DIA ÚLTIMO DEL AÑO PARA DAR GRACIAS A
LA DIVINA PROVIDENCIA
Tipografía de la Testamentaria de
Antonio Vanegas Arroyo. México. Año 1919
ACTO DE CONTRICION
Señor
mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos
quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón
haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, y apartarme de todas las
ocasiones de ofenderos, y confesarme y cumplir la penitencia que me fuere
impuesta, ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis
pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia
infinita, me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosísima
Sangre, Pasión y muerte, me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en
vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
TRES PUNTOS
MEDITACION
Sobre
los numerosos beneficios recibidos de su Divina Providencia, las ofensas que el
alma pecadora ha hecho a su Criador y a propósito cristiano de enmienda.
PRIMER PUNTO
¡Oh
Providencia Divina!, no sé cómo llegar delante de Ti para manifestarte mi
gratitud por tantos y tan inmerecidos beneficios como tu diestra benigna y
poderosa ha derramado sobre mí durante el año transcurrido y que hoy veo
concluir. De cuántos peligros para mi alma y para mi cuerpo no me ha librado tu
paternal cariño, y en los que la ceguedad del pecado y la inflexión de mi
mísera humanidad me hubieran hecho caer si Tú no hubieras acudido en mi
auxilio. Gracias te doy, ¡Oh Augusta y Sacratísima Providencia!, por todos los
bienes que tu pródiga mano me ha dispensado en este año. No descanse tu bondad
de protegerme, cubriéndome con el manto de la Santísima Trinidad. Amén.
SEGUNDO PUNTO
¿Es
posible, Dios mío, que por tanto tiempo haya desconocido tu inmensa bondad
pagando tus beneficios con la más negra ingratitud? ¿Es posible, ¡Oh Divina
Providencia!, que todo este año lo haya empleado en ofenderte, ¿cuándo debía
poner todo mi afán en corresponder lo mejor posible a tus inagotables bondades?
¿Cuántos beneficios no he recibido en trescientos sesenta y cinco días
transcurridos, cuando debo contar miles de favores recibidos en cada minuto?
Tú, Providencia Divina, has tenido sumo cuidado de atender a mi subsistencia,
apartar de mi lado los peligros para mi alma y alejar de mi cuerpo las
enfermedades y riesgos a que de continuo estoy expuesto. Y para esto hoy me
prosterno ante Ti para darte las más rendidas gracias por tu misericordia, que
espero me acompañe el año venidero. Amén.
TERCER PUNTO
Lleno,
Señor, de la inmundicia del pecado, vengo a Ti pidiéndote, no justicia, sino
piedad, que es lo que mi alma necesita. Bien comprendo que, para dirigirme a tu
bondad, ¡oh Dios mío!, no es el estado de suciedad en que mi alma se encuentra
el más a propósito que debía venir a tus divinas plantas con el alma más blanca
que la nieve; pero, ¿qué hacer, ¡oh Providencia Divina!, si desde que nací
llevo el germen del pecado? Lo que puedo hacer y lo haré con todo corazón es
ofrecerte las penas que he sufrido en descargo de mis innumerables pecados, y
el propósito firme de enmendarme y huir de cuantas ocasiones me presente el
pecado de ofenderte. No me desampares, Divina Providencia, y la fortaleza a mi
alma para cumplir el propósito que hago de servirte con todas las potencias de
mi alma en el año que por tu infinita bondad voy a entrar. Amén.
