DÍA XXI
MEDITACIÓN.
LUCHA CONTRA EL FARISEÍSMO
Attendite a fermento Pharisorum, quod est hypocrisis.
Luc. XII-I.
No queráis hacer caso de los fariseos, que son
hipócritas.
Nada hubo en la vida del
pacientísimo Maestro que le tuera más opuesto y que turbase la paz de su alma
santísima como la hipocresía del fariseísmo. Al ver delante de si a uno de esos
seres envidiosos, orgullosos, no podía retener en su corazón has oleadas
abominable de indignación que tan repulsivo y le ocasionaban. Contra ellos
expresaba su condenación con palabras tan duras, tan ásperas. que al leerlas
siéntese uno bajo el peso de la divinidad indignada. Ay de vosotros, Fariseos
hipócritas... Sois sepulcros blanqueados, los cuales por de fuera parecen
hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda
corrupción.
De estos seres despreciables está
lleno el mundo, y no hay lugar por más escogido y santo que sea donde no llegue
su maléfica influencia. Su pestilencial hedor invade el lugar sagrado y sus
efectos quebrantan y destruyen virtudes bien probadas. Por esto no será jamás
exagerado el cuidado que las almas tengan en este asunto, guardándose de sus
enseñanzas según nos o aconseja el sapientísimo Maestro. «No queráis escuchar
la doctrina de los Fariseos, que es doctrina de hipócritas.» Revestidos de la
prudencia cristiana y aseverados por el magisterio del Espíritu Santo que se
comunica en la oración, sabremos vernos libres de las incursiones de esas
fieras que, cual las zorras que señala el profeta Isaías, destruyen los viñedos
del Señor.
Por los frutos les conoceréis, nos
dice el Señor, pues un árbol bueno no puede producir frutos malos, como el
árbol malo no puede hacer germinar frutos buenos.
Los frutos buenos son la humildad,
la paciencia y sobre todo la caridad.
Los frutos malos son la soberbia, la
intransigencia y la envidia.
Para el fariseo nada de lo que obra
su hermano es bueno. todo es defectuoso e imperfecto. Jamás confiesa el bien
que se hace en torno suyo. Y, aun cuando lo bueno de su prójimo se le entre por
los ojos y sus oídos se vean obligados a escuchar las alabanzas de los
sencillos y rectos de corazón, jamás por jamás pronunciarán la palabra de
asentimiento que la más elemental regla de educación señala. En su envidiosa
soberbia llegan incluso hasta ser ineducados.
Alma cristiana, si te ves expuesta a
la envidia farisaica de esos seres ineducados, ármate de la humildad. Juzga que
la única felicidad que existe para el hombre con la tierra consiste en
ocultarse, en permanecer en completa ignorancia de las cosas creadas». Si te
juzgan imperfecta a Esto es lo que hace falta, allí está vuestra ganancia,
porque podréis entonces practicar la humildad que consiste no solamente en
pensar y decir que estáis llenas de defectos, sino en gozaros de que los demás
lo piensen y lo digan. Lo único que no causa envidia es el último lugar; nada
hay, pues, fuera de este último lugar, que no sea vanidad y aflicción de espíritu.
Con todo, «no está en el solo querer del hombre el dirigir su camino (Imita.
lib. I, C. XVI, 4), y a veces vemos con sorpresa que se nos va el corazón tras
lo que brilla. Entonces, coloquémonos humil-mente entre los imperfectos
reconozcámonos almas pequeñas, que 15ios tiene que sostener a cada instante.
Tan pronto como nos vea totalmente convencidas de nuestra nada, tan pronto como
le digamos: Mi pie ha vacilado; tu misericordia, Señor, me ha sostenido (Psal.
XCIII, 18), nos alargará la mano; pero si pretendemos hacer o grande, aunque
sea con pretexto de celo, nos dejará solas. Basta, pues, humillarse y soportar
con paciencia las propias imperfecciones: he aquí la verdadera santidad para
nosotras.
