miércoles, 9 de febrero de 2022

Novena a Nuestra Señora de los Remedios de Quezalguaque (Nicaragua)

 


Novena a Nuestra Señora 

de los Remedios


Cuya milagrosa imagen se venera en su santuario de Quezalguaque, Nicaragua


V. Ave María Purísima

R. Sin pecado concebida

En el nombre del Padre…


Acto de Contrición

¡Señor mío Jesucristo! ¡Qué ingratitud tan insensible es la mía! ¡Qué locura! ¡Qué ceguedad, oh mi dulcísimo Jesús! Tú, pendiente de ese madero, clavado en él con duros clavos, derramando hasta la última gota de tu sangre y dando los últimos alientos de tu preciosa vida entre los más crueles tormentos, por librarme de la tiranía y la esclavitud del demonio. ¡Oh amor infinito de mi Dios, que lejos he venido de corresponder tanta fineza!, antes por no perder un poco de deleite me he puesto a riesgo de perderte para siempre; pero ya, Señor, ¡cuánto me pesa tan enorme ingratitud! ¿Qué haré amantísimo Jesús de mi alma? Yo no encuentro otro camino que ponerme a las plantas de María Santísima de los Remedios, tu amantísima Madre, y acordarle que en tus mortales agonías le constituiste madre mía, para que me mirase como a hijo, dándome en su piedad los remedios de mis males. ¡Oh dulce Jesús mío! Perdóname, que aunque tarde lo he conocido, estoy cierto de que no llega tarde quien llega arrepentido. ¡Oh si pudiera, Jesús mío, borrar mis ingratitudes con la sangre de mis venas! ¡Oh si pudiera morir de dolor al haber ofendido a mi Dios, a mi Padre, a mi Jesús y Señor! 


Oración Preparatoria


Madre amorosísima de los Remedios; yo soy indigno de levantar la voz para hacer una petición a tan alta majestad y nadie me puede socorrer más que Aquel que nació de tus purísimas entrañas. ¡Ay! Dulce consuelo mío; tengo el corazón marchito por la pesadumbre y mi frente se inclina al peso del dolor. 

Busco de Jesús los favores, pero soy pecador y no puedo usar la franqueza de los bienaventurados; pero, tú que eres el refugio de los pecadores, el consuelo de los afligidos y el remedio de todos los males, oye mis plegarias y haz que se acerquen al Dulce Corazón de Jesús, para que movido a compasión perdone mis faltas y oiga que le pido. Por tu amarga soledad que remedie las congojas que en esta novena expondré en memoria de las tres horas que sufrió Jesús en la Cruz. Óyeme, Señora, pide por quien, lleno de confianza, te dice: Dios te salve, Remedio de los desventurados en este valle de lágrimas. Amen. 


Oración del día 

Día Primero

Hermosura de los cielos, María Santísima de los Remedios: ese cetro que empuñas con tu divina mano y esa corona con que ciñes tus sagradas cienes publican que eres reina del cielo y la tierra. Lo eres bellísima aurora, pues como Hija tiernísima del Padre, como amantísima Madre del Hijo y como Esposa dulcísima del Espíritu Santo gozas de un poder absoluto y tienes un justísimo derecho sobre todo lo creado. Pues clame todo el mundo, grite todo cristiano que eres nuestra reina, nuestra abogada y que sólo Tú Señora eres iris de paz, que puesto entre la tierra y el cielo aplaca los rigores del Juez Supremo y puedes convertir sus enojos en lluvias de misericordias. Pues gózate, Reina Hermosa, con dignidad tan alta, recrea tus brazos con ese Niño hermoso, que tanto se complace en que todo el mundo te conozca por su Reina.


Petición y se rezan las tres Avemarías

Oh María, Madre de los Remedios, yo me regocijo y os felicito por vuestra Concepción Inmaculada y os venero sobre todos los Ángeles y Santos del cielo como Hija del eterno Padre y os consagro mi alma con todas sus potencias. 

