NOVENA
EN ALABANZA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN QUE, CON EL TÍTULO DE LA DEFENSA, SE VENERA
EN ESTA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE PUEBLA DE LOS ÁNGELES
Puebla
de los Ángeles
Imprenta
de José María Rivera. Calle de Molina
Año
de 1863
ACTO
DE CONTRICION
Señor min Jesucristo, aquí tenéis vuestras
plantas al ingrato que os ruega y os suplica piedad: Padre, perdóname. Mi Padre
os llamo, ya que así lo queréis. ¡Padre mío, perdonadme! No merezco compasión,
pues cuantas más bondades habéis sobre mi derramado, más ingrato con vos he sido,
¡Ah! por esta misma bondad que no os ha dejado abandonarme, o Dios mío, cuando yo
huía. Acogedme ahora que vuelvo a vos. Dadme, mi Jesús, un vehemente dolor de
las ofensas que contra vos cometí, y añadid el ósculo de paz. Me pesa más que
todos los males de las injurias que he hecho: las detesto y abomino, y uno este
horror el que vos, Redentor mío, en el huerto de Getsemaní. ¡Ah! perdonadme por
los méritos de aquella Sangre que por mí derramasteis en aquel huerto. Os
prometo firmemente de no separarme más de vos, y de arrojar de mi corazón todo
afecto que no seáis vos. ¡O mi Jesús! ¡Oh amor mío! Os amo sobre todas las cosas,
quiero siempre amaros, amo a vos solo; más dadme la firmeza de perseverar en
esta resolución, y haced que sea todo de vos. ¡María, esperanza mía! vos sois la Madre de misericordia, rogad Dios
por mí, y tened piedad de mí.
DÍA
PRIMERO
ORACION
¡Oh
Señora y Soberana Madre, que tenéis por hijo al mismo Dios que, os, obsequia
como hijo, y estáis tan vecina a su trono, como que coronada de su gloria os
respeta y venera como Reina toda aquella nobilísima y celestial corte! hoy me
encamino vos, levantando mis llorosos ojos y vengo deciros: acordaos, Señora,
que ha de llegar un día en que he de ser presentado delante del Supremo y Justo
Juez Jesucristo, después del curso de vida, en que tantas veces le be ofendido.
¿Quién ha de aplacar el justo enojo que concibió contra mí? Vos solamente podéis,
pues tanto os ama y vos tanto le amáis, Abrid, pues, ¡o dulcísima Madre mía!
vuestro enamorado corazón mis suspiros y mis lágrimas, que nacidos de un corazón
contrito no os pueden ser desagradables. Aplacad la ira del Juez que es hijo
vuestro, y mi dulce Redentor. Vos no aborrecéis al pecador por más hediondo que
sea: vos no lo despreciáis, antes bien, con vuestra protección le libráis de la
desesperación. Vos le animáis á esperar el perdón. Vos sois el trono donde
descansa el Señor, el jardín oloroso, y paraíso de delicias. Ea, pues,
suplicadle a mi favor, y decid. lo que en aquella hora tremenda me defienda do
mis enemigos como a Daniel de los leones, a Susana de los viejos lascivos y
Joseph de la mujer de Putifar. ¡O dulce, o amada Reina! no pueden los que os
aman pensar en vos sin enternecerse y animarse amaros más y más. Oh Santísima
Señora, alcanzadme el perdón de mis pecados: dejaos vencer de mis ruegos:
ayudadme. Señora, hablad por ti en aquella hora, porque siempre os escucha
vuestro hijo, y alcanzadme una sentencia favorable y con ella la eterna gloría;
Amen.
Se
rezan tres Ave Marías diciendo: Dios te Salve, Hija
de Dios Padre: Dios te Salve, Madre de Dios Hijo. Dios te Salve Esposa de Dios
Espíritu Santo. Después la Letanía Lauretana con la siguiente:
ORACION
Dios, dador de todos los bienes, que con el
dulce título de la DEFENSA quisiste ennoblecer la hermosa imagen de la Madre de
tu amado Hijo: te rogamos nos concedas por la intercesión de la misma Bienaventurada
Virgen María, seamos felizmente conducidos a la vida eterna, por el mismo
Cristo nuestro Señor. Amen.
