NOVENA A SANTA CECILIA
VIRGEN Y MARTIR
ABOGADA DE LOS MUSICOS
Con aprobación Eclesiástica.
Impresos Negrón, Calle 9 No. 1009,
Río Piedras Puerto Rico. Año 1932.
Se
da principio persignándose y después de recitar un fervoroso acto de
contrición, se reza la oración siguiente:
ORACION PREPARATORIA
Señor
Dios, Salvador nuestro, Dulcísimo Jesucristo, el más amable y más amante de
todos los hombres, que con perfección infinita practicasteis la caridad y la
paciencia, que recibisteis más injurias y afrentas que ningún otro sin jamás
guardar rencor por ellas; escuchad, os lo ruego, la súplica que os dirigimos
para que os dignéis derramar sobre nosotros el espíritu de mansedumbre y de
paciencia. Concédenos esta gracia, Dios mío, os lo pido por todos los santos
que os alaban en el Cielo, y en particular por la gloriosa Santa Cecilia que
tanto os amó. Y así como os lo pido, así confío; y con esta confianza, aunque
como miserable pecador haya faltado muchas veces a vuestros preceptos, puesta
toda mi esperanza en vuestra misericordia infinita, os prometo que de hoy en
adelante os amaré y serviré con fidelidad, hasta mi muerte. Amén.
-Aquí
se rezan tres Padrenuestros y tres Avemarías, luego se lee la Consideración y
se reza la oración del día.
DIA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
EL AMOR A JESUCRISTO
Consideremos
en este primer día, el elevado ejemplo de pureza y de amor a Jesucristo, que
nos da nuestra Santa. Fue Cecilia una doncella romana de ilustre familia y
desde muy joven consagró su vida y su virginidad a nuestro Señor Jesucristo.
Sus padres la desposaron con un noble caballero llamado Valeriano, pero la
joven se llenó de tristeza al pensar en esta unión y cuando oía los instrumentos
musicales que resonaban anunciando sus desposorios, elevaba su espíritu al
Esposo Celestial que había elegido y le decía con fervor: “Una gracia os pido, dulcísimo Jesús mío, y es que ni mi corazón ni mi
cuerpo pierdan jamás ni una mínima parte de su entereza; no sea yo frustrada de
este favor que espero de vuestro poder”. ¿No es sublime esta súplica en su
sencillez y en la exaltación del amor a Jesucristo?
ORACION
¡Oh,
benignísimo Jesús, que vinisteis al mundo para enseñarnos la sencillez y la pureza
de costumbres, para inculcar la prudencia divina y desterrar la mundana! Aquí
tenéis a un pobre pecador que no suspira sino por la gracia de observar
vuestras máximas y de adelantarse en los caminos de la perfección que habéis
trabado. Hacednos, Señor, partícipes de esas divinas virtudes que en grado tan
eminente poseísteis; llenad a cada uno de nosotros de ese anhelo de ser
sencillos y prudentes, según la prudencia cristiana y según el ejemplo fecundo
de la gloriosa virgen y mártir Santa Cecilia. Dignaos presentar a la Majestad
del Padre Eterno nuestros sentimientos y deseos, nuestras palabras y nuestras
obras, por las cuales sea El para siempre glorificado. Amén.
-Aquí se hace
la petición y se termina con los Gozos y la Oración final.
GOZOS
Virgen y mártir invicta
De Jesús cándida esposa,
Concédenos
generosa
Tu
celestial protección.
Conociendo
que en el mundo
Honor,
riqueza, hermosura,
Todo es
vanidad, locura,
Todo mentira,
ilusión,
A Jesús, tu
dulce dueño,
Y consuelo en
tus quebrantos,
Consagraste
los encantos
De tu alma y
corazón.
Escucha
nuestra plegaria,
Compadece
nuestro llanto
A Jesús, tu
dulce encanto,
Presenta
nuestra oración;
Y haz que
sobre nuestras almas
De Dios la
gracia descienda
A nuestro
frío corazón.
Y tan grato
el sacrificio
Fue a tu
Celestial Esposo,
Que acudiendo
generoso
A consolar tu
aflicción,
Te concedió
el rico premio
Que tu amor
puro ambiciona;
Del martirio
la corona,
Del cielo la
posesión.
ORACION FINAL
¡Gloriosa
virgen y mártir Santa Cecilia, modelo de esposas fidelísimas de Jesucristo!
