DÍA XXII
MEDITACIÓN. — NUESTROS COOPERADORES
Omnes sunt administrato res spiritus in ministerium
missi propter eos, qui hereditalent capierü salutls. (S. Pau. ad Hebr., 1-14.)
Todos son administradores de Dios enviados para ayudar
a las almas en la difícil empresa de la perfección.
La vida espiritual, en cuanto dice
relación, elevación sobrenatural, es aquella que Jesucristo, Señor nuestro,
vino a salvarnos en la tierra. Yo he venido para darles la vida y una vida
exuberante.' (Joan X, 10.) Vida que no pueden en manera alguna disfrutar las
almas sino en unión directa con el que es cabeza del cuerpo místico, cuyos
miembros son todos los predestinados. Nosotros, aunque seamos muchos, formamos
en Cristo — dice San Pablo a los Romanos, — un solo cuerpo, siendo todos
recíprocamente miembros los unos de los otros. (S. Pablo, XII 5.) • Dios ha
puesto tal orden en todo el cuerpo, que se honra más lo que de suyo es menos
digno de honor, a fin de que no haya cisma o división en el cuerpo antes tengan
los miembros Ja misma solicitud unos con otros.' (I Cor. XII 25.) Siguiendo la
verdad del Evangelio con caridad, en todo Vayamos creciendo en Cristo que es
nuestra cabeza, y de quien todo el cuerpo místico de los fieles, trabado y
conexo entre si con la re y la caridad, recibe por todos los vasos y conductos
de comunicación, según la medida correspondiente a cada miembro, el aumento
propio del cuerpo para su perfección, mediante la caridad.' (Ad Ephes, IV, 15.)
Esta comunicación nos viene del
Espíritu Santo, que es el corazón de este cuerpo místico, porque Él es el que
les da esta vida de gracia, y la causa ellos, y en ellos vive y reina, y los
une entre sí con más intimidad que los miembros de un cuerpo, los cuales viven
con una vida y son animados con una misma alma. Unión divinizadora por la cual
nos hacemos 'participantes de la naturaleza divina• (S. Petrus, I, 4); pues,
como nota el apóstol de las gentes «El que se une al Señor se hace un espíritu
y en ella y por ella las almas pueden gloriarse con el más puro e inefable de los
gozos al ser llamadas con vocación especial a formar sociedad con Jesucristo,
hijo de Dios y Señor nuestro».
Para llegar a feliz término en esta
unión, especialísima es la protección que prestan los Ángeles y los santos.
La doctrina del Ángel de las
escuelas es admirable sobre el particular. Los Santos — dice Santo Tomás — como
miembros de un mismo cuerpo, comprenden las necesidades y los peligros a que se
ven expuestos los que como ellos pertenecen al mismo cuerpo místico, y, al
conocerlas, se mueven a interceder delante de Dios por los que viven en la
tierra. (S. Th.
Supl. Q. LXXII.) Y esta intercesión
es tanto más poderosa añade el mismo Santo Doctor, — cuanto la perfección de su
beatitud lo requiere. (S. Th. ibídem.
al.) Pues la bienaventuranza corno afirma San Juan Crisóstomo, estará en
proporción con cl poder de sus méritos, en tal eficacia, que podrán impetrar
del Rey de los cielos lo que quisieran.' (Serm. de Juve. et Maxi.)
La Santita de Lisieux tenía
verdadera locura por los Ángeles y los Santos, a quienes confiaba la inocencia
de su corazón y el buen éxito de sus empresas de perfección. Así, en el capítulo
XI de su admirable historia nos dice: Mi locura es esperar que los Ángeles y
los Santos me presten auxilio para volar hasta Ti con tus propias alas, Oh
águila adorada:»
Pero si era ilimitada la confianza
que tenía en la protección decidida de los Santos para alcanzar las gracias
necesarias para conseguir el amor de Dios, la que tenía en la protección de la
Virgen santísima era inefable. De ella nos dice que, si hubiera sido sacerdote,
habría hablado con encomio, pues tiene más de Madre que de Reina. Así hubiera
pagado de alguna manera las celestiales sonrisas con las que le acarició. y las
maternales gracias con las que protegió su Vida y la llevó por el camino del
amor.
La verdad de esta saludable doctrina
condujo su alma a concertar aquellos pactos de oraciones, cuyo fin era recabar
de Dios por la intercesión de los Santos, gracias de conversión, penitencia y amor
para los desgraciados pecadores. Y en el delirio del amor por la salvación dc
las almas, que llegó a consumir sus débiles fuerzas físicas, pudo exclamar en
la certeza de su intercesión en el cielo: Presiento que mi misión va a empezar,
mi misión de hacer amar a Dios corno yo le amo... Una esperanza me satisface y
hace latir mi corazón: El amor que recibiré g el que podré comunicar. QUIERO
PASAR Ml CIELO HACIENDO BIEN A LA TIERRA.'(Historia C. XII.)
EJEMPLO
AHORA CREO EN EL DOGMA DE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
Leysin (Suiza), 26-3-1916.
Siendo protestante he sido llevada a
estudiar el catolicismo en lectura de la vida de Sor Teresita del Niño Jesús.
Bajo el impulso de esta alma tan grande, presté mi adhesión a las principales
verdades de la Iglesia Romana. Y ahora
sobre todo en el dogma de la Comunión de los Santos. La conmovedora
bondad de Sor Teresita ha operado en mi tan Íntimos cambios.
Hace tres años la Fiorella,
respondiendo mi grito de angustia, curó a mi hijita. desahuciada por el médico.
Desde aquel momento la tomé por protectora y le confié otra inquietud. Mi
esposo se entregaba la pasión funesta del Juego. Sin que se diera cuenta de
ello, le hice llevar consigo una reliquia de Sor Teresita, pues, aunque
católico no hubiera admitido la eficacia de aquel recurso. ¡!Oh benéfica
abogada de causas desesperadas! Este nuevo milagro devolvió pronto la alegría a
nuestro hogar. Me sería imposible de contar en todos sus detalles la poderosa
ayuda que mi Santa querida prestó a mi esposo para hacerle triunfar de tan
terrible inclinación. Gracias a Dios está completamente curado. En fin, yo
misma he sido objeto de la dulce compasión del ángel del Carmelo. Hace algunos
meses estuve muy enferma; mi enfermedad comenzó con fuertes hemoptisis. Lo
primero que hice fue exigir colocasen en mi pecho la imagen de Sor Teresita; la
invoqué con ardor y quedé, en menos de tres meses, completamente curada, según declararon
todos los especialistas de ésta. En agradecimiento, y cumpliendo mi promesa, he
hecho conocer todos estos favores al círculo protestante que me rodea, familia
y amigos a fin de que todos crean en el poder que Dios le ha dado para ayudar a
sus hermanos de la tierra.
Jaculatoria: ¡Oh Santita adorada! ya que gozas de la Santidad en
el cielo, acuérdate de los que peregrinamos en el mundo y derrama sobre
nosotros la lluvia de rosas de tu protección.
ORACIÓN PARA ESTE DIA
¡Oh venerada Santita! Los santos
fueron para ti verdaderos defensores, te ayudaron con su amistad y por ellos te
acercaste al Santo de los santos mereciendo sus tiernas y purísimas caricias.
Haz que ellos sean para mi, fervorosos intercesores para que me sea fácil la
empresa de mi perfección; y para más obligarte te recordamos tus inefables
promesas en favor de tus devotos con las siguientes:
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