martes, 18 de enero de 2022

NOVENA A SAN VICENTE MÁRTIR


NOVENA EN HONOR A SAN VICENTE MÁRTIR.

PATRON PRINCIPAL DE LA CIUDAD DE VALENCIA.

 

Por la Viuda de Agustín Laborda. Valencia, España. Año 1809.

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo con todo mi corazón, digo que me pesa de haberos ofendido; y propongo nunca más pecar, asistido por vuestra gracia. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

LECCIÓN

El invencible Mártir de Cristo San Vicente nació en Huesca, antigua ciudad de Aragón, de familia muy noble y cristiana. Crióse en santas costumbres desde niño en Zaragoza. Inclinado a las obras de piedad y de virtud, y dado a las letras, fue ordenado Diácono por su Obispo San Valero; el cual, por ser ya viejo, y tener impedimento en la lengua, le encomendó el oficio de predicar. Diocleciano y Maximiano gobernaban entonces el imperio romano, y enviaron a España por su Presidente a Daciano, tan ciego en la superstición de sus falsos dioses, y tan bravo y furioso como los mismos Emperadores. Llegado a Zaragoza, hizo mucho daño a la Iglesia, persiguiendo a los fieles: y teniendo noticia de la dignidad y oficio de estos dos insignes Atletas de la fe, Valero y Vicente, los mandó prender y afligió con grandes trabajos, para obligarles a dejar la fiel creencia y reducirles a la engañada secta que él profesaba.

  

Considera el favor grande que Dios te ha hecho en criarte en el vergel de la Cristiandad: y corresponde a este favor como Vicente, en entregarte del todo a los ejercicios de piedad y religión, hasta ofrecer la vida, si fuere necesario, en su defensa.

 

-Se hace alguna pausa, y luego se dice la siguiente oración:

 

Amorosísimo Criador y Salvador nuestro: tened compasión de nosotros, pecadores: usad misericordia con los que nos vemos amenazados con vuestro azote. Si repasamos nuestras culpas, claramente conocemos que son pequeños los males que nos enviáis, y menores de lo que ellas se merecen. Justo sois, Señor: justos vuestros juicios; y no castigáis injustamente, ni afligís con rigor a los que sacasteis de la nada con vuestro brazo omnipotente; y perdidos por nuestra culpa, reparasteis con vuestra preciosa Sangre. No pende del acaso nuestro ser, ni estamos sujetos a los movimientos de la fortuna, sino que todo lo gobierna vuestra sabiduría y providencia, con la que disponéis que en todo se cumpla vuestra voluntad. De todo cuidáis, y con especialidad de los que en Vos confiaron. Por tanto, Señor, os suplico, que no nos castiguéis como merecemos, sino conforme a vuestra gran misericordia. Vos que enviáis las aflicciones, dad suficientes fuerzas para tolerarlas, armándonos de invencible paciencia, para que, asidos a Vos, suframos los contratiempos y continuamente os alabemos. Ayudadnos en la presente tribulación, esforzadnos, fortalecednos como lo hemos menester. Restituid vuestra Iglesia Santa, hoy reducida a un pequeño remanente, y libradla de sus tiranos opresores; brille la fe en toda la redondez de la tierra: destrúyase el vicio; y aniquílense los enemigos de vuestro Nombre. Rezar tres Padrenuestros en honor a la Santísima Trinidad.

 

 

ORACIÓN

Levantaos, Señor: con el brazo de vuestro poder y justicia ayudadnos: salvadnos por vuestro nombre. Sea libre el Pueblo que en Vos espera: servidnos de fortaleza contra el enemigo: enviad vuestro socorro de lo alto, y defendednos con vuestra diestra. Si no han de abrir los ojos a vuestra luz, ni rendirse a vuestra voz, si no han de hacer penitencia de sus atrocidades; nada puedan contra nosotros los hijos de iniquidad que profanan el santuario. Abatid, Señor, su soberbia: desbaratadlos como el polvo en el aire: vuestro Ángel los persiga. Derramad vuestra ira sobre estos malvados que destruyen vuestra Iglesia, acelerad los días de su vida: fatigadlos con desnudez y miseria, exterminadlos con el fuego de la tribulación y castigo. Destruidlos, Señor, desfallezcan tan viles criaturas: venga sobre ellos anticipada la muerte, para que no vaya de aumento su maldad y su dureza. Perezca de la tierra su memoria. Así sea por los méritos de vuestro Hijo Jesucristo, que con Vos vive y reina por los siglos de los siglos.