SEGUNDO
DIA
ORACION
Oh Madre mía Santísima, Madre de misericordia,
os invocaré siempre, porque de la misericordia sois Madre, y no sois de la justicia,
sino espejo de ella, en que mirándose el Juez de justicia se aplaca y me
perdona: no merezco vuestra misericordia ni el amor de Madre, con todo quiero
ser hijo vuestro, y lo menos me contentaré de ser esclavo: y para que me aceptéis
como a tal, renuncio todo el mundo. Madre os quiero llamar, y Madre de
misericordia: este nombre toe llena de consuelo, me anima a confiar en vos;
cuanto más me atemorizan mis culpas y la divina justicia, me anima el pensar que
sois mi Madre, que vuestra misericordia es eterna. mente duradera, dilatada y
profunda para con todos los hombres; y así permitidme que os diga: Madre mía, Madre de piedad y misericordia. Así
os llamo, así os llamaré toda mi vida, vos después de Dios habéis de ser toda
mi esperanza, mi refugio y mi amor mientras viva: y así espero morir,
entregando mi alma en vuestras manos diciendo: vuestro soy, salvadme: y clamando,
Madre mía, Madre de misericordia no me dejéis, socorredme, ayudadme, tened
piedad de mí y salvadme. Amen.
TERCER
DIA
ORACION
¡Oh
Señora, que con vuestro amor robáis los corazones de vuestros hijos que viven
por vos: ¡robad mi corazón miserable, porque deseo amaros mucho! Vos con
vuestra hermosura habéis enamorado un Dios, y le habéis atraído desde el cielo
vuestro Seno para darme vida, y vida eterna: jamás quiero descansar, hasta
lograr vuestro amor y que éste sea tierno y constante en toda mi vida. ¡O Madre
mía y vida mía! ¿qué sería de mi si vos no me hubieseis amado y alcanzado
tantas misericordias? Vos conserváis mi vida natural, la vida de la gracia, y
vos también alcanzáis la vida de la gloria. Si vos, pues, me habéis amado
cuando yo no os amaba y vivía tan ingrato, ¿cuánto más debo esperar de vuestra
bondad ahora que os amo? Yo os amo Madre mía, y quisiera un corazón que supliese
por todos los que no os aman: quisiera una lengua que valiese por mil lenguas
para alabaros, fin de hacer conocer todo el mundo vuestra grandeza, vuestra
santidad, vuestra misericordia y el amor con que amáis a quien os ama: si
tuviera riquezas, quisiera gastarlas en vuestro obsequio: si tuviera súbditos, quisiera
verlos a todos amantes vuestros. Quisiera ofreceros mi vida, y en la realidad
os la ofrezco. Os amo, pues, Madre de mi vida, al mismo tiempo temo el no
amaros, porque sé que el amor hace semejantes los amantes h las personas amadas.
Pues si me veo tan desemejante vos, es señal de que no os amo. ¿Vos tan pura y
yo tan asqueroso? ¿Vos humilde y yo soberbio? ¿Vos Santa y yo tan malo? Ya,
pues, que me amáis tanto, mudadme, convertidme y hacedme semejante a vos.
Poderosa sois para esto vea el mundo que me habéis mudado. Hacedme Santo, así
lo espero y así sea. Amen.
DIA
CUARTO
ORACION
¡O Soberana Reina mía, y digna Madre de mi
Dios María! siendo yo tan sucio por mis
culpas, no debiera tener atrevimiento de acercarme a vos y llamaros Madre
dulce; mas no quiero que mis culpas y miserias me priven del consuelo y
confianza que siento en llamaros Madreo y dulzura nuestra. Merezco, ya lo sé,
quo vos me desechéis; pero os ruego que atendáis lo que ha padecido por mi
vuestro amado Jesús: sus llagas, azotes, espinas, clavos y lanza, y después desechadme
si podéis. Yo soy un gran pecador, y el peor de los pecadores, lo confieso;
pero Señora, el mal ya está hecho; A vos, vengo, vos me podéis ayudar: Madre mía,
ayudadme, dulzura mía, atendedme. Dulzura sois en la vida, en mi muerte, y será
también dulzura después de ella. No me digáis que no podéis, eso no; porque yo
sé que sois poderosa y que alcanzáis de Dios lo que queréis. Si, en fin, decís
que no me queréis ayudar, ¿decidme a lo menos a quien debo acudir para alcanzar
el perdón? Os diré con San Anselmo a vuestro hijo y vos. O tened piedad de mí,
miserable, vos Redentor mío perdonando, y vos Madre intercediendo por mí, decidme
quienes he de recurrir que sean personas más clementes que, vosotros... No, que
ni en el cielo ni en la tierra puede haber más piedad que en vosotros: vos sois
mí Padre, y vos María, mi dulce Madre, Vosotros amáis a los más desdichados y
los vais buscando para salvarlos. Yo soy un reo del infierno, el mas infeliz de
todos; vos siempre me habéis buscado, Jesús mío, y hoy me presento vos con
esperanza, cierta quo no quedaré desamparado. Aquí estoy vuestros pies, Jesús mío,
perdonadme mía, socorredme, y os quedaré eternamente obligado. Amen.