(Ave María)

Oh María, Madre de los Remedios, yo os venero de todo corazón sobre todos los Ángeles y Santos del cielo como la Madre del Hijo de Dios y os consagro mi cuerpo con sus acciones y sentidos.

(Ave María)

Oh María, Madre de los Remedios, yo me regocijo y os felicito por vuestra gloriosa asunción a los cielos en cuerpo y alma y os venero de todo corazón sobre todos los Ángeles y Santos como Esposa muy amada del Espíritu Santo y os consagro mi alma con todos sus afectos, rogándote me alcances de la Santísima Trinidad vuestros ardorosos incendios y todas las gracias que necesito para mi eterna salvación. 

(Ave María)


OBSEQUIO

Una visita a la imagen de Nuestra Señora de los Remedios en su Santuario, rezándole una Salve y encomendándole todas sus necesidades y las de su familia.


JACULATORIA

¡Oh María, Madre de Dios y de los pecadores, Madre de los Remedios! Rogad por mí a Jesús.


GOZOS

Señora del mundo, 

celestial Señora, 

a ti suspiramos, 

Madre de los Remedios.


En ti hallan remedio, 

todos los enfermos,

ya sean del alma, 

ya sean del cuerpo.


A ti pues clamamos, 

Madre de Remedios, 

sana nuestras almas, 

sana nuestros cuerpos.


Remedias el alma,

remedias el cuerpo,

remedias la hora, 

en que no hay remedio.


En las aflicciones, 

Tú eres el consuelo,

y todos los males, 

huyeron al verte.


Exaltado Libano, 

prodigioso cedro,

siempre milagrosa, 

olivo supremo.


Azucena hermosa, 

rosa cuyo aliento,

produjo aquel lirio, 

de los valles bellos.


Tras de tus olores, 

virgenes corrieron,

tus suaves aromas, 

roban los afectos.


Elegida mirra, 

oloroso incienso,

siendo tan Divina,

que llenas los cielos.


Hoy te veneramos, 

y a Dios Adoramos,

por ser Trino y Uno, 

de quién eres Templo.


Ruega por nosotros, 

para que seamos dignos,

de alcanzar las gracias 

y promesas de Nuestro

Señor Jesucristo.


OREMUS

Te rogamos ¡Oh Señor! Dios nuestro que concedas a los que te servimos gozar de una salud continua en el alma y en el cuerpo, y que por la intercesión gloriosa de la Bienaventurada siempre Virgen María, Madre de los Remedios, nos veamos libres de la presente tristeza y gocemos de las eternas alegrías por Jesucristo Ntro. Sr. Amén.


Oración Final

Bendita seáis encanto del Padre, delicia del Hijo, amor del Espíritu Santo: bendita mil veces seáis en todos los instantes de mi vida, por todo el orbe, por todas las criaturas, por toda la eternidad. Postrado humildemente a vuestros pies os suplico por las tres Divinas Personas, me seáis propicio, atendiendo a mis pobres ruegos y a los de todos los afligidos y apesadumbrados que vienen a implorar socorro como esta criatura que gime llena de confianza y aflicción. 


Socorred Señora, Madre mía de los Remedios, esta necesidad en que me encuentro, por vuestro dulcísimo nombre para honra y gloria vuestra y bien de mi alma, la que espera con ansia al perdón de sus pecados y que aceptéis al menos esta novena en descuento de mis mismos pecados, para soportar tranquilo las adversidades de esta vida, el peso de las enfermedades que me atormentan. No desoigas Señora mi humilde súplica, ya que os hacéis llamar Señora y Madre de los Remedios y en honor a tus purísimos ojos nos obligamos a rezarte dos Salves.


Se rezan dos veces el Salve Regina

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y María concebida sin pecado original.

¡Que viva la Virgen! ¡Que viva para siempre!