Vednos humildemente postrados a vuestras plantas. Somos desagradecidos
pecadores que venimos a implorar vuestra poderosa intercesión para con nuestro
Señor Jesucristo, a quien tanto hemos ofendido, suplicándoos por medio de esta
Novena que, así como solicitasteis y conseguisteis la conversión de vuestro
esposo Valeriano y de su hermano Tiburcio, nos consigáis un verdadero
arrepentimiento de nuestros pecados, un eficaz propósito de enmienda, una
heroica fortaleza para confesar y defender la fe que hemos profesado, y en la
que, como vos, queremos vivir y morir, aunque sea a costa de los mayores
sacrificios, y las gracias especiales que solicitamos en esta Novena, si todo
ello es para mayor gloria de Dios, honra
vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.
DIA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
LA CASTIDAD, VIRTUD SUBLIME
Los
padres de Cecilia tenían interés en que las bodas se celebraran lo antes
posible, y pronto llegó el día fatal para la joven doncella. Pero así que se
vio a solas con Valeriano, le reveló la solemne promesa que había hecho de
consagrar su virginidad al Esposo Celestial; también le dijo que la guardia de
su cuerpo estaba a cargo de un ángel; “y
si pretendieras tú –agregó Cecilia- violar
este sagrado, desde el mismo punto se declararía enemigo tuyo; pero, al contrario,
si le respetares y me dejares intacta, experimentarás tú el mismo amor que me
profesa a mí, y gozarás como yo de su hermosísima presencia”. Infundió el
Señor tal fuerza persuasiva a estas palabras, que Valeriano respetó la castidad
de Cecilia.
ORACION
¡Oh
Divino Jesús, que vinisteis a la tierra para predicarnos con sencillez y, por
medio de vuestro ejemplo, enseñarnos este santo método para que podamos
útilmente anunciar vuestra santa palabra y llevarlo por todo el mundo, como los
discípulos a quien la disteis! ¡Oh, dulce Salvador! Os suplicamos humildemente
que por vuestra gracia y por el amor sublime que os profesó la gloriosa Santa
Cecilia virgen y mártir, nos concedáis este santo método, para que, inspirados
en él, propaguemos vuestras enseñanzas y obtengamos al final de nuestra vida la
felicidad eterna. Amén.
DIA TERCERO
CONSIDERACIÓN
LA FE, VIRTUD ESENCIAL
Cecilia
tuvo fe y venció. Valeriano tuvo confianza en las palabras de Cecilia y
manifestó deseos de ver al celestial espíritu, al ángel guardián de que le
había hablado, pero la joven le replicó que, para lograr aquella dicha, era
indispensable creer en Jesucristo y bautizarse. Valeriano creyó y se bautizó, y
vio al ángel del Señor. Con esta sublime visión alcanzó la gracia santificante
que le hizo obtener más tarde la palma del martirio. La fe: ¡oh virtud
excelsa!, principio y fundamento de todas las virtudes! ¿Y por qué, nosotros
que nos llamamos creyentes no empleamos toda nuestra vida en propagar esta fe
según las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, en vez de entregarnos a los
vanos placeres mundanales?
ORACION
¡Oh
piadosísimo Jesús, que por amor del género humano fuisteis enclavado en una
cruz! Llenadnos de aquellos sentimientos que llevaron a humillaros de tal modo,
que hicieron preferir las injurias a las alabanzas; de aquellos afectos que os
hicieron buscar la gloria de vuestro Padre por el camino de vuestra propia
confusión. Infundidnos desde ahora aquel fervor sublime que infundisteis a la
gloriosa Santa Cecilia, para que logremos atraer al redil de nuestra Santa
Iglesia a nuestros hermanos extraviados, de modo que, reunidos sinceramente a
nosotros por los vínculos insolubles de una misma fe y caridad, podamos cantar
juntos vuestras alabanzas y merezcamos poseeros eternamente en la Gloria. Amén.
DIA CUARTO
CONSIDERACIÓN
LA CARIDAD, JOYA DEL ALMA
Otra
de las virtudes de Cecilia fue su caridad infinita; el amor que profesaba a los
pobres era proverbial, y de ello tenemos un admirable ejemplo: Después de la
muerte de Valeriano y de un hermano de éste, Tiburcio, que también sufrió el
martirio por haberse convertido a la fe de Jesucristo, el prefecto de Roma
quiso confiscarles todos sus bienes, pero llegó tarde, porque Cecilia ya los
había distribuido entre los pobres. “El
que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”, había
dicho nuestro Señor Jesucristo, y Cecilia conocía bien su doctrina. Practiquemos
pues la hermosa virtud que se llama Caridad, si queremos obtener los favores de
nuestra santa.