 

 

ORACIÓN A LA VIRGEN SANTÍSIMA

Sagrada Virgen María, fuente de salud, templo de piedad y de clemencia, y Madre de Desamparados: Azucena de fragrante virginidad, que excedes a los Ángeles en pureza: monte de santidad, que sobrepujas a todos los Santos en perfección: Reina del cielo, Señora de lo creado y Madre dignísima de todo un Dios: atiende a nuestras súplicas, aboga por nosotros, y alcánzanos lo que pretendemos a mayor gloria del Señor. No atiendas a la muchedumbre de nuestros pecados, sino inclina tu corazón piadoso a la situación que nos aflige. Suplicámoste, Señora, que aquella alabanza que con tanta razón has merecido siempre de ser Madre y refugio de pecadores, se conserve y aumente en nosotros: por tu mediación nos veamos libres de los tiranos opresores, y sea salva nuestra Iglesia y nuestra Patria. No dilates, Señora, tus misericordias donde conoces tanta necesidad.

-Rezar un Ave María.

  

 

ORACIÓN A SAN VICENTE MÁRTIR

¡Oh Glorioso San Vicente, nuestro singular Patrón, Mártir invencible del Altísimo, y vencedor de los tormentos y del Tirano! Tú que sufriste con alegría las penas, fuerte en resistir, y humilde cuando vencías, atribuyendo a Dios tu fortaleza, pues ni las amenazas, ni el hierro, ni el fuego, ni los arroyos de tu sangre pudieron desviarte del amor de aquel por quien peleabas, atormentando al Tirano tu valor, fatigando a los verdugos tu constancia, haciendo burla de su cobardía; y pasando por el martirio, subiste triunfante al lugar del refrigerio: seas nuestro amparo y defensa en la presente tribulación: por tu medio seamos libres de combates y asaltos, y demás penalidades que padecen otras provincias, como también de soportarlas con denuedo si nos viésemos apresados de ellas: consigamos por tu intercesión ver libre y en pacífica concordia a la Patria: queden avergonzados y confundidos sus enemigos; y que reine en la Iglesia la paz y tranquilidad, para seguir tributando al Todopoderoso los más rendidos cultos, mientras esperamos verle por eternidades en la gloria. Amén. Rezar un Padrenuestro, -Ave María y Gloria.

  

 

GOZOS EN HONOR A SAN VICENTE MÁRTIR

Si con Dios vuestra amistad

Os sube a tan gran privanza,

¡Qué negará a mi esperanza,

Vicente, su Majestad!

 

Desde vuestros tiernos años

Supisteis quién era el mundo,

Pues vuestro saber profundo

Menospreció sus engaños:

Si en la divina amistad

Jamás hicisteis mudanza.

 

Vuestra sencilla intención

Si fue limpia y fervorosa,

Claro se vio en Zaragoza

Por vuestra predicación:

Pues sois en la caridad

Serafín de gran pujanza.

 

Muchos tormentos probó

En vos, Vicente, Daciano;

Mas al fin trabajó en vano,

Pues que jamás os venció:

Que en su gran ferocidad

Vuestra paciencia lo amansa.

 

Por temer no le venzáis,

De flores cama os previno,

¡Quien vio un tal desatino,

Cuando venciéndole estáis!

Pues de tal prosperidad

Gozáis tan digna alabanza.

 

Vuestro cuerpo echar mandó

A las fieras el Tirano,

Pero el Señor soberano

Cuervos allí deparó:

A quienes mandó guardar

Reliquia que tanto alcanza.

 

Echaros mandó en el mar,

Atada una muela al cuello;

Mas en esto el Rey del cielo

Nos quiso significar,

Que sois raro en santidad,

Pues salisteis con bonanza.

 

De Tecla el sacro Convento

Dichosamente venera

Aquella misma escalera

Que os elevaba al tormento:

Por vos mi fragilidad

Suba a la eterna privanza.

 

Para que el tiempo no borre

El lugar de vuestra muerte,

Conserva (¡dichosa suerte!)

Nuestro obsequio vuestra torre:

Allí la alta Trinidad

Vuestro favor afianza.