QUINTO
DIA
ORACION
¡O
Madre del Santo amor! ¡vida, refugio y esperanza nuestra! ¡Vos ya sabéis que vuestro
hijo Jesús, no contento con hacerse nuestro perpetuo abogado para con e! Eterno
Padre, ha querido también que vos le acompañéis para alcanzar sus misericordias
y os empeñéis por lo mismo: él ha dispuesto que vuestros ruegos ayuden para
nuestra salvación, y les ha dado tanta fuerza que alcanzan lo que piden. Por
esto a vos me vuelvo esperándola de los miserables, yo miserable pecador. A vos,
que sabéis, podéis y queréis favorecerme. Espero, Señora, que por los méritos
de Jesús con vuestra intercesión me he de salvar. Así lo confío de vuestra
misericordia y patrocinio, Madre y esperanza mía, no me desamparéis como merecía
yo. Mirad mis miserias, y compadeceos de ellas. Yo confieso que muchas veces he
cerrado con mis Culpas la puerta a la luz y auxilios que vos me habéis
alcanzado de Dios; pero la piedad que vos tenéis de los miserables, y el poder
que tenéis para con Dios, superan el número y malicia de mis deméritos. El
cielo y tierra saben que no se pierde quien está de vos protegido. Olvídense
todos de mí, y no me olvidéis vos, Madre mía. Decidle Dios que yo soy vuestro esclavo. ¡O María!
yo me fio de vos: en esta esperanza vivo, y en ella viviré hasta morir. Amen.
SEXTO
DIA
ORACION
Adoro,
oh Virgen María, vuestro Santísimo Corazón, delicia y descanso que ha sido
siempre de Dios, corazón humilde y amoroso. Yo infeliz, pecador, a vos estoy
clamando porque estoy lleno de lodo y de llagas causadas por mis culpas. ¡María,
Madre piadosa! no despreciéis mis
súplicas y clamores, antes bien, moveos a compasión viéndome tan miserable, y
perdido. No busquéis en mí, para ayudarme, ni virtudes ni méritos: yo veo que
estoy perdido, y solo merezco el infierno. Mirad, solamente os ruego, la
confianza que tengo en vos, y la voluntad de enmendarme. Estas humildes voces,
Señora, nacen no solamente de mis labios, sino de lo más profundo de mi corazón:
son acompañadas con un horror grande a toda culpa, son súplicas ordenadas a la salvación
de mi alma, y esto basta para que tengan en vuestro Tribunal un favorable
despacho. Para lo que yo os prometo, no mis obras, sino las de vuestro Santísimo
Hijo: sus penas, el frio que padeció en el establo de viaje penoso de Egipto, su
Sangre derramada por mí, su pobreza, sudores, tristeza, azotes, Cruz y una
muerte afrentosa, que sufrió en vuestra presencia: y por su amor empeñaos en
salvarme. ¡Ah, Madre mía! no puedo creer que me desechéis ahora que os pido socorro.
