lunes, 18 de octubre de 2021

MES DE SANTA TERESITA - DÍA DIECIEOCHO

DÍA XVIII

MEDITACIÓN. - DELICADEZAS DE ALMAS GRANDES.

Qui vult tecum judicio contendere, et tunicam tuam tollere, dimilte ei et palium. (MatthV. 40.)

Aquel que quiere ponerte pleito y tomarte la túnica, déjale también la capa.

 

En la práctica de la virtud de la caridad encontramos dificultades sin número, las que hacen que nuestra caridad desaparezca totalmente o que no sea su brillo tan hermosamente resplandeciente cual conviene a los seguidores de Cristo. Entre ellas, la que más funestos quebrantos suele ocasionar a las almas es la visión real o aparente de los defectos que aparecen en nuestros hermanos.

Esta visión es tanto más perjudicial en el alma, cuánto más aprecia el valor cristiano y más desea el reinado del amor. Los maestros de la vida del espíritu, como San Juan de la Cruz, ensenan a precaverse de este enemigo, tan común en las almas principiantes y aun aprovechadas en el camino de la perfección. Por esto, el Santo Doctor daba sapientísimo consejo cuando escribía: Nunca tomes por modelo al hombre en lo que hubieres de hacer, por santo que sea; porque te pondrá el demonio delante sus imperfecciones; sino imita a Jesucristo que es sumamente perfecto y sumamente santo, y nunca errarás.

Singular sabiduría es no ver en nuestros hermanos defecto ninguno, y denota posesión de alguna virtud y mucha pureza y rectitud de corazón. El limpio de corazón, dice San Juan de la Cruz, en todas las cosas halla noticia de Dios gustosa, casta, pura, espiritual, alegre y amorosa. Porque cualidad graciosa es del que ama ver siempre el bien de sus semejantes.

'Si quiero fomentar en mi corazón el amor al prójimo c intenta el demonio ponerme ante los ojos los defectos de tal o cual hermana, me apresuro a buscar sus virtudes y sus buenos deseos; pienso que, si la vi caer una vez, puede haber ganado en cambio numerosas victorias, que oculta por humildad, o bien, que lo que a mí me parece falta, quizá sea un acto de virtud, considerando la intención con que lo hizo.

Hermosa es esta doctrina que tanto acrece en mi alma la caridad y debo practicarla con tal celo, que no he de permitir en mí el más insignificante raciocinio. Creo que, en el ejercicio de la caridad, como en el de la pureza, la huida es el medio que proporciona más victorias, porque es muy ladino el enemigo y muy frágil nuestro corazón para que no se pierda con abundancia de raciocinios. Para mí, la norma de mi caridad fraterna, no ejerciendo cargo que me obligue la corrección es el del olvido o mejor ulero que mi

 caridad tenga dos cualidades, la de ser ciega e ignorar el cálculo. No quiero ver ni raciocinar, ni calcular sobre los actos de mis hermanos. Sólo Dios, que es el juez supremo de vivos y muertos, juzgará los actos humanos. ¡Ah, cuántos juicios, condenatorios en cl tribunal del hombre, serán de completa absolución en el tribunal de Dios! Celestial y provechosa doctrina que conduce al alma seguramente a la paz interior que es la felicidad anticipada.

Esta doctrina la vemos elocuentemente confirmada en cl Evangelio cuando el Maestro nos dice: Dad a cualquiera que os pida, y si os toman lo que os pertenece no lo reclaméis. (S. Luc. VI, 30.) Dejad vuestra capa a quien quiera litigar para llevarse vuestra túnica. (S. Matth. V, 40.) Nuestra Santita explica esta doctrina diciendo: Ceder la casa es, a mi parecer, renunciar a nuestros últimos derechos, y considerarse como criada y esclava de los demás. No, no me basta dar a todo el que me pida; he de aplicarme a adivinar sus deseos, he de mostrarme agradecida y considerarme muy honrada de poder prestar algún servicio; y si se me llevan algún o jeto de mi uso, he de demostrar agrado de que me hayan desembarazado de él.

 ¡Oh! Que progresos haríamos en la vida del amor, si nos dedicásemos a la meditación saludable de esta doctrina. Jamás pondríamos sobre nuestros hermanos el pesado juicio de nuestro entendimiento, y sí sólo, pensaríamos en amarlos hasta morir por ellos; como el dulce Jesús víctima del amor a los hombres,

 

 

EJEMPLO

TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL

X. (Italia). 3-7-1913.

Viéndome obligada por mi estado de salud a faltar a mis comuniones, invoqué a Sor Teresita en el mismo instante que la conocí para pudiera regularizarlas; obtuve la gracia pedida, y ello me animó para encomendarle la transformación de mi alma y también ha escuchado, ya no soy la misma.

Ella me ha hecho comprender la dicha causa. que la aceptación generosa de los pequeños sufrimientos de cada día, dulcemente me inclina hacia la humildad; ella me obliga n ser amable y buena sobre todo con las personas que me son menos sim áticas y me enseña el valor de los ligeros sacrificios y de las acciones más insignificantes, cuando se hacen por amor; en fin, la paz me rodea, vivo en un mundo nuevo, antes desconocido para mí.

Hace algunos días fui mal recibida por alguien a quien pedí un favor, y además acusada injustamente; de natural vivo e irascible, me pareció estar retenida por un freno y como sumida en un ambiente de serenidad profunda.

Me contuve, y de regreso a mi celda, mientras daba gracias a Dios de esta gran victoria, sentí que una alegría celestial inundaba 

sor M.

 

Jaculatoria: ¡Oh regalada Esposa de Jesús! haz que comprenda las Verdaderas delicadas del corazón y la practique con mis semejantes.

 

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh gloriosa Santita! que acordándote que la caridad cubre la multitud de pecados, bebiste en ese fecundo manantial abierto por cl Señor' en su sagrado Evangelio, y saturada tu alma con esa agua divina, corriste por el camino dc los mandamientos divinos hasta dilatar tú con la abundancia del amor; haz, fervorosa criatura, que mi corazón se dilate con la caridad del prójimo; y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos, con las siguientes:

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