sábado, 16 de septiembre de 2023

TRIDUO A LOS DOLORES INTERNOS DEL SAGRADO CORAZÓN


 TRIDUO AL SAGRADO CORAZON DE JESUS EN QUE SE HONRA SU AMOR, SU JUSTICIA Y SU MISERICORDIA

Para rezarlo en todo tiempo pero especialmente

el 23, 24 y 25 de cada mes


ACTO DE CONTRICIÓN

Para los Tres Días del Triduo

Soberano Señor de cielo y tierra, que siendo provocada vuestra justicia por los pecados de vuestros hijos, no los castigáis exterminándolos, porque media vuestro amor, pues siendo un Dios poderoso que podíais consumir este mundo, el cual ha sido tantos siglos objeto de vuestros dolores, vuestro poder lo sostiene enviando sobre él la luz, haciendo que le alumbre el sol, y que los planetas le favorezcan; que la tierra dé al hombre sus frutos para alimentarle, vestirle y recrearle; pero este hombre prevaricador, obstinado no conoce tantos beneficios, y Vos, Señor, siempre empeñado en hacerle feliz, en tanto que él desprecia vuestro amor. ¡Oh, Señor!, más que de hierro es nuestro corazón, pues no se ablanda en la fragua divina de ese amor inmenso; ¡aquí, pues, de vuestros milagros!: derretid la nieve de este corazón de roca, para que al golpe de tan grande maravilla me encienda en vuestro amor y confiese que sólo Vos, Señor, sois el móvil para infundir en las almas ese don divino, al que yo tanto tiempo he resistido, por lo que yo ahora me arrepiento y os pido perdón humildemente, llorando mis ingratitudes. Amén.


PRIMER DIA

Oración al amor del Sagrado Corazón de Jesús

¡Oh, amor inmenso de Dios amante!, que por amor a los hombres bajásteis del cielo y tomásteis nuestra naturaleza para padecer hambre, pobreza, trabajos, tormentos y hasta la misma muerte, para redimirnos y enseñarnos el camino del cielo, y después sentarnos en el trono que nos tiene preparado vuestro amor, afanado siempre en nuestra felicidad, sólo porque nos amáis, no queriendo más que nuestro amor, por ser ésta la llave con que podremos sacar los tesoros de vuestro Corazón, y así enriquecernos de los dones que preparáis en el reino de los cielos os amemos. Por este amor os quedásteis sacramentado: él os dio idea de encubrirnos en las especies sacramentales, para así daros por alimento, vivir con nosotros, consolándonos en nuestros trabajos, y acompañándonos en este destierro, hasta la consumación de los siglos. ¿Y qué es lo que quereis por tanta fineza? Sólo que ¡Ah, Jesús Mío!, aquí tenéis mi amor yo os amo con todo mi corazón. Vos sois la dulzura de mi alma, la alegría de mi vida, la paz y el reposo de mi corazón, la esperanza y el colmo de mis deseos: vuestro amor sólo me basta, Jesús mío, vuestro Corazón divino es el alcázar de mi descanso, allí sólo será mi habitación; mandadme, Jesús mío, cuando queráis, Vos sois mi dueño, y en vuestro servicio me gozaré Qué puedo temer si Vos sois mi custodio? Sólo os pido, pues, que el fuego de vuestro amor me consuma, haciendo de los dos un sólo corazón. Amén.

(Petición.)

En seguida se rezan tres Credos.


ORACIÓN

¡Oh, amor que eleváis y regaláis el alma! ¡Oh encanto de mis sentidos y potencias! apacible recreo de mi vida, Vos sois las delicias de mi corazón, el encanto en donde el alma abismada de vuestros atractivos se pierde en el golfo insondable de vuestras infinitas perfecciones. ¿Qué hacéis, Señor, con esta vuestra ingrata criatura? Desfigurada de la primitiva hermosura de la gracia, que he perdido por la culpa, estoy hecha un monstruo de imperfecciones. Renovad, Jesús mío, vuestra imagen, hechura de vuestras manos; sí, clementísimo Señor, renovadle con el pincel de vuestro amor, purificadla en las llamas que os abrasan, consumid en ella todas mis faltas e imperfecciones, y blanqueada volará a beber en el torrente de vuestro amor, y pues queréis que confiada pida, os ruego por mi Madre, la Santa Iglesia; miradla perseguida hasta de sus propios

hijos: mirad al Romano Pontífice y a los Obispos oprimidos: a los sacerdotes, vuestros fieles ministros, calumniados: mirad por todos los huérfanos y viudas. ponedles defensores que los protejan; socorred a los pobres en sus necesidades y a los que están en pecado mortal dadles auxilios eficaces, para que salgan de su infeliz estado. Amén.


Se concluye con los gozos que están al fin.