Si lo temiera, oh, que injuria haría
vuestra bondad. ¡Madre mía! no neguéis
vuestra piedad al que vuestro Jesús no ha negado la Sangre. Pero los méritos de
esta Sangre Divina no se me aplicarán si vos no intercedéis con Dios. De vos
espero mi salvación. No os pido riquezas, honores, ni otros bienes de la tierra,
os pido la gracia; el amor de Dios, el cumplir su voluntad y el cielo para
amarle sin fin. Oídme, Señora, porque no es posible mostraros sorda. -Creo que
vos ya me oís, ya rogáis por mí, ya me procuráis las gracias que os pido, ya me
aceptáis bajo vuestra protección. Madre mía, no me dejéis, proseguid, proseguid
en rogad por mí hasta que me veáis salvo el cielo, para bendeciros y daros
gracias eternamente. Amen.
SÉPTIMO
DIA
ORACION
¡Oh
Madre de Dios! ¡Reina de los ángeles y esperanza de los hombres desterrados! oíd quien os llama y viene vos. Aquí me tenéis
postrado a vuestros pies. Yo esclavo miserable del infierno me ofrezco a Ser
vuestro perpetuo esclavo. Yo veo que mi esclavitud no es honrosa vos, Señora,
por ser yo esclavo muy vil, pues di la muerte a vuestro Hijo Jesús. Mas si vos
me aceptáis siendo yo tan indignó, y me mudáis, más honor ganareis que
deshonor. Aceptadme, pues, y no me desechéis. Madre mía muy estimada, pues vos
sois el medio más poderoso para vencer con gallardía los engaños del demonio,
los halagos de la carne, y las locas vanidades del mundo engañoso y halagüeño.
Acordaos que el Verbo Eterno vino del cielo a la tierra para buscar las ovejas
perdidas, y por salvarnos se hizo vuestro. ¿Y despreciareis vos a esta oveja
pecadora que acude para hablar con Jesús? El gasto para mi salvación ya está
hecho: mi Salvador ha derramado ya su Sangre, bastante para salvar mil mundos;
solo falta que esta Sangre se me aplique también a mí. ¡Oh Virgen pura! Ea,
pues, Reina mía, salvadme, Reina mía, ayudadme. A vos entrego hoy toda mi alma,
desde este penoso destierro, pensad en salvarla vos. ¡O salud de quien os invoca,
concluyo con San Bernardo: Salus in te invocantiun! Amen.
OCTAVO
DIA
ORACION
Aquí tenéis á vuestros pies rendido, ¡Oh
Soberana Señora! este pecador, que he sido tantas veces por mi culpa esclavo
del infierno, como hijo infeliz de Eva vencida de la infernal serpiente.
Conozco que me he dejado vencer de los demonios por no haber acudido vos que sois
todo mi refugio. ¡Si yo os hubiese
invocado, no hubiera jamás caído! ¡Oh, cuánto lo siento! Confieso, Señora mía
amabilísima, que por vos he salido ya de las garras del demonio, y que Dios me
ha perdonado. Pero temo caer otra vez en sus cadenas infernales. Sé que los
infernales enemigos persiguen, y ya me previenen nuevos asaltos. ¡Ah, Reina y
Refugio mío! ayudadme vos, Ponedme bajo de vuestro manto, no permitáis que me
vea de nuevo esclavo suyo, espero que vos me daréis victoria siempre que os invoque:
más temo que en mis tentaciones me olvidaré de vos y de llamarnos. Esta es,
pues, la gracia que os pido y quiero de vos. Virgen Santísima, concededme que
en las batallas diabólicas siempre os invoque. Acordaos; Señora, que vivo en
este mondo como peregrino para el cielo: haced que mi lengua se ocupe en las
cosas del cielo, que mis obras sean como de un peregrino para el cielo, y que mi
amor esté fijo en las cosas del cielo, olvidando las de la tierra. En fin,
Señora, cuando llegue la hora de mi muerte, que será la última pelea con el
infierno, ¡oh Reina mía! ayudadme y hacedme memoria de vos misma, que os invoque
más a menudo, a con la boca, a con el corazón, para que, espirando con vuestro
Dulce Nombre en mi boca, y con el de vuestro Hijo Jesucristo, pueda ir a
alabaros y bendeciros sin apartarme jamás de vuestros pies, por toda la
eternidad en el cielo. Amen.
