jueves, 14 de octubre de 2021

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA DEFENSA

NOVENA EN ALABANZA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN QUE, CON EL TÍTULO DE LA DEFENSA, SE VENERA EN ESTA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE PUEBLA DE LOS ÁNGELES

 

Puebla de los Ángeles

Imprenta de José María Rivera. Calle de Molina

Año de 1863

 

ACTO DE CONTRICION

 Señor min Jesucristo, aquí tenéis vuestras plantas al ingrato que os ruega y os suplica piedad: Padre, perdóname. Mi Padre os llamo, ya que así lo queréis. ¡Padre mío, perdonadme! No merezco compasión, pues cuantas más bondades habéis sobre mi derramado, más ingrato con vos he sido, ¡Ah! por esta misma bondad que no os ha dejado abandonarme, o Dios mío, cuando yo huía. Acogedme ahora que vuelvo a vos. Dadme, mi Jesús, un vehemente dolor de las ofensas que contra vos cometí, y añadid el ósculo de paz. Me pesa más que todos los males de las injurias que he hecho: las detesto y abomino, y uno este horror el que vos, Redentor mío, en el huerto de Getsemaní. ¡Ah! perdonadme por los méritos de aquella Sangre que por mí derramasteis en aquel huerto. Os prometo firmemente de no separarme más de vos, y de arrojar de mi corazón todo afecto que no seáis vos. ¡O mi Jesús! ¡Oh amor mío! Os amo sobre todas las cosas, quiero siempre amaros, amo a vos solo; más dadme la firmeza de perseverar en esta resolución, y haced que sea todo de vos. ¡María, esperanza mía!  vos sois la Madre de misericordia, rogad Dios por mí, y tened piedad de mí.

 

 

DÍA PRIMERO

ORACION

¡Oh Señora y Soberana Madre, que tenéis por hijo al mismo Dios que, os, obsequia como hijo, y estáis tan vecina a su trono, como que coronada de su gloria os respeta y venera como Reina toda aquella nobilísima y celestial corte! hoy me encamino vos, levantando mis llorosos ojos y vengo deciros: acordaos, Señora, que ha de llegar un día en que he de ser presentado delante del Supremo y Justo Juez Jesucristo, después del curso de vida, en que tantas veces le be ofendido. ¿Quién ha de aplacar el justo enojo que concibió contra mí? Vos solamente podéis, pues tanto os ama y vos tanto le amáis, Abrid, pues, ¡o dulcísima Madre mía! vuestro enamorado corazón mis suspiros y mis lágrimas, que nacidos de un corazón contrito no os pueden ser desagradables. Aplacad la ira del Juez que es hijo vuestro, y mi dulce Redentor. Vos no aborrecéis al pecador por más hediondo que sea: vos no lo despreciáis, antes bien, con vuestra protección le libráis de la desesperación. Vos le animáis á esperar el perdón. Vos sois el trono donde descansa el Señor, el jardín oloroso, y paraíso de delicias. Ea, pues, suplicadle a mi favor, y decid. lo que en aquella hora tremenda me defienda do mis enemigos como a Daniel de los leones, a Susana de los viejos lascivos y Joseph de la mujer de Putifar. ¡O dulce, o amada Reina! no pueden los que os aman pensar en vos sin enternecerse y animarse amaros más y más. Oh Santísima Señora, alcanzadme el perdón de mis pecados: dejaos vencer de mis ruegos: ayudadme. Señora, hablad por ti en aquella hora, porque siempre os escucha vuestro hijo, y alcanzadme una sentencia favorable y con ella la eterna gloría; Amen.

 

Se rezan tres Ave Marías diciendo: Dios te Salve, Hija de Dios Padre: Dios te Salve, Madre de Dios Hijo. Dios te Salve Esposa de Dios Espíritu Santo. Después la Letanía Lauretana con la siguiente:

 

ORACION

 Dios, dador de todos los bienes, que con el dulce título de la DEFENSA quisiste ennoblecer la hermosa imagen de la Madre de tu amado Hijo: te rogamos nos concedas por la intercesión de la misma Bienaventurada Virgen María, seamos felizmente conducidos a la vida eterna, por el mismo Cristo nuestro Señor. Amen.