 

Pues venció vuestro valor

Del Tirano la inclemencia,

Humilde implora la Iglesia,

Vicente, vuestro favor:

En cualquier necesidad

En vos tiene confianza,

 

V. Ruega por nosotros, San Vicente.

R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo

 

ORACIÓN

Atiende, Señor, nuestros humildes ruegos, a fin de que, por la intercesión del bienaventurado mártir San Vicente, seamos librados de las iniquidades de que nos reconocemos culpables. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

  

 

 

 

DÍA SEGUNDO

LECCIÓN

Ofreciéndose a Daciano el venir a la ciudad de Valencia, mandó conducir presos con cadenas a Valero y a Vicente, para determinar de su suerte, y que no saliesen frustrados sus designios de seducirlos de la fe del Crucificado. Conserva esta ciudad con toda veneración en la plaza de la Almoyna la cárcel de San Valero, e inmediato un oratorio, unido a la casa del Chantre, dignidad de la Metropolitana Iglesia, que es la estancia, hedionda entonces y obscura donde fue depositado nuestro ilustre Vicente. En ella permaneció algunos días muy apretado del hambre y sed, con pesadas cadenas y prisiones, hasta que Daciano mandó llevarlos a su presencia, para examinar su causa y decidir lo más conveniente.

    Considera cómo el que es verdadero discípulo del Señor está pronto y resignado en sufrir toda persecución que le sobrevenga: y se debe mostrar alegre en los trabajos como Vicente, constante en las adversidades, y ansioso de sufrir por su amor cualquiera contradicción.

 

 

 

DÍA TERCERO

LECCIÓN

Puestos en la presencia del Tirano los esforzados campeones Valero y Vicente, preguntó Daciano: «¿Qué me dices, Valero? ¿Quieres obedecer a los Emperadores, y adorar los dioses que ellos adoran?». Y como el santo viejo respondiese muy bajo y balbuciente, por el impedimento de la lengua, tomó Vicente la mano, y con grande espíritu y fervor le dijo: «¿Qué es esto, Padre mío? ¿Cómo hablas entre dientes, como si tuvieras temor a este gentil? Dame licencia, para que responda con la intrepidez que requiere esta pública confesión de la fe». Y con su permiso dijo a Daciano en tono fuerte: «Esos tus dioses sean para ti, que nosotros reverenciamos al Criador de cielo y tierra, a quien reconocemos por verdadero Dios. A Él adoramos, y a Jesucristo su Hijo». Indignóse el Presidente: y viendo que no lograba trofeo alguno con la muerte del Obispo Valero, por ser viejo mandóle retirar a Aragón, privado de su ciudad e iglesia, y a Vicente que lo atormentasen.

Considera cómo el celo de la honra de Dios y de su ley no sufre dilaciones: imita a Vicente, que en medio de la opresión del cuerpo muestra libertad de ánimo; y admira el valor con que profesa la fe, a vista de los martirios que pueden subseguirse.

 

 

 

DÍA CUARTO

LECCIÓN

Desnudan a Vicente los sayones, cuélganlo de un madero, tiran con cuerdas de sus pies, desconciertan sus sagrados miembros, rasgan sus carnes con azotes; y el santo Levita sufre con resignación: olvida los dolores y burla de los ministros y Tirano. El cual indignado arrebata los ramales, y como fuera de sí castiga a los verdugos, culpando con coraje su desidia, motejándolos de flojos, cobardes y gallinas; cuando Vicente con risa le agradece que vuelva por él, castigando a sus ofensores: lo cual era avivar las furias en el pecho de Daciano, como quien echa aceite en el fuego. Ni bravatas, ni horribles amenazas bastaron a intimidar a nuestro invicto héroe. Gallardo mancebo en la flor de su edad, despreciaba tan débil batería con tan incontrastable fortaleza, que primero faltó la munición en el enemigo, que valor en Vicente para resistirle.

Considera, que quien dijo a sus Discípulos que no estudiasen lo que habían de responder a presencia de los Tiranos, que el Cielo les daría sabiduría, es el que da la constancia y alegría en el mayor conflicto, y solo a quien hemos de recurrir en las penalidades.

 

 

 

DÍA QUINTO

LECCIÓN

Mandó Daciano continuar los tormentos en Vicente, y los viles sayones con garfios, peines y uñas de hierro le rasgaban el cuerpo, con extraño furor lo atormentaron en el ecúleo, desconcertando sus miembros, y aplicándole planchas ardientes a los costados. Pero el esclarecido joven, como si no fuese de carne, insensible a los dolores, hacía escarnio de la crueldad de los verdugos, increpándoles de endebles y pusilánimes. Cansados se hallaban de atormentar al Santo, y él no se satisfacía de ser atormentado. Ríos de sangre apagaban el fuego sobre el cual lo tendieron en forma de cruz: asada se miraba toda su carne, apareciendo denegridos los huesos requemados; mandó echar el Presidente granos de sal, que saltando le atormentasen agudamente; y el valeroso Mártir de Cristo, como en cama de flores y rosas, bendecía al Señor, burlándose de Daciano y sus ministros.

Considera que, siendo fuerte el amor como la muerte, un alma poseída de la caridad, solo en padecer por la gloria de su Amado halla descanso y sosiego: nada le satisface, como no sea arder víctima sagrada en su honor y por su causa.

