martes, 11 de julio de 2023

TRIDUO A NUESTRA SEÑORA DEL CONSUELO


 

TRIDUO A NUESTRA SEÑORA DEL CONSUELO

 Tomado del Manual de la Archicofradía de Nuestra Señora del Consuelo

-Por la señal, etc.

Acto de Contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

 

SALUTACIÓN

¿Cómo Señora, empezaré a hablarte? ¿Seguiré, por ventura, el ejemplo del Arcángel diciéndote reverente: AVE, Dios te salve, gózate, alégrate? ¿o te hablaré como pobre, como reo, como necesitado de tu patrocinio, como deseoso de servirte y seguir los pasos de tu Hijo, y como favorecido tuyo, que no olvidas, en medio del mar de tus grandezas, á los pequeñuelos, que vivimos. en este mar de desdichas y miserias? No, no quiero hacer injuria á tu piedad, revistiéndome de un temor servil; que no cuadra tal estilo a tu estupenda dignación inmensa. Quiero hablar contigo con afecto y reverencia de hijo, porque te pagas mucho de tal confianza. Por eso busco tu sombra, dulce Madre mía, luz mía, consuelo mío, refugio mío, para tratar contigo de la salud de mi alma y restauración de mi perdido espíritu. Aquí me tienes á tus venerables y augustas plantas, deshecho en tristes suspiros, aradas mis mejillas con las lágrimas que corren hasta la tierra y oscurecidas las niñas de mis ojos con los nublados de mí misma congoja y turbación. Dame licencia, Señora, y alcánzame de tu precioso Hijo pureza de corazón, para que más dignamente hable contigo.

 

DÍA PRIMERO

SÚPLICA

Madre mía, yo recuerdo que un amante siervo tuyo ha dicho, que nadie que hasta ahora haya ocurrido á Tí con fé, ha salido desairado. Yo me acuerdo de algunos de tus hijos, como Bernardo, Domingo, Ildefonso, Gerardo, Gertrudis, Matilde, Estanislao, que de solo oírte nombrar se derretían en suavísimas lágrimas. Yo me acuerdo que muchos de ellos con el eco de tu nombre se les partía el corazón, en gozosísimos sentimientos. ¡Oh Jesús! Hijo de Dios vivo, Hijo de María, romped la roca de este pecho, deshaced el hielo de este corazón, desterrad las tinieblas de esta alma, para que acierte á portarme como hijo de tal Madre, y como hermano de tal Hijo. ¡Oh Madre admirable! ¡Oh Madre de Gracia! ¡oh Tálamo de Dios! ¡Oh Esposa! ¡Oh hija! ¡Oh Templo del Divino Amor! ¡oh atrio del Cielo! ¡Oh Estrella de la mañana! ¡oh Aurora! ¡oh Lirio hermoso de los Valles! Acógeme debajo de tu manto: hazme partícipe de tus admirables dulzuras: llévame de la mano y reconcíliame con tu Santísimo Hijo, para conseguir la gracia y salud que deseo.

-Dios te salve... Gloria. 

Consuelo de afligidos, Ruega por nosotros.

 

Feliz quien en Ti confía

En sus penas y dolores;

Madre eres de pecadores,

¡Consuélame, Madre mía.

Dios te salve... Gloria.

Consuelo de afligidos, Ruega por nosotros.

 

Eres luz y eres guía.

Fuente de toda esperanza;

Feliz quien tu amparo alcanza

¡Consuélame, Madre mía!

Dios te salve... Gloria.

Consuelo de afligidos, Ruega por nosotros.

 

Mi amor, mi santa alegría,

Mi paz, mi dulce reposo,

Mi solo y único gozo, 

¡Consuélame, Madre mía!

Dios te salve... Gloria.

Consuelo de afligidos, Ruega por nosotros.

 

-Se hace mentalmente la petición y en seguida se reza la «Oración final para

todos los días» 

 

DÍA SEGUNDO

SÚPLICA

Resplandezca tu gran misericordia, ¡oh fuente de perenne suavidad! en sacar de tantos riesgos y peligros á este pequeño hijo tuyo. Gloria tuya es, y honra de tu inestimable caridad el no permitir mi perdición, ¡Crecerá tu gloria, ¡oh María! porque sea más extremada mi ruina o será de menor lustre á tu honor, que resplandezca en tu corona este nuevo tachón brillante á influjos de tu gran misericordia? O por ventura se acreditará más tu piadoso y dulce nombre, desamparando à este pobre, y dejándolo abatido y humillado entre los negros horrores de su ignominia y eterna confusión ¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! ¡Oh Reina mía! ¡oh luz de mis tinieblas! ¡Oh centro de mis esperanzas! ¡oh Polo y Estrella faustísima en mis peligros y Ta bla segurísima en mis naufragios! no me desampares, no me desprecies, no te cansen mis importunos ruegos, No sea yo el más desdichado e infeliz, que desmerezca tu intercesión poderosa; espero de tu bondad mi remedio.

