lunes, 9 de agosto de 2021

ALABANZAS A SAN LORENZO DE ROMA


ORACIONES Y ALABANZAS A SAN LORENZO MÁRTIR


Imprenta de Don Antonio Vanegas Arroyo. Calle Santa Teresa Núm. 1. México. Año 1902.


INTRODUCCCION

San Lorenzo Mártir, tuvo inclinaciones de santidad desde sus primeros años. Después de cursar en el colegio la enseñanza más precisa, concibió la feliz idea de ir a Roma tanto por practicar sus estudios religiosos, que era lo que anhelaba, cuanto, por huir de las pompas e ilusiones del mundo, pues a pesar de guardar una posición regular para disfrutarla, por el contrario, quiso despojarse por completo de las caricias que le brindaban los placeres. Ya estando en Roma, el Pontífice San Sixto, al ver sus adelantos, lo preparó para ser ministro de Jesucristo, como en efecto lo fue, siendo la admiración de los demás religiosos y de cuantos observaban sus buenas costumbres. Desde aquí comenzaron los martirios de nuestro santo, por estar en contra oposición con las ideas del Emperador de aquella época, quien lo persiguió con tal tenacidad, hasta que por último lo hizo sufrir el martirio de que expirara en una ardiente parrilla tan sólo por ostentar la fe de Jesucristo.

 

ACTO DE CONTRICION

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío: aquí tienes postrado de rodillas a un miserable pecador que implora tu misericordia infinita. Os confieso, Dios mío, que me he entregado por completo a un absoluto libertinaje. Siento que mi alma se abrasa entre las llamas devoradoras del pecado, que me conducirán al abismo, si no procuro desagraviarte. Pues bien, Señor, desde hoy deseo que mi alma arda entre las llamas de la gracia, de la pureza y de la virtud. Dame valor, Señor, como se lo diste a San Lorenzo, para morir mártir como él en honra y gloria de tu preciosísima sangre. Me pesa, Señor, me pesa de todo corazón el haberte ofendido por ser quien eres; perdón te pido lleno del más contrito arrepentimiento, perdón, Señor, tened piedad de mí. Amén.

 

ORACIÓN

¡Oh! Gloriosísimo héroe entre los mártires, Señor San Lorenzo, que, abandonando las grandes comodidades de tu casa, marchaste a Roma para consagrarte a los estudios de la Religión, para más agradar a Dios, pues desde que naciste tuviste bellas inclinaciones. Yo te ruego, oh Santo mío, que, así como tú no quisiste ofender a Dios, con una vida mundana y corrompida, así te ruego que infundas en mi alma los santos y puros sentimientos de que tú estabas poseído y que de tanto agrado fueron ante los ojos de Su Divina Majestad. Te lo ruego por el glorioso martirio que sufriste, cuando el tirano dispuso que se te tendiera en una parrilla para que expiraras en medio de inextinguibles llamas de fuego; tan sólo porque adorabas la fe de Jesucristo. Ese fue todo tu delito, y por eso fuiste inquisitorialmente castigado. Por ese cruel tormento, te ruego, pidas a Dios Nuestro Señor, por el deseo que tengo de arderme en las llamas de su divino amor, que alumbre mi entendimiento para hacer obras meritorias que me hagan acreedor al reino de los cielos, donde vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

-Tres Padrenuestros y tres Avemarías, en honor del martirio del Santo.

 

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA

Purísima María, reina de los Ángeles; bellísima azucena, tierno lirio, la más mimada del excelso trono del Señor, yo te ruego por los crueles tormentos que sufrió tu glorioso siervo, Señor San Lorenzo, que así como él tuvo la resignación suficiente para morir sobre una parrilla ardiendo, así tenga yo la dicha de arder en tu divino amor y en el de mi Señor Jesucristo. Ilumina mi entendimiento, Madre mía, con las luces de la gracia, para que por ese medio practique todas las virtudes que me sean meritorias, a fin de ganar el reino de los cielos, y para mayor honra tuya y gloria de Dios. Amén.

 

TIERNAS ALABANZAS A SAN LORENZO MÁRTIR

Alabado sea Lorenzo,

Digamos en alta voz,

Que sufrió un martirio intenso

Sólo por amor a Dios.

 

Desde tu tierna niñez

La fe de Dios en ti asoma,

Pues procuras ir a Roma

Con el más vivo interés.

Allí estudias a la vez

Las obras de Religión,

Y con santa devoción

Se te ve orar en el templo,

Dando con esto un ejemplo

De gran santificación.

 

El Pontífice Romano

Al ver en ti tal fervor

Hizo luego en tu favor

Cuanto estuvo de su mano.

Ministro del soberano

Luego al punto te nombró,

Y tal concesión te dio

Porque estaba claro y visto

Que amabas a Jesucristo

Como San Pascual le amó.

 

El César fue tu enemigo

Porque dabas caridad,

Y él no le tenía piedad

Al pobrecito mendigo.

Bajo tu amparo y tu abrigo

Vivieron humildes seres,

Hombres, niños y mujeres,

Pues a todos mantuviste,

Porque en situación tan triste,

Eran tus santos deberes.

 

 

Le diste la vista al ciego

Con la señal de la cruz,

En el nombre de Jesús,

Pues se la volviste luego;

De santidad fuiste un fuego,

Pero con tal perfección,

Y tan grande devoción,

Llevada con tal delirio

Que sufriste el martirio

Con mucha resignación.

 

En fin, fuiste tan valiente

En el acto de expirar,

Que nadie pudo dudar

De que eras santo, inocente.

Por eso el Omnipotente

Viéndote en tan cruel tormento

Dispuso en ese momento,

Que antes de hacer tu partida

Fortalecieras tu vida

Con el pan del Sacramento.

 

LAUS DEO

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