DÍA
DÉCIMO CUARTO
PENA
DE LOS DEMONIOS
MEDITACIÓN
PUNTO
1º.
Considera alma mía, que los Ángeles malos no perdieron en su caída los dones
puramente naturales con que fueron enriquecidos, y el conocimiento de su propia
belleza intelectual es para ellos su mayor suplicio, pues que privados del
conocimiento sobrenatural de Dios, se desesperan y rabian al verse despojado de
esta felicidad. Criados para un Dios de bondad y para el solo, sienten en el
fondo de su naturaleza una viva y poderosa inclinación hacia Él, como el único
centro de su felicidad, como el término y objeto final de todas sus facultades.
Sienten y conocen que han sido criados para Dios, como el ave para volar, como
el pez para el agua, como el ojo para la luz, como el corazón para el amor;
pero al mismo tiempo su voluntad obstinada en el mal se vuelve henchida de
cólera y orgullo contra su Criador, su principio y su fin, y al contemplar á
sus hermanos los Ángeles buenos en posesión de una bienaventuranza infinita que
jamás perderán, porque jamás podrán pecar, la envidia los despedaza y padecen
amargamente. La voluntad del demonio no es como la del hombre mientras vive
sobre la tierra: el hombre no se adhiere al mal inamoviblemente, porque después
de la elección del pecado, puede arrepentirse y volver á la virtud; el Ángel
malo, por el contrario, una vez que ha elegido el mal, permanece adherido á él
fija, inamovible, inflexiblemente para siempre, he aquí per qué su infierno o
su tormento es eterno.
PUNTO
2º.
Considera que los demonios emplean todos sus dones naturales no sólo en su
propio mal, sino también en el mal de los hombres, de cuya desgracia son los
más eficaces cooperadores; las luces de su inteligencia se han convertido en
astucia y artificios malignos, y podemos apostrofarlos con Bossuet diciéndoles:
"Oh ministros injustos de la justicia de Dios, vosotros habéis sido los
primeros en experimentarla: vosotros aumentáis vuestros tormentos, haciendo
experimentar al hombre vuestros celosos rigores: vuestra tiranía hace vuestra
gloria, y no sois capaces sino de este placer negro y maligno, si es que se le
puede llamar así, que proporciona un orgullo ciego y una baja envidia. Vosotros
sois aquellos espíritus privados de amor que no viven más que del veneno de los
celos y del odio. ¿Y cómo se ha verificado en vosotros tamaña mudanza? Os
habéis retirado de Dios y Él se ha retirado de vosotros: he aquí vuestro gran
suplicio y su grande y admirable justicia. Gemís bajo los golpes incesantemente
redoblados de su mano invencible é incansable: por sus órdenes soberanas la
criatura corpórea que estaba á vosotros sometida, os domina y os castiga; el
fuego os atormenta, su humo, por decirlo así, os ahoga; espesas tinieblas os
tienen cautivos en aquellas prisiones eternas: malditos espíritus, aborrecidos
de Dios odiado de vosotros, ¿cómo habéis caído tan bajo? Vosotros lo habéis
querido, lo queréis aún, puesto que queréis siempre ser soberbios, y que por
vuestro orgullo indómito vivís obstinados en vuestra desgracia. Hombres
soberbios y rebeldes, tomad ejemplo del príncipe de la rebelión y del orgullo;
y ved y considerad y entended lo que un solo sentimiento de orgullo ha hecho en
él y en todos sus secuaces. Huyamos, huyamos, huyamos de nosotros mismos:
volvamos á entrar en nuestra nada y entreguémonos á Dios, nuestro apoyo como
nuestro amor."
JACULATORIA
Ángeles
santos, alcanzadnos la gracia de tener el valor de sufrir todas las penas de
esta vida, a fin de no sufrir la mayor y más terrible pena de vernos privados
de la visión de Dios y de su amor.
PRACTICA
Sufrid
con paciencia y resignación todos los trabajos con que el Señor quiere
probaros, considerando que por vuestros pecados habéis merecido las penas del
infierno. Se rezan tres Padre Nuestros y tres A ce Marías con Gloria Patri y se
ofrecen con la siguiente:
ORACION
Espíritus
gloriosos, que vivís en medio de un torrente de delicias, sin que jamás el más
leve de los males, turbe vuestro reposo y bienaventuranza, que no deseáis otra
cosa de nosotros los mortales de este mundo, sino que participemos de vuestra
inmortal ventura, rogad á vuestro supremo Señor, que, fortaleciendo nuestras
almas, nos dé la conformidad en nuestras penas, á fin de que nos veamos libres
de los tormentos eternos del infierno. Amen.
EJEMPLO
Un
religioso de la Compañía de Jesús, el P. Surin, célebre en el siglo décimo séptimo
por sus virtudes, su ciencia y sus desgracias, experimentó durante cerca de
veinte años las angustias de tan terrible estado. (el de la condenación
eterna.) Para arrancar á una pobre y santa religiosa de la posesión del
demonio, que había resistido á tres meses largos de exorcismos, oraciones y
austeridades; el caritativo Padre llevó su heroísmo hasta ofrecerse el mismo
por víctima, si la divina Misericordia se dignaba al fin escuchar sus votos y
librar á una infortunada criatura. Fué escuchado, y Nuestro Señor permitió, para
la santificación de su servidor, que el demonio tomase posesión de su cuerpo y
lo atormentase durante largos años. Nada más auténtico que los extraños y
públicos hechos que marcaron esta posesión del pobre Padre Surin y que sería largo
referir aquí. Después de su libertad, recopiló en un escrito, que nos ha sido
conservado, lo que recordaba de aquel estado sobrenatural en que el demonio,
apoderándose materialmente, por decirlo así, de sus facultades y sentidos, le
hacía experimentar una parte de sus propias impresiones y de su desesperación
de condenado. "Parecía, dice, que todo mi ser, que todas las potencias de
mi alma y de mi cuerpo se dirigían con indecible vehemencia hacia el Señor mi
Dios; que veía era mi suprema dicha, mi bien infinito, el objeto único de mi
existencia; y al mismo tiempo sentía una fuerza irresistible que me apartaba de
Él, que me retenía lejos de El: de suerte que, criado para vivir, me veía, me
sentía privado de Aquel que es la Vida; criado para la verdad y la luz me veía
absolutamente repelido por la Luz y la Verdad; criado para amar, estaba sin
amor, estaba rechazado por el Amor; criado para el bien, estaba sumergido en el
abismo del mal. "No podría, añade, comparar las angustias y la
desesperación de aquella inexplicable situación sino con el estado de una
flecha vigorosamente lanzada hacia un objeto, del cual la repele incesantemente
una * fuerza invencible: irresistiblemente impelida hacia adelante, y siempre a
invenciblemente rechazada hacia atrás." Y esto no es más que una pálida
imagen de aquella espantosa realidad que se llama la condenación. Segur, El
Infierno.
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