-Tres
Padre Nuestros y Gloria Patri
ACTO DE ABANDONO A LA DIVINA PROVIDENCIA
Señor,
yo no sé lo que deba pediros; sólo vos sabéis lo que nos hace falta; nos amáis
más de lo que nosotros mismos pudiéramos amarnos. ¡Ay Padre!, dad a esta
desventurada criatura vuestra lo que ella no sabe por sí misma pediros. Ante
vos me presento; os abro mi corazón; ved las necesidades que tengo y no
conozco; ved y obrad según vuestra misericordia; todas vuestras voluntades
adoro sin tratar de penetrarlas. Nada digo… me ofrezco, me sacrifico, me
abandono a los designios que con relación a mi tengáis formados. No habré de
tener más deseos que cumplir con vuestra voluntad santa. ¡Oh Jesús mío!,
enseñadme a orar y haced que vuestro Espíritu Divino se digne él mismo obrar en
mí.
ACCION DE GRACIAS
Gracias
te sean dadas, Señor de los Señores, dueño absoluto de lo criado, todos los
inagotables beneficios que nos ha prodigado tu liberal mano: gracias infinitas,
Creador mío, porque me sacaste de la nada, porque me dotaste de un alma elevada
con la sangre preciosa, porque me hiciste nacer en el seno de la única y
verdadera religión, en cuya fe y creencia quiero vivir y morir, y disfruto de
sus divinos consuelos. Gracias infinitas porque instituiste los Santos
Sacramentos y porque por amor mío te has quedado sacramentado bajo las especies
de pan y vino, y bajas a mi pecho para sustento y regalo de mi alma. Gracias,
Dios mío, porque me has salvado la vida, y pudiendo haberme lanzado a los
abismos del infierno, me has dado tiempo para la enmienda de mis costumbres.
Gracias, Dios y Señor mío, porque me has aliviados de mis enfermedades, porque
me has dado el necesario sustento y porque en mis horas de profunda amargura
haz mitigado mi mortal tristeza y consolado la orfandad de mi corazón. Gracias,
en fin, por todos los beneficios de alma y cuerpo que me has prodigado, y por
los peligros espirituales y corporales de que me has librado. Porque Tú, Señor,
eres la fuente inagotable de todo bien, el autor de lo creado, y el Señor del
cielo y de la tierra. Sólo Tú eres grande, solo Tú el Santo de los santos.
Alábente, Señor, todos los Serafines y Potestades, las Dominaciones y los
Principados, los Ángeles y Arcángeles. Ensálcete la luz que me alumbra, el aire
que respiro, el fuego que me calienta. Glorifíquete el sol radiante, la
argentada luna, las rutilantes estrellas; los peces del mar, las aguas del
Océano y todas las criaturas te aclamen, te bendigan, porque sólo así podré
débilmente corresponder a tus inagotables bondades. Y pues que por un nuevo y
singular beneficio me has concedido terminar este año que expira, dígnate
concederme lo que te pido. Derrama sobre toda mi familia los raudales de tu
gracia, fortifícanos en tu religión santa y no permitas que demos entrada en
nuestros corazones a la impiedad del siglo. Destierra de nuestra pobre patria
la guerra, el hambre y las demás calamidades que la afligen. Infunde a todos los
cristianos un deseo vehemente de reconciliación y de paz, defiende a tu iglesia
de los embates de sus enemigos; concede el acierto a nuestros gobernantes y a
todos los gobiernos cristianos; calma los mortales odios del mundo, termina las
sangrientas luchas y da a las almas del Purgatorio eterno descanso, para que
unidos por los vínculos de la caridad podamos acompañarte en el cielo, y
entonarte nuestras alabanzas por toda una eternidad. Amén.
DEVOCION A LA DIVINA PROVIDENCIA,
UTIL PARA TODOS LOS DIAS Y ESPECIALMENTE PARA EL DIA PRIMERO DEL AÑO.
ACTO DE CONTRICION
Si un corazón
contrito y humillado
Si un pecador
perverso, arrepentido,
Si un hombre
ciego, loco, prostituido,
Si un esclavo
perpetuo del pecado,
Puede aguardar
perdón de un Juez airado
Puede aplacar
a un padre que ha ofendido,
Puede
desagraviar a un Dios que ha sido
Su Criador,
Redentor Crucificado.