NOVENO
DIA
ORACION
¡Oh
Alma mía! mira que bella esperanza de la vida eterna te da el Señor, dándote
por su misericordia confianza en el Patrocinio de su Madre, después que por tus
pecados te has merecido tantas veces su desgracia y el infierno. Da las gracias
al Señor, y a tu Protectora María, suspirando siempre para verla y gozarla, y
respirando amor y gratitud. Si, Reina mía, que os doy gracias por todos los
beneficios que de vos he recibido, que no son pocos, antes bien, innumerables,
¿de cuántos peligros me habéis librado? ¿qué luces, qué inspiraciones me habéis
alcanzado? ¿y qué honor habéis recibido de mí, para empeñaros así en
beneficiarme y protegerme? Todo ha nacido de vuestra bondad. Ah, que, si yo
diese por vos, la sangre, la vida y todo lo que tengo realmente, nada seria
para lo mucho que os debo. Pues vos me habéis librado de la eterna muerte, por
vos he recobrado la gracia, y de vos, en suma, reconozco toda mi fortuna. Yo
miserable pecador, no puedo daros otra cosa más que alabaros y amaros siempre y
sin cesar. Mis suspiros son y serán
siempre señal evidente del amor que os tengo. Mis suspiros serán lo mismo que
deseos amorosos de veros, pues sé muy bien que de esto os gozáis y complacéis.
Ea, pues, aceptad mi voluntad enamorada de vos y vuestra bondad. Y si mi corazón
es indigno de amaros por estar sucio y lleno de afectos terrenos, mudadle,
Señora, en vuestras manos le pongo, vuestro es, estrechadle y unidle con Dios,
de modo que no se pueda jamás separar de su amor. Esto buscáis vos de mí, que ame
h vuestro Dios, y esto busco yo de vos, alcanzadme el amarle siempre y por toda
una eternidad. Amen.
ORACIÓN
PARA CONCLUIR LA NOVENA
¡Oh Reina y Madre Divina, dispensadora de
todas las gracias! vos me encomiendo hoy
tan pobre de méritos, como cargado de deudas la Divina Justicia. ¡O María! vos tenéis
la llave de todas las divinas piedades, no os olvidéis de mis miserias y no me dejéis
en tanta pobreza mía. Lloraré siempre delante de vos, vos habéis de ser el
objeto de mis lágrimas, ya que lo sois, de las lágrimas de los pecadores y
justos, quienes abrazáis con un amor verdaderamente de Madre de justos y
pecadores. Protegedme, Señora, porque si vos me defendéis, nada temo: no al,
demonio, pues sois vos más poderosa que él: no mis pecados porque, vos podéis
alcanzarme un perdón general de todos ellos: no terno al Justo Juez, porque el
á un ruego vuestro se aplaca. En suma, si vos me protegéis, lo espero todo pues
vos todo lo podéis, ¡Madre piadosa! yo sé que vos tenéis gusto, y os gloriáis
de ayudar los miserables que no hallándose obstinados, vos les podéis ayudar.
Yo soy pecador, pero no obstinado: Quiero mudar de vida hoy que pongo en
vuestras manos: decidme ¿Qué he de hacer para dar gusto Dios? que yo lo quiero
practicar luego, y espero hacerlo con vuestra ayuda. ¡María, Madre, Luz,
Consuelo, Refugio Defensa mía! Envía á nuestros corazones una centella que nos
inflame, nos alumbre, nos purifique y nos haga eterno holocausto en el Altar de
oro que está en el Cielo en la presencia de Dios. Mientras tanto llega ese
dichoso día, oye benigna nuestros ruegos que te hacemos por toda la Iglesia
Santa y su cabeza el Romano Pontífice, por nuestros Prelados eclesiásticos, y
Religiosos órdenes, por la Nación Mexicana y por su Supremo Gobierno, da descanso
y refrigerio las Ánimas del Purgatorio, para que unidos todos los que nos
gloriamos de hijos tuyos en verdadera caridad en esta vida, perseveremos en el
amor de Dios y tuyo, por toda la eternidad.
Á
LA VIRGEN,
Salve, Suavísima Rosa.
Salve, Cándida Cordera,
Salve, Paloma sincera.
Salve, Azucena olorosa.
Salve, Fénix amorosa.
Salve, Lucero del día.
Salve, Madre dulce y pía.
Salve, Universal consuelo.
Salve, admiración del cielo;
Salve, en fin, Salve María.
No hay comentarios:
Publicar un comentario