 

 

 

DÍA SEXTO

LECCIÓN

Mandó restituir el Presidente a nuestro invicto Levita a la cárcel, que veneramos en la iglesia de Religiosas de San José y Santa Tecla, que teniendo la entrada por arriba, era profunda, oscura, y estaba sembrada de agudas rejas, pedazos de vidrio, y le introdujeron ascuas de fuego para que ardiese en vivas brasas. Mas en tan tenebroso albergue se descubrió una luz celestial y se percibió una fragancia suavísima, se vieron descender angélicos Espíritus que confortaron al Santo Mártir, recreando su alma con suaves armonías. La mudanza de prisión, y más penoso carcelaje, entendieron que sería más duro tormento: pero el Cielo favorece a los que son siervos fieles del Señor en los mayores apuros e incomodidades: los reanima y esfuerza para el martirio.

Aprende de Vicente a no desistir del empeño de padecer por el Nombre de Cristo, a despreciar los tormentos, por adquirir palmas que puedan hacerte feliz, coronándote de gloria por una eternidad.

  

 

 

DÍA SÉPTIMO

LECCIÓN

Después de tan atroces y tan continuados tormentos con que afligieron los verdugos al extenuado cuerpo del esforzado Levita Vicente, y la mala noche que era consecuente en tan desacomodado y horroroso albergue, mandó el Tirano que se lo presentasen. Conducido a su presencia, con mentidos halagos y fingidas lágrimas supo ponderar los largos y feroces tormentos que había sufrido el alentado joven: como sensible a la inhumanidad que en él se había ejecutado, propuso como muy conveniente el que tomase algún descanso en cama blanda y perfumada: parece que movido a la compasión, discurría medios Daciano para que recobrase Vicente la salud. Mas no era buen celo ni caridad, sino diabólico artificio de una sed insaciable de la sangre del valiente Campeón, pues si sanaba, tenía ocasión para hartarse de nuevo en sus tiranías.

Considera el vil encono de los que no han conocido la luz de la fe, o han prevaricado de la verdadera senda, que una maldad los precipita en otra; y por vengar sus frustradas maquinaciones, sacrifican la humanidad a sus antojos y apetitos.

 

 

 

DÍA OCTAVO

LECCIÓN

Vicente, que tenía mayor recreo en padecer por el Señor que cuidado de su salud, obligado a reposar en cama blanda, aborreciendo las delicias, al paso que anhelaba los tormentos, luego que llegó a sentir en su cuerpo aquel regalo, entregó tranquilamente su espíritu al Criador. Frustráronse los designios de Daciano, quedando vencido por la constancia del gran Levita, cuando maquinaba ardides para atormentarle de nuevo, y salir vencedor: Quedó corrido e irritado al ver que Vicente recibía gusto en padecer, y le sirvieron de tósigo los regalos que el mundo proporciona, y él le había franqueado. Colérico y vengativo mandó echar el santo cuerpo al muladar, donde hoy existe su ermita; mas fue defendido por un cuervo de otras aves y fieras que encontraban su pasto en aquel sitio.

Considera los destinos de la alta providencia del Señor, que invierte las disposiciones de los hombres, dirigiendo los sucesos según su eterna determinación: humíllate a su sabiduría, y déjate gobernar de su voluntad.

  

  

 

DÍA NOVENO

LECCIÓN

Noticioso Daciano de que el cuerpo del Mártir no vencido lo defendía un cuervo de otras aves y fieras, pensando vencer en el mar a quien no pudo en la tierra, mandó ingerirlo en un cuero de buey, y que lo echasen en altamar. Ejecutado su mandato, antes volvió a la playa que los conductores. Formaron las olas su túmulo en la arena. Allí estuvo algunos días, hasta que el Santo manifestó el lugar de su sepulcro a un hombre, que puso reparo en recogerlo por temor al Presidente. Luego se lo reveló a una virtuosa viuda que lo buscó solícita, y le dio honroso depósito, donde fue reverenciado de los fieles, y al presente lo es el mismo sitio en donde se erigió el suntuoso monasterio de su advocación, bajo la regla del Cister. Valencia enriquecida con el riego de su sangre, lo aclamó por su Patrón: en él confía, y como tal defiende a los que de corazón se le encomiendan.

Así corona el Rey de Reyes a sus Soldados: el infinitamente justo no deja sin recompensa servicio alguno que a honor suyo se ejecute; Vicente tan abatido por Daciano, logra un lugar muy distinguido entre los héroes del cristianismo, y muy levantado asiento en el alcázar de la gloria.

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