ORACION
¡Oh
Salvador nuestro Jesucristo, que os santificasteis a fin de santificar a los
hombres, que despreciasteis los reinos de la tierra y que no tuvisteis otro
empeño sino el de que vuestro Eterno Padre reinase en las almas! Yo os ofrezco
los merecimientos de vuestra sierva Santa Cecilia, prontísima ejecutora de
vuestra voluntad y muy diligente en todas las cosas tocantes al cumplimiento de
vuestro santo servicio, y os suplico que, por su intercesión, nos concedáis una
caridad perfecta para amaros y serviros. ¡Oh, Divino Jesús! Otorgadnos también
la virtud de ser semejantes a vuestra sierva en el modo de pensar, de querer y
de obrar; y esperamos que, haciéndolo de esta manera, gozaremos de la gloria
inmortal que gozáis con vuestro Padre y el Espíritu Santo. Amén.
DIA QUINTO
CONSIDERACIÓN
LA ESPERANZA EN LA VIDA ETERNA
Cuando
el prefecto de Roma supo que Cecilia había distribuido todos sus bienes entre
los pobres la mandó a prender con intención de someterla a los tormentos del
martirio si no renunciaba al cristianismo. A los soldados que se compadecían de
ella cuando la llevaban a la cárcel, Cecilia les dijo: “Bien se conoce, hermanos míos, que no sabéis lo glorioso que es dar la
vida por confesar a Jesucristo”, y agregó luego: “a vosotros os compadece mi florida juventud y mi caduca belleza, pero
tened entendido que no las pierdo por el suplicio, solamente las trueco por
otras que poseeré eternamente”. ¡Palabras sublimes que debemos meditar
constantemente si queremos llegar a poseer esa firme esperanza que nos hará
poseedores de todos los tesoros de la gracia!
ORACION
¡Oh
Salvador de nuestras almas, que queréis que practiquemos vuestras máximas e
imitemos vuestra vida oculta y despreciada! Concedednos las disposiciones
necesarias para que suframos, como Vos queráis, las persecuciones que sean de
vuestro agrado enviarnos; haced que nos mantengamos firmes, sin huir ni vacilar
en los ataques con que el mundo nos acometa. ¡Oh, dulce Jesús! Por los méritos
de la bienaventurada virgen y mártir Santa Cecilia, os pedimos también que, al
desnudarnos de nuestra carne mortal, y en el día de la justicia, merezcamos
entrar en vuestro santísimo reino y ser herederos de vuestra gloria eterna.
Amén.
DIA SEXTO
CONSIDERACIÓN
EL CELO EN LA PROPAGACIÓN DE LA FE
La
palabra de Cecilia era ardiente y persuasiva, y nuestra santa hablaba con tal
vehemencia que los corazones más empedernidos se conmovían. Después de explicar
luminosamente a los soldados que la llevaban a la cárcel, que el trueque de
todos los tesoros de este mundo por las delicias de la gloria eterna es
excesivamente ventajoso, les preguntó si creían lo que acababa de decirles, ¡oh
prodigio!, todos a una voz respondieron: “Creemos
que sólo se debe adorar por Dios a Jesucristo, que tiene una sierva tan fiel y
tan santa como tú”. Y no solo se convirtieron los soldados, sino también
todos los transeúntes que se habían congregado a su alrededor. Imitemos, pues,
el celo de Cecilia por la salvación de las almas, y practiquemos constantemente
el apostolado de la oración.
ORACION
¡Oh
Señor, que sois la Ley Eterna y la Razón Inmutable, y que con vuestra Sabiduría
infinita gobernáis todo el Universo! ¡Vos, de quien dimanan como de fuente viva
las reglas de conducta de todas las criaturas y las leyes de vida perfecta!
Concedednos la gracia de que hemos menester para observar estas reglas y estas
leyes de un modo inviolable, y por los merecimientos de vuestra celosa sierva
Santa Cecilia y por su intercesión, os suplicamos nos otorguéis la victoria
contra los enemigos del alma, para que, venciéndonos a nosotros mismos,
despreciando lo temporal y apreciando lo eterno, podamos gozar en el Cielo de
vuestra dulce presencia, por los siglos de los siglos. Amén.
DIA SEPTIMO
CONSIDERACIÓN
LA FIRMEZA EN LA FE DE JESUCRISTO
La
fama de las conversiones que provocaba Cecilia, llegó a ser tan grande que el
prefecto de Roma quiso ver por sí mismo quién era aquella joven tan
extraordinaria, y mandó que se la trajeran a palacio, no dudando que con
amenazas conseguiría que abjurase la fe de Jesucristo. “Probablemente ignoras” –dijo el prefecto a Cecilia- “que los jueces tenemos poder sobre la vida
y la muerte”. –“Mucho te engañas en eso”, replicó la doncella con firmeza; “esa autoridad de que tan vanamente te
jactas, se reduce a ser un infeliz ministro de la muerte, abusando de tu
facultad para quitar la vida a los inocentes: pero no la tienes para darla al
más despreciable insecto”. ¡Palabras admirables, que revelan una firmeza
sin límites en la fe de Jesucristo!