 

 

SEGUNDO DIA

ORACION

  Oh Madre mía Santísima, Madre de misericordia, os invocaré siempre, porque de la misericordia sois Madre, y no sois de la justicia, sino espejo de ella, en que mirándose el Juez de justicia se aplaca y me perdona: no merezco vuestra misericordia ni el amor de Madre, con todo quiero ser hijo vuestro, y lo menos me contentaré de ser esclavo: y para que me aceptéis como a tal, renuncio todo el mundo. Madre os quiero llamar, y Madre de misericordia: este nombre toe llena de consuelo, me anima a confiar en vos; cuanto más me atemorizan mis culpas y la divina justicia, me anima el pensar que sois mi Madre, que vuestra misericordia es eterna. mente duradera, dilatada y profunda para con todos los hombres; y así permitidme que os diga:  Madre mía, Madre de piedad y misericordia. Así os llamo, así os llamaré toda mi vida, vos después de Dios habéis de ser toda mi esperanza, mi refugio y mi amor mientras viva: y así espero morir, entregando mi alma en vuestras manos diciendo: vuestro soy, salvadme: y clamando, Madre mía, Madre de misericordia no me dejéis, socorredme, ayudadme, tened piedad de mí y salvadme. Amen.

 

 

TERCER DIA

ORACION

¡Oh Señora, que con vuestro amor robáis los corazones de vuestros hijos que viven por vos: ¡robad mi corazón miserable, porque deseo amaros mucho! Vos con vuestra hermosura habéis enamorado un Dios, y le habéis atraído desde el cielo vuestro Seno para darme vida, y vida eterna: jamás quiero descansar, hasta lograr vuestro amor y que éste sea tierno y constante en toda mi vida. ¡O Madre mía y vida mía! ¿qué sería de mi si vos no me hubieseis amado y alcanzado tantas misericordias? Vos conserváis mi vida natural, la vida de la gracia, y vos también alcanzáis la vida de la gloria. Si vos, pues, me habéis amado cuando yo no os amaba y vivía tan ingrato, ¿cuánto más debo esperar de vuestra bondad ahora que os amo? Yo os amo Madre mía, y quisiera un corazón que supliese por todos los que no os aman: quisiera una lengua que valiese por mil lenguas para alabaros, fin de hacer conocer todo el mundo vuestra grandeza, vuestra santidad, vuestra misericordia y el amor con que amáis a quien os ama: si tuviera riquezas, quisiera gastarlas en vuestro obsequio: si tuviera súbditos, quisiera verlos a todos amantes vuestros. Quisiera ofreceros mi vida, y en la realidad os la ofrezco. Os amo, pues, Madre de mi vida, al mismo tiempo temo el no amaros, porque sé que el amor hace semejantes los amantes h las personas amadas. Pues si me veo tan desemejante vos, es señal de que no os amo. ¿Vos tan pura y yo tan asqueroso? ¿Vos humilde y yo soberbio? ¿Vos Santa y yo tan malo? Ya, pues, que me amáis tanto, mudadme, convertidme y hacedme semejante a vos. Poderosa sois para esto vea el mundo que me habéis mudado. Hacedme Santo, así lo espero y así sea. Amen.

 

 