SEGUNDO DIA

Oración a la Justicia de Dios

¡Oh justicia de Dios!, que hacéis temblar y estremecer a mi divino Jesús, haciendo que sufra tres horas de agonía en el Huerto de las Olivas, en donde llora y suda sangre, al peso de esta justicia. ¡Oh, Jesús mío!, justo Juez, que en una de las balanzas de vuestra justicia ponéis todos los méritos de Vuestra Pasión y muerte, y en la otra todos mis pecados: ¿cuál es ante vuestro Eterno Padre de mayor peso? Sin duda alguna, vuestros infinitos méritos; pues, bien, Jesús mío, presentadlos a vuestro Divino Padre a fin de que sea borrada mi sentencia y adornada con ellos mi alma, para que bañada con vuestra preciosa Sangre, aparezca a vuestros divinos ojos hermoseada con la gracia, que me adquirieron vuestros méritos; conozca yo y haga conocer a todos, la eficacia de ellos, para que confiados, se acerquen a Vos que sois su esperanza, y detestando la culpa con que provocaron la justicia divina, dilaten su corazón en vuestras promesas, de recibir al pecador arrepentido, y bendigan la justicia que Dios hace a la sangre y mérito de mi soberano Dueño y Señor Jesucristo, que olvidando lo que insulté esta justicia, me hace heredero de la gloria, que me alcanzó el Santo y amantísimo Corazón de mi Jesús. Amén 

(Petición.)

Tres Credos.


ORACIÓN 

¡Oh tiernísimo Corazón de mi Jesús! que os interponéis entre vuestro Eterno Padre y el Hombre criminal: Vos haciéis que aparezca revestido de vuestros méritos, y que recobre el blanco vestido de la gracia. ¿Cómo corresponderemos tanto amor y caridad? Por lo que yo soy, mi dulce Jesús, os digo con todo mi corazón, que soy toda vuestra. Vos sois desde ahora el blanco de mis afectos, el consuelo de mis penas, mi alegría y toda mi felicidad. Vuestro Sagrado Corazón es el archivo y el abogado de mi causa. ¿Que puedo yo temer si Vos sois mi defensor? ¡Oh, amor mío! qué feliz soy en vuestra amistad y gracia: conservad y aumentad en mi alma este rico tesoro, desnudándome para siempre de mí misma, y de las malas inclinaciones, con las cuales provoqué vuestra justicia: yo ingrata la insulté y Vos disimulásteis, cubriendo mis faltas, con

la capa de vuestro amor; por este mismo amor os pido: por la Santa Iglesia, por el Romano Pontífice, por los cardenales; doctores y obispos, por el clero de esta Diócesis, y en fin por todo el orbe cristiano, en particular por los que están en pecado mortal, para que saliendo de él, sea aplacada vuestra Justicia. Amén.

Se concluye con los gozos que están al fin.


TERCER DIA

Oración a la Divina Misericordia

Santísima Misericordia, mina inagotable de gracias, infinito tesoro de un Dios amante, arcano incomprensible de misterio, lazo que nos ata al Divino Amor, atributo que adornáis el dulce Corazón de mi Jesús, mar insondable de clemencia por cuya misericordia, no estoy ardiendo en los infiernos, que merecieron mis pecados. ¡Oh, Misericordia inagotable, que os ponéis, de escudo para defenderme del justo enojo de un Dios irritado! Vos hicísteis que padeciera Jesús tres horas en la cruz, manifestando en las siete palabras sus dolores, pidiendo por mí a su Padre celestial, hablando de la sed que tenía de salvarnos y dejándonos, al fin, su dulce Madre por herencia e instituyendo los Santos Sacramentos para mi felicidad eterna; todo esto, Jesús mío, pone de manifiesto el grande atributo de vuestra misericordia. Reconozcamos, pues, todos, la misericordia de Dios, y no abusemos ya de ella. Vuelvan a la fe de los que la hayan abandonado; entren al gremio de la Santa Iglesia todos los fieles y herejes, detestando sus errores. También os pido por la infancia y juventud; dadles maestros piadosos que los instruyan en el Santo temor de Dios, y haced que los padres de familia sean los primeros en cumplir con esta obligación sagrada; que florezca la paz, y reine la caridad verdadera: que las almas de purgatorio tengan eterno descanso.- Amén. - (Petición.)

Tres Credos.


ORACIÓN

¡Oh, gran Misericordia!, fuente inagotable, emanación perenne, que como copiosa lluvia caéis sobre buenos y malos, rocío celestial que fertilizáis los campos haciendo que produzcan flores, para que con su aroma embalsamen los aires, recreen y ensanchen el corazón del hombre oprimido, y le hagan levantar los ojos al cielo, en donde para siempre serán recreados todos sus sentidos. ¡Oh, santa misericordia!, que hasta los irracionales favorecéis, pues a vuestro impulso saltan los corderillos en el prado, vuelan y cantan los pajarillos y los peces juguetean en el agua, sin que este benéfico elemento deje de refrigerar al hombre, y dais alimento aun a los más pequeños insectos. ¡Oh, misericordia amable!, que me servís de navío en este proceloso mar, y después seréis el carro que me conduzca al cielo, donde me descubriréis la hermosura de Dios y me haréis conocer las perfecciones de tus atributos, por los cuales cantan los querubines: ¡SANTO, SANTO, SANTO!, por toda la eternidad. Amén.


GOZOS

Mi Dulcisimo Jesús

Vuestro Corazón Sagrado

Sea de todo el mundo

Conocido y amado.

Corazón de Jesús,

En llamas abrasado,


Corazón de Jesús,

Que la justicia del Padre

has aplacado.


Corazón de Jesús,

En vuestras misericordias

anegado.


Corazón de Jesús,

De todos los cielos

ensalzado.


Sea para siempre bendito

El Corazón de mi amado

Y su Inmaculada Madre

Concebida sin pecado.


-Se concluye con una Salve a Nuestra Señora de Dolores.



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