Convencida de que delante dc Dios
eres y vales, lo que eres y vales en verdad, y ante los hombres eres y vales lo
que ellos quieren, según sus conveniencias, que seas y valgas, vivirás en santa
paz, y la pestilencia del hipócrita envidioso no entrará en tu corazón. En
verdad, dice la Santita, que tengo presente que no me causan validadle alguna
porque siempre
su cáliz conserva la florecilla las
preciosas gotas del rocío de humillaciones que antes recibió, y esas gotas le
recuerdan siempre que es pequeña y débil. Ya pueden las criaturas todas
inclinarse hacia ella, admirarla, colmarla de alabanzas; con todo eso no
añadirán un átomo de vanagloria al verdadero goce que saborea en su corazón, al
ver claramente que, en los ojos de Dios es una pequeña y mísera nada sin precio
ni valor alguno.
Sea siempre en tus labios la oración
del alma humilde y agradecida que traía en su pecho desde el día de su
profesión.
¡Oh Jesús divino Esposo mío, haced que
mí vestidura bautismal no pierda jamás su blancura! Llamadme junto a Vos antes
de permitir que manche mi alma en la tierra la más ligera falta voluntaria. A
Vos solo os busque siempre, V a Vos solo os encuentre. Sean nada para mí las
criaturas, y nada sea yo para ellas. Que ninguna cosa de la tierra turbe jamás
la paz de ml alma.
¡Oh Jesús, sólo os pido la paz! La
paz, y sobre todo el amor, un amor sin límites, sin medida. Haced que muera
mártir por Vos, dadme el martirio del corazón o del cuerpo. ¡Ah, dadme mejor
entrambos! Haced que cumpla fielmente mis votos, que nadie se cuide de mí, que
sea pisoteada y olvidada como un grano de arena. Me ofrezco a Vos, amadísimo
Bien mío, para que se cumpla perfectamente en mi vuestra voluntad, sin que
jamás las criaturas sean obstáculo para ello.
EJEMPLO
CAMINO INTERIOR RADICAL
M. (Italia), 12-7-1913.
Variable y susceptible por
naturaleza, la nerviosidad y la anemia acabaron por hacer MI carácter
insufrible n los demás. siendo yo misma la primera en sufrir las consecuencias.
Los escrúpulos me atormentaban. mi debilidad me impedía obrar y mi alma permanecía
en deplorable estado de languidez y nena de amargura. Perdida ya la esperanza
de salir de este miserable leí un día, por gracia sin duda de la Providencia
divina, la Vida de Sor Teresita del Niño Jesús. Su confianza y abandono en Dios
dejaron en mi alma impresión profunda y ver tan gran santidad encerrada en
tanta sencillez, renació en mí la esperanza.
Dirigiéndome a nuestro Señor le
dije: Por los méritos de tu santa y pequeña Esposa, hazme la gracia de llegar a
vencerme y de caminar sobre las huellas de esta Seráfica niña.
Nuestro Señor me ha escuchado: mis
escrúpulos han desaparecido, he encontrado la calma, mi naturaleza cesado de
variar a momento por la menor cosa, la confianza en Dios es mi felicidad y
adelanto en la Vida interior. Este cambio lo debo a la Santita querida, la
considero, pues, como mi especial protectora y me esfuerzo en imitar sus
virtudes.
X.
Jaculatoria. F1orecilla de Jesús: vela sobre nosotros para que,
prescindiendo do los juicios humanos, obremos sólo por agradar a Dios.
ORACIÓN PARA ESTE DIA
humildísima Santita! que recibiste la
revelación de que la única gloria y felicidad para el alma santa consiste en
ocultarse, en permanecer en completa ignorancia de las cosas creadas, y en
conformidad con esta revelación conformaste toda tu vida conservando en el
fondo del cáliz de la florecilla de tu caridad las preciosas gotas del rocío de
humillaciones que arrojaban sobre ti las criaturas; haz. piadosa Santita, que sepa
yo conformarme en un todo con los juicios de Dios que son los únicos
verdaderos; y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor
de tus devotos con las siguientes
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