DÍA
DÉCIMO QUINTO
GUERRA
DE LOS DEMONIOS
MEDITACIÓN
PUNTO
1º.
Considera, alma mía, que la divina Providencia procura el bien del hombre de
dos maneras: directamente, excitándole al bien y apartándolo del mal por
ministerio de los Ángeles buenos; é indirectamente, permitiendo para su mayor
mérito que sea combatido por los ángeles malos; por esta razón existen para los
demonios dos lugares de penas: uno por razón de su culpa, y este es el
infierno; y otro por razón del ejercicio a prueba del hombre, y este es el aire
caliginoso ú obscuro. Mas como el cuidado de la salvación humana durará hasta
el juicio final, hasta entonces durarán también el ministerio de los Ángeles
buenos y la persecución de los ángeles malos; en ese día quedará desierta la
tierra, porque los demonios bajarán al infierno con las almas que sedujeron, y
los Ángeles buenos subirán al cielo con los bienaventurados que custodiaron en
esta vida. Considera, pues, que millones de millones de espíritus malos, á guisa
de apretadas y compactas langostas, vagan y se mueven en el aire alrededor de
los hombres, como leones rugientes buscando á quien devorar. Excitados por la
envidia de la felicidad humana y usurpando la semejanza del Poder divino, se
dedican determinados demonios á la perdición de cada uno de los hombres; y
aunque no conozcan su condición interior, sin embargo, conocen por las obras
exteriores sus flaquezas, debilidades a el vicio á que más se inclinan, y por
ese lado le hacen la más cruda guerra. Verdad es que no todos los pecados
proceden directamente del demonio, pues no es éste el único tentador del
hombre, si que también están ahí el mundo y la carne, pero la astucia diabólica
se vale frecuentemente de estos otros tentadores como de instrumentos para
corromper las almas; para esto cuentan con mi poder muy grande, pues que no
habiendo perdido en su ruina los dones de su naturaleza, conocen de los seres
muchas fuerzas ocultas que se escapan a la débil penetración del hombre: por
tanto, pueden obrar en los cuerpos maravillosas trasformaciones y aun producir
en la imaginación y sentidos externos, mutaciones diversas, hasta el errado de
hacer percibir objetos extraños que en realidad no existen fuera de nosotros.
Ciertamente que los hechos realizados por el demonio no son verdaderos
milagros, pero tienen toda la apariencia de tales porque excitan la admiración
de los hombres. Desde el principio del mundo Satanás con sus secuaces está
obrando estos prodigios y las maravillas y actos sorprendentes de la hechicería,
magia, nigromancia de los tiempos antiguos, como los fenómenos admirables, que
superan las fuerzas de la naturaleza, en los tiempos modernos, del Hipnotismo y
espiritismo no son otra cosa que obras malignas del diablo.
PUNTO
2º.
Considera que la guerra de los demonios a la humanidad es una de aquellas
verdades que la Santa Escritura propone con tanta claridad que excluye
absolutamente toda duda: San Pablo expresamente nos dice que "nuestra
lucha no es únicamente contra la carne y la sangre, sino contra los principados
y potestades, contra los reyes invisibles de este mundo tenebroso, contra los
espíritus de iniquidad esparcidos por el aire." Y San Juan en su
Apocalipsis refiere que: "Enfurecido el dragón contra la mujer, se fue á
hacer la guerra á las de su casta, que guardan la ley de Dios y se declaran por
Jesucristo," Ante estos testimonios tan claros y convincentes ya no nos es
licito dudar que los demonios hacen la guerra al hombre; y se la han hecho
desde el principio del mundo y continuarán en esta ingrata tarea hasta su fin.
Lucifer bajo la forma de la astuta serpiente sedujo á nuestros primeros padres;
él es el que se esforzó con sus ángeles rebeldes en los siglos que precedieron
al cristianismo, en arrastrar al género humano á una monstruosa idolatría; los
demonios eran los que cegando las indigencias de los tiranos para que no vieran
en los prodigios de los mártires la intervención de un Dios infinitamente más
poderoso que. sus ídolos, encendían en sus corazones la rabia y el furor contra
los cristianos; y mientras centenares de infieles se convertían á vista de la
constancia de los hijos de Dios en los tormentos y al contemplar cómo las
fieras los respetaban y salían ilesos y sanos de entre las llamas del fuego;
ellos, los jueces y verdugos, permanecían impasibles y más y más se
encarnizaban. El odio que los ángeles rebeldes abrigan contra los hombres los
ha conducido hasta apoderarse de sus cuerpos y ser el juguete de su saña. ¡A
cuántos no han librado de este satánico dominio Jesucristo, los Apóstoles y los
Santos! En la época presente, ¿quién no ve cómo se ha redoblado la guerra de
los demonios contra la Iglesia de Jesucristo? Del seno de una sociedad satánica
en donde se cometen profanaciones sacrílegas, que la lengua se resiste á referir,
porque horrorizan y hielan la sangre en las venas, están brotando todas las
maquinaciones contra el culto de Dios y sus ministros. Temblemos, temblemos de
pavor, pero más por nuestras culpas que ocasionan estas persecuciones
satánicas, que por las acometidas de los demonios: de nuestra parte están
escuadrones de Ángeles buenos, esperando que los invoquemos y nos acojamos á su
poderoso patrocinio para librarnos de las furias infernales.
JACULATORIA
Espíritus
poderosísimos, Angélicas Potestades que contenéis los ímpetus de los demonios,
libradnos de sus tentaciones y asechanzas
PRACTICA
Acostumbraos
á hacer uso frecuente del agua bendita con mucha fé y devoción. Santa Teresa de
Jesús nos asegura que tiene gran virtud para desviar á los demonios, y que sí
bien huyen de la cruz, vuelven luego, pero no con el agua bendita. Se rezan
tres Padre Nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri y se ofrecen con la
siguiente:
ORACION
Espíritus
de luz, que habéis vencido al poder de las tinieblas, dirigid una mirada hacia
nosotros que estamos expuestos á caer á cada paso en los lazos del demonio,
precipitad de nuevo al abismo á esos enemigos invisibles que no cesan de
tentarnos á cada instante y en todas partes; libradnos de su cruel tiranía, par
a que, reinando en nuestros corazones la dulce paz del Señor, podamos cumplir
los deberes de cristiano hasta merecer, como vosotros, cantar en el cielo las
divinas misericordias por toda la eternidad. Amen.
EJEMPLO
Refiere
Santa Teresa de Jesús, lo siguiente: "Quiso el Señor entendiese como era
el demonio porque vi cerca de mí un negrillo muy abominable, regañando como
desesperado de que á donde pertenecía ganar perdía. Y como le vi, riéme y no hubo
miedo, porque había allí algunas conmigo que no se podían valer, ni sabían que
remedio poner á tanto tormento, que eran grandes los golpes que me hacía dar,
sin poderme resistir, con cuerpo, cabeza y brazos; y lo peor era el desasosiego
interior, que de ninguna suerte podía tener sosiego. No osaba pedir agua
bendita, por no las poner miedo y porque no entendiesen lo que era. Vida de la
Santa Madre Teresa de Jesús.
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