Hoy se postra
a sus plantas sin temor,
Hoy implora
su gracia y su bondad,
Mirando sus
excesos con horror;
El perdón
solicita a su maldad,
El indulto le
pide un pecador,
Y esto espera
de gracia y de piedad.
-Tres
Padrenuestros gloriados y un Credo
HIMNO A LA DIVINA PROVIDENCIA
Mano divina,
sacra y admirable
Del Ser
Eterno que, con modo sabio,
Mueves del
globo la pesada mole
Sobre el sol
mismo sin ningún trabajo.
Omnipotente
Mano a cuyo impulso
Obedecen los
vientos y los rayos,
Su ímpetu el
mar detiene y las estrellas
Giran con los
planetas y los astros.
Mano augusta
del fuerte que mantienes
A tu mano
sujeto lo que has criado,
Con tanta
perfección y con tal orden
Cuando los
hombres todos admiramos.
¿Qué mortal
es capaz, qué inteligencia,
De las que en
torno vuelan a tu lado,
De conocer
tus altas providencias,
Ni penetrar
tus últimos arcanos?
¿Quién alzar
osará de tu grandeza
La extremidad
del velo sacrosanto,
Ni el
gabinete oculto de tus obras
Registrará
blasfemo y temerario?
NI, ¿quién de
tus piedades infinitas
Podrá alabar
en himnos ajustados,
El torrente
que inunda a tus criaturas
Como en un
dulce y dilatado caos?
Y tú divides
benéfico los tiempos
En
estaciones, distinguiendo el año,
Los rigores
del invierno triste
Compensas
liberal en el verano.
Tú en verde
caña cuajas la mazorca,
Tú doras las
espigas en el campo,
Tú las frutas
endulzas, y Tú vistes
De esmeraldas
los montes y los prados.
Tú haces que
entre las peñas se cultive
La plata, el
oro, el hierro y el estaño
Y allí les
das los brillos y reflejos
Al rubí, a la
amatista y al topacio.
Tú abrigas al
cordero con su lana,
Tú armas la
garra del feroz leopardo,
Tú pintas al
alegre pajarillo
De plumas mil
y de colores varios.
Tú haces
vivan gustosos en las ondas
El delfín, el
tiburón y ballenato,
Y en los
cristales de la mar cerúlea
Del pez
mantienes número tan vasto.
Tú… pero, ¿a
dónde voy? ¿Será posible
Que atrevido,
soberbio e insensato,
Presuma
referir tus maravillas
Ni señalar
las obras de tu Mano?
Tú eres el
Dios Eterno, incomprensible,
La bondad
suma, Santo, Santo, Santo,
Fuente de la
piedad y la dulzura
Y el absoluto
dueño de lo criado.
Tú me
criaste, Señor, Tú eres mi padre,
Aún antes de
existir ya me has amado;
A Ti debo la
vida que respiro
Y este
renglón escribo por tu agrado.
¡Oh, fe
divina, luz que me consuelas!
¡Oh
religión!, iluminante rayo
De la deidad
sagrada que me animas
En mis
mayores penas y trabajos.
¿Conque Tú
eres mi Padre, ¡oh Dios eterno!
Mi Creador,
Redentor y único amparo,
Y vela sobre
mí constantemente
Tu cariñoso
amparo y tu cuidado?
Sí, mi Dios,
es verdad, yo lo conozco,
Y cuando
agradecértelo no basto,
Entonará tus
dignas alabanzas
Mi ronca voz,
mi balbuceante labio.
Tú de la nada
al ser me condujiste
Por un efecto
de tu amor sagrado,
Y por él
mismo, de tu Santa Iglesia
Quisiste que
naciese en el regazo.
Si repaso mi
vida, la contemplo
Rodeado de
enemigos inhumanos,
Como la
navecilla que agitada
Lucha en las
ondas con los vientos bravos.