-Dios te salve, Gloria y lo demás como el primer día.

 

DÍA TERCERO

SÚPLICA

¡Oh Tú la más hermosa de las mujeres! ¡oh Tú la más bizarra de las hijas de Adán! ¡oh Tú la más ataviada de todas las criaturas! ¡Lirio cándido en el valle de la Divina Trinidad! ¡Luna gloriosa sin menguantes, triunfadora de las nocturnas sombras! ¿Qué día hay para mí si no veo nacer sobre mi cabeza los dorados rayos de tu sol? Todo es noche para mí; y no veo delante de mis ojos, ni reinar en mi triste fantasía sino sombras y confusiones. ¡Oh suerte mía infeliz! ¿Qué delito cometí? ¿Cómo sufre mi desconsuelo tu amoroso pecho? ¿Cómo sufre mi soledad tu amante corazón? ¿Por qué no alumbras mis tinieblas? Y si hieren tu corazón tus hijos con sus amorosas flechas ¿dónde las mías? ¿Dónde los tiernos suspiros que llegan a tu trono envueltos en seráficos ardores? Oh Madre mía, dulcísima, amabilisima, precordialisima, toda hermosa, toda bella, toda agraciada, amparo mío; Consuelo mío, Refugio mío, Puerto mío, oh, quién nunca se olvidará de ti ¡Oh quién siempre se acordara de Tí hechos sus ojos dos fuentes de dulcísimas lágrimas! Señora, auxiliadora nuestra, refugio en nuestros peligros, no arrojes de Tí la rendida súplica de este tu siervo e hijo que clama á Tí con voz grande y clamor vehemente en el tiempo de la tribulación.

 

-Todo lo demás como el primer día.

 

ORACIÓN FINAL

¡Oh gran Señora, tú eres el arco iris a cuya vista se serenan los cielos y los nublados de las eternas iras se convierten en blancas y lucidas nubes de apacibles misericordias! Tú eres el Iris á cuyo brillante aspecto mirando el Altísimo con, atenciones notabilísimas, hace se conmuten sus justos rigores, merecidos de la humana ingratitud, en lluvias de piedades para que puedan respirar los pecadores. ¡Oh gran mujer! ¡Oh Cielo animado! Que bien dijo el que afirmó que, aunque no hubiera otro Cielo, que el de tu belleza, ni otro premio de las virtudes, que el mirar tu rostro, se debieran sufrir con gozo por adquirirlo y conseguir este bien, cuántas penalidades y espinas en sí abraza este destierro. ¡Oh Cielo hermosísimo, en quien Dios tiene sus mejores delicias! Miro una santidad tan eminente en Ti, tan abundante tan grande, que merece tener en sí el retrato del mismo Dios ¡Oh Virgen suavísima, dulcísima, amorosísima, quisiera mi alma rendirse toda entera a tu hermoso y melifluo amor! Quisiera, como mariposa, sacrificarse a tus ardientes y dulces llamas. Abre, Madre de piedad la puerta de tu benignísimo corazón a los suspiros míos, a mi profundo llanto, á mis clamores continuos. ¡Oh María, María, María, consuelo mío, esperanza mía, bienaventuranza mía y mil veces Madre mía! Tú que haces elocuentes las lenguas de los niños, instruye mi lengua é infunde en mis labios la gracia de tu bendición para que mientras vivo en este destierro non cese mi alma de elogiarte con aquella perfección con que se hace en la patria Celestial. Alábente los Cielos, la tierra, los abismos y todas las criaturas, alábete yo sin fin y ofrezca á tu altar continuamente el sacrificio de alabanza; y puesto que eres auxiliadora nuestra, consuelo en nuestras penas y refugio en nuestros peligros, no arrojes de Ti la rendida súplica de este tu siervo é hijo que clama á Ti con clamor vehemente en el tiempo de la tribulación, Así sea.

 

ORACIÓN

Jesucristo, Señor Nuestro, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo; concede propicio que así como llenos de alegría celebramos en la tierra á tu Santísima Madre la Virgen María, bajo el título del Consuelo, merezcamos gozar perpetuamente de Su compañía en el cielo: en donde vives y reinas, Dios, por todos los siglos. Amén

 

-Colaboración de Iván Arellano

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