NOVENA
EN HONOR DE LOS SANTOS ÁNGELES
IMPLORANDO
SU FAVOR PARA CONSEGUIR EL REMEDIO EN LAS NECESIDADES ESPIRITUALES Y TEMPORALES
Dispuesta
por el Rev. P. Fr. José Francisco Valdés, religioso franciscano de la provincia
de San Diego
Reimpresa
en Puebla de Los Ángeles año de 1817
Hecha la señal de la
Cruz, delante de un crucifijo y levantando el corazón a Dios se dirá con
espíritu y fervor el siguiente:
ACTO
DE CONTRICIÓN
Jesús
mío crucificado: Ahora conozco que eres infinitamente bueno, pues no me has
arrojado a los infiernos, habiéndolo merecido tantas veces, Cuántas me he
atrevido a provocar tu indignación con mis pecados. Hemos andado a porfía, yo a
ofenderte, y tú a sufrir mis ingratitudes, tú a usar conmigo de misericordia, y
yo a abusar de tu bondad. Ya lo conozco señor, Ya conozco mi maldad y me
arrepiento de ella, tanto que quisiera morir de dolor de haberte enojado: Me
pesa Jesús mío, ya no más pecar, ya nomás ofenderte, porque te amo más que a
mí, más que a mí misma vida, Pues has tenido la bondad de aguardarme a que
conozca mi ingratitud, Dame un dolor tan grande que me quite la vida y me lleve
a darte por una eternidad, las gracias de tanto bien, desagraviar con un amor
eternidad. Amén.
Señor
Dios mío, da lumbre a mi alma para que te conozca y te amé con todo mi corazón,
cumpla tus divinos preceptos y sepa hacer en todo, tu santísima voluntad. Amén.
-Luego
se dice a la santísima virgen María la siguiente.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Purísima,
santísima, amadísima Virgen María, tu gracia, tú santidad, tus heroísimas
virtudes, te pusieron en las sienes la corona de reina de los Ángeles: Eres
Emperatriz juramentada del cielo y de la Tierra, y los ángeles del empíreo
tienen por grande honor y gloria suya en saludarte y reverenciarte por reina.
Gózate Enhorabuena con tanta majestad y grandeza, que yo arrebatado del gozo,
la celebró más que si fuera mía, y protestó que diera la vida porque a ti no te
faltaste un rayo solo de esa majestad que la rodea. Pues tanto gustan los
ángeles de obedecerte, Mándales que enciendan en mi corazón el fuego del divino
amor, que lo abracen en llamas de cordial y verdadera devoción a ti, y que no
permitan entre en el más afecto, más deseo, ni más pensamiento, qué el de
venerarte, amarte y amar a mi Dios, qué se dignó hacerse hijo tuyo para que yo
pudiera llamarte madre, y recurrir a ti en mis necesidades como a madre, como
abogada y como bienhechora mía. Madre, madre, madre, ruega por mí, no
consientas que me condene tu hijo, Dile también que yo soy hijo tuyo, Y quién y
le pide que me perdone es la madre que lo engendró. Amén.
-Se
rezan tres padres nuestros y tres aves marías a honra de la Santísima y Augustísima
Trinidad y luego se dice la oración siguiente:
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
Espíritus
celestiales, ministros del altísimo, qué con el color encendido de vuestra
ardentísima caridad, sois rosas fragantes que alegran el jardín del empíreo,
serafines sagrados, etnas vivos, vesubios animados del amor de Dios, dichosos vosotros
que ardéis en el fuego del amor divino, amando, adorando y alabando Al único
objeto digno del amor de todas las criaturas, arded, arded, arded y abrasaos
Inés incendio que no sea de acabar por toda la eternidad, pero arrojad a mi
corazón una centella de él, y con el soplo de vuestra intercesión haced que sea
vive, que levante la llama hasta ese lugar sagrado en que no se ve sino la
hermosura sin igual, la hermosura inexplicable, la hermosura indecible de
nuestro Dios: Haced que comience a arder ahora con la actividad que deseo, y
espero arder por toda la eternidad. Amén.
-Después
de esta oración se dice el verso siguiente que se repite todos los 9 días:
Permitid o Gran Señor,
Qué se unan hoy nuestras voces
A la angelical milicia,
Para alabar vuestro nombre
Repitiendo una vez y otra,
El dulce cántico acorde:
Santo, Santo, Santo,
Señor Dios de los ejércitos,
Llenos están los cielos y la tierra
De vuestra Gloria y majestad.
-Se
repite tres veces.