Dia Segundo

¡Amorosísima y tierna Madre mía de los Remedios!, en quien he puesto toda mi confianza, yo no sé con qué voces pedirte me alcances del Sagrado Corazón de Jesús las gracias que solicito en esta Novena! Apuro mi mente y en ella no encuentro paces que interpreten mi dolor.

He llorado Señora, suspirando mucho, pero mi aliento corrompido por la maldad tal vez no llegue a tus pies. Maria, mi dulce Madre de los Remedios, Tú que conoces el lenguaje de tus hijos, traduce el mio, balbuceante y torpe, y aclara mi humilde petición, sé me interprete para con Jesús, dile que no sé hablar, que mi lengua de mortal vierte frases en el idioma de los hombres.

Hoy Señora, que fije sus divinos ojos en esta pobre alma que se inspira en el dolor y ruégote pídele que corone mis deseos, que favorezca mi petición y que acepte esta novena en memoria de sus agonías. ¿Me desampararás Madre mia? ¿Quedarán a los vientos las súplicas que te hago? En fin, Señora si encuentro Remedios en mis congojas, por ti la he alcanzado y a mi salvación conviene y si no que se haga la Santísima voluntad de tu Hijo Santísimo. Amén.


Se medita y se pide lo que se desea conseguir de N.S. de los Remedios.

Se rezan las tres Avemarías del mismo modo que el primer día.

Obsequio: Rezar con fervor un Ave María a nuestra Señora de los Remedios por la conversión de los pecadores más endurecidos.

Jaculatoria: Virgen Sacratísima, dignaos concederme la gracia de que os alabe y alcanzadme el remedio de los males que me afligen.


Dia Tercero

Luna hermosa y sin menguante, María Santísima de los Remedios. Para cuándo son esas entrañas de Madre compasiva, si no para cuando te busca un alma que arrepentida de haber ofendido a tu Santísimo Hijo; cree hallar en Tí el remedio a sus necesidades? Acuérdate, Señora de aquellas dulces palabras con que le hablastes al venturoso Juan. Hijo, le dijistes, búscame en ese puesto. Pues aquí me tienes delante de Tí, a un hijo tuyo que aunque indigno de tal nombre, lo soy por tu elección. Yo Señora, soy el que viene a buscarte en este puesto, yo soy el que vengo a buscar tu amparo. Y que, ¿ha de ser tal mis desgracias que te has de hacer sorda a mis clamores? No, no Señora, entra a registrar mi corazón y verás cuánto le pesa haber ofendido a tu Santísimo Hijo y haberte desagradado a Tí; pues eres mi única esperanza después de Jesús, eres Tú, Madre amorosísima mía y Madre de los Remedios. Amén. 


Se medita y se pide lo que se desea conseguir de N.S. de los Remedios.

Se rezan las tres Avemarías del mismo modo que el primer día.

Obsequio: Cuando se presente la enfermedad, la pobreza o la desgracia en nosotros o en nuestra familia, decir: Oh Madre mía de los Remedios alejad este cáliz de nosotros, o dadnos virtud y fortaleza para llenarlo por amor a Dios.

Oración Jaculatoria: Ea pues Señora Abogada nuestra vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos.


Dia Cuarto

¡Oh Inmaculada, Madre de Dios, María Santísima de los Remedios! Templo y Sagrario de los cielos, Aurora Divina, por quien, después de Dios, vive toda criatura racional sobre la tierra. Inclina a mí esos bellísimos ojos, ilumina a esta pobrecita y ciega alma, mírala, Madre de Misericordia, tan envejecida y apolillada con los apetitos de mis pasiones, compadecete, Señora, de su ruina y haz que alcance de tu Santísimo Hijo, la renueve y la limpie y le restituya a su gracia. Suplicale me de luz para conocer y ver lo errado que he andado, desviándome del redil de su Divina gracia, y que no permita vuelva a tropezar con los engaños y deleites del mundo dándome fuerza para no caer de nuevo en la red del demonio, ni en los precipicios de la carne. ¡Oh Amorosísima Madre! Cierto estoy que hasta ahora no ha habido uno solo que de corazón te invoque que haya salido desamparado. Con tal certeza yo vengo confiado en tu poderosa intercesión que me obtendrás de tu Santísimo Hijo Jesús el remedio de todas mis necesidades, así espirituales como corporales, y el especial favor que te pido en esta novena si me conviene y es de su Divino agrado para honra y gloria tuya.