DIA CUARTO

ORACION

 ¡O Soberana Reina mía, y digna Madre de mi Dios María!  siendo yo tan sucio por mis culpas, no debiera tener atrevimiento de acercarme a vos y llamaros Madre dulce; mas no quiero que mis culpas y miserias me priven del consuelo y confianza que siento en llamaros Madreo y dulzura nuestra. Merezco, ya lo sé, quo vos me desechéis; pero os ruego que atendáis lo que ha padecido por mi vuestro amado Jesús: sus llagas, azotes, espinas, clavos y lanza, y después desechadme si podéis. Yo soy un gran pecador, y el peor de los pecadores, lo confieso; pero Señora, el mal ya está hecho; A vos, vengo, vos me podéis ayudar: Madre mía, ayudadme, dulzura mía, atendedme. Dulzura sois en la vida, en mi muerte, y será también dulzura después de ella. No me digáis que no podéis, eso no; porque yo sé que sois poderosa y que alcanzáis de Dios lo que queréis. Si, en fin, decís que no me queréis ayudar, ¿decidme a lo menos a quien debo acudir para alcanzar el perdón? Os diré con San Anselmo a vuestro hijo y vos. O tened piedad de mí, miserable, vos Redentor mío perdonando, y vos Madre intercediendo por mí, decidme quienes he de recurrir que sean personas más clementes que, vosotros... No, que ni en el cielo ni en la tierra puede haber más piedad que en vosotros: vos sois mí Padre, y vos María, mi dulce Madre, Vosotros amáis a los más desdichados y los vais buscando para salvarlos. Yo soy un reo del infierno, el mas infeliz de todos; vos siempre me habéis buscado, Jesús mío, y hoy me presento vos con esperanza, cierta quo no quedaré desamparado. Aquí estoy vuestros pies, Jesús mío, perdonadme mía, socorredme, y os quedaré eternamente obligado. Amen.

 

 

QUINTO DIA

ORACION

¡O Madre del Santo amor! ¡vida, refugio y esperanza nuestra! ¡Vos ya sabéis que vuestro hijo Jesús, no contento con hacerse nuestro perpetuo abogado para con e! Eterno Padre, ha querido también que vos le acompañéis para alcanzar sus misericordias y os empeñéis por lo mismo: él ha dispuesto que vuestros ruegos ayuden para nuestra salvación, y les ha dado tanta fuerza que alcanzan lo que piden. Por esto a vos me vuelvo esperándola de los miserables, yo miserable pecador. A vos, que sabéis, podéis y queréis favorecerme. Espero, Señora, que por los méritos de Jesús con vuestra intercesión me he de salvar. Así lo confío de vuestra misericordia y patrocinio, Madre y esperanza mía, no me desamparéis como merecía yo. Mirad mis miserias, y compadeceos de ellas. Yo confieso que muchas veces he cerrado con mis Culpas la puerta a la luz y auxilios que vos me habéis alcanzado de Dios; pero la piedad que vos tenéis de los miserables, y el poder que tenéis para con Dios, superan el número y malicia de mis deméritos. El cielo y tierra saben que no se pierde quien está de vos protegido. Olvídense todos de mí, y no me olvidéis vos, Madre mía. Decidle   Dios que yo soy vuestro esclavo. ¡O María! yo me fio de vos: en esta esperanza vivo, y en ella viviré hasta morir. Amen. 

 

 

SEXTO DIA

ORACION

Adoro, oh Virgen María, vuestro Santísimo Corazón, delicia y descanso que ha sido siempre de Dios, corazón humilde y amoroso. Yo infeliz, pecador, a vos estoy clamando porque estoy lleno de lodo y de llagas causadas por mis culpas. ¡María, Madre piadosa!  no despreciéis mis súplicas y clamores, antes bien, moveos a compasión viéndome tan miserable, y perdido. No busquéis en mí, para ayudarme, ni virtudes ni méritos: yo veo que estoy perdido, y solo merezco el infierno. Mirad, solamente os ruego, la confianza que tengo en vos, y la voluntad de enmendarme. Estas humildes voces, Señora, nacen no solamente de mis labios, sino de lo más profundo de mi corazón: son acompañadas con un horror grande a toda culpa, son súplicas ordenadas a la salvación de mi alma, y esto basta para que tengan en vuestro Tribunal un favorable despacho. Para lo que yo os prometo, no mis obras, sino las de vuestro Santísimo Hijo: sus penas, el frio que padeció en   el establo de viaje penoso de Egipto, su Sangre derramada por mí, su pobreza, sudores, tristeza, azotes, Cruz y una muerte afrentosa, que sufrió en vuestra presencia: y por su amor empeñaos en salvarme. ¡Ah, Madre mía! no puedo creer que me desechéis ahora que os pido socorro.  Si lo temiera, oh, que injuria haría vuestra bondad. ¡Madre mía!  no neguéis vuestra piedad al que vuestro Jesús no ha negado la Sangre. Pero los méritos de esta Sangre Divina no se me aplicarán si vos no intercedéis con Dios. De vos espero mi salvación. No os pido riquezas, honores, ni otros bienes de la tierra, os pido la gracia; el amor de Dios, el cumplir su voluntad y el cielo para amarle sin fin. Oídme, Señora, porque no es posible mostraros sorda. -Creo que vos ya me oís, ya rogáis por mí, ya me procuráis las gracias que os pido, ya me aceptáis bajo vuestra protección. Madre mía, no me dejéis, proseguid, proseguid en rogad por mí hasta que me veáis salvo el cielo, para bendeciros y daros gracias eternamente. Amen.