SEGUNDO
DÍA
ORACIÓN
Espíritus
celestiales, ministros del altísimo, que como hermosos girasoles del jardín del
empíreo, estoy siempre mirando bien mirando las infinitas perfecciones del sol
increado Dios trino y uno: Querubines sagrados, qué adornados de una portentosa
sabiduría, conocéis las altas y sublimes perfecciones de la divina majestad,
emplead Enhorabuena esas vuestras sobresalientes luces en contemplar y
especular el mar inmenso de bellezas que se encierran en esa soberana majestad,
pero enviar a mi mente un rayo de luz de ese fanal que brilla en vuestras
inteligencias, darme a conocer esa hermosura, fortalecer la vista de mi
espíritu para poder fijarla en esos resplandores inmensos, en esos fulgores
incomprensibles. Qué dicha, Qué felicidad, qué Gloria anegarme en ese océano,
sofocarme en su contemplación y perder la vida a la fuerza del amor, a la
vehemencia del dolor de no haberlo Amado cómo debo y como deseo amarlo por los
siglos de los siglos. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
Espíritus
celestiales, ministros del altísimo, que, por el candor de vuestra pureza, sois
Azucenas blancas del jardín del empíreo, hilo Grace el privilegio de ser tronos
sobre quiénes descansa y resplandece la Majestad de Dios trino y uno. Sea para
bien tamaña felicidad, gozar la Enhorabuena por toda la eternidad, pero atender
a los gemidos de los que, fiados en vuestra protección, piden a Dios el perdón
de sus pecados. Pues estáis tan inmediatos a Su Majestad, y le sois tan
agradables por vuestra santidad y pureza, haced oficios de abogados, y alcanzarme
el perdón que pido por la sangre de mi amado Redentor Jesús. Amén.
CUARTO
DÍA
ORACIÓN
Espíritus
celestiales, ministros del altísimo, qué descollando a manera de fragantes y
erguidos claveles, hermosa y los pensiles de la ciudad Santa de Jerusalén, hilo
Grace que resplandezca en vosotros, por el título de nominaciones, la alta
soberanía y absoluto poder que tiene nuestro Dios uno y trino sobre todo lo
creado: gozad de vuestra dicha, edad gracias a esa alta majestad, que con tan
sabia Providencia dispone todas las cosas, conduciéndolas a Gloria suya y
beneficio nuestro, doble por mí las gracias de que me haya criado y me conserve
la vida, y de que esté tan pendiente de su brazo omnipotente, que nada puedo
sin él, yo de esto estoy tan gustoso, que aun cuando tuviera alguna autoridad
sobre mi persona la trasladaría a sus manos en testimonio de que lo amo más que
a mí mismo. Amén.
QUINTO
DÍA
ORACIÓN
Espíritus
celestiales, ministros del altísimo, virtudes sacrosantas, vosotros sois con
toda realidad las vistosas maravillas, qué con los hermosos matices y variedad
de colores, alegran los divinos pensiles de la gloria, vosotros sois los
instrumentos de que se valen la omnipotente diestra del señor, para las
Maravillas y prodigios que obra en este mundo, pedidle a su bondad obre conmigo
las maravillas de mudar este mi corazón de bronce y de piedra, en corazón de
carne para amarlo, para agradecerle sus beneficios, para llorar mis pecados y
para hacerme digno de su amistad y gracia, pedirle obre conmigo la maravilla de
darme un dolor de haberle enojado, tan vivo, tan eficaz y vehemente, qué me
quite la vida. Amén.
SEXTO
DÍA
ORACIÓN
Espíritus
celestiales, ministros del altísimo, que por los saludables oficios que ejercen
a beneficio de los hombres" soy fragantes y rubicundos jacintos del jardín
de la Gloria: Sagradas potestades, Quiénes se vale la divina providencia para
arrojar de nuestras almas las potestades infernales, qué se empeña en
arruinarnos y en hacernos compañero de su eterna infelicidad. Yo, a nombre de
todos mis prójimos los mortales, os doy las gracias por tanto bien, yo suplico
rendidamente sigáis beneficiándonos y ayudando nuestra debilidad y flaqueza,
para no rendirnos a las continuas batallas de estos nuestros enemigos: Mirad,
Os pido por Dios, mirad que no tenemos otras armas con que defendernos, sino
nuestros gemidos, nuestros ruegos y nuestros clamores hacia Dios, acompañadlos
con vuestra intercesión y nos ceséis pedir por nosotros hasta no ver que hemos
triunfado, y que estamos dándole las gracias al Señor de los ejércitos, de
quién ha sido la victoria. Amén.