No desprecies mis humildes súplicas ¡Oh Madre del Verbo Divino! Antes bien acogedlas y oídlas benignamente. Amén.


Se medita y se pide lo que se desea conseguir de N.S. de los Remedios.

Se rezan las tres Avemarías del mismo modo que el primer día.

OBSEQUIO: hacer un honor de nuestra señora de los Remedios una buena confesión y una fervorosa comunión como si fuera la última de nuestra vida.

JACULATORIA: ¡Oh Madre mía de los Remedios! Alcanzadme un verdadero dolor de mis pecados, el perdón y la perseverancia y el Remedio de mis necesidades tanto espirituales como corporales. Amén.



Dia Quinto

¡Oh Dulcísima Madre mía de los Remedios! ¿Cuál será la muerte de este pobre pecador? Yo pensando desde ahora en aquel supremo momento en que he de expirar y ser presentado al tribunal divino y acordándome de haber escrito yo mismo con mis perversos consentimientos tantas veces la sentencia de mi condenación, tiemblo, me confundo y temo mucho perder mi salvación eterna. ¡Oh María! En la sangre de Jesús y en vuestra intercesión están mis esperanzas. Vos sois la Reina del cielo, la Señora del universo, la Madre de los Remedios, basta decir que sois la Madre de Dios. Seáis en la hora buena, grande; pero vuestra grandeza no os aparta, antes bien os inclina por sí misma a tener mayor compasión de nuestras miserias. Los amigos del mundo apenas son elevados a cualquier dignidad, se apartan y se desdeñan aún de mirar a los amigos antiguos que quedan en baja fortuna. Vuestro noble y amoroso corazón no lo hace así; donde ve mayores miserias, allí se empeña más en socorrerla. Al ser invocada, nos socorréis al instante y aún prevenir con vuestros favores nuestros ruegos. Vos nos consoláis en nuestras aflicciones. 


Vos desvanecéis las tempestades, Vos abatís a las enemigos; en suma no perdáis ocasión de procurar nuestro bien. Sea siempre bendita aquella mano divina, que ha unido en Vos tanta majestad con tanta ternura; tanta grandeza con tanto amor. Yo doy continuas gracias a mi Señora, y me alegro en mí mismo, porque en vuestra felicidad pongo la mía y tengo por suerte mía vuestra suerte. ¡Oh Consoladora de los Afligidos! consolad a un afligido que se encomienda a Vos. Amén. 


Se medita y se pide lo que se desea conseguir de N.S. de los Remedios.

Se rezan las tres Avemarías del mismo modo que el primer día.

OBSEQUIO: Acostumbrar el rezo del Santo Rosario en familia. El Rosario es como un pararrayo puesto a la entrada de nuestros hogares en donde se estrellan todas las furias del infierno. En donde se reza el Santo Rosario, las familias viven felices y siempre en ella reina la Paz. 

JACULATORIA: ¡Oh Madre mía de los Remedios! No nos dejéis caer en la tentación, mas líbranos de todo mal. Amén.


Dia Sexto

¡Madre mía de los Remedios! Triste mi voz, como los ecos lastimados de un moribundo, oh cómo son los gemidos de las nocturnas aves en solitario valle. ¡Quien pudiera balbucear si quiera los preludios de aquellas encantadoras armonías con que los querubes ensalzan sin cesar tu dulce nombre!