ORACION
¡Oh
Salvador de nuestras almas, que por vuestro amor quisisteis morir por los
hombres! ¡Oh piadosísimo Jesús! Con fervor invocamos vuestro dulcísimo nombre
bajo el cual nadie debe desesperar, pues teniéndolo siempre en nuestros labios
nos servirá de un poderoso auxiliar en esta vida tan llena de aflicciones y de
trabajos. Por los méritos y por la intercesión de la bienaventurada virgen y
mártir Santa Cecilia, a quien hicisteis partícipe de vuestro coro celestial, os
suplicamos nos concedas una firme fe y segura confianza en vuestros auxilios
para vencer a nuestros enemigos exteriores y una sólida constancia de la
práctica de vuestros ejemplos para que podamos conseguir finalmente las eternas
bienaventuranzas. Amén.
DIA OCTAVO
CONSIDERACIÓN
LOS LAZOS INDISOLUBLES DEL CRISTIANO
La
enérgica respuesta de Cecilia había causado una profunda impresión en el
prefecto de Roma, el cual queriendo intentar un postrer esfuerzo para que la
joven renunciase a su religión, arguyó las órdenes que tenían del emperador, a
quien todos debían obediencia. Pero Cecilia, elevando los ojos al cielo,
replicó: “Ninguna cosa del mundo será
capaz de romper los amorosos lazos que me estrechan con mi Señor Jesucristo”.
El prefecto irritado, no quiso oír más, y mandó lo que Cecilia ansiaba
precisamente: dar su vida por aquel Esposo Celestial a quien había consagrado
su corazón y su virginidad.
ORACION
¡Oh
benignísimo Jesús, Dios y Señor de todas las voluntades, por las cuales hacéis
milagros y prodigios! Llenos, pues, de la confianza en vuestro poder, venimos a
vuestra presencia a postrarnos humildemente. Y por los merecimientos de vuestra
sierva Santa Cecilia, tan abrasada del sagrado fuego de vuestro amor que dio su
vida gustosa en el martirio, os suplicamos que por su intercesión nos concedáis
una abrasada caridad que nos haga desear el padecer por vuestro amor, y la
perseverancia final en vuestra gracia, para que, socorridos así por Vos en las
miserias de esta vida podamos gozar en el Cielo de la eterna dicha. Amén.
DIA NOVENO
CONSIDERACIÓN
LA CORONA DEL MARTIRIO
Veinticuatro
horas estuvo Cecilia en el baño de agua hirviente sin experimentar más
incomodidad que si hubiese estado recreándose en las delicias de un baño de
agua tibia y perfumada. Informado el juez de aquel prodigio, inmediatamente
despachó un verdugo para que en el mismo baño le cortase la cabeza. El verdugo
descargó tres terribles tajos en el cuello; la cabeza de Cecilia quedó pendiente,
pero con vida, y así se mantuvo durante tres días, durante los cuales no cesó
de exhortar a todos a la constancia en la fe de Jesucristo. ¿Puede darse un
ejemplo más sublime de amor divino?
Cecilia
entregó su alma a Dios el 22 de noviembre del año 232.
ORACION
¡Oh
Dios mío! Con todo el corazón os pido misericordia. ¡Misericordia Dios mío, por
el abuso que hemos hecho de vuestras gracias! ¡Misericordia Dios mío, por haber
descuidado la enmienda de nuestros pecados! No os acordéis de ellos: ¡que esas
horas desdichadas sean borradas y olvidadas de vuestra memoria para siempre! ¡Os
lo pido, oh Señor! Y al mismo tiempo os suplico, Dios mío, no atendáis a la voz
del pecador que os habla, sino dignaos considerar los corazones de los que os
piden esta misericordia y esta gracia; y yo, por muy indigno que sea, os ruego
por los infinitos méritos de la gloriosa Santa Cecilia virgen y mártir, que nos
enviéis la bendición que nos confirme en vuestro espíritu y vuestra gracia,
para que bajo vuestro amparo vayamos con seguridad a los eternos descansos de
la Gloria. Amén.
-Al
termina, se podrá confesar y comulgar para rogar a Santa Cecilia que nos
obtenga sus virtudes.
-Colaboración de Carlos Villaman