono del Señor, yo te ruego por los crueles tormentos que sufrió tu
glorioso siervo, Señor San Lorenzo, que así como él tuvo la resignación
suficiente para morir sobre una parrilla ardiendo, así tenga yo la dicha de
arder en tu divino amor y en el de mi Señor Jesucristo. Ilumina mi
entendimiento, Madre mía, con las luces de la gracia, para que por ese medio
practique todas las virtudes que me sean meritorias, a fin de ganar el reino de
los cielos, y para mayor honra tuya y gloria de Dios. Amén.
TIERNAS
ALABANZAS A SAN LORENZO MÁRTIR
Alabado sea Lorenzo,
Digamos en alta voz,
Que sufrió un martirio intenso
Sólo por amor a Dios.
Desde tu tierna
niñez
La fe de Dios en
ti asoma,
Pues procuras ir a
Roma
Con el más vivo
interés.
Allí estudias a la
vez
Las obras de
Religión,
Y con santa
devoción
Se te ve orar en
el templo,
Dando con esto un
ejemplo
De gran
santificación.
El Pontífice
Romano
Al ver en ti tal
fervor
Hizo luego en tu
favor
Cuanto estuvo de
su mano.
Ministro del
soberano
Luego al punto te
nombró,
Y tal concesión te
dio
Porque estaba
claro y visto
Que amabas a
Jesucristo
Como San Pascual
le amó.
El César fue tu
enemigo
Porque dabas
caridad,
Y él no le tenía
piedad
Al pobrecito
mendigo.
Bajo tu amparo y
tu abrigo
Vivieron humildes
seres,
Hombres, niños y
mujeres,
Pues a todos
mantuviste,
Porque en
situación tan triste,
Eran tus santos
deberes.
Le diste la vista
al ciego
Con la señal de la
cruz,
En el nombre de
Jesús,
Pues se la
volviste luego;
De santidad fuiste
un fuego,
Pero con tal
perfección,
Y tan grande
devoción,
Llevada con tal
delirio
Que sufriste el
martirio
Con mucha
resignación.
En fin, fuiste tan
valiente
En el acto de
expirar,
Que nadie pudo
dudar
De que eras santo,
inocente.
Por eso el
Omnipotente
Viéndote en tan
cruel tormento
Dispuso en ese
momento,
Que antes de hacer
tu partida
Fortalecieras tu
vida
Con el pan del
Sacramento.
LAUS DEO
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