GOZOS A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
Una vez Constantinopla
toma la morisca atroz,
el viento impío que sopla
para el devoto, es feroz.
La mediterránea isla
invade el turco infiel
y el católico se aisla,
huyendo en débil bajel.
R/: Del Perpetuo Socorro
déjame participar:
¡Virgen mía! a ti me acojo
fiando me has de ayudar.
Si yendo de Creta a Roma
va un rico mercader,
y tu poder olas doma
evitando el perecer,
y calmas las tempestades
del enfurecido mar...
conociendo tus bondades
debo en tí, Virgen, confiar.
Entre el templo de María
y el de San Juan de Letrán
te instalan, ¡oh Madre pía!
Y allá los devotos van.
En pos de la Imagen Santa
en ferviente procesión,
multitud enorme canta,
entre incienso y oración.
Con triste pesar y asombro,
el templo de San Mateo
queda reducido a escombro,
por intenso bombardeo.
Después de trescientos años
de culto y adoración,
por intereses extraños
lo eclipsa Napoleón.
El famoso Cuadro oculto
medio siglo, en un rincón,
sin templo, altar, ni culto,
queda sin veneración,
Le adoran devotamente,
guardado bajo dosel,
Fray Orsetti solamente
y el lazarillo Miguel.
Y los Padres Agustinos
buscando al Cuadro un altar,
van recorriendo caminos
hasta encontrarle un hogar.
No tienen un lugar previo
y lo llevan con afán
al templo de San Eusebio,
con permiso del Deán.
Según dicen los cronistas,
a instancia de Fray Maurón,
a Padres Redentoristas
da Pio Nono posesión
del Cuadro, que en oratorio
se le da gran devoción
y en el templo de Ligorio
crece la veneración.
El culto empezado en Roma
ya no es devoción local,
pues por Patrona te toma
una gran parte mundial.
Si perpetuamente ayudas
quien te invoca con fervor,
para tus fieles, no hay dudas,
que atenderás su clamor.
Postrados con fe a tus plantas
escucha nuestra oración
y tủ qué das gracias tantas,
mándanos tu bendición,
siendo nuestra bienhechora
hasta la hora final,
empujándonos, Señora,
a la Gloria Celestial.
Del Perpetuo Socorro
déjame participar:
¡Virgen mía! a ti me acojo
fiando me has de ayudar.
L/: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios
R/: Para que seamos dignos de las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, que nos has dado por Madre pronta siempre a socorrernos, a tu Madre María, cuya imagen insigne veneramos; te rogamos que, implorando sin cesar su ayuda maternal, merezcamos experimentar perpetuamente los frutos de tu redención. Por Jesucristo Nuestro Señor.
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