DÍA
SEXTO
EL
PODER DE LOS ÁNGELES
MEDITACIÓN
PUNTO
1º.
Considera, alma mía, que los Ángeles están dotados de un poder tan
extraordinario, que por él pueden obrar las más estupendas maravillas, pues
siendo como unos seres intermedios entre Dios y el hombre, naturalmente
participan a su modo de sus perfecciones más sobresalientes. Así Dios por razón
de su inmensidad está presente y obra al mismo tiempo en todos los lugares, el
alma humana en cuanto es informativa o vivificativa del cuerpo, está presente y
obra en él. El Ángel, aunque no informe al cuerpo como el alma ni lo produzca
como Dios; sin embargo como un motor puede estar presente y obrar en los
cuerpos por la acción de su propia virtud, sin la intervención de auxilios
sobrenaturales; porque de lo contrario el Ángel, que es espíritu más perfecto
que el alma, carecería de una perfección que no repugna a su naturaleza; y
seria, bajo este respecto, inferior a la misma alma, pues que ésta mueve a su
propio cuerpo, y mediante él puede moverse de un lugar a otro. No, los Ángeles
no están inmóviles ni en perpetuo reposo; ellos se mueven y obran con un
movimiento y una acción enteramente espirituales, cuyos modos misteriosos no
alcanzamos a comprender, de otra manera no podrían impartirnos sus favores ni
desempeñar sus sagradas funciones para con nosotros.
PUNTO
2º.
Considera, alma mía, que, en virtud de la actividad prodigiosa de ese poder,
los Ángeles pueden estar sucesivamente en todas partes, trasladándose de un
punto a otro con una velocidad que admira; porque son más veloces que esos
pájaros que hienden rápidamente los aires; son más volases que el sonido que
nos viene desde lejos en las movibles ondas de la atmósfera, son más volases
que el rayo que se desprende de las nubes; son más veloces que la luz del sol
que recorre setenta y cinco leguas por segundo; en una
palabra, son tan veloces que sólo el pensamiento puede darnos una idea de su
prodigiosa actividad, pues así como con el pensamiento salvando los intermedios
nos trasladamos instantáneamente del oriente al occidente, del septentrión al
mediodía, de nuestro planeta a la estrella más remota; así los Ángeles se
trasladan con igual velocidad de un punto a otro del universo. Todavía más, el
poder angélico no se limita sólo al movimiento propio, extiéndese su acción
sobre los demás seres criados, obra sobre los elementos: el aire, el agua, la
tierra, el fuego; ejerce imperio hasta sobre sus semejantes en naturaleza, es
decir, sobre los demonios; así nos lo asegura la Santa Escritura, cuando el
Apóstol" S. Jua n nos describe el gran poder que desplegarán al fin del
mundo, porque entonces, los Ángeles reunirán el polvo de los sepulcros, o las
cenizas esparcidas por los cuatro vientos y formarán de nuevo los cuerpos de
los vivientes para ser otra vez inormados por sus almas. Del santo Arcángel S.
Rafael sabemos que ató á Satanás que contristaba amargamente a Sara, y lo
relegó a un desierto. Sirvióse Dios de otro Ángel para trasladar en un momento
al profeta Habacuc desde Judea á babilonia, para llevar la comida a Daniel que
estaba en la cueva de los leones desde donde h volvió inmediatamente a Judea.
Bastó un Ángel de Dios a quitar toda virtud ala s llamas del horno encendido
por Nabucodonosor, y a preservar a los mancebos que habían echado allá dentro
Un Ángel en un momento derribó la gruesa piedra del sepulcro donde' estaban
depositados los restos sagrados de Jesús. De estos hechos y otros muchos que
pudieran citarse, se ve cuan grande sea el poder de los Ángeles en hacer obras
maravillosas. Meditemos, pues, en este poder angélico y recordemos con júbilo
que el Señor nos ha prometido que seremos semejantes a los Ángeles después del
juicio universal, porque con las dotes gloriosas de la agilidad y sutileza,
volaremos como los Ángeles a esas esferas y recorreremos en pocos instantes las
bellezas de esos mundos desconocidos, recreándonos con la hermosa variedad de
los seres que los pueblan y con los bellos matices desús brillantes colores;
roguemos a los Ángeles por que se apresure en llegar ese día tan venturoso.
JACULATORIA
Fortalezas
angélicas, allanadme el camino de la virtud, quitando todos los obstáculos que
pueden impedirme el paso, a fin de que llegue al más alto grado de perfección y
santidad.
PRACTICA
Imitad
a los Santos Ángeles que son incansables en el ejercicio de su poder,
practicando cuantas buenas obras de caridad se os ofrecieren, que estén a
vuestro alcance. Se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías con gloria
Patri y se ofrecen con la siguiente
ORACION
Ángeles
poderosos, Virtudes ejecutoras de las ordenes del Altísimo, nosotros, débiles
mortales, reconocemos vuestro poder, y humildemente os pedimos que nos ayudéis
a vencer a tantos enemigos que constantemente nos incitan al mal; pedid al Dios
de los ejércitos nos haga participantes de vuestra fortaleza, par a que con
vosotros triunfemos siempre y en todo lugar de nuestros enemigos par a mayo r
gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amen.
EJEMPLO
Avanzaba
Timoteo, general del impío Antíoco, con un ejército formidable contra los
judíos, cuando Judas Macabeo y su pequeño ejército se pusieron en oración.
Cubierta de ceniza la cabeza y el cuerpo de cilicio; postráronse delante del
altar, suplicando al Señor les fuera propicio. Al salir el sol principió el
combate; pero en lo más recio de la batalla aparecieron cinco varones, venidos
del cielo, montados en caballos, cuyos frenos eran de oro, abriendo el camino a
Judas Macabeo entre las filas de los enemigos. Pusiéronse dos a sus lados,
arrojando a los contrarios flechas y rayos que los cegaban, y así metiendo el
desórden en el ejército, quedaron muertos en el campo de batalla veinticinco
mil infantes y seiscientos caballos.
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