jueves, 14 de octubre de 2021

MES DE SANTA TERESITA - DÍA CATORCE


 

DIA XIV

MEDITACIÓN. — EL ESFUERZO DIVINO

Non est audacia siepe accedere, sed indigne vel senel (S. Joan. Chrysost.)

No es presunción ni arrogancia frecuentar la Comunión; pero si lo es recibirla tarde e indignamente.

 

SI algún deseo cabe en el corazón del hombre es el de vivir y el de vivir eternamente. Para conseguirlo ordena cuanto su ingenio le sugiere y ejecuta todo cuanto su poder le permite. Todo lo subordina al deseo de vivir. ¿No observas que sin cesar tiendes a un algo que temes perder y en el que cifras naturalmente toda tu felicidad? Es el deseo de vivir. Y este continuo arrebatamiento de tus sentidos y potencias a ese algo desconocido que experimentas siempre en el fondo del corazón y que te hace comprender cada vez con más insistencia que esa existencia vivida, dista mucho, muchísimo de encontrarse al alcance de las virtualidades de tu alma, ¿no te predica elocuentemente que no está en ti la verdadera vida? ¿A quién, pues, recurrirás en tan lamentable situación? ¿Quién te dará la vida?

Un día, Jesucristo después de haber saturado con cinco panes y dos peces a una multitud hambrienta, al ver que le seguían agradecidos, les dijo: ¿Me buscáis porque os he dado el pan que da la vida material? Pues he aquí que yo os preparo un manjar que da la vida eterna», y levantando la voz con solemne acento, con magistral armonía, dijo: Yo soy la vida. Yo soy la resurrección y la vida. He venido para que los hombres tengan la vida y para que la tengan más abundante. El que cree en ml vivirá eternamente; vivirá aun cuando haya sufrido la muerte. Yo doy la vida eterna. El que cree en ml posee ya dentro de sí la Vida eterna.' Estas palabras llenaron de conmoción el alma de aquellas gentes que, como la tuya, ambiciona vivir y vivir eternamente. Pero eran demasiado sublimes y les costaba creerlas. Para esto era necesario que Jesús les diese otra explicación, y a ella van dirigidas las siguientes palabras. «Yo soy el pan de Vida.» «Quién comiere de este pan vivirá eternamente.» Y el pan que Yo os daré es mi carne. Y en verdad, en verdad os di o que si no comiereis la carne del hijo del hombre y no bebiereis su sangre no tendréis vida en vosotros. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre es verdaderamente bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre en Mi mora y Yo en él. Así como el Padre que me ha enviado vive, yo vivo por el Padre; así quien me come también él vivirá por mí, y de mi propia vida. Este es cl pan que ha bajado del cielo. No sucederá como a vuestros padres que comieron el maná, y no obstante murieron.» Quien come este pan, vivirá eternamente.

Al oír estas palabras, siéntese el alma satisfecha. Los deseos de vivir y de vivir eternamente llegan a su cumplimiento. Pero son tan grandes y tan incomprensibles estas promesas, que uno se ve obligado a decir: Aquí está el dedo de Dios. Y Dios tiene palabras de vida eterna. Como la niña Teresita, a la pregunta: ¿Cómo es posible que Dios esté en una hostia tan pequeñita? debemos contestar con ingenuidad de Ángel: No es tan extra o, puesto que Dios es todopoderoso. Y todopoderoso quiere decir que hace todo lo que quiere. Porque querer es amar. Y el amor, cuán poderoso, cuán ingenioso esto ¿Qué será, pues, el amor de todo un Dios?

 

 

EJEMPLO

UN ALMA LIBRADA DE SUS ESCRÚPULOS Y ATRAÍDA A LA COMUNIÓN DIARIA

X. (Oise). 2-8-1913.

He estado durante cuarenta años torturada por escrúpulos; mis confesiones mc martirizaban; no podía dormir la víspera de mis comuniones: en fin, cl pensamiento de los sacramentos me ponla enferma.

Hace dos años tuve la inspiración de implorar a Sor Teresita y le pedí me ayudara a hacer mi examen de conciencia; le supliqué estuviera cerca dc mí en el confesonario y me indicara claramente lo que debía confesar. La Santita me prestó su auxilio tan graciosamente, que todos mis tormentos tuvieron fin, dejando en su lugar un atractivo tan grande por la Sagrada Eucaristía, que es para mí un verdadero sufrimiento verme privada un solo día de acercarme a la Sagrada Mesa.

 

Jaculatoria: ¡Oh regalada Esposa de Jesús! Haz que prepare solícita mi corazón para recibir a Jesús, mi Bien, mi Amor.

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh regalada Santita! que comprendiendo que la verdadera vida es la que ha de durar para siempre y que Jesús es y la da abundosa en la Eucaristía, te sentías atraída hacia Él con amor irresistible, te ruego me alcances la dicha de poder cada día acercarme con más dignas disposiciones a recibir la vida en el Santísimo Sacramento; y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:

 

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