DIA
VEINTE Y SIETE
EN
OBSEQUIO DEL EVANGELISTA SAN JUAN
Compuesto
por el Rev. P. Fr. José Francisco Valdés
Impreso
en México, por Don Mariano de Zúñiga y Ontiveros
Año
de 1800
El
Acto de Contrición, y esta:
ORACION
Príncipe
ilustro de la gloria, y Señor de las virtudes, Jesús mío. ¿Cómo no he de
confesarte Santo, Santo, Santo, y l la misma santidad por esencia, cuando veo
que no hay otro atractivo para ti, que la inocencia, la castidad, la virtud?
Preferiste en tu estimación y amor a tu discípulo Juan; pero fué porque su
castidad, su inocencia y su santidad, lo hicieron digno do tan singular privilegio
y de tan grande prerrogativa. Yo venero, Señor, la justificación y equidad de
tus juicios; y postrado humildemente ante tu divino acatamiento, te doy las más
rendidas gracias, por habernos dejado en tu santo Apóstol Evangelista san Juan,
un modelo dc inocencia y castidad, y un testimonio dc disposición en que estás
siempre de honrar y de premiar la virtud. Yo me confundo, Señor, y me avergüenzo
al verme desnudo de ella; pero fiado en que tus deseos, que todos seamos
santos, y fiado en la intercesión de tu amado discípulo, a quien invoco, te
suplico me concedas lágrimas de verdadera contrición, para llorar; la pérdida
de mí inocencia; y para morir antes que faltarle a las leyes de la pureza 'Y
santidad, que prometí guardar en el bautismo. Amén.
ORACION
Evangelista
santo, sagrado apóstol, discípulo amado de Jesús. ¿A quién de los mortales se
ha concedido el privilegio que á ti? ¿Quién en todo cl mundo se podrá lisonjear,
de haber formado como tú, del pecho de Jesucristo, almohada para recostarte y
libro para leer los más ocultos secretos de la divinidad? Feliz por tanto favor,
pero mucho más feliz. por haberle robado a tu divino Maestro el Corazón, y por
haberte hecho digno de su singular amor, por tu grande inocencia y castidad:
sea para bien tanta felicidad, pero acuérdate de lo que dejaste escrito de tu
puño, acuérdate que dijiste, que no podría decir que ama a Dios, el que no
tenga abiertas las entrañas de misericordia para con el necesitado. Atiende a
mis clamores, mira mis necesidades; y pues tienes en tus manos los tesoros do
la divina omnipotencia, abre las entrañas de tus misericordias, y socórreme con
los auxilios de la gracia que necesito, para manejarme como verdadero discípulo
de tu divino Maestro Jesucristo. Amén.
-Tres
Padre nuestros y Ave Marías, y después esta:
ORACION
Purísima Reina de los Ángeles, María. ¿Con qué confianza debo llegar tus pies, cuando estoy patrocinado de tu amado Juan, discípulo fiel de tu querido Hijo santísimo? ¿Qué empeño mayor parar mover tus piedades, que el de aquel siervo de Jesucristo, que mereció por su inocencia y santidad, quedar substituyendo el lugar de tu divinisimo Hijo, y encargado de tu asistencia? Yo, Señora, por dicha mía, soy uno de aquellos que en cabeza del sagrado Evangelista Juan, quedamos puestos a tu cuidado, y encargada tú, de que nos recibieses por hijos: no merezco, Señora, llamarme hijo tuyo, pero lo merece aquel que después de muerto tu santísimo Hijo en la cruz, hizo contigo oficios de hijo amante y obediente: lo merece aquel qué estando para espirar en la cruz, te encargó me mirases a cómo a hijo: muestra que eres madre, alcanzándome del Padre de las lumbres; espíritu de hijo pronto y dispuesto para hacer en todo su santísima Voluntad. Amén.
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