miércoles, 6 de octubre de 2021

MES DE SANTA TERESITA - DÍA SEIS


DIA VI

MEDITACIÓN. — PENSAMIENTO SALUDABLE

Statutum at hominibus sema morí. (S. Pablo, a los Hebr., 1X-27)

Establecido está que el hombre muera una sola vez.

 

Entre las cosas que espantan con terrores inexplicables al hombre, es sin duda la muerte. Millares de generaciones de seres inteligentes han intentado descifrar esa enigmática mancha de la muerte que aparece en el cuadro de la vida; han querido explicar el porqué de cosa nota desacordada en el himno de gloria que todo el universo canta a la Divinidad, y no lo han conseguido; y lo que es peor, han procurado exasperar a la humanidad doliente y afligida con sus irracionales c incomprensibles afirmaciones.

El dolor explícalo la escuela estoica, diciendo, que no es más que vana palabra del convencionalismo humano para cubrir la cobardía del hombre. Goza, ríe cuánto puedas, corona tu cabeza de flores y da a tus sentimientos las satisfacciones posibles, pues la vida no es más que un camino angosto sembrado de algunas flores y al fin la sima profunda de la muerte, dice el filósofo materialista.

Sufre — añade el fatalista, —eres un miserable juguete en manos de los dioses que ellos a su placer se han fabricado para distraerse contigo. Si quieres ser prudente, lo único que debes hacer es procurar acomodarte a este papel y representar del modo más agradable las puerilidades a que te sujeten. ¡Oh!, confieso, que en la deplorable situación en que la muerte, colocan al hombre estas explicaciones, a las que tan sólo recurren los mortales la desesperación en sus ruanos cl instrumento homicida, y den fin a una vida miserable para dormir tranquilos en los brazos maternales de la nada.

 Los santos. esas almas privilegiadas, que respiran en un ambiente de fe y amor, ese ambiente que, diría Pascal, viene hasta nosotros e una ribera feliz, de la ribera hermosísima de la religión, han sabido descifrar el espantoso enigma que la mano implacable de la muerte viene escribiendo en el libro de la vida humana con la pluma del dolor. Reciben la muerte como una señal de libertad y un tributo de adoración. Así cantan si no el Aleluya de la adoración, el Amén de la resignación.

Este modo de proceder cristiano encierra la sublime sabiduría de convertir en medios de santificación los efectos del pecado. Sabiduría que no dejó de reconocería cl mismo Platón cuando decía: «La más excelente filosofía es la meditación de la muerte aceptándola como tributo a los dioses.' Y' S. Basilio dice que es prudencia de hombres discretos saber sufrir y soportar la muerte'. (Ser. II de vita christ.) Porque, ¿no sería insigne bobería saber que cl dolor y la muerte son infalibles en el estado presente, y, ofreciéndosenos como medio de salud espiritual, nos empeñásemos en sufrirlos sin fruto? A las almas que como la de Santa Teresita, les ha sido lado el comprender el rico tesoro que se encuentra en el dolor, lo ambicionan como pudiera el hombre más avariento desear los tesoros del mundo, y tienen su dicha mayor en sufrir. 'El padecer unido al amor es la única cosa deseable en este valle de lágrimas.' (Carta IX a los Misioneros.) 'No vayamos a creer que encontraremos el amor sin el sufrimiento. A nuestra naturaleza le repugna el dolor; esta aversión es natural; pero, ¡cuán grandes tesoros reportamos del sufrimiento!» (Carta V, a Celina.) ¡Ah! tereo que sólo se necesita resignación para vivir... Para morir, lo que experimento es alegría....

La muerte de semejantes almas es muy suave y dulce, más que les fue la vida espiritual toda su vida: porque mueren con ímpetus y encuentros sabrosos de amor, como el cisne que canta más dulcemente cuando se quiere morir. Que por esto dijo David que la muerte de los justos es preciosa a los ojos del Señor.

 

 

EJEMPLO

LA SANTITA SE APARECE A UNA MADRE MORIDUNDA Y LE AYUDA A HACER EL SACRIFICIO DE SU VIDA

X (Var.) 10-8-1920.

El mes de marzo último encargarnos al Carmen de Lisieux una novena de misas a fin de obtener que mi queridísima mamá tuviera un parto feliz. La gracia nos fue concedida; pero el 5 de Julio, tres meses después del nacimiento de mi hermanito Juan, tuvimos que asistir a la muerte de mi querida mamá. muerte verdaderamente predestinada.

Acabábamos de empezar una novena a Sor Teresita esperando siempre un milagro; pasé la noche junto a mamá que estaba en la agonía. Por la mañana recibió la extremaunción con piedad conmovedora y nos hizo sus recomendaciones. De pronto. por la tarde tas tren, se incorporó sobre la cama, lo que no habla podido hacer en mucho tiempo: su mirada estaba iluminada, y dirigiéndose a un ser misterioso que parecía estar al pie de su cama exclamó: ¡Oh: Sor Teresita del Niño Jesús, venís a curarme para mi Juanito, vos me lo habéis enviado; sois vos Oh Sor Teresita! la que vais a curarme! Tres veces repitió su invocación: después su cabeza cayó de nuevo sobre la almohada. Pero la celeste mensajera le había hecho sin duda conocer que Dios la llamaba, porque con una voz llena de paz y resignación, murmuró: Hágase, Dios mío, tu voluntad... Estas fueron sus últimas palabras.

Srta. H.

 

Jaculatoria: ¡Oh buen Jesús! en el postrer momento no seáis mi juez, sino mi salvador.

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh virgen graciosa! que recibiste la noticia de la muerte con la alegría de los justos, alcánzame que llegada para mí la hora de mi muerte merezca como tú exclamar con todo el fervor de tu corazón amante: ¡Oh Dios mío, qué bondad más grande tenéis para con esta pequeña víctima de vuestro misericordioso amor! Ni siquiera en este momento en que juntáis el tormento exterior a las rudas pruebas de mi alma, puedo decir: Cercáronme dolores de muerte» (Salmo XVII, 5), sino que exclamo, poseída de reconocimiento: Aunque caminase yo por medio de las sombras de la muerte, no temeré ningún desastre; porque tú estás conmigo, Señor.» Y para más Obligarte, te recuerdo tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:

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