SÉPTIMO
DÍA
ORACIÓN
Espíritus
celestiales, ministros del altísimo, qué a fuer dolorosos y vistosos narcisos,
alegráis y hermoseáis los pénsiles sagrados del empíreo: Principados supremos
de la ciudad Santa de la Jerusalén gloriosa, a quiénes el príncipe supremo de
los cielos y tierra tiene destinados para dirigir y gobernar a sus criaturas, y
enderezarlas a los fines de su alta Providencia: Yo confieso, lleno de
confusión y de dolor, extraviado torpemente de este designio amante y sabio de
mi creador, no han sido los pasos de mi vida enderezados, sino a provocar su
iras, a ultrajar su santo nombre, y a
hacerme río de un eterno castigo, lo confieso, pero lo confieso arrepentido,
haced oficios de abogados míos, hablad por mí en el tribunal severo de la
justicia divina, la sangre de mi dulcísimo Jesús, dirigir de aquí en adelante
mis pasos, de manera que pueda esperar de la bondad divina el perdón de mis
pasados yerros, y la felicidad del fin para que fui creado, qué es adorarlo y
amarlo por toda la eternidad. Amén.
OCTAVO
DÍA
ORACIÓN
Espíritus
celestiales, ministros del todopoderoso, qué en calidad de tulipanes bellos,
sois en vuestras fragancias, adorno gracioso del paraíso de la Augustísima Trinidad:
Arcángeles Santos de Quiénes se sirve la sabia Providencia de nuestro Dios y señor
para los más graves negocios, pertenecientes al gobierno del mundo y utilidad
de los mortales, Yo le doy repetidos plácemes, por la felicidad que nos
trajisteis, cuándo anunciaste a María la Encarnación del verbo divino en sus
purísimas entrañas, continuad os pido, en beneficiarnos, alcanzadnos la gracia
de sabernos aprovechar del beneficio inestimable de haberse hecho hombre El
hijo del eterno padre, para enseñarnos a despreciar las cosas de la Tierra,
para hacernos acreedores a la verdadera gloria de amar a Dios en esta vida, y
gozarte en el cielo, amándole sin riesgo de perderlo, y con la seguridad de no
volver a ofenderlo. Amén.
NOVENO
DÍA
ORACIÓN
Espíritus
celestiales, ministros del todo poderoso, qué con la calidad de flores del
campo, repartidos por todo el mundo, estáis destinados para guarda de los
hombres, de las ciudades, de los pueblos, de los árboles, de los animales y de
todas las criaturas: Dichosos vosotros qué sin perder la vista de la cara del
Padre eterno, estáis cumpliendo exactamente en la tierra nuestro ministerio:
Llevad al Trono del altísimo nuestras oraciones, y alcanzadnos los auxilios que
necesitamos para cumplir con nuestros deberes, compadeceos de nuestra miseria,
ayudadnos con vuestro esfuerzo, mirad que perecemos irremediablemente si no
pedís a Dios nuestro señor use de sus piedades con nosotros, Decidle, decidle a
Dios, que para cuándo aguarda sus misericordias, sino para cuándo se las pide
humilde y afligida un alma qué le pesa haberle enojado, y que lo ama como a su
Dios y señor y bienhechor. Amén.
-Al final de todo se reza a los santos Ángeles de la guarda de la Santísima Virgen María madre de Dios y Señora nuestra, la siguiente:
ORACIÓN
Soberanos
espíritus, qué entresacados de la numerosa y lúcida multitud de ministros del
altísimo, fuiste destinados para guardas del arca viva del Testamento, María
santísima, Señora nuestra. Sea para bien que hayáis logrado tan distinguido
honor y privilegio tan singular. Felices mil veces, qué después de haber sido
en el mundo, testigos de la inminente santidad de vuestra reina, lo sois ahora
en el cielo de su gloriosa exaltación: Gozaos enhorabuena con su amable
compañía, y pues es patente a vuestra vista su poder inmenso y honorable
disposición de su corazón para emplearlo en beneficio nuestro, pedidle, lo
emplee en convertir mi corazón a Dios y desprenderlo del amor a las criaturas.
Haced para conmigo oficios de abogado, introducidme en la gracia y protección
de vuestra reina, pedirle infunda en mi corazón aquellos afectos de obediencia,
y amor con qué vosotros le servisteis, la venerasteis y amasteis, haced que yo
sea contado en el número de aquellas almas dichosas qué la aman cómo a madre,
que la sirven como a reina, y que la esperan acompañar en el cielo, bendecida a
Dios, y darle las gracias por haberla hecho tan hermosa, tan pura y tan Santa.
Amén.
LAUS DEVS
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