 

 

SÉPTIMO DIA

ORACION

¡Oh Madre de Dios! ¡Reina de los ángeles y esperanza de los hombres desterrados!  oíd quien os llama y viene vos. Aquí me tenéis postrado a vuestros pies. Yo esclavo miserable del infierno me ofrezco a Ser vuestro perpetuo esclavo. Yo veo que mi esclavitud no es honrosa vos, Señora, por ser yo esclavo muy vil, pues di la muerte a vuestro Hijo Jesús. Mas si vos me aceptáis siendo yo tan indignó, y me mudáis, más honor ganareis que deshonor. Aceptadme, pues, y no me desechéis. Madre mía muy estimada, pues vos sois el medio más poderoso para vencer con gallardía los engaños del demonio, los halagos de la carne, y las locas vanidades del mundo engañoso y halagüeño. Acordaos que el Verbo Eterno vino del cielo a la tierra para buscar las ovejas perdidas, y por salvarnos se hizo vuestro. ¿Y despreciareis vos a esta oveja pecadora que acude para hablar con Jesús? El gasto para mi salvación ya está hecho: mi Salvador ha derramado ya su Sangre, bastante para salvar mil mundos; solo falta que esta Sangre se me aplique también a mí. ¡Oh Virgen pura! Ea, pues, Reina mía, salvadme, Reina mía, ayudadme. A vos entrego hoy toda mi alma, desde este penoso destierro, pensad en salvarla vos. ¡O salud de quien os invoca, concluyo con San Bernardo: Salus in te invocantiun! Amen.

 

 

OCTAVO DIA

ORACION

 Aquí tenéis á vuestros pies rendido, ¡Oh Soberana Señora! este pecador, que he sido tantas veces por mi culpa esclavo del infierno, como hijo infeliz de Eva vencida de la infernal serpiente. Conozco que me he dejado vencer de los demonios por no haber acudido vos que sois todo mi refugio.  ¡Si yo os hubiese invocado, no hubiera jamás caído! ¡Oh, cuánto lo siento! Confieso, Señora mía amabilísima, que por vos he salido ya de las garras del demonio, y que Dios me ha perdonado. Pero temo caer otra vez en sus cadenas infernales. Sé que los infernales enemigos persiguen, y ya me previenen nuevos asaltos. ¡Ah, Reina y Refugio mío! ayudadme vos, Ponedme bajo de vuestro manto, no permitáis que me vea de nuevo esclavo suyo, espero que vos me daréis victoria siempre que os invoque: más temo que en mis tentaciones me olvidaré de vos y de llamarnos. Esta es, pues, la gracia que os pido y quiero de vos. Virgen Santísima, concededme que en las batallas diabólicas siempre os invoque. Acordaos; Señora, que vivo en este mondo como peregrino para el cielo: haced que mi lengua se ocupe en las cosas del cielo, que mis obras sean como de un peregrino para el cielo, y que mi amor esté fijo en las cosas del cielo, olvidando las de la tierra. En fin, Señora, cuando llegue la hora de mi muerte, que será la última pelea con el infierno, ¡oh Reina mía! ayudadme y hacedme memoria de vos misma, que os invoque más a menudo, a con la boca, a con el corazón, para que, espirando con vuestro Dulce Nombre en mi boca, y con el de vuestro Hijo Jesucristo, pueda ir a alabaros y bendeciros sin apartarme jamás de vuestros pies, por toda la eternidad en el cielo. Amen.

