LOS CINCO JUEVES EN HONOR
A NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES
Es
una antigua práctica mariana, muy grata a Nuestra Señora, llevada a cabo en el
Santuario de María Santísima de Las Nieves en el pueblo de Torre Anunziata, Nápoles,
Italia, donde unos pescadores encontraron prodigiosamente en el mar la imagen
de Nuestra Señora un día 5 de agosto. Tal práctica devota consiste en
confesarse, participar de la Santa Misa y comulgar, así como recitar el Rosario
con las oraciones siguientes durante Cinco jueves, preferiblemente antes de la
fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, el 5 de agosto.
I.
Oh Virgen Santísima, Coronada
Señora de las Nieves, tú que viniste prodigiosamente sobre las olas del mar
hacia nosotros, desde el primer día de tu llegada experimentamos tu santa
predilección y el amor de tu corazón materno. A través del tiempo tú nos has
librado de tantos peligros de alma y cuerpo. Podríamos decir que el Señor te
envió a esta ciudad para socorrer nuestra debilidad y sobrellevar nuestro
abatimiento, para enjugar nuestras lágrimas, para aliviar nuestros dolores.
Ante ti nos presentamos con el corazón angustiado pero lleno de esperanza,
confiando en Vos que eres nuestra Madre. Nos encontramos, Oh María, en medio de
miles angustias, tenemos deseo de tu urgente ayuda, Oh Señora de las Nieves, auxílianos.
-Dios te Salve María…
II.
Es cierto, oh Madre, es cierto que
no merecemos tu maternal intercesión… Cuantas veces con nuestros pecados hemos
desmerecido ser hijos tuyos! No tenemos el valor de mirarte… La serenidad de
vuestra sonrisa es la condena más severa hacia nuestra conducta de hijos
ingratos. Pero si tú, Oh María, nos rechazas en este momento, ¿a quién
recurriremos? Quién nos ama como tú, oh Madre celestial? No mires, a pesar de
todo, nuestra indignidad. Hoy, si, hoy mismo, ¡suplicamos tu gracia e
intercesión!
-Dios te salve María….
III.
Nuestra confianza en Vos, oh
Coronada Virgen de Las Nieves, se posa toda sobre la omnipotencia de vuestra
mediación ante el trono de Dios. Si dices una sola palabra al Niño que
sostienes en tu pecho, todo nos será concedido. Y además no eres tú, oh María,
la abogada de los pecadores y nuestro refugio? ¿No eres tú la tierna y
vigilante madre que no solo escucha, sino que socorre a sus hijos en sus
necesidades al venir en su ayuda? En vos, no obstante, ponemos toda nuestra esperanza. Te pedimos todas las
gracias, sobre todo espirituales, que necesitamos… Te lo pedimos por vuestra
Divina Maternidad, que te colocó en puesto bien alto, por el amor que tuviste a
vuestro Divino Hijo, tú todo lo puedes, Oh María de las Nieves, ¡considéranos!
-Dios te salve
María…
IV.
Oh Virgen de las Nieves, Oh Reina
del cielo y de la tierra, oh excelsa y coronada Señora, nosotros te vemos
sentada en un trono, como celeste dispensadora de gracias. Tu nombre bendito no
solo es invocado en esta ciudad que se gloria de ser vuestra hija predilecta,
mas por todos tus devotos que esparcidos por el mundo experimentan los tesoros
de tu gracia. Tú eres la Hija del Padre, la Madre del Verbo, la Esposa del Espíritu
Santo; Tú eres el Escudo de la Fe, Tú eres la Vencedora de todas las herejías, Tú
eres el espanto del Infierno que permanece cerrado a tus hijos que se glorían
de la protección de tu mística nieve. Por Vos, como un celeste canal,
descienden del cielo todas las gracias. Eres tú quien cuida nuestra enfermedad,
eres tú quien concede la paz que hemos perdido, eres tú quien trae la calma
donde hubo tempestad de huracán. Todos reconocemos que, en nuestra tierra, la
potencia de tu patrocinio se manifiesta largamente. A Ti recurrimos seguros de
ser escuchados. Se para nosotros una lumbrera en el mar tempestuoso de la vida
y coronad vuestra predilección hacia nosotros obteniéndonos de Vuestro Divino
Hijo la santa perseverancia y el Paraíso. Amén.
-Colaboracion de Carlos Villaman
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