Aquí estoy, hijo pródigo, cubierto de harapos e ignominia, aquí estoy, pecador arrepentido, dispuesto a confesar mis delitos; aquí, en fin, espero una mirada de tus compasivos ojos para tranquilizar mi espíritu, si, alcánzame el perdón que solicito; otra vez mas, ruega por mí; dile al Señor que recuerde que setenta veces siete prometió perdonar al pecador; preséntale mi corazón llagado para que lo purifique con el fuego de su divino amor, para que lo guarde después en el tuyo, y mirar que los múltiples testigos que me acusan, no hay uno que me acuse de impío, hereje o refractario no; pecador es verdad, pero con fe; ingrato con esperanza y ahora pidiendo tu caridad. Si, Madre mía de los Remedios, olvida mis ingratitudes y te ofrezco hacer lo que hizo David : llorar, llorar y pedir. Aquí en tu templo juntaré mis gemidos con las tiernas voces de los que te alaban, regaré con llanto las flores que caen en tus pies y mis clamores se elevarán con los ruegos de la ingratitud para implorar tu clemencia. A ella me acojo y por eso repito mil y mil veces con todo fervor de mi alma: María, Madre de los Remedios, refugio de los pecadores ruega por mí.


Se medita y se pide lo que se desea conseguir de N.S. de los Remedios.

Se rezan las tres Avemarías del mismo modo que el primer día.

OBSEQUIO: Una visita a la Santísima Virgen de los Remedios, pidiendo nos alcance la gracia de ser agradecido a los beneficios que nos ha hecho su Divino Hijo y perdón de nuestras ingratitudes.

JACULATORIAS: Vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.


Dia Séptimo

¡Oh Madre de Piedad! ¡ Virgen sacrosanta, Madre mía de los Remedios! He aquí a vuestros pies el traidor, que pagando con ingratitudes las gracias recibidas de Dios por vuestra mediación, ha hecho traición a Dios y a Vos también. Pero, Señora sabed que mi miseria  no me quita, antes bien aumenta, mi confianza en Vos, porque veo que mi miseria acrecienta en Vos vuestra compasión hacia mí. Haced conocer, ¡Oh María!, que sois la misma para mí que para todos los que os invocan, llena de liberalidad y de misericordia. Bástame que me miréis y os compadezcáis de mí.

Si vuestro corazón llega a tener compasión de mí, no podra dejar de protegernos . Y si Vos me patrocinas ¿a quién puedo temer? No, nada temo. No a mis pecados,  porque Vos podéis remediar el daño hecho. No a los demonios, porque Vos sois mas poderosa que el infierno. No, a vuestro Hijo, justamente indignado conmigo, porque con una sola palabra vuestra se apiadará. Temo solo que yo, por mi culpa, deje de encomendarme a Vos en mis tentaciones y así me pierda.

Más esto es lo que hoy os prometo: quiero siempre acudir a Vos, ayudadme Vos para ejecutarlo. Mirad la hermosa ocasión que tenéis de contener vuestro deseo aliviando un miserable como soy yo. 

¡Oh Madre de Dios! En Vos tengo puesta toda mi confianza. De Vos espero la gracia de llorar como debo mis pecados y de Vos espero la fortaleza para no caer más. Si yo estoy enfermo, Vos podéis darme la salud. Si mis culpas me han debilitado, vuestra ayuda me volverá la fortaleza. 

¡Oh María Madre mía de los Remedios! yo todo lo espero de Vos, porque Vos todo lo podéis con Dios. Amén. 


Se medita y se pide lo que se desea conseguir de N.S. de los Remedios.

Se rezan las tres Avemarías del mismo modo que el primer día.

OBSEQUIO: Sufrir con resignación todo lo desagradable que nos ocurriera, y rezar 7 Ave Maria en honor a los 7 dolores de la Virgen Santísima.

JACULATORIA: ¡Oh Madre llena de amargura, acompádñame en mi viaje a la eternidad! Amén.


