DÍA
DÉCIMO TERCERO
CAIDA
DE LOS ANGELES
MEDITACION
PUNTO
1º.
Considera, alma mía, que el más hermoso
de los Ángeles, aquel cuya excelencia sobrepujaba y excedía á todos los
angélicos coros, mismo, admiró su propia belleza y como si á sí se la hubiera
dado á sí mismo, exclamó: "Yo soy hermoso, yo soy perfecto, yo soy todo
resplandeciente de luz," y en vez de remonde le venía este resplandor, ha
querido como Dios, complacerse en sí mismo, y ha querido todavía más, porque ha
dicho: "Yo me elevaré hasta los cielos y seré semejante al Altísimo."
Y como un nuevo Dios ha querido gozar de sí mismo. ¡Pero en realidad ha creído
que podía igualarse á la majestad de Dios? No, porque este espíritu sabía muy
bien que por más que se perfeccionase su ser siendo finito, jamás igualaría al Infinito;
y aun supuesto que esto fuera posible, comprendía muy bien que convertido en
otro ser perdería la conciencia de su propia personalidad y dejaría de ser el
que era; su osadía le llevó hasta el grado de aspirar á la felicidad suprema de
ver á Dios, sin contar para llegar á este término sublime más que con sus
propias fuerzas naturales; en una palabra, Lucifer no ha querido tener la
felicidad más que de sí mismo, lo cual es propio de solo Dios. Su crimen fue el
primer crimen del orgullo.
PUNTO
2º.
Considera que, como dice Santo Tomás,
"después del pecado de soberbia se siguió en el Ángel pecador el mal de la
envidia, en cuanto se dolió del bien cuál fue este bien que excitó tan
vivamente la diabólica envidia. La Encarnación del divino Verbo, nuestra pobre
humanidad elevada a una grandeza en cierto modo infinita. Dios, dice el Apóstol
al introducir á su Unigénito Hijo en el mundo, ordenó por segunda vez que sus
Ángeles le adorasen. Et cuín iteruin introduxit primogenitum in orbem terreé,i
dicit: Et adorent enm omnes angelí efus. Esta voz segunda supone otra primera.
Por esto podemos creer apoyados en el testimonio de innumerables santos
doctores y eminentes teólogos, que el plan total de la creación fue revelado á
todos los Ángeles desde el principio, y que en este plan les mostró Dios al
Verbo encarnado en las purísimas entrañas de una mujer virgen, y al mismo
tiempo les pidió un cántico de adoración para este primer predestinado y esta
criatura que había de ser su Reina y soberana. Innumerables voces resonaron al
momento entonando al Verbo hecho carne una alleluia. Pero Lucifer y sus
secuaces, excitados por el orgullo, cerrados sus lacerados corazones á la
esperanza, y ardiendo en mortal ira contra la naturaleza humana; prorrumpieron
en murmullos que atronaron el espacio y sólo se escucharon estas voces: Non
serviam, non serviam: no obedeceré, no obedeceré. No, no, grita el infiel
arcángel, el hijo de la mujer no ha de ser mi Dios, la hija del hombre no ha de
ser mi Reina. Entonces el Verbo pronunciando contra ellos terrible sentencia,
les respondió: Apartaos, malditos: te maledicti. Y á estas palabras, heridos
como de un rayo, rodando de abismo en abismo, fueron precipitados más abajo de
nosotros en aquel lugar de tormentos en donde gimen y lloran para siempre sus
perdidos tronos de gloria y de felicidad.
JACULATORIA
Ángeles
bienaventurados, que fuisteis testigos de la caída espantosa y terrible de
vuestros celestes compañeros; preservadnos con vuestra intercesión de la
funesta caída del pecado mortal-
PRACTICA
Rezad
con frecuencia el Santo Rosario de la Reina de los ángeles, meditando sus
misterios, y así os preservareis de caer en pecados mortales. Se rezan tres Padre
nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri y se ofrecen con la siguiente:
ORACION
Sublimes
inteligencias, espíritus fieles, Ángeles Santos, que presenciasteis aquella
espantosa guerra de vuestros hermanos soberbios contra su Criador; que
escuchasteis los gritos de rebelión contra el Unigénito del Padre Celestial, y
que visteis descender al abismo de las tinieblas a una porción inmensa de vuestros
compañeros, interceded por nosotros para que jamás despreciemos la divina
gracia; ni los lazos de la soberbia aten nuestros corazones y caigamos en los
abismos tenebrosos del pecado; sino que, fortalecidos siempre con los auxilios
de Dios, merezcamos un día ocupar los tronos vacíos de los Ángeles infieles por
toda la eternidad. Amen.
EJEMPLO
Para alentarnos á la fineza con que habemos de amar Dios por respecto a algún interés, es admirable el ejemplo de un monje mozo que en compañía de otro viejo vivía en el hiermo con grande perfección. El demonio se le apareció al viejo en figura de Ángel del Señor, haciéndole saber de parte de Dios, que su compañero era precito, y que por eso todas sus buenas obras y penitencias no le habían de aprovechar. Quedó el viejo tristísimo con esta revelación, y no pudiendo ocultar su sentimiento, que manifiesta con lágrimas continuas; lo advirtió el mancebo y á puros ruegos alcanzó por fin que le descubriese la causa de su dolor. Luego que oyó que la causa era haberle Dios revelado que había de condenarse; no te desconsueles padre, le dijo, ni te aflijas; porque te hago saber que yo hasta ahora no he servido a Dios por el interés de la gloria, sino sólo porque es infinitamente digno de ser servido por su bondad; al cual debo todo lo que soy y tengo; y como mi Señor, mi Dios y mi dueño puede hacer de mi lo que quisiere. Consolóse con esto el monje viejo, y mucho más cuando después por verdadera revelación del Ángel bueno supo que el demonio lo había engañado, y que era todo lo contrario, pues aquel mancebo era predestinado, y que por aquel acto tan generoso que había hecho y el ánimo con que estaba de servir à Dios por Dios, había agradado singularísimamente al Señor y alcanzado muy grandes merecimientos. P. Eusebio Nieremberq, Hermosura de Dios L. 2 c. 12.
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