DEVOCION AL SAGRADO CORAZON DE JESUS.
Imprenta de Don Antonio Vanegas Arroyo.
Calle de Santa Teresa Núm. 43. México. Año 1909.
Divino Corazón de Jesús, heme aquí postrado en vuestra divina presencia, atraído por el reconocimiento, la reparación y el amor; Corazón del mejor y más amante de todos los padres y cuya ternura sobrepuja infinitamente a la de todas las madres juntas; Corazón tan compasivo para todo el linaje de miserias, dignaos escucharme, os lo pide con humilde y encarecido ruego. He pecado, ¡Dios mío!, y merezco demasiado las tribulaciones que me rodean por todas partes y las pruebas más grandes que vuestra Justicia parece reservarme; pero en nombre de ese amor ardiente que os ha hecho bajar del cielo a la tierra para morir en una Cruz, en nombre de esa caridad que ha abierto vuestro Corazón y que le obliga a inmolarse continuamente y a darse a todos en el Santísimo Sacramento del altar a despecho de tantas ingratitudes, ¡Oh Jesús, Hijo de María!, ten piedad y misericordia de nosotros! Dignaos aceptar, ¡oh Rey Divino!, por las manos de vuestra dulcísima e inmaculada Madre la Santísima Virgen María, la consagración que os hago mía y de toda mi familia a vuestro Sagrado Corazón; que ese Corazón tome posesión absoluta de nuestras personas, de nuestras vidas, de nuestros intereses, del tiempo y de la eternidad: retened cerca de Vos, ¡Oh Corazón tierno y benignísimo!, a los niños que amáis y que se pretende arrebataros por la fuerza. Defended nuestros derechos que son los vuestros; corred en pos de los pródigos que de Vos nos hemos alejado; traed al redil a las ovejas extraviadas; que, según vuestras divinas promesas, la paz habite en nuestros hogares. Dadnos todas las gracias necesarias a nuestro estado, derramad copiosas bendiciones en todas nuestras empresas, que aquellos de nosotros que estén sumergidos en el pecado, hallen en Vos la fuente y el océano infinito de la misericordia; el fervor, los tibios; los fervorosos, la más alta perfección. Bendecid nuestras casas donde hoy más que nunca será expuesta y honrada vuestra Sagrada Imagen. Sed, en fin, nuestro seguro refugio durante la vida y especialmente a la hora de la muerte. Acoged, dulcísimo Jesús, acoged en vuestro Sagrado Corazón a mí y a todos los miembros de mi familia, a todos sin excepción. Consolad a los nuestros que sufren y lloran, atraed hacia Vos a los que no tienen la dicha de amaros, dad a nuestros difuntos muy amados las alegrías de Vuestro Paraíso; pero haced sobre todo, Salvador clementísimo, que en el día del Juicio Final nuestra familia toda entera se encuentre en vuestro Sagrado Corazón, para cantar allí eternamente vuestras alabanzas. Así sea.
-Colaboración de Carlos Villaman
No hay comentarios:
Publicar un comentario