Dia Octavo

¡Oh Madre de Misericordia y Madre mía de los Remedios! Supuesto que Vos sois tan piadosa y tenéis gran deseo de hacernos bien a nosotros miserables y satisfacer nuestras peticiones, yo, el más miserable de todos los hombres acudo hoy a vuestra piedad para que me concedáis lo que os pido. Pidan otros lo que quieran, salud para el cuerpo, ganancias y provechos de la tierra; yo vengo a pediros, Señora, aquellas cosas que Vos misma deseáis de mí con más anhelo y más se conforman y agradan a vuestro santísimo corazón. Vos fuisteis humilde, alcanzadme, pues la humildad y el amor a los desprecios. Vos fuisteis paciente en los trabajos de la vida, alcanzadme paciencia en las tribulaciones. Vos estuvisteis llena de amor hacia Dios, alcanzadme el don del santo y puro amor. Vos fuisteis caridad hacia todos, particularmente con aquellos que son enemigos míos. Vos estuvisteis íntimamente sumisa a la Divina voluntad, alcanzadme una total conformidad en todo aquello que Dios de mí disponga. Vos en suma sois la más santa entre todas las creaturas; ¡oh María! hacedme santo. A Vos no os falta amor to lo podéis y queréis alcanzármelo.


Solo puede impedirme de recibir vuestra gracia, omisión en acudir a Vos, o mi poca confianza en vuestra intercesión; más el recurrir y confiar en Vos, Vos misma me lo habéis de alcanzar. Estas dos gracias eminentes exijo de Vos, las requiero de Vos, de Vos las espero con toda confianza ¡oh María! Madre mía de los Remedios, esperanza mía, amor, vida, refugio, socorro y consuelo mío. Amén. 


Se medita y se pide lo que se desea conseguir de N.S. de los Remedios.

Se rezan las tres Avemarías del mismo modo que el primer día.

OBSEQUIO: Una particular actitud en la iglesia, participando siempre en la Misa y en todos los actos religiosos.

JACULATORIA: Madre de la Divina Gracia y Madre de los Remedios, Ruega por nosotros.



Dia Noveno

¡Oh, Vos la más Grande y más Sublime entre todas las criaturas! Virgen de los Remedios, te saludo desde este mundo, yo infeliz pecador, que merezco no gracias, sino castigos; justicias y no misericordias, Señora, no digo esto porque desconfíe de tu piedad, yo sé que Vos os glorificáis de ser benigna a la par que poderosa. Sé que os complacéis en ser tan rica, para hacer participantes de vuestras riquezas a nosotros miserables. Sé que cuanto más pobres son los que a Vos acuden, tanto más empeño mostráis en protegerlos y salvarlos. ¡Oh Madre mía! Vos sois la que llorásteis un día a vuestro Hijo, que murió por mí. Ofreced, os ruego, vuestras lágrimas a Dios y alcanzadme por ellas un verdadero dolor de mis pecados. Muchos os afligieron entonces los pecadores y otro tanto os he afligido yo también con mis maldades. Alcanzadme, oh María, la gracia de que a lo menos de hoy en adelante no continúe afligiendo a Vos y a vuestro Hijo con mi ingratitud. Y ¿de qué me serviría vuestro llanto si yo prosiguiese en ser ingrato? De qué me serviría vuestra misericordia, si yo os fuese infiel otra vez y me condenase? No, Reina; no lo permitáis, Vos habéis suplido todas mis faltas. Vos alcanzáis de Dios cuanto queréis. 


Vos oís a quien os ruega. Estas dos gracias os pido, de Vos la espero con fundada confianza, las exijo de Vos, obtenedme la gracia de ser fiel a Dios, de no ofenderle más, y de amarle en lo que me queda de vida tanto cuanto le tengo ofendido.


Se medita y se pide lo que se desea conseguir de N.S. de los Remedios.

Se rezan las tres Avemarías del mismo modo que el primer día.

OBSEQUIO: Decir muchas veces al día ¡Jesús está crucificado y yo vivo en delicias y pecado!

JACULATORIA: Haced que con las sangrientas llagas del crucificado, quede por siempre sellado, mi rebelde corazón.


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