DÍA
TERCERO
NATURALEZA
DE LOS ÁNGELES
MEDITACIÓN
PUNTO
1º.
Considera, alma mía, cuán difícil es comprender la naturaleza de los Ángeles y
mucho más difícil todavía explicarla; sin embargo, por el conocimiento que
tenemos de nuestra alma, podemos, por decirlo así, columbrar algo de la esencia
de esos espíritus inefables. En efecto, los Ángeles son a la manera que Dios,
espíritus puros sin mezcla de materia alguna y simples como nuestra alma, y
mucho más, sin composición de partes corpóreas y aunque esta simplicidad supere
a la de nuestra alma, sin embargo, nunca iguala ni igualará jamás a la de Dios;
porqué si su inteligencia posee las ideas infusas, si su voluntad está en acto
desde el momento de su creación, no por esto se hallan exentos de otra
composición más sutil y absolutamente inmaterial, pues que su sustancia no se
identifica con su acción; su virtud operativa no se identifica con su esencia,
ni su esencia es lo mismo que su existencia; mientras que en Dios, sustancia,
esencia, virtud operativa y operación son una sola y una misma cosa, un solo y
un mismo ser eterno y necesario. La muerte y el tiempo que destruyen nuestro
cuerpo, no tienen parte en ellos; ningún poder criado puede atentar contra su
ser ni romper su unidad perfecta; solo Dios por un acto soberano ele su
omnipotencia podría aniquilarlos si su decreto eterno no los hubiera hecho
inmortales.
PUNTO
2º.
Considera, en segundo lugar, que los Ángeles no son como nuestras almas,
espíritus destinados por su misma esencia para informar y animar cuerpos
orgánicos, con los cuales constituyan naturalezas ó seres perfectos como los
hombres; porque sus nobles facultades, el entendimiento y la voluntad, ejercen
su acción sobre la verdad y el bien independientemente de todo auxilio
corpóreo, y aunque no vean, oigan, huelan, toquen, sientan ni imaginen objetos
corpóreos, no por esto dejan de ser perfectos en su ser, naturaleza y
facultades, pues la carencia de estas virtudes sensitivas en ellos, no implica
ni envuelve ninguna imperfección: a la manera que una piedra preciosa no se
dice nunca imperfecta porque carezca del perfume de la flor, ni la flor se
llama imperfecta porque no téngala facultad de sentir ni de imaginar. Siendo,
pues, los Ángeles, simples, puros é incorpóreos, son por lo mismo invisibles;
más como las cualidades morales, y en particular las que más se alejan de la
materia, residen en ellos de un modo más propio; he aquí por qué aplicamos
aquellas expresiones a nuestros semejantes, cuando poseen las más hermosas
virtudes, así decimos: una belleza de Ángel, una pureza de Ángel, un amor de
Ángel; y porque en los niños brillan el candor, la gracia y la inocencia, que
en los Ángeles se encuentran en el grado más alto, por eso decimos que los
niños son ángeles. También por estas razones se les ve representados en cuadros
con cuerpos parecidos al nuestro, y así bajo estas formas, han aparecido
frecuentemente en la tierra. Los Ángeles, pues, con su naturaleza tan pura, tan
simple y tan exenta de las pasiones groseras de la carne y de la sangre, nos
convidan a que los imitemos, combatiendo con los auxilios de la gracia, las
inclinaciones de la concupiscencia; espiritualizando en cierto modo todas
nuestras palabras, obras y pensamientos, hagámoslo así y seremos tan santos y
tan dichosos como ellos.
JACULATORIA
Espíritus
bienaventurados que estáis por vuestra esencia libres de toda inclinación a la
impureza, hacednos puros y castos como vosotros.
PRACTICA
Rezar
todos los días por la mañana tres Ave Marías a la Reina de los Ángeles para que
nos alcance de su Santísimo Hijo el don de la castidad. Se rezan tres Padre
Nuestros y tres Ate Marías con Gloria Patri y se ofrecen con la siguiente:
ORACION
Oh
gloriosísimos espíritus, purísimas sustancias, inteligencias elevadas, que por
la excelencia de vuestro noble ser reflejáis mejor que las otras criaturas la
naturaleza y perfecciones infinitas de la Divinidad, acercándoos más y más á la
esencia purísima del Espíritu increado; interceded por nosotros que estamos
aprisionados con los lazos de este cuerpo rebelde que nos inclina a cada paso a
los deleites sensuales; y, vos oh Santo Ángel Rafael, cuyo nombre se interpreta
Medicina de Dios, curad nuestra alma de una ceguera más peligrosa que la del
Santo Tobías, porque las pasiones han cubierto nuestro espíritu de densas
tinieblas que le impiden elevarse a lo puramente espiritual y divino; así lo
esperamos de vuestros ruegos poderosos y de los de vuestros celestes
compañeros. Amen.
EJEMPLOS
Los
guerreros hermanos de Santo Tomas de Áquiuo, descontentos con él por su
constante empeño en abrazar el estado religioso, atentaron contra su vocación y
virtud de un modo tal, que el labio avergonzado apenas se atreve a referirlo,
pero los Ángeles del cielo, que son todo santidad y pureza, le libraron del
asalto más terrible contra su castidad. Estos hermanos indignos de llevar el
nombre de su estirpe encarcelaron á Tomás en una torre del castillo de
Roca-seca y a deshora introdujeron en su alcoba a una hermosa y desenvuelta
cortesana, que tenía el negro encargo de rendir al virgen mancebo con sus
halagos infernales. Asómbrase el casto mozo al verla a su lado y en vez ele
gritar, cosa de mujeres, o huir, propio de cobardes, invoca con fervor a Dios y
a la Virgen purísima; "La Sangre del príncipe y del guerrero, como dice un
panegirista del Santo, se despierta bajo el hábito del monje, y combatiendo al
enemigo con el hierro y el fuego;" toma un tizón encendido y arremete con
él a la meretriz que temerosa y corrida huyó precipitadamente. Cuando el Santo
se vio libre y solo, trazó una cruz en la pared con el mismo tizón, y cayendo
de rodillas, prorrumpió en lágrimas pudorosas de gratitud y confusión.
Temblando y lloroso pedía Tomás a Dios la hermosa virtud de la castidad; cuando
sueño inusitado cerró sus párpados, dos espíritus puros le felicitaron por su
victoria y ciñeron a su cuerpo el cíngulo de la virginidad, apretándole con tal
fuerza, que el dolor despertó e hizo lanzar un grito a nuestro héroe. Durante
toda su vida usó Santo Tomás este cíngulo que hoy se venera en la iglesia de
los Dominicos de Chieri, cerca de Turín.
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