 

 

NOVENO DIA

ORACION

¡Oh Alma mía! mira que bella esperanza de la vida eterna te da el Señor, dándote por su misericordia confianza en el Patrocinio de su Madre, después que por tus pecados te has merecido tantas veces su desgracia y el infierno. Da las gracias al Señor, y a tu Protectora María, suspirando siempre para verla y gozarla, y respirando amor y gratitud. Si, Reina mía, que os doy gracias por todos los beneficios que de vos he recibido, que no son pocos, antes bien, innumerables, ¿de cuántos peligros me habéis librado? ¿qué luces, qué inspiraciones me habéis alcanzado? ¿y qué honor habéis recibido de mí, para empeñaros así en beneficiarme y protegerme? Todo ha nacido de vuestra bondad. Ah, que, si yo diese por vos, la sangre, la vida y todo lo que tengo realmente, nada seria para lo mucho que os debo. Pues vos me habéis librado de la eterna muerte, por vos he recobrado la gracia, y de vos, en suma, reconozco toda mi fortuna. Yo miserable pecador, no puedo daros otra cosa más que alabaros y amaros siempre y sin cesar.  Mis suspiros son y serán siempre señal evidente del amor que os tengo. Mis suspiros serán lo mismo que deseos amorosos de veros, pues sé muy bien que de esto os gozáis y complacéis. Ea, pues, aceptad mi voluntad enamorada de vos y vuestra bondad. Y si mi corazón es indigno de amaros por estar sucio y lleno de afectos terrenos, mudadle, Señora, en vuestras manos le pongo, vuestro es, estrechadle y unidle con Dios, de modo que no se pueda jamás separar de su amor. Esto buscáis vos de mí, que ame h vuestro Dios, y esto busco yo de vos, alcanzadme el amarle siempre y por toda una eternidad. Amen.

 

 

ORACIÓN PARA CONCLUIR LA NOVENA

 ¡Oh Reina y Madre Divina, dispensadora de todas las gracias!  vos me encomiendo hoy tan pobre de méritos, como cargado de deudas la Divina Justicia. ¡O María! vos tenéis la llave de todas las divinas piedades, no os olvidéis de mis miserias y no me dejéis en tanta pobreza mía. Lloraré siempre delante de vos, vos habéis de ser el objeto de mis lágrimas, ya que lo sois, de las lágrimas de los pecadores y justos, quienes abrazáis con un amor verdaderamente de Madre de justos y pecadores. Protegedme, Señora, porque si vos me defendéis, nada temo: no al, demonio, pues sois vos más poderosa que él: no mis pecados porque, vos podéis alcanzarme un perdón general de todos ellos: no terno al Justo Juez, porque el á un ruego vuestro se aplaca. En suma, si vos me protegéis, lo espero todo pues vos todo lo podéis, ¡Madre piadosa! yo sé que vos tenéis gusto, y os gloriáis de ayudar los miserables que no hallándose obstinados, vos les podéis ayudar. Yo soy pecador, pero no obstinado: Quiero mudar de vida hoy que pongo en vuestras manos: decidme ¿Qué he de hacer para dar gusto Dios? que yo lo quiero practicar luego, y espero hacerlo con vuestra ayuda. ¡María, Madre, Luz, Consuelo, Refugio Defensa mía! Envía á nuestros corazones una centella que nos inflame, nos alumbre, nos purifique y nos haga eterno holocausto en el Altar de oro que está en el Cielo en la presencia de Dios. Mientras tanto llega ese dichoso día, oye benigna nuestros ruegos que te hacemos por toda la Iglesia Santa y su cabeza el Romano Pontífice, por nuestros Prelados eclesiásticos, y Religiosos órdenes, por la Nación Mexicana y por su Supremo Gobierno, da descanso y refrigerio las Ánimas del Purgatorio, para que unidos todos los que nos gloriamos de hijos tuyos en verdadera caridad en esta vida, perseveremos en el amor de Dios y tuyo, por toda la eternidad.

 

Á LA VIRGEN,

Salve, Suavísima Rosa.

Salve, Cándida Cordera,

Salve, Paloma sincera.

Salve, Azucena olorosa.

Salve, Fénix amorosa.

Salve, Lucero del día.

Salve, Madre dulce y pía.

Salve, Universal consuelo.

Salve, admiración del cielo;

Salve, en fin, Salve María.

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