¿Cuántas
veces la saña de algún toro
El ímpetu
indomable de un caballo,
Y ya de mi
enemigo la venganza,
Pudo darme la
muerte sin pensarlo?
¿Cuántas
veces siguiendo divertido
La carrera
veloz de algún cervato,
Pude haber
encontrado el precipicio
Deslizándome
fácil de un peñasco?
¿Cuántas
veces las aguas que solía
Buscar por mi
salud el útil baño,
Pudieron
darme líquido sepulcro
En pago de mi
arrojo temerario?
¿Cuántas
veces?, mas, ¡ay!, yo me fatigo
Recordando
mis riesgos y me canso;
Baste sólo
decir, que de ellos libre
He sido por
la fuerza de tu brazo.
Así lo
reconozco agradecido;
Tú todo lo dispones,
no hay acaso,
Tu
Providencia adoro, todo se hace
O con tu
permiso a tu mandato.
Pues siendo
esta verdad tan infalible
Sí sé que
todo viene de tu Mano,
Y que las
adversidades yo me abato,
Y que me
amas, Señor, por qué motivo?
¿Por qué
hacia el mundo solamente miro
Y mi débil
espíritu lo arrastro,
Si eres mi
protector y mi refugio,
Y en Ti mis
ansias hallarán descanso?
Huyen lejos
de mí las aflicciones,
La congoja,
el temor, el sobresalto;
Si se levanta
el Todopoderoso
En mi
defensa, de su trono sacro.
Si a mi lado
se pone el Invencible
Y su escudo
me cubre soberano,
No temeré mil
males pues seguro
Estaré
siempre de que me hagan daño.
Desplómense
los cielos de sus ejes
Trastórnense
los montes y peñascos,
Vuélquese el
mar, inflámense los vientos
Y en negra
tempestad vomiten rayos.
Y todo lo
será tranquilamente,
Impertérrito
siempre y sin espanto
Si me hacen
sombra las sagradas alas
De tu
misericordia, Padre amado.
Sobre el
áspid y el fiero basilisco
Andaré alegre
con sereno paso,
Y pisaré sin
miedo al león soberbio
Y al
sangriento dragón hollaré ufano.
Me reiré de
los fraudes y tropiezos
Que pretende
ponerme el hombre malo;
Porque si Tú
me ayudas, fácilmente
Yo desharé
sus redes y sus lazos.
Mas si por
mis pecados, Tú quisieras
Que padezca
en la cama los asaltos,
De cruel
enfermedad, o la pobreza
Me devore con
lánguidos atrasos;
Si quieres,
Padre, sufra los rigores
Ya de la
esposa infiel, del hijo ingrato,
Del enemigo
cruel, del vil amigo,
Del pérfido
traidor, del mal hermano;
Si quieres me
atropelle la calumnia
Y que mi
honor lo mire vulnerado,
Que una
triste prisión, o que la muerte
Den fin a un
infeliz, ¿he de rehusarlo?
De ninguna
manera; antes mi gusto
Conformaré
contento a tu mandato;
Sólo te pido
que me des esfuerzo
Para apurar
un cáliz tan amargo.
Si, castiga,
Señor, mis desconciertos;
Pero alienta
mi espíritu postrado,
Y ya
fortalecido con tu ayuda
Me arrojaré
contente ante tus brazos.
Sí, yo
confesaré que los castigos
Son voces del
pastor a su rebaño,
Y si das el
azote como padre
No os puede
menos que doler la Mano.
Castígame,
Señor, no me abandones,
Redúceme al
redil a latigazos,
Pues si yo te
ofendí, ¿con qué derecho
Me pretendo
eximir de los trabajos?
Dame
resignación y vengan penas:
Mi espíritu
avalora desmayado,
Y entonces las
miserias y dolores
Me serán
apreciables, suaves, gratos.
En fin,
quema, Señor; aquí castiga,
Oprime, corta
y hazme mil pedazos…
Hic ure hic
seca ni in aeternam parcas
Como allá me
perdones, dueño amado.
EL TE DEUM
HIMNO DE SAN AMBROSIO Y SAN AGUSTIN
Te alabamos,
Señor, Dios Todopoderoso; confesamos que eres Señor de todo el Universo.
A Ti, Eterno
Padre, a quien toda la tierra adora.
A Ti todos
los ángeles, a Ti los cielos y todas las potestades te adoran y te temen.
A Ti los
querubines y los serafines te aclaman sin cesar.
Santo, Santo,
Santo es el Señor de los ejércitos.
Llenos están
los cielos y la tierra de la grandeza de tu gloria.
A Ti el
glorioso coro de los apóstoles.
A Ti el
loable número de los profetas.
A Ti te alaba
el inocente y numeroso ejército de los mártires.
A Ti la
Iglesia santa te confiesa en todo el mundo.
Padre Eterno
de inmensa Majestad.
A tu adorable
y verdadero único Hijo, engendrado con la sustancia del Padre.
Y al Espíritu
Santo consolador que procede del Padre y del Hijo.
Tú, ¡oh
Cristo!, que eres el Rey de la Gloria.
Tú eres el
Hijo eterno del Padre.
Tú, que para
librar al hombre de la servidumbre, quisiste hacerte hombre y no te desdeñaste
de encarnar en el vientre de una Virgen.
Tú, que
después de haber quebrantado el aguijón de la muerte, abriste a los creyentes
el reino de los cielos.
Tú estás
sentado a la diestra de Dios en la gloria del Padre.
Y que has de
venir algún día a juzgar el mundo.
Por tanto, te
rogamos, Señor, que socorras con tu asistencia a tus siervos, que has redimido
con tu preciosa sangre.
Haz que
seamos del número de tus Santos en la gloria eterna.
Salva a tu
pueblo, Señor y colma de bendiciones tu heredad.
Gobiérnalos,
Señor, y no te canses de favorecerlos.
Todos los
días te damos gracias por los beneficios que nos haces.
Y alabamos
incesantemente tu nombre, y lo alabaremos siempre y en toda la eternidad.
Dígnate,
Señor, preservarnos de caer este día en pecado.
Ten piedad de
nosotros, Señor, ten piedad de nosotros…
Descienda,
Señor, sobre nosotros, tu misericordia, como hemos esperado en Ti.
En Ti, Señor,
he puesto toda mi esperanza; no sea yo confundido eternamente.
L/: Bendigamos al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo.
R/: Alabémosle y
ensalcémosle por todos los siglos. Amén.
INVOCACION DEVOTA Y EFICACISIMA PARA
OBTENER GRACIA DIVINA EL AÑO NUEVO
Alma de
Cristo, santifícame;
Sangre de
Cristo, embriágame;
Cuerpo de
Cristo, sálvame;
Agua del
costado de Cristo, lávame;
Pasión de
Cristo, confórtame;
¡Oh buen
Jesús!, óyeme;
Entre tus
llagas escóndeme;
De Ti no
permitas me aparte;
Del maligno
enemigo defiéndeme;
En la hora de
mi muerte, llámame;
Y mándame que
venga a Ti,
Para que con
tus santos te alabe por todos los siglos.
ORACION
¡Oh
sacratísima Cruz! ¡Oh inocente cordero! ¡Oh pena grave y cruel! ¡Oh corazón
traspasado! ¡Oh sangre de Cristo derramada! ¡Oh muerte amarga de Cristo! ¡Oh
Divinidad Santísima, digna de ser adorada y reverenciada! Favoréceme, para que
merezca gozarte en la vida eterna. Amén.
Las
oraciones aquí contenidas han sido recomendadas por el Señor Obispo de Chiapas,
el cual ha concedido trescientos cincuenta días de Indulgencias aplicables a
las ánimas del Purgatorio.
FIN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario