NOVENA EN HONOR A SAN VICENTE MÁRTIR.
PATRON PRINCIPAL DE LA CIUDAD DE VALENCIA.
Por la Viuda de Agustín Laborda. Valencia,
España. Año 1809.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros
enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, en
quien creo, en quien espero, a quien amo con todo mi corazón, digo que me pesa
de haberos ofendido; y propongo nunca más pecar, asistido por vuestra gracia.
Amén.
DÍA PRIMERO
LECCIÓN
El
invencible Mártir de Cristo San Vicente nació en Huesca, antigua ciudad de
Aragón, de familia muy noble y cristiana. Crióse en santas costumbres desde
niño en Zaragoza. Inclinado a las obras de piedad y de virtud, y dado a las
letras, fue ordenado Diácono por su Obispo San Valero; el cual, por ser ya
viejo, y tener impedimento en la lengua, le encomendó el oficio de predicar. Diocleciano
y Maximiano gobernaban entonces el imperio romano, y enviaron a España por su
Presidente a Daciano, tan ciego en la superstición de sus falsos dioses, y tan
bravo y furioso como los mismos Emperadores. Llegado a Zaragoza, hizo mucho
daño a la Iglesia, persiguiendo a los fieles: y teniendo noticia de la dignidad
y oficio de estos dos insignes Atletas de la fe, Valero y Vicente, los mandó
prender y afligió con grandes trabajos, para obligarles a dejar la fiel
creencia y reducirles a la engañada secta que él profesaba.
Considera
el favor grande que Dios te ha hecho en criarte en el vergel de la Cristiandad:
y corresponde a este favor como Vicente, en entregarte del todo a los
ejercicios de piedad y religión, hasta ofrecer la vida, si fuere necesario, en
su defensa.
-Se hace alguna
pausa, y luego se dice la siguiente oración:
Amorosísimo
Criador y Salvador nuestro: tened compasión de nosotros, pecadores: usad
misericordia con los que nos vemos amenazados con vuestro azote. Si repasamos
nuestras culpas, claramente conocemos que son pequeños los males que nos
enviáis, y menores de lo que ellas se merecen. Justo sois, Señor: justos
vuestros juicios; y no castigáis injustamente, ni afligís con rigor a los que
sacasteis de la nada con vuestro brazo omnipotente; y perdidos por nuestra
culpa, reparasteis con vuestra preciosa Sangre. No pende del acaso nuestro ser,
ni estamos sujetos a los movimientos de la fortuna, sino que todo lo gobierna
vuestra sabiduría y providencia, con la que disponéis que en todo se cumpla
vuestra voluntad. De todo cuidáis, y con especialidad de los que en Vos
confiaron. Por tanto, Señor, os suplico, que no nos castiguéis como merecemos,
sino conforme a vuestra gran misericordia. Vos que enviáis las aflicciones, dad
suficientes fuerzas para tolerarlas, armándonos de invencible paciencia, para que,
asidos a Vos, suframos los contratiempos y continuamente os alabemos. Ayudadnos
en la presente tribulación, esforzadnos, fortalecednos como lo hemos menester.
Restituid vuestra Iglesia Santa, hoy reducida a un pequeño remanente, y
libradla de sus tiranos opresores; brille la fe en toda la redondez de la
tierra: destrúyase el vicio; y aniquílense los enemigos de vuestro Nombre.
Rezar tres Padrenuestros en honor a la Santísima Trinidad.
ORACIÓN
Levantaos,
Señor: con el brazo de vuestro poder y justicia ayudadnos: salvadnos por
vuestro nombre. Sea libre el Pueblo que en Vos espera: servidnos de fortaleza
contra el enemigo: enviad vuestro socorro de lo alto, y defendednos con vuestra
diestra. Si no han de abrir los ojos a vuestra luz, ni rendirse a vuestra voz,
si no han de hacer penitencia de sus atrocidades; nada puedan contra nosotros
los hijos de iniquidad que profanan el santuario. Abatid, Señor, su soberbia:
desbaratadlos como el polvo en el aire: vuestro Ángel los persiga. Derramad
vuestra ira sobre estos malvados que destruyen vuestra Iglesia, acelerad los
días de su vida: fatigadlos con desnudez y miseria, exterminadlos con el fuego de
la tribulación y castigo. Destruidlos, Señor, desfallezcan tan viles criaturas:
venga sobre ellos anticipada la muerte, para que no vaya de aumento su maldad y
su dureza. Perezca de la tierra su memoria. Así sea por los méritos de vuestro
Hijo Jesucristo, que con Vos vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN A LA VIRGEN SANTÍSIMA
Sagrada
Virgen María, fuente de salud, templo de piedad y de clemencia, y Madre de
Desamparados: Azucena de fragrante virginidad, que excedes a los Ángeles en
pureza: monte de santidad, que sobrepujas a todos los Santos en perfección:
Reina del cielo, Señora de lo creado y Madre dignísima de todo un Dios: atiende
a nuestras súplicas, aboga por nosotros, y alcánzanos lo que pretendemos a
mayor gloria del Señor. No atiendas a la muchedumbre de nuestros pecados, sino
inclina tu corazón piadoso a la situación que nos aflige. Suplicámoste, Señora,
que aquella alabanza que con tanta razón has merecido siempre de ser Madre y
refugio de pecadores, se conserve y aumente en nosotros: por tu mediación nos
veamos libres de los tiranos opresores, y sea salva nuestra Iglesia y nuestra
Patria. No dilates, Señora, tus misericordias donde conoces tanta necesidad.
-Rezar un Ave
María.
ORACIÓN A SAN VICENTE MÁRTIR
¡Oh
Glorioso San Vicente, nuestro singular Patrón, Mártir invencible del Altísimo,
y vencedor de los tormentos y del Tirano! Tú que sufriste con alegría las
penas, fuerte en resistir, y humilde cuando vencías, atribuyendo a Dios tu
fortaleza, pues ni las amenazas, ni el hierro, ni el fuego, ni los arroyos de
tu sangre pudieron desviarte del amor de aquel por quien peleabas, atormentando
al Tirano tu valor, fatigando a los verdugos tu constancia, haciendo burla de
su cobardía; y pasando por el martirio, subiste triunfante al lugar del
refrigerio: seas nuestro amparo y defensa en la presente tribulación: por tu
medio seamos libres de combates y asaltos, y demás penalidades que padecen
otras provincias, como también de soportarlas con denuedo si nos viésemos
apresados de ellas: consigamos por tu intercesión ver libre y en pacífica
concordia a la Patria: queden avergonzados y confundidos sus enemigos; y que
reine en la Iglesia la paz y tranquilidad, para seguir tributando al
Todopoderoso los más rendidos cultos, mientras esperamos verle por eternidades
en la gloria. Amén. Rezar un Padrenuestro, -Ave María y Gloria.
GOZOS EN HONOR A SAN VICENTE MÁRTIR
Si con Dios
vuestra amistad
Os sube a tan gran
privanza,
¡Qué
negará a mi esperanza,
Vicente,
su Majestad!
Desde vuestros tiernos
años
Supisteis quién
era el mundo,
Pues vuestro saber
profundo
Menospreció sus
engaños:
Si en la divina
amistad
Jamás hicisteis
mudanza.
Vuestra sencilla
intención
Si fue limpia y
fervorosa,
Claro se vio en
Zaragoza
Por vuestra
predicación:
Pues sois en la
caridad
Serafín de gran pujanza.
Muchos tormentos
probó
En vos, Vicente,
Daciano;
Mas al fin trabajó
en vano,
Pues que jamás os
venció:
Que en su gran
ferocidad
Vuestra paciencia
lo amansa.
Por temer no le
venzáis,
De flores cama os
previno,
¡Quien vio un tal
desatino,
Cuando venciéndole
estáis!
Pues de tal
prosperidad
Gozáis tan digna alabanza.
Vuestro cuerpo
echar mandó
A las fieras el
Tirano,
Pero el Señor
soberano
Cuervos allí
deparó:
A quienes mandó
guardar
Reliquia que tanto
alcanza.
Echaros mandó en
el mar,
Atada una muela al
cuello;
Mas en esto el Rey
del cielo
Nos quiso
significar,
Que sois raro en
santidad,
Pues salisteis con
bonanza.
De Tecla el sacro
Convento
Dichosamente
venera
Aquella misma
escalera
Que os elevaba al
tormento:
Por vos mi
fragilidad
Suba a la eterna
privanza.
Para que el tiempo
no borre
El lugar de
vuestra muerte,
Conserva (¡dichosa
suerte!)
Nuestro obsequio
vuestra torre:
Allí la alta
Trinidad
Vuestro favor
afianza.
Pues venció
vuestro valor
Del Tirano la
inclemencia,
Humilde implora la
Iglesia,
Vicente, vuestro
favor:
En cualquier
necesidad
En vos tiene
confianza,
V. Ruega por nosotros, San Vicente.
R. Para que seamos
dignos de las promesas de Cristo
ORACIÓN
Atiende,
Señor, nuestros humildes ruegos, a fin de que, por la intercesión del
bienaventurado mártir San Vicente, seamos librados de las iniquidades de que
nos reconocemos culpables. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
DÍA SEGUNDO
LECCIÓN
Ofreciéndose
a Daciano el venir a la ciudad de Valencia, mandó conducir presos con cadenas a
Valero y a Vicente, para determinar de su suerte, y que no saliesen frustrados
sus designios de seducirlos de la fe del Crucificado. Conserva esta ciudad con
toda veneración en la plaza de la Almoyna la cárcel de San Valero, e inmediato
un oratorio, unido a la casa del Chantre, dignidad de la Metropolitana Iglesia,
que es la estancia, hedionda entonces y obscura donde fue depositado nuestro
ilustre Vicente. En ella permaneció algunos días muy apretado del hambre y sed,
con pesadas cadenas y prisiones, hasta que Daciano mandó llevarlos a su
presencia, para examinar su causa y decidir lo más conveniente.
Considera cómo el que es verdadero
discípulo del Señor está pronto y resignado en sufrir toda persecución que le
sobrevenga: y se debe mostrar alegre en los trabajos como Vicente, constante en
las adversidades, y ansioso de sufrir por su amor cualquiera contradicción.
DÍA TERCERO
LECCIÓN
Puestos
en la presencia del Tirano los esforzados campeones Valero y Vicente, preguntó
Daciano: «¿Qué me dices, Valero? ¿Quieres obedecer a los Emperadores, y adorar
los dioses que ellos adoran?». Y como el santo viejo respondiese muy bajo y
balbuciente, por el impedimento de la lengua, tomó Vicente la mano, y con
grande espíritu y fervor le dijo: «¿Qué es esto, Padre mío? ¿Cómo hablas entre
dientes, como si tuvieras temor a este gentil? Dame licencia, para que responda
con la intrepidez que requiere esta pública confesión de la fe». Y con su
permiso dijo a Daciano en tono fuerte: «Esos tus dioses sean para ti, que
nosotros reverenciamos al Criador de cielo y tierra, a quien reconocemos por
verdadero Dios. A Él adoramos, y a Jesucristo su Hijo». Indignóse el
Presidente: y viendo que no lograba trofeo alguno con la muerte del Obispo
Valero, por ser viejo mandóle retirar a Aragón, privado de su ciudad e iglesia,
y a Vicente que lo atormentasen.
Considera
cómo el celo de la honra de Dios y de su ley no sufre dilaciones: imita a
Vicente, que en medio de la opresión del cuerpo muestra libertad de ánimo; y
admira el valor con que profesa la fe, a vista de los martirios que pueden
subseguirse.
DÍA CUARTO
LECCIÓN
Desnudan
a Vicente los sayones, cuélganlo de un madero, tiran con cuerdas de sus pies,
desconciertan sus sagrados miembros, rasgan sus carnes con azotes; y el santo
Levita sufre con resignación: olvida los dolores y burla de los ministros y
Tirano. El cual indignado arrebata los ramales, y como fuera de sí castiga a
los verdugos, culpando con coraje su desidia, motejándolos de flojos, cobardes
y gallinas; cuando Vicente con risa le agradece que vuelva por él, castigando a
sus ofensores: lo cual era avivar las furias en el pecho de Daciano, como quien
echa aceite en el fuego. Ni bravatas, ni horribles amenazas bastaron a
intimidar a nuestro invicto héroe. Gallardo mancebo en la flor de su edad,
despreciaba tan débil batería con tan incontrastable fortaleza, que primero
faltó la munición en el enemigo, que valor en Vicente para resistirle.
Considera,
que quien dijo a sus Discípulos que no estudiasen lo que habían de responder a
presencia de los Tiranos, que el Cielo les daría sabiduría, es el que da la
constancia y alegría en el mayor conflicto, y solo a quien hemos de recurrir en
las penalidades.
DÍA QUINTO
LECCIÓN
Mandó
Daciano continuar los tormentos en Vicente, y los viles sayones con garfios,
peines y uñas de hierro le rasgaban el cuerpo, con extraño furor lo
atormentaron en el ecúleo, desconcertando sus miembros, y aplicándole planchas
ardientes a los costados. Pero el esclarecido joven, como si no fuese de carne,
insensible a los dolores, hacía escarnio de la crueldad de los verdugos,
increpándoles de endebles y pusilánimes. Cansados se hallaban de atormentar al
Santo, y él no se satisfacía de ser atormentado. Ríos de sangre apagaban el
fuego sobre el cual lo tendieron en forma de cruz: asada se miraba toda su
carne, apareciendo denegridos los huesos requemados; mandó echar el Presidente
granos de sal, que saltando le atormentasen agudamente; y el valeroso Mártir de
Cristo, como en cama de flores y rosas, bendecía al Señor, burlándose de
Daciano y sus ministros.
Considera
que, siendo fuerte el amor como la muerte, un alma poseída de la caridad, solo
en padecer por la gloria de su Amado halla descanso y sosiego: nada le
satisface, como no sea arder víctima sagrada en su honor y por su causa.
DÍA SEXTO
LECCIÓN
Mandó
restituir el Presidente a nuestro invicto Levita a la cárcel, que veneramos en
la iglesia de Religiosas de San José y Santa Tecla, que teniendo la entrada por
arriba, era profunda, oscura, y estaba sembrada de agudas rejas, pedazos de
vidrio, y le introdujeron ascuas de fuego para que ardiese en vivas brasas. Mas
en tan tenebroso albergue se descubrió una luz celestial y se percibió una fragancia
suavísima, se vieron descender angélicos Espíritus que confortaron al Santo
Mártir, recreando su alma con suaves armonías. La mudanza de prisión, y más
penoso carcelaje, entendieron que sería más duro tormento: pero el Cielo
favorece a los que son siervos fieles del Señor en los mayores apuros e
incomodidades: los reanima y esfuerza para el martirio.
Aprende
de Vicente a no desistir del empeño de padecer por el Nombre de Cristo, a
despreciar los tormentos, por adquirir palmas que puedan hacerte feliz,
coronándote de gloria por una eternidad.
DÍA SÉPTIMO
LECCIÓN
Después
de tan atroces y tan continuados tormentos con que afligieron los verdugos al
extenuado cuerpo del esforzado Levita Vicente, y la mala noche que era
consecuente en tan desacomodado y horroroso albergue, mandó el Tirano que se lo
presentasen. Conducido a su presencia, con mentidos halagos y fingidas lágrimas
supo ponderar los largos y feroces tormentos que había sufrido el alentado
joven: como sensible a la inhumanidad que en él se había ejecutado, propuso
como muy conveniente el que tomase algún descanso en cama blanda y perfumada:
parece que movido a la compasión, discurría medios Daciano para que recobrase
Vicente la salud. Mas no era buen celo ni caridad, sino diabólico artificio de
una sed insaciable de la sangre del valiente Campeón, pues si sanaba, tenía
ocasión para hartarse de nuevo en sus tiranías.
Considera
el vil encono de los que no han conocido la luz de la fe, o han prevaricado de
la verdadera senda, que una maldad los precipita en otra; y por vengar sus
frustradas maquinaciones, sacrifican la humanidad a sus antojos y apetitos.
DÍA OCTAVO
LECCIÓN
Vicente,
que tenía mayor recreo en padecer por el Señor que cuidado de su salud,
obligado a reposar en cama blanda, aborreciendo las delicias, al paso que
anhelaba los tormentos, luego que llegó a sentir en su cuerpo aquel regalo,
entregó tranquilamente su espíritu al Criador. Frustráronse los designios de
Daciano, quedando vencido por la constancia del gran Levita, cuando maquinaba
ardides para atormentarle de nuevo, y salir vencedor: Quedó corrido e irritado
al ver que Vicente recibía gusto en padecer, y le sirvieron de tósigo los
regalos que el mundo proporciona, y él le había franqueado. Colérico y
vengativo mandó echar el santo cuerpo al muladar, donde hoy existe su ermita;
mas fue defendido por un cuervo de otras aves y fieras que encontraban su pasto
en aquel sitio.
Considera
los destinos de la alta providencia del Señor, que invierte las disposiciones
de los hombres, dirigiendo los sucesos según su eterna determinación: humíllate
a su sabiduría, y déjate gobernar de su voluntad.
DÍA NOVENO
LECCIÓN
Noticioso
Daciano de que el cuerpo del Mártir no vencido lo defendía un cuervo de otras
aves y fieras, pensando vencer en el mar a quien no pudo en la tierra, mandó
ingerirlo en un cuero de buey, y que lo echasen en altamar. Ejecutado su
mandato, antes volvió a la playa que los conductores. Formaron las olas su
túmulo en la arena. Allí estuvo algunos días, hasta que el Santo manifestó el
lugar de su sepulcro a un hombre, que puso reparo en recogerlo por temor al
Presidente. Luego se lo reveló a una virtuosa viuda que lo buscó solícita, y le
dio honroso depósito, donde fue reverenciado de los fieles, y al presente lo es
el mismo sitio en donde se erigió el suntuoso monasterio de su advocación, bajo
la regla del Cister. Valencia enriquecida con el riego de su sangre, lo aclamó
por su Patrón: en él confía, y como tal defiende a los que de corazón se le
encomiendan.
Así corona el Rey de Reyes a sus Soldados: el infinitamente justo no deja sin recompensa servicio alguno que a honor suyo se ejecute; Vicente tan abatido por Daciano, logra un lugar muy distinguido entre los héroes del cristianismo, y muy levantado asiento en el alcázar de la gloria.
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