DÍA XVI
MEDITACIÓN. — VIDA DEL CORAZÓN
Qui manet in charitate in Deo manet et Deus in eo (I.
S. Joan. 1','-16.)
El que permanece en caridad, en Dios vive y Dios en
él.
Para manifestar por medio del
lenguaje los sentimientos m s elevados y excelsos de nuestro ser, usamos de un
término que, en sí mismo y por el fin a que lo ha ordenado la naturaleza, los
expresa con precisión lógica tan exacta, que de seguida nos damos cuenta de
ellos. El Corazón. En el orden físico es el primum vivens et ultimum moriens,
es lo primero que vive y lo último que mucre. Y en el orden moral lo primero
que se siente atraído por la fuerza de la voluntad, informada por la gracia, a
obrar el bien, es el corazón, y lo último que fenece en la catástrofe de la
tentación por el pecado es el corazón.
En la gran obra de la salvación el
corazón es el factor poderoso, él, quien eleva al hombre a la más alta dignidad
en el cielo y en la tierra, la santidad, y él. quien le coloca bajo los más
detestables enemigos haciéndole siervo, Porque el corazón lo mismo que el espíritu,
como su voluntad, está perturbado por un desorden original: sus afectos extravían
y. se confunden.
¡Cuánto importa, alma piadosa, que vigiles tu
corazón! Porque si reina el des. orden en tus afectos, infaliblemente se
transmitirá a tu vida. Donde está tu tesoro allí está tu corazón. Todas
nuestras potencias, como obedeciendo a
una interior consigna, siguen al corazón, y corren los mismos caminos que él
hasta despeñarse en el abismo sin fondo de la maldad, o hasta elevarse al
pináculo de la santidad.
Para llenar ese corazón de vida es
de absoluta necesidad que le demos a comer el manjar del amor sobrenatural, el
amor de Dios. Él es el que contrarresta de admirable y segura manera todos los ímpetus
del amor sensitivo y pasional haciéndolos servir al intento sagrado de
perfección. Él es el medio poderoso de perfección. 'No conozco más que un medio
para llegar a la perfección: EL AMOR. Amemos, puerto que nuestro corazón sólo
se hizo ara esto. Algunas veces busco otra palabra para expresar el amor; pero
en este mísero destierro, la palabra que principia y tiene fin (San Agustín),
es incapaz de expresar las vibraciones del alma; es preciso, pues, atenerse a
esta única y simple palabra: AMOR. ¿Pero, a quién prodigará el amor nuestro
pobre corazón? ¿Quién será bastante grande para recibir sus tesoros? ¿Sabrá
comprenderle un ser humano? Y sobre todo ¿podrá corresponderle? María sólo un
Ser existe para comprender e amor; nuestro Jesús; solamente Él puede
devolvernos infinitamente más de lo que podemos darle en toda nuestra vida.
Nos devuelve aquella unión santa y perfecta
para la que fuimos criados en rectitud y perdimos por el pecado. Nos devuelve
aquella paz y felicidad que disfrutaban los primeros padres en el día de so
inocencia. Nos devuelve aquella vida que Jesús vino a darnos en la tierra y que
la Santita llama «verdadera fusión».
qué suave es cl camino del amor! Sin duda
puede uno tropezar y cometer infidelidades; pero el amor sabe sacar partido de
todo aquello que pueda desagradar a Jesús, dejando tan sólo en el fondo del
corazón una paz humilde y profunda. Que está siempre, como luz en tinieblas,
enseñando al hombre a reconocer donde. está su única grandeza, en el amor de
Dios.
¡Oh Amado mío! Comprendo la clase de
combates a que me destinas; no es en los campos de batalla donde debo luchar.
Soy prisionera de tu amor, libremente remaché la cadena que a ti me une y me
aparta para siempre del mundo. Mi espada es el AMOR; con ella arrojaré al
extranjero fuera del reino y te haré proclamar Rey de almas.
EJEMPLO
CONVERSIÓN Y VOCACIÓN DE UNA JOVEN OBRERA
X. (Francia) 9-2-1921
Hija de obreros. Indiferentes que impíos,
he sido educada en ignorancia casi completa de la Religión. Siempre en torno mío
veía burladas y despreciadas creencias católicas. No obstante, desde el día de
mi primera Comunión, desgraciadamente no muy bien preparada. El germen de la fe
quedó en mi alma. Dios lo desarrolló en mi alma por el sufrimiento. Prueba tras
prueba, fue para mí la más dolorosa la sensación de vacío y tristeza continua
que pesaba sobre mi sin que nada pudiera disiparla. Un momento creí encontrar
la dicha en amor humano, pero fue de nuevo engañada con mi esperanza, quedando
sumida en sombrío desaliento. En fin, me acordé de que hay un Dios que dispone
a su gusto nuestro destino, y le supliqué mc volviera la dicha que creía
perdida para siempre.
Entre tanto, subiendo un día a Montmartre,
mi vista se encontró con una imagen de Sor Teresita. No la conocía aún, pero la
expresión angelical de su rostro me impresionó tanto, que compré la Historia de
un alma, y a ese libro debo mi salvación. Poco a poco comprendí lo que hasta
entonces ignoraba por completo; la gracia no era ya para mi palabra hueca, y entendí
también que la dicha existía, aunque no donde yo la había buscado; Dios
revelóse a mi alma y la Santita querida, llevando al colmo su bondad para
conmigo me obtuvo la gracia de la vocación religiosa. En el Carmen quiero Vivir
en adelante, en el amor y agradecimiento.
Jaculatoria: ¡Oh qué suave es el camino del amor!
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh corazón abrasado de amor! que
sólo ansiabas amar a Jesús con delirio, con locura, y para esto reprimías en ti
hasta los afectos más tiernos y sensibles, dando así cabida tan sólo al amor
sobrenatural; haz, poderosa intercesora, que mi corazón se vea saturado siempre
del amor divino, posponiendo a él todos los de la tierra a fil) de que pueda
expirar sellando mis labios con vuestras mismas palabras: ¡Dios mío!... os...
amo... Y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de
tus devotos con las siguientes:
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