DÍA
VEINTE DE CADA MES EN OBSEQUIO DEL GLORIOSO PADRE SR. SAN BERNARDO
PODEROSO
PROTECTOR EN TODO GÉNERO DE ENFERMEDADES, PRINCIPALMENTE EN LAS FIEBRES, Y EN
TODAS LAS TENTACIONES, ESPECIALMENTE EN LAS CONTRARIAS Â
LA FE: HECHO A PETICIÓN DE LAS RELIGIOSAS DEL
CONVENTO DEL DULCÍSIMO NOMBRE DE MARÍA Y SEÑOR SAN BERNARDO ABAD
Compuesto
por D. Francisco Espinosa del Rosal
México.
Impr. de los Herederos del Lic. D. Joseph de Jauregui
Año
de 1790
ACTO
DE CONTRICION
Señor
mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi Criador, mi Redentor, mi Salvador,
mi Glorificador, mi vida, mi ser, mi amor y todas mis cosas; yo la más vil de
todas las criaturas, yo, la más ingrata y desconocida, postrada, rendida,
confundida en vuestra presencia soberana, y más que humillada a tus pies, cual
otra Magdalena pecadora y arrepentida, te digo con toda ml alma, (ojalá si al
decirlo muriera de un verdadero dolor dc mis pecados) te digo que me pesa una y
muchas veces, me pesa el haber pecado, solo porque pequé contra vos tan digno
de ser amado: solo porque ofendí a vos tan digno de ser querido: solo porque
sois tan bueno, tan justo, tan santo, tan digno de ser amado, servido, adorado
y reverenciado: por tanto, propongo y doy palabra, la que quisiera firmar con la
sangre do mis venas, de no volver a
ofenderte; de morir una y mil veces, antes de agraviarte pecando: dame, Jesús mío
amabilísimo, tu gracia, para así cumplirlo: dame tu amor para amarte de veras: más
¡ay Dios mío! que siendo tan digno de
ser. amado, y mandándome te ame, queriendo yo, no pueda amarte como mereces y
como quiero: Ea, compadécete de mí, y en necesidad tan grande, socórreme: dame
tu amor, dulce Jesús mío, Dios de mi vida, por tu mismo amor y misericordia infinita,
por los méritos de tu vida, pasión y muerte, por el valor de tu preciosísima sangre, por tus dolorosísimas
cinco llagas, por las delicias, ternuras, piedades y misericordias de tu purísimo
corazón; por él te pido dolor, amor, gracia, perseverancia en ella, la gracia
final, y predestinación eterna, interponiendo para conseguirlo, las virtudes,
el mérito y servicios de tu humilde siervo san Bernardo, virgen por su pureza,
confesor por su constancia, mártir por su penitencia, y doctor por su sabiduría
y elocuencia. Mas vos, padre mío, glorioso san Bernardo, interceded por mí, y acordándoos
que entre las muchas tiernas y fervorosas meditaciones con que contemplabas, sentías
y llorabas la pasión de nuestro Señor Jesucristo, especialmente lo hacías
considerando el doloroso paso de la coronación de espinas, y en él considerabas
al mejor Salomón, apretada la cabeza, y ceñido el corazón con tres coronas: una
de miseria é ignominia, otra de justicia, y otra de misericordia: confundiéndote
derretido en ternuras y agradecimiento, le pedias se compadeciera de tus
miserias, descargara sobre ti en esta vida su justicia, para que en la muerte usara
contigo de misericordia: lo mismo te pido pidas por mí, y ofrezcas estos tres
Padre nuestros y Ave Marías, alcanzándome con tus ruegos, lo que con ellos
solicito. Amén.
-Un Padre nuestro y Ave María, y esta:
ORACION
¡O
dulcísimo padre mío S. Bernardo, virgen por tu castidad y pureza, que con tanta
ternura y compasión meditabas al corazón de mi Jesús, oprimido con na corona de
miseria é ignominia! Ofreceré en recompensa de ella, este Padre nuestro y Ave María,
y alcánzame de su piedad, la virtud de la castidad y pureza, y que me vea libre
de la mayor ignominia, que consiste en no ser hijo de Dios por la gracia, sino
hijo del demonio por el pecado. Asimismo, que sea libre de la mayor miseria en esta
vida, que es la culpa mortal: que sea libre de todas aquellas miserias que
puedan apartarme de mi Dios: que sea libre de subitánea muerte, y de la condenación
eterna. Amén.
-Un Padre nuestro y Ave María, y esta:
ORACION
¡O gloriosísimo padre mío san Bernardo,
confesor fidelísimo por tu constancia, pues con tanta veneración y respeto
meditabas al corazón de mi Jesús, ceñido con la corona de justicia! Ofrécele este
Padre nuestro y Ave María, y alcánzame de su bondad, la virtud de la justicia,
para guardar puntualmente los justos preceptos de su divina ley, para que
cumpla justamente con las obligaciones de mi estado, para que sean rectas mis
intenciones y pensamientos; y teniendo una
vida ajustada, consiga una justa muerte, y después la gloria. Amén.
-Un Padre nuestro y María, y esta
ORACION
¡O
gloriosísimo bienaventurado S. Bernardo, mártir por tu penitencia, que con
tantas lágrimas y afectos de agradecimiento contemplabas al corazón de mi Jesús
ceñido con la corona de misericordia! Ofrécele al mismo misericordioso corazón
este Padre nuestro y Ave María: y pídele me conceda la virtud de la
misericordia para con mis prójimos: pídele que tenga misericordia de mi alma en
la vida, que me vea siempre con ojos de misericordia en toda ella, y que en la
muerte me reciba; me mire y me juzgue con: entra. ñas de misericordia, para que
por este 'medio vaya gozarle eternamente en la gloria. Amén.
-Dos
Ave Marías, y esta:
DEPRECACION
Bienaventurado el vientre purísimo en que se
hizo hombre el Hijo de Dios.
Bienaventurados los purísimos pechos que le
alimentaron.
ORACION
¡Oh
purísima Virgen María Madre de gracia y Madre de misericordia, que con tanto
amor endulzaste los labios de tu amarte lado hijo adoptivo san Bernardo Abad,
dándole gustar el néctar suavísimo de la leche de tus purísimos pechos! Alcánzame
de tu Hijo natural Jesús, el que mi alma en esta vida mortal, guste del néctar suavísimo
de las virtudes, y después las delicias, dulzuras y suavidades de la vida
eterna en la gloria. Amén.
ANTIFONA
Este
varón triunfante, desprecian. do al mundo y las cosas terrenas con la boca y
con la mano, cogió las celestiales delicias.
L/:
Ruega por nosotros, santo Padre Bernardo.
R/:
Para que nos hagamos dignos de los prometimientos de nuestro Señor Jesucristo.
ORACION
Suplicámoste,
Señor Dios Omnipotente, por la intercesión del bienaventurado san Bernardo
Abad, nos hagas gratos vuestra divina Majestad, para que consigamos por su protección,
lo que no podemos por nuestros merecimientos; por nuestro Señor Jesucristo, que
contigo vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.
Si
se puede, se tendrá media hora de oración, con los puntos siguientes.
PUNTO
PRIMERO
Considera cuanto seria el amor de Dios en que
se abrazaba el padre san Bernardo, y cuanto el amor con que Dios le amaba; pues
meditando en cierta ocasión en nuestro Señor Jesucristo crucificado, mereció
que el Señor desprendiera un brazo de la cruz, y echándoselo al cuello, lo atrajera
á sí; y aplicándole la llaga de su soberano costado y pecho, le dijo amorosamente:
Bebe, Bernardo, bebe, le dio a gustar el licor de su sangre preciosísima, las
delicias y ternuras de su santísimo Corazón. Lo que sagradamente embriagado quedaría
en esta ocasión con tan eficaz licor, ese bienaventurado santo, ¡qué regalada
su alma qué renovado su espíritu, qué viva su fe, qué encendida su caridad, qué
confortada su esperanza, qué invencible su fortaleza, qué fuerte su constancia,
qué gigante su sabiduría, qué desmedida su ciencia, qué ilustrado su
entendimiento, qué inflamada su voluntad! Pondera de espacio estos soberanos
afectos: da. le Dios muchas gracias por
tan amante liberalidad; y reprodúcele á san Bernardo gozosos parabienes, pidiéndole
por semejantes beneficios, te alcance de Dios una verdadera contrición de tus
pecados, la reformación de tu vida, el ejercicio práctico de las virtudes, las
dulzuras de la gracia, ganta vi da, buena muerte, y gloria eterna.
PUNTO
SEGUNDO
Considera que si Jesús crucificado favoreció al glorioso S. Bernardo con darle a gustar en la llaga de su santísimo costado las delicias las dulzuras de su purísimo Corazón. En sagrada competencia, la santísima Virgen María quiso regalarle en otra ocasión, y como si fuera hijo natural de sus entrañas, les aplicó el pecho a sus labios, le dio a gustar una purísima leche. Ea, pues, alma cristiana, si puedes formarte alguna idea de favor tan desmedido, conoce, reconoce, medita y pondera, ya el amor de la santísima Virgen María para con el padre san Bernardo, y ya a qué grado llegaría el amor de este favorecido santo, para con su tierna favorecedora Madre la santísima Virgen María. Desde luego asienta, que a la eficacia dc beneficio tan grande, ú la suavidad de tanto regalo, y a la suavidad de néctar tan divino, debió san Bernardo el espíritu, la persuasión, la eficacia, la suavidad, la dulzura que derramaba en sus palabras viviendo entre los hombres, y para después de sus días derramo con abundancia en sus escritos, los cuales manifiestan un amor verdadero muy ardiente, a Dios, y a su santísima Madre: dale a Dios muchas gracias porque le hizo tan santo: repítele a la Virgen María muchos agradecimientos porque le honró en tanto grado, y reprodúcele á santo tan favorecido, continuos plácemes y parabienes: pídele nos alcance de la santísima Virgen María, demuestre ser nuestra Madre, nos acoja su cargo, nos cuide, nos ampare, nos libre del pecado mortal, y de' todos los peligros dc alma y cuerpo; nos asista con maternal providencia en la vida, nos socorra con maternal misericordia en la muerte, y dc misericordia nos alcance